Cómo ganar lo más posible
La
palabra co-merc-io contiene, como se ve, la partícula
merc, de origen itálico, acaso etrusco, referente
a temas comerciales. De ella nacieron mercado, mercader, mercancía
y aun Mercurio, el dios del comercio. El mercado, para el comerciante
o el productor, equivale a la cantidad de bienes que puede colocar
a cada precio que ofrezca, o bien lo que los economistas llaman
demanda. Si a $ 1 el mercado nos compra 10 unidades
del producto, decimos que 10 es la cantidad demandada a dicho precio.
Al hablar de demanda, debe distinguirse entre demanda del mercado,
o capacidad de absorción de todos los demandantes respecto
del total de unidades de cierto bien ofrecidas por todos los vendedores;
y demanda de cada vendedor en particular. Un vendedor de tamaño
insignificante puede vender todo lo que desee, sin causar una reducción
del precio de mercado; o abstenerse de vender, sin que ello provoque
falta del bien y aumento de su precio; en suma, vende a un precio
constante. Aunque todos los vendedores de un mismo bien fuesen insignificantes
cada uno, para el conjunto de ellos la demanda de mercado tiene
otro comportamiento: normalmente, la demanda de mercado sólo
absorbe cantidades adicionales de un bien si éste se ofrece
a precio menor; y viceversa: a precio más alto, la demanda
de mercado es menor. Bajo otras condiciones, cuando cada vendedor
domina una parte significativa del mercado, su demanda particular
se comporta de modo análogo a la demanda del mercado: cambia
en relación inversa al precio; a más precio, menos
demanda y a menor precio, mayor cantidad vendida. Por ejemplo, si
para pasar de una demanda de 10 unidades al precio $ 1, a una demanda
de 12 unidades, fuera requerido bajar el precio a $ 0,90. También
se observa que en el primer caso el vendedor gana en total $1 x
10 = $10 y en el segundo gana $ 0,90 x 12 = $ 10,8. El incremento
de ingreso, o $ 10,8 - $ 10 = $ 0,8 se llama ingreso marginal. Pero
vender 2 unidades más puede implicar mayores costos, llamados
costo marginal. En tanto el ingreso marginal exceda al costo marginal,
el vendedor ganará expandiendo su venta, y la ganancia será
máxima cuando el ingreso marginal iguala al costo marginal.
Esta sencilla regla permite establecer a qué volumen de ventas
el vendedor hará máxima su ganancia, y fue enunciada
por Cournot en 1838 en Principios Matemáticos de la Teoría
de la Riqueza y por Von Thünen en El Estado aislado.
Sánchez
de Bustamante lo hizo
En
1930 el drama del desempleo masivo y la recesión puso a los
economistas en la obligación de explicar el fenómeno
y ofrecer una estrategia para atacarlo. Tres líneas se delinearon:
una basada en la insuficiencia de la demanda global y en el efecto
multiplicador de las obras públicas sobre el empleo, que
hallaría confirmación en la política de Nuevo
Trato del presidente Franklin D. Roosevelt (1933) y derivaríaen
la Teoría general (1936) de Keynes; otra atribuía
el mal al creciente dominio de los monopolios sobre los mercados,
y halló su exposición clásica en Teoría
de la competencia monopolística (1933) de Edward H. Chamberlin,
de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y en Teoría de la competencia
imperfecta (1933) de Joan Robinson, de la Universidad de Cambridge
(Reino Unido); y una tercera, contraria al New Deal, a la competencia
imperfecta y al keynesianismo, la escuela de Chicago, liderada por
Frank Knight, que atribuía la dificultad del sistema para
alcanzar pleno empleo a la resistencia de los sindicatos a aceptar
reducciones salariales. La segunda vertiente era una extensión
del análisis económico marshalliano. Alfred Marshall
sólo había desarrollado lo central de la teoría
económica bajo el supuesto de competencia pura en los mercados.
Tras su muerte en 1924 los economistas procuraron llenar el vacío,
con tal ahínco que J. R. Hicks, Premio Nobel en Economía,
expresó su preocupación: Debe reconocerse que
un abandono general del supuesto de competencia perfecta tendrá
consecuencias muy destructivas para la teoría económica.
El estudio del monopolio y otros mercados imperfectos requería
considerar, no la curva de demanda de Marshall, sino el ingreso
marginal de Cournot. Marshall nunca construyó la curva de
ingreso marginal, y hacerlo fue obra de Roy Harrod y de Theodor
Yntema, publicados en 1930 y luego utilizada profusamente por Joan
Robinson en su libro. Harrod siempre sostuvo haber descubierto la
curva de ingreso marginal, y lamentó infinitamente verse
privado de la paternidad de la criatura por la publicación
anticipada de Yntema. También J. Robinson expresó
haberla descubierto independientemente. Sin embargo, todos los gráficos
conocidos (Harrod, Yntema, Robinson, Chamberlin, etc.) fueron anticipados
en todos sus detalles por el jujeño Teodoro Sánchez
de Bustamante, en Estudios de Economía Matemática
(1919).
arriba
|