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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
20 FEB 2000






 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López


Cómo ganar lo más posible

La palabra “co-merc-io” contiene, como se ve, la partícula “merc”, de origen itálico, acaso etrusco, referente a temas comerciales. De ella nacieron mercado, mercader, mercancía y aun Mercurio, el dios del comercio. El mercado, para el comerciante o el productor, equivale a la cantidad de bienes que puede colocar a cada precio que ofrezca, o bien lo que los economistas llaman “demanda”. Si a $ 1 el mercado nos compra 10 unidades del producto, decimos que 10 es la cantidad demandada a dicho precio. Al hablar de demanda, debe distinguirse entre demanda del mercado, o capacidad de absorción de todos los demandantes respecto del total de unidades de cierto bien ofrecidas por todos los vendedores; y demanda de cada vendedor en particular. Un vendedor de tamaño insignificante puede vender todo lo que desee, sin causar una reducción del precio de mercado; o abstenerse de vender, sin que ello provoque falta del bien y aumento de su precio; en suma, vende a un precio constante. Aunque todos los vendedores de un mismo bien fuesen insignificantes cada uno, para el conjunto de ellos la demanda de mercado tiene otro comportamiento: normalmente, la demanda de mercado sólo absorbe cantidades adicionales de un bien si éste se ofrece a precio menor; y viceversa: a precio más alto, la demanda de mercado es menor. Bajo otras condiciones, cuando cada vendedor domina una parte significativa del mercado, su demanda particular se comporta de modo análogo a la demanda del mercado: cambia en relación inversa al precio; a más precio, menos demanda y a menor precio, mayor cantidad vendida. Por ejemplo, si para pasar de una demanda de 10 unidades al precio $ 1, a una demanda de 12 unidades, fuera requerido bajar el precio a $ 0,90. También se observa que en el primer caso el vendedor gana en total $1 x 10 = $10 y en el segundo gana $ 0,90 x 12 = $ 10,8. El incremento de ingreso, o $ 10,8 - $ 10 = $ 0,8 se llama ingreso marginal. Pero vender 2 unidades más puede implicar mayores costos, llamados costo marginal. En tanto el ingreso marginal exceda al costo marginal, el vendedor ganará expandiendo su venta, y la ganancia será máxima cuando el ingreso marginal iguala al costo marginal. Esta sencilla regla permite establecer a qué volumen de ventas el vendedor hará máxima su ganancia, y fue enunciada por Cournot en 1838 en Principios Matemáticos de la Teoría de la Riqueza y por Von Thünen en El Estado aislado.

Sánchez de Bustamante lo hizo

En 1930 el drama del desempleo masivo y la recesión puso a los economistas en la obligación de explicar el fenómeno y ofrecer una estrategia para atacarlo. Tres líneas se delinearon: una basada en la insuficiencia de la demanda global y en el efecto multiplicador de las obras públicas sobre el empleo, que hallaría confirmación en la política de “Nuevo Trato” del presidente Franklin D. Roosevelt (1933) y derivaríaen la Teoría general (1936) de Keynes; otra atribuía el mal al creciente dominio de los monopolios sobre los mercados, y halló su exposición clásica en Teoría de la competencia monopolística (1933) de Edward H. Chamberlin, de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y en Teoría de la competencia imperfecta (1933) de Joan Robinson, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido); y una tercera, contraria al New Deal, a la competencia imperfecta y al keynesianismo, la escuela de Chicago, liderada por Frank Knight, que atribuía la dificultad del sistema para alcanzar pleno empleo a la resistencia de los sindicatos a aceptar reducciones salariales. La segunda vertiente era una extensión del análisis económico marshalliano. Alfred Marshall sólo había desarrollado lo central de la teoría económica bajo el supuesto de competencia pura en los mercados. Tras su muerte en 1924 los economistas procuraron llenar el vacío, con tal ahínco que J. R. Hicks, Premio Nobel en Economía, expresó su preocupación: “Debe reconocerse que un abandono general del supuesto de competencia perfecta tendrá consecuencias muy destructivas para la teoría económica”. El estudio del monopolio y otros mercados imperfectos requería considerar, no la curva de demanda de Marshall, sino el ingreso marginal de Cournot. Marshall nunca construyó la curva de ingreso marginal, y hacerlo fue obra de Roy Harrod y de Theodor Yntema, publicados en 1930 y luego utilizada profusamente por Joan Robinson en su libro. Harrod siempre sostuvo haber descubierto la curva de ingreso marginal, y lamentó infinitamente verse privado de la paternidad de la criatura por la publicación anticipada de Yntema. También J. Robinson expresó haberla descubierto independientemente. Sin embargo, todos los gráficos conocidos (Harrod, Yntema, Robinson, Chamberlin, etc.) fueron anticipados en todos sus detalles por el jujeño Teodoro Sánchez de Bustamante, en Estudios de Economía Matemática (1919).

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