Llegando
los libros
JAVIER AGUIRRE
Un
requisito para ser artista es tener algo que expresar. Durante 1999,
varios rockeros argentinos no se contentaron sólo con expresarse
a través de su música sino que también decidieron
escribir y publicar libros. Los ¿ex? Visitantes Palo
Pandolfo y Karina Cohen (con su grupo de poesía Verbonautas);
Juan Subirá (de la Bersuit) y Nekro/Miss Muerte (de Fun People),
cumplieron en los últimos meses el sueño del libro propio.
Pero el premio mayor se lo llevó El Otro Yo con ¡dos! libros:
la bajista María Fernanda Aldana y el baterista Ray Fajardo.
Mientras hacemos lugar en la biblioteca, aquí está el
detalle de las cinco publicaciones:
Entresueños
Autor: María Fernanda Aldana.
Género: Poesía y dibujo. Incluye un CD de música
instrumental también realizado por ella.
Autodefinición: Es un libro para antes de irse a dormir,
para la vigilia. Es como poder entrar en otras dimensiones, como sentirse
un microbio en el universo, ser parte del paisaje, no creerse muy importante.
Fragmento: Hoy bailé con mi sombra y el sol. Descubrí
mis codos puntiagudos de hada y me asusté (pág.
65).
Verbonautas
. Acción Poética
Autores: Palo Pandolfo, Karina Cohen, Osvaldo Vigna, Gabriel Coullery,
Eduardo Nocera, Vicente Luy, Pablo Folino y Hernán.
Género: Poesía.
Autodefinición: Un carnaval poético incendiado de
máscaras.
Fragmento: La música duerme. Los sueños están
despiertos. El poeta está en trance y el ladrón está
calentándose las manos (Palo Pandolfo, La música
duerme, pág. 121)
Kichigai!
Autor: Miss Muerte.
Género: Poesía.
Autodefinición: Todas las letras de Fun People primero
fueron escritos/ poesías/ definiciones/ etcéteras/ broncas/
amores/ odios, a las que luego se les puso música y armonía.
Fragmento: Hay veces que me siento en un pozo (profundo), hundido,
como en un atolón en medio del mar. Pero que ella me ame, me
hace ver las cosas tan bien... ¿Sentís? Ella es mi mejor
remedio... (A Gizmo, pág. 21).
Desconcierto
para uno solo
Autor: Juan Subirá.
Género: Tratados, estudios, recetas, relatos, conversaciones,
discursos y asociaciones ilícitas.
Autodefinición: Puedo decir que tiene que ver con una mirada
ciertamente asombrada del mundo y de las personas.
Fragmento: Hace poco tuve oportunidad de tener en mis manos diez
dedos, los jugaba a los dados hasta que mi suerte terminó y me
amputaron uno. Hoy debo comenzar a contar de dos en adelante...
(Ofrenda dedal, pág. 53).
El
mar alado
Autor: Raimundo Fajardo.
Género: Apuntes.
Autodefinición: Es una recopilación de cosas que
había escrito cuando era chico. Releí, seleccioné
algunas y tiré las demás. No es poesía sino un
libro de apuntes, pero metafórico. Mezcla cosas naïf con
cosas crudas.
Fragmento: ...Ojos grandes con sus lenguas colgando, imposible
enjuagar mis dos corazones... (Inesperada Natividad,
pág. 27).
El
verano caliente de Calamaro
y su duelo verbal con García
Segundos
afuera,
round 34
Andrés
Calamaro suma y sigue. Honestidad brutal resultó elegido, según
el voto de los lectores del suplemento Tentaciones del diario El País
de Madrid, mejor disco español de 1999. El texto
que informaba del resultado el doble sumó nada menos que
un 64 % de las preferencias definió la obra como un
doble disco informe, deficiente en muchos aspectos. Pero tiene el aliento
de la pasión real y el riesgo asumido: Calamaro se desnuda y
nos lleva por los infiernos del desamor en un viaje que no deja impasible
al oyente. Esta semana, el bueno de Andrés viajó
a Punta del Este y allí se quedará junto al Bambino Carámbula
hasta que aguante. Atrás quedó su reunión
cumbre no-de-reconciliación con Charly García del último
domingo del 99 (me da gracia que un hombre mayor se preocupe
por la cuestión del nº 1, le dijo en su momento a
Página/12), sus casi 40 nuevas canciones compuestas en su hogar-búnker-estudio
de Palermo y un corte en la cabeza que mereció de 7 puntos de
sutura, después de una reyerta familiar. Mientras tanto Charly
García, vuelto gustoso al ring mediático, volvió
a referirse a su rival. El martes, en el diario Clarín, comentó
sobre aquel encuentro after hour. El Calamaro este
se volvió loco y el otro día vino a casa. Quiere competir
conmigo, dijo. Y remató: Eso de querer parecerse
a otra persona... Parece yo cuando estaba re-sacado. Hagan sus
apuestas, que esto sigue.
El
Cazador de sonidos
Christian
Marclay,
un amante
de los discos rayados
JORGE LUIS FERNANDEZ
Nada
más peligroso para un coleccionista que dejar entrar en su casa
a Christian Marclay, neoyorquino que en los años ochenta se hizo
famoso por cortar y pegar vinilos, pintarlos y pisarlos, siempre con
la finalidad de escuchar qué nuevos ruidos ofrecen. Mezclando
técnicas de avant garde con scratches de disc jockey, Marclay
es uno de los pioneros en el hoy aclamado uso de la bandeja como instrumento.
Alguien que debió regocijarse cada vez que la maestra quebraba
una tiza en el pizarrón.
Contrario a la obsesión perfeccionista de los melómanos,
el lema de Christian parece ser cuanto más destruido, mejor.
Marclay incursiona en diversas técnicas, pero su especialidad
es cortar vinilos a la mitad para armar nuevas combinaciones, de manera
que en su itinerario la púa reproduzca dos grabaciones distintas
junto al inevitable plop de la quebradura. También utiliza discos
de madera atravesados por clavos, bandejas adaptadas, y en una de sus
primeras obras (Phonodrum, 1981), reemplazó la púa por
una cuerda de guitarra que tomaba sonidos mientras iba rayando el disco.
El repertorio de sus experimentos son baratijas que compra en tiendas
de segunda mano. Así, en obras como His masters voice (1982)
puede escucharse a un furioso predicador, coros de música disco,
solos de heavy metal, y la voz del conejo Bugs Bunny chillando en medio
del batifondo. No recuerdo específicamente qué discos
utilicé, admite Marclay en Records 1981-1989, una compilación
de sus más escalofriantes collages. Para mí son
sólo sonidos, abstractos y separados de su marco original. Ellos
pierden su identidad y devienen fragmentos para ser mezclados.
Igualmente interesante es su producción ligada al arte conceptual.
Para su Footsteps (1989), Marclay alineó 3500 vinilos con grabaciones
de pisadas en el suelo de una galería. La exposición duró
seis semanas, y luego envasó los pisados discos como
obras acabadas. Otro popular capricho de Christian es Record without
a cover (1985), un vinilo sin sobre que contenía samplers de
varias grabaciones, y se vendía con la advertencia de jamás
ponerle una funda. El trabajo artie de Marclay tuvo su correlato en
los sets de Djs negros, quienes realizaban montajes orientados
al groove y perfeccionaron la técnica del scratch en este
sentido es de obligada referencia Wheels of steel (1981) de Grandmaster
Flash, con temas de Blondie, Queen, Chic y otros tres grupos. Continuadores
de Flash y Marclay son el japonés Otomo Yoshihide, colectivos
de hip hop como Peanut Butter Wolf y los X-ecutioners, y por qué
no los tangos rayados que cantaba Pablo Cedrón
en Cha cha cha (1993), mucho antes de su incursión en Pol-ka.
Con la aparición del cd, Marclay debió sentirse algo incómodo.
Pero afortunadamente el trío alemán Oval tomó la
posta, ejecutando un procedimiento análogo con los compactos:
rayándolos, pintándolos, y luego armando loops con los
sonidos tildados. Y aunque dentro de una compactera el cd no pueda manipularse,
todos estos artistas llevan una conocida máxima de Marshall McLuhan
a su más literal expresión: también para ellos,
al menos en música, el medio es el mensaje.