RAFAEL
VELJANOVICH, OMBUDSMAN DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
No
hay trabajo, el que hay está mal pago, los colectivos echan un
humo cada vez más negro y la humedad... En medio de este estado
de cosas, con las nubes del no future flotando sobre nuestras cabezas,
la tarea del Defensor del Pueblo, desde su título, parece de ciencia
ficción. He aquí la historia del hombre de 30 años
puesto en función para hacerse cargo de los reclamos de los ciudadanos
porteños frente al gobierno. Suerte y... ¡socorro!
TEXTO:JAVIER
AGUIRRE
FOTO:TAMARA PINCO
Ser ombudsman, o en
todo caso defensor del Pueblo, suena más a superhéroe de
historietas que a funcionario público. Sin embargo, Rafael Veljanovich
no usa calzas ni capa roja, sino que a los 30 años está
al frente de uno de los organismos públicos más especiales:
la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. La principal
función de la institución es proteger los derechos de los
habitantes de Buenos Aires, tarea que incluye controlar a las empresas
de servicios públicos y al gobierno. Por eso no depende del gobierno,
sino de la Legislatura porteña.
Veljanovich llegó a la Defensoría en 1998, a los 28 años.
Antes no había desempeñado ningún cargo público,
venía de la militancia estudiantil a través de Franja Morada,
primero durante el secundario (en el Nacional Buenos Aires) y después
en la facultad (es licenciado en Ciencias de la Comunicación, egresado
de la UBA). En 1996 fue presidente de la Federación Universitaria
de Buenos Aires (FUBA), hasta que en 1998 asumió el cargo de defensor
adjunto. Como el gobierno es el principal controlado por la Defensoría,
me tuve que desafiliar de la UCR, ya que el defensor no puede estar afiliado
al partido oficialista, explica.
Se queja de no poder zafar del saco y la corbata, y no resulta difícil
imaginárselo en una de las acaloradas y polémicas asambleas
que tantas veces cortan la calle Marcelo T. de Alvear, a la altura de
la Facultad de Sociales. Sin embargo, para él ahora las acaloradas
y polémicas discusiones son otras. Por ejemplo, semanas atrás,
en el programa de Mariano Grondona, Veljanovich se vio cara a cara, como
defensor del Pueblo, con uno de los nombres más sospechados de
la administración menemista: Víctor Alderete, ex interventor
del PAMI. La invitación de Grondona hizo dudar al ex militante
universitario: Tuve el dilema de ir o no ir. Ibamos a ser sólo
él y yo, y sentí el riesgo de estar jugando en un terreno
que no me era propio. Pensaba: si yo voy, ¿no estaré legitimándolo
a él? Pero me decidí por ir porque iba a tener la posibilidad
de decirle en la cara las cosas que hubieran querido decirle millones
de personas. Yo había visto decenas de abuelos y abuelas con cáncer,
a los que les dejaron de entregar los medicamentos oncológicos.
Por eso no me callé nada, aunque creo que no le hablé con
toda la crudeza que hubiese querido. En términos humanos, me hubiese
gustado putearlo en cámara. Pero, de hecho, cuando terminó
el programa lo reputeé en la cara. Es un tipo tremendamente cínico,
te genera una cosa... Pero si yo me hubiera sacado en cámara, hubiese
sido negocio para él. En el terreno de la puteada y el escándalo,
él la hubiera podido empardar. Me pareció poco inteligente
usar el espacio en TV para putearlo. Sentí que era mejor tomarme
un valium, o un lexotanil, afrontar el debate con más tranquilidad,
y decirle las cosas en la cara. Como presidente de la FUBA le hubiera
dicho las mismas cosas de otra manera, pero es distinto el lugar del dirigente
universitario que el de funcionario público, por la investidura.
En una asamblea en la facultad hubiera sido distinto.
Más allá del Alderete Incident, la tarea de defensor del
Pueblo tiene ocupaciones amplias y muy distintas. Iniciamos investigaciones
a partir de quejas o reclamos que hace la gente, explica Veljanovich.
La mayoría de las denuncias son por problemas en la vía
pública (ocupación de espacios verdes, ruidos molestos,
autos abandonados, raíces de árboles que rompen veredas,
etcétera) o en defensa de derechos del consumidor, como las quejas
de usuarios de servicios públicos.
Una de las preocupaciones que afectan a la Defensoría es la baja
cantidad de denuncias recibidas por parte de jóvenes. La
mayoría de los reclamos vienen de gente mayor dice Veljanovich.
Los jóvenes no hacen denuncias, pero no porque no tengan problemas,
sino porque no identifican a la Defensoría como un lugar para llevar
los reclamos. Además, siempre que se piensa en los problemas de
los jóvenes se termina hablando de los patovicas de los boliches.
Y el tema patovicas es un problema, sí, pero no es el único.
Hay otros más importantes y a los que se les da menor atención.
Hay muchos chicos viviendo en villas de emergencia, o siendo sostenes
de familia, que ni siquiera pueden pagar la entrada para un boliche.
Político al fin, Veljanovich apunta a los posibles problemas de
los lectores del No: Un tema grave es la dificultad del acceso de
los jóvenes a la vivienda. Sacar un crédito se les hace
casi inalcanzable, porque son muy pocos los que tienen un sueldo alto
y estable. Los trabajos suelen ser inestables y mal pagos. O sea que es
muy difícil que un banco le dé un crédito a un joven.
Estamos tratando de conseguir líneas de crédito para jóvenes,
que no tengan los mismos requisitos que se le piden a un tipo de 45 años.
La llegada de una denuncia a la Defensoría puede desembocar en
inspecciones, investigaciones y pedidos de informes. Pero... ¿la
acción tarda tanto como cualquier procedimiento judicial? Responde
el defensor adjunto: Actuamos en el menor plazo posible. Los problemas
vecinales se tratan de solucionar bien rápido, porque no tiene
sentido que si alguien sufre en su edificio un ruido molesto hoy, se ocupen
del tema dentro de cinco meses. Pero hay otras cuestiones que llevan más
tiempo, como aquéllas en las que están implicadas las empresas
de servicios públicos. Hasta el año pasado, vos hacías
un reclamo ante las telefónicas y tanto las empresas como los organismos
supuestamente de control tenían calcadas las resoluciones que denegaban
cualquier protesta. Ahora la estamos peleando. Tiene mucho que ver el
calor social que hay detrás de cada denuncia, el nivel de presión
que mete la gente. Cuanto más personas son las afectadas por una
cuestión, más fuerza tiene el reclamo. Así
que está claro. La maravillosa vigencia de aquel viejo y conocido
refrán: la unión hace la fuerza.
Aquí
está tu denuncia
Las denuncias, consultas y reclamos ante la Defensoría del
Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires son totalmente gratuitos. Se
pueden hacer personalmente en Venezuela 842, por teléfono
o fax al 4338-4900, o bien por e-mail a [email protected].
Veljanovich explica algunos de los casos en los que se puede recurrir
a la Defensoría: No hace falta que sea por una denuncia
clásica, hay muchas cuestiones diferentes. Un chico pudo
haber tenido una detención policial indebida, un problema
en el contrato de su trabajo, un inconveniente en la escuela, o
quizás necesita ayuda para hacer su currículum. No
es sólo cuestión de denuncias y expedientes. La idea
es apoyar. No somos gestores, no te decimos volvé en
diez días que nosotros te resolvemos el problema. Pero
sí te vamos a ayudar para que vos lo resuelvas. Te vamos
a dar herramientas para que la pelees.
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