¡VOLVIO TODO X 2$! ¡VOLVIO
TODO X 2$!
FReakadelica
La
salvajada de culto de Alberti y Capusotto reapareció en el maravilloso
mundo de la televisión argentina. El No presenció una
de las primeras sesiones de grabación del regreso de la saga
de Mario y Marcelo y hurgó en las personalidades de su insólito
elenco. Una intrusión necesaria para entender mejor por qué
los lunes a la noche ahora huelen distinto.
Textos:
PABLO
PLOTKIN
Fotos: TAMARA PINCO
La sala de maquillaje de Canal 7 (ex ATC, ¿saben?) parece el interior
del remolque de un circo pobre. Una señora se encarga de ruborizar
las mejillas de los Carlitos Bala, tres pibes que son una cruza de Susanos
con personajes de That 70s Show y que bailarán
como Betty Boop flanqueando a Sushi Tepanaki. Sushi es, en realidad, Irene
(así se hace llamar), una mujer de 33 años venida hace un
par de meses de Hong Kong que se viste como paquita y revela el secreto
para ganarse los 24 pesos que regala el juego de azar Súper Chiotto:
mucho orto, gritará, aunque no tiene idea qué
significa. Sushi es, sin dudas, la más bella oriental empleada
en la televisión argentina desde la adorable Señorita Lee
(la que era secretaria de Héctor Larrea). También aparece
un gordo que usa una gorra estilo el Chavo, y una mujer que es el estereotipo
de la extra de tevé con los labios saturados de rouge. Un maquillador
veterano y charlatán trabaja sobre la cara de Fabio Alberti, que
después del rubor pasará a la sección peinados y
saldrá con una raya al costado escrupulosamente engominada. Enseguida
aparece Diego Capusotto. Le ordena a la peinadora su tradicional estilo
piloto-de-Fórmula-1-con-la-ventanilla-abierta y sale con su andar
de canario por los oscuros pasillos del canal. Alberti lo sigue con cara
de pocas pulgas. Esto va a ser muy aburrido, advierte, y entra
al estudio de grabación.
Al fondo hay un jardín sintético decorado como para una
merienda británica, con una fea estatua que representa a la Justicia
y un par de sillas, globos y cortinas blancas. El peinado de Capusotto
(que supera al del año pasado) provoca un alboroto en el equipo
de producción. Diego responde a las jodas amenazando a uno de los
asistentes: No te la beso más. Entonces empieza la
grabación del primer programa de la vuelta de Todo x 2$.
Después de la primera parte en Canal 9, el levantamiento, la inmortalización
como producto de culto, la pequeña protesta popular de sus fanáticos
y los mails en cadena, el ciclo de Mario y Marcelo reaparece en Canal
7. El otro día (el movilero Horacio) Galloso me decía
estamos en la catedral de la televisión. Me pareció
bien. Ya estuve en la Catedral cuando hice la colimba, estuve en la iglesia
y en capilla cuando hice el secundario, así que..., dice
casi en un bostezo Alberti. Pero va a empezar un bloque. Fabio se transforma
en Marcelo: simula masturbar a un camarógrafo, se repone como sorprendido
por la vuelta de un corte y le habla a la cámara bajo una lluvia
de papel picado. La pequeña escena es divertida.
Lo que sigue lo habrán visto muchos el lunes pasado a las once
de la noche. El piso recibe la visita de un agónico Roger Moore,
se emite el primer capítulo de la telenovela A Tembleque
da Cachucha (que va primera en Vietnam del Norte), se presenta una
reveladora cámara oculta sobre las drogas en las remiserías
(el espía pretende hacerle pisar el palito al tipo del local solicitándole
coches a Bahía Blanca, Piedrabuena y Barrancas de Belgramo), se
sortea el Súper Chiotto, y Mario y Marcelo se muestran como dos
patanes con la gente común.
Detrás
del piano, frente a una computadora y a modo de incompetente escribano
vestido de smoking, está sentado el hombre que encarna a Flavio
Pedemonti, el personaje más célebre del ciclo. Pedemonti
es un jugador de fútbol de 27 años (aparenta muchos más)
que vive saliendo de putas, tomando cocaína y tildando a todo el
mundo de careta. Es una estrella, pero los medios critican su conducta
fuera de la cancha. El actor que interpreta al desenfrenado astro deportivo
(que cuando está de smoking hace de Dr. Dyango) se llama Alfonso
Grispino (ver foto), tiene 67 años y duerme en una pensión.
Trabajé 44 años de metalúrgico en una fábrica
para jubilarme por 232 pesos y pagar 170 en la pensión, cuenta
con una apacible indignación don Alfonso, que lo primero que hace
si te acercás a hablarle es convidarte un caramelo de coco. Pedemonti
es el personaje que le regaló los quince minutos de fama, pero
desde que se jubiló se las rebusca aga-rrando cada papel de extra
que le consiguen. Hice de rabino en La Banda del Golden Rocket:
casé a Marisa Mondino y Julián Weich. Con Gasalla hice de
ciruja... con una botella, hacía de borracho. Gasalla me dijo que
estaba muy bien, cuenta. También trabajé en
la novela de Natalia Oreiro, una chica muy buena, muy amable. Pero la
verdad es que éste es mi mejor trabajo. Mucha gente me ha pedido
autógrafos, fotos... la verdad que quedo asombrado. Soy tan modesto.
La gente me grita ¡hola Pedemonti!. Y yo no invento
nada, acá ellos me dicen todo lo que tengo que decir. No improviso,
porque puedo meter la pata.
Disfrazado de cacique psicodélico, entre los pocos chabones que
salpican las gradas destinadas al público, espera su turno Omar
Nocaut Alegre, el ex boxeador detrás de otro de los
entrañables personajes de Todo x 2$. Manotazo Fernández
es un púgil travesti que da consejos a la cámara tratando
al teleespectador de fiera. Todavía no reapareció en público,
pero Alegre asegura que Manotazo va a volver porque la gente lo
pide. Esto de la actuación es un desliz de la vida,
dice. Omar se mudó de Chaco a Buenos Aires cuando tenía
seis años, habitó la villa de Olivos, cuidó coches,
trabajó en el cementerio, y a los 24, ya casado y con un hijo,
se hizo boxeador profesional. Yo conozco la calle: he chapoteado
el barro, caminé el asfalto, y también estuve hospedado
en un hotel cinco estrellas, cuenta orgulloso el chaqueño.
En el Luna Park hice ocho peleas invictas. Peleé con Roberto
Real, Ismael Albarenga. Mis técnicos eran Carlitos Cuello, Alberto
Coca Cola Andrada y José Mena. Fui al sur de Italia a pelear con
Salvatore Nardeno el título internacional. El boxeo era mi manera
de expresarme para con el mundo. Para muchos, lo peor que te puede pasar
es que te rompan la cara, y yo lo hice a los 24 años, por necesidad.
Y esto de actuar también lo hago por necesidad.
Además de su papel en Todo x 2$, Alegre trabaja como
camarero de ferrocarril en Constitución, y da clases de box en
Lomas de Zamora (Colombres 1177; acercate, vieja, promueve).
La gente de la calle, los buscas en Constitución, me tienen
respeto y afecto, asegura. No sé si tengo un ángel
o qué, pero algo me da la posibilidad de salir adelante. Y tanto
Fabio Alberti, Diego Capusotto como Pedro Saborido (el cerebro del programa),
fueron re-masa para conmigo. Está bien, lo que hago me sale, pero
ellos me pulieron bastante. Y creo que sale todo jamón.
Gasalla, Casero
y toda su descendencia
Locos
pro
Antonio
Gasalla
El primer gran freak de la televisión argentina. Caricaturiza y
deforma los estereotipos del ser nacional y consigue con asombrosa eficiencia
que el público los reconozca al instante (y los compare con los
de su cuadra). Mamá Cora, la empleada pública y la maestra
primaria están entre las mejores criaturas del humor de acá,
cinceladas con la precisión de Matt Groening (Los Simpson).
Además, fue el primero en llevar a otros freaks del teatro under
a la pantalla chica; casi todos siguieron después caminos personales.
Juana
Molina. En Juana y sus hermanas remezcló los estereotipos
femeninos con notable acidez. La psicóloga pretenciosa, la francesa
calentona (perdón, pero no cabe otro adjetivo), la judía
que cantaba horrible. Después de aquello se dedicó a la
música y editó Rara (producido por Gustavo Santaolalla).
Ahora vive en Los Angeles; asegura que su disco está entre los
favoritos de las radios locales.
Juan
Acosta. Nació en una casa pobre de Mataderos. A los nueve años
fue zapatero, trabajó en una papelera, probó con la actuación
y en 1984 empezó con Gasalla en el teatro y la tele. Naboletti
fue su personaje más famoso. Ah, también pinta, y ahora
comparte pantalla con Silvio Soldán en Uno x Semana.
Alejandro
Urdapilleta. En los 80 escribía medio borracho guiones
de obras para protagonizarlas en los sótanos más oscuros
de Buenos Aires (el Parakultural, por ejemplo). Creó con Tortonese
la dupla más zarpada que haya pasado por la televisión argentina,
y últimamente se lo ve encarnando a Hitler en Mein Kampf (una farsa),
de George Tabori.
Humberto
Tortonese. El escuálido de los ojos saltones empezó
cuando era chico protagonizando una versión pasteurizada de Romeo
y Julieta. Como su partenaire Urdapilleta, viene de los antros porteños
de los 80. Gritón, andrógino y descontrolado, vive
en una casa de Almagro con sus dos perros y consulta periódicamente
el I-Ching.
Alfredo
Casero
Es el gran responsable de que los protagonistas de esta nota tengan lugar
en la televisión. Patentó la versión 90s del
humor absurdo: gente fea, discursos incoherentes, personajes imposibles,
psicodelia e improvisación. El gordo terrible ideó De
la cabeza y Cha cha cha; de ahí salieron, por
ejemplo, Peperino Pómoro (el inolvidable cura sermonero de Fabio
Alberti) y ciertas escenas de antología (cómo olvidar la
de unos tipos fumándose un sorete en la luna). Como Gasalla, expuso
por primera vez al público masivo una interesante galería
de freaks (incluyendo a Alberti y Capusotto).
Mex
Urtizberea. Fue el Robin del Batman versión Casero, se bautizó
Orwell para conducir Magazine For Fai (el ciclo periodístico
de niños-actores que fue sospechosamente levantado del aire durante
su estadía en el canal América). Ahora se lo encuentra junto
a Mariana Fabbiani en Panic Attack (por FM Supernova) y en
Medios locos, a la medianoche en Canal 7.
Favio
Posca. Es el chabón que siempre está mascando chicle,
con su sonrisa rígida y su arsenal de términos en clave
nü lunfardo. Como todos, viene del teatro: su unipersonal El perro
que los parió sigue vigente y tiene sus fans. Incursionó
en la televisión popular con Gasoleros, ciclo en que
representaba a una caricatura de playboy barrial.
Rodolfo
Alakrán Samsó. Vio la luz pública
en De la cabeza. Es el hombre que peina raya al medio, siempre
anda con los hombros en alto, el papel picado en el bolsillo, los chistes
tontos, y celebra cada remate con un ¡iupi!, o algo
parecido. Tinelli lo incorporó a su staff y pasó a integrar
esa otra galería de freaks (la del mainstream) del show del
chiste.
Mariana
Briski. Ahora es coguionista y actriz principal de Chabonas,
el programa de humor protagonizado por mujeres. Empezó a los 18
años, cuando se mudó de Córdoba a Buenos Aires y
empezó a trabajar en el teatro under. Después de De
la cabeza y Cha cha cha, fue Barbie en ese vestuario
de hombres que es el programa de Tinelli.
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