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Jueves 4 de Mayo de 2000
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¡VOLVIO TODO X 2$! ¡VOLVIO TODO X 2$!

FReakadelica

La salvajada de culto de Alberti y Capusotto reapareció en el maravilloso mundo de la televisión argentina. El No presenció una de las primeras sesiones de grabación del regreso de la saga de Mario y Marcelo y hurgó en las personalidades de su insólito elenco. Una intrusión necesaria para entender mejor por qué los lunes a la noche ahora huelen distinto.

Textos: PABLO PLOTKIN
Fotos: TAMARA PINCO

La sala de maquillaje de Canal 7 (ex ATC, ¿saben?) parece el interior del remolque de un circo pobre. Una señora se encarga de ruborizar las mejillas de los Carlitos Bala, tres pibes que son una cruza de Susanos con personajes de “That 70’s Show” y que bailarán como Betty Boop flanqueando a Sushi Tepanaki. Sushi es, en realidad, “Irene” (así se hace llamar), una mujer de 33 años venida hace un par de meses de Hong Kong que se viste como paquita y revela el secreto para ganarse los 24 pesos que regala el juego de azar Súper Chiotto: “mucho orto”, gritará, aunque no tiene idea qué significa. Sushi es, sin dudas, la más bella oriental empleada en la televisión argentina desde la adorable Señorita Lee (la que era secretaria de Héctor Larrea). También aparece un gordo que usa una gorra estilo el Chavo, y una mujer que es el estereotipo de la extra de tevé con los labios saturados de rouge. Un maquillador veterano y charlatán trabaja sobre la cara de Fabio Alberti, que después del rubor pasará a la sección peinados y saldrá con una raya al costado escrupulosamente engominada. Enseguida aparece Diego Capusotto. Le ordena a la peinadora su tradicional estilo piloto-de-Fórmula-1-con-la-ventanilla-abierta y sale con su andar de canario por los oscuros pasillos del canal. Alberti lo sigue con cara de pocas pulgas. “Esto va a ser muy aburrido”, advierte, y entra al estudio de grabación.
Al fondo hay un jardín sintético decorado como para una merienda británica, con una fea estatua que representa a la Justicia y un par de sillas, globos y cortinas blancas. El peinado de Capusotto (que supera al del año pasado) provoca un alboroto en el equipo de producción. Diego responde a las jodas amenazando a uno de los asistentes: “No te la beso más”. Entonces empieza la grabación del primer programa de la vuelta de “Todo x 2$”. Después de la primera parte en Canal 9, el levantamiento, la inmortalización como producto de culto, la pequeña protesta popular de sus fanáticos y los mails en cadena, el ciclo de Mario y Marcelo reaparece en Canal 7. “El otro día (el movilero Horacio) Galloso me decía ‘estamos en la catedral de la televisión’. Me pareció bien. Ya estuve en la Catedral cuando hice la colimba, estuve en la iglesia y en capilla cuando hice el secundario, así que...”, dice casi en un bostezo Alberti. Pero va a empezar un bloque. Fabio se transforma en Marcelo: simula masturbar a un camarógrafo, se repone como sorprendido por la vuelta de un corte y le habla a la cámara bajo una lluvia de papel picado. La pequeña escena es divertida.
Lo que sigue lo habrán visto muchos el lunes pasado a las once de la noche. El piso recibe la visita de un agónico Roger Moore, se emite el primer capítulo de la telenovela “A Tembleque da Cachucha” (que va primera en Vietnam del Norte), se presenta una reveladora cámara oculta sobre las drogas en las remiserías (el espía pretende hacerle pisar el palito al tipo del local solicitándole coches a Bahía Blanca, Piedrabuena y Barrancas de Belgramo), se sortea el Súper Chiotto, y Mario y Marcelo se muestran como dos patanes con la gente común.
Detrás del piano, frente a una computadora y a modo de incompetente escribano vestido de smoking, está sentado el hombre que encarna a Flavio Pedemonti, el personaje más célebre del ciclo. Pedemonti es un jugador de fútbol de 27 años (aparenta muchos más) que vive saliendo de putas, tomando cocaína y tildando a todo el mundo de careta. Es una estrella, pero los medios critican su conducta fuera de la cancha. El actor que interpreta al desenfrenado astro deportivo (que cuando está de smoking hace de Dr. Dyango) se llama Alfonso Grispino (ver foto), tiene 67 años y duerme en una pensión. “Trabajé 44 años de metalúrgico en una fábrica para jubilarme por 232 pesos y pagar 170 en la pensión”, cuenta con una apacible indignación don Alfonso, que lo primero que hace si te acercás a hablarle es convidarte un caramelo de coco. Pedemonti es el personaje que le regaló los quince minutos de fama, pero desde que se jubiló se las rebusca aga-rrando cada papel de extra que le consiguen. “Hice de rabino en ‘La Banda del Golden Rocket’: casé a Marisa Mondino y Julián Weich. Con Gasalla hice de ciruja... con una botella, hacía de borracho. Gasalla me dijo que estaba muy bien”, cuenta. “También trabajé en la novela de Natalia Oreiro, una chica muy buena, muy amable. Pero la verdad es que éste es mi mejor trabajo. Mucha gente me ha pedido autógrafos, fotos... la verdad que quedo asombrado. Soy tan modesto. La gente me grita ‘¡hola Pedemonti!’. Y yo no invento nada, acá ellos me dicen todo lo que tengo que decir. No improviso, porque puedo meter la pata.”
Disfrazado de cacique psicodélico, entre los pocos chabones que salpican las gradas destinadas al público, espera su turno Omar “Nocaut” Alegre, el ex boxeador detrás de otro de los entrañables personajes de “Todo x 2$”. Manotazo Fernández es un púgil travesti que da consejos a la cámara tratando al teleespectador de fiera. Todavía no reapareció en público, pero Alegre asegura que Manotazo va a volver “porque la gente lo pide”. “Esto de la actuación es un desliz de la vida”, dice. Omar se mudó de Chaco a Buenos Aires cuando tenía seis años, habitó la villa de Olivos, cuidó coches, trabajó en el cementerio, y a los 24, ya casado y con un hijo, se hizo boxeador profesional. “Yo conozco la calle: he chapoteado el barro, caminé el asfalto, y también estuve hospedado en un hotel cinco estrellas”, cuenta orgulloso el chaqueño. “En el Luna Park hice ocho peleas invictas. Peleé con Roberto Real, Ismael Albarenga. Mis técnicos eran Carlitos Cuello, Alberto Coca Cola Andrada y José Mena. Fui al sur de Italia a pelear con Salvatore Nardeno el título internacional. El boxeo era mi manera de expresarme para con el mundo. Para muchos, lo peor que te puede pasar es que te rompan la cara, y yo lo hice a los 24 años, por necesidad. Y esto de actuar también lo hago por necesidad.”
Además de su papel en “Todo x 2$”, Alegre trabaja como camarero de ferrocarril en Constitución, y da clases de box en Lomas de Zamora (“Colombres 1177; acercate, vieja”, promueve). “La gente de la calle, los buscas en Constitución, me tienen respeto y afecto”, asegura. “No sé si tengo un ángel o qué, pero algo me da la posibilidad de salir adelante. Y tanto Fabio Alberti, Diego Capusotto como Pedro Saborido (el cerebro del programa), fueron re-masa para conmigo. Está bien, lo que hago me sale, pero ellos me pulieron bastante. Y creo que sale todo jamón.”

Gasalla, Casero y toda su descendencia
Locos pro

Antonio Gasalla
El primer gran freak de la televisión argentina. Caricaturiza y deforma los estereotipos del ser nacional y consigue con asombrosa eficiencia que el público los reconozca al instante (y los compare con los de su cuadra). Mamá Cora, la empleada pública y la maestra primaria están entre las mejores criaturas del humor de acá, cinceladas con la precisión de Matt Groening (“Los Simpson”). Además, fue el primero en llevar a otros freaks del teatro under a la pantalla chica; casi todos siguieron después caminos personales.

Juana Molina. En “Juana y sus hermanas” remezcló los estereotipos femeninos con notable acidez. La psicóloga pretenciosa, la francesa calentona (perdón, pero no cabe otro adjetivo), la judía que cantaba horrible. Después de aquello se dedicó a la música y editó Rara (producido por Gustavo Santaolalla). Ahora vive en Los Angeles; asegura que su disco está entre los favoritos de las radios locales.

Juan Acosta. Nació en una casa pobre de Mataderos. A los nueve años fue zapatero, trabajó en una papelera, probó con la actuación y en 1984 empezó con Gasalla en el teatro y la tele. Naboletti fue su personaje más famoso. Ah, también pinta, y ahora comparte pantalla con Silvio Soldán en “Uno x Semana”.

Alejandro Urdapilleta. En los ‘80 escribía medio borracho guiones de obras para protagonizarlas en los sótanos más oscuros de Buenos Aires (el Parakultural, por ejemplo). Creó con Tortonese la dupla más zarpada que haya pasado por la televisión argentina, y últimamente se lo ve encarnando a Hitler en Mein Kampf (una farsa), de George Tabori.

Humberto Tortonese. El escuálido de los ojos saltones empezó cuando era chico protagonizando una versión pasteurizada de Romeo y Julieta. Como su partenaire Urdapilleta, viene de los antros porteños de los ‘80. Gritón, andrógino y descontrolado, vive en una casa de Almagro con sus dos perros y consulta periódicamente el I-Ching.

Alfredo Casero
Es el gran responsable de que los protagonistas de esta nota tengan lugar en la televisión. Patentó la versión 90’s del humor absurdo: gente fea, discursos incoherentes, personajes imposibles, psicodelia e improvisación. El gordo terrible ideó “De la cabeza” y “Cha cha cha”; de ahí salieron, por ejemplo, Peperino Pómoro (el inolvidable cura sermonero de Fabio Alberti) y ciertas escenas de antología (cómo olvidar la de unos tipos fumándose un sorete en la luna). Como Gasalla, expuso por primera vez al público masivo una interesante galería de freaks (incluyendo a Alberti y Capusotto).

Mex Urtizberea. Fue el Robin del Batman versión Casero, se bautizó Orwell para conducir “Magazine For Fai” (el ciclo periodístico de niños-actores que fue sospechosamente levantado del aire durante su estadía en el canal América). Ahora se lo encuentra junto a Mariana Fabbiani en “Panic Attack” (por FM Supernova) y en “Medios locos”, a la medianoche en Canal 7.

Favio Posca. Es el chabón que siempre está mascando chicle, con su sonrisa rígida y su arsenal de términos en clave nü lunfardo. Como todos, viene del teatro: su unipersonal El perro que los parió sigue vigente y tiene sus fans. Incursionó en la televisión popular con “Gasoleros”, ciclo en que representaba a una caricatura de playboy barrial.

Rodolfo “Alakrán” Samsó. Vio la luz pública en “De la cabeza”. Es el hombre que peina raya al medio, siempre anda con los hombros en alto, el papel picado en el bolsillo, los chistes tontos, y celebra cada remate con un “¡iupi!”, o algo parecido. Tinelli lo incorporó a su staff y pasó a integrar esa otra galería de freaks (la del mainstream) del “show del chiste”.

Mariana Briski. Ahora es coguionista y actriz principal de “Chabonas”, el programa de humor protagonizado por mujeres. Empezó a los 18 años, cuando se mudó de Córdoba a Buenos Aires y empezó a trabajar en el teatro under. Después de “De la cabeza” y “Cha cha cha”, fue Barbie en ese vestuario de hombres que es el programa de Tinelli.