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Jueves 1 de Junio de 2000
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¿HAY UNA FORMA AUTENTICAMENTE DECADENTE DE COMPONER CANCIONES? EL PRINCIPAL IMPLICADO EN SEMEJANTE TAREA DA UNA PISTA:

“Son simples, pero me cuestan un huevo”

A propósito de la aparición del nuevo disco de Los Auténticos Decadentes, Jorge Serrano habla de sus días en Villa Gesell, la historia de la filosofía, Rodrigo, el punk, la bailanta y la gente feliz. De yapa, un recorrido por las 15-nuevas canciones-15, las que vas a cantar y bailar todo este año.

 

Textos: PABLO PLOTKIN
Fotos: NORA LEZANO

Una parrilla topless. La idea dio vueltas durante un tiempo por la cabeza de Jorge Serrano, pero después la desechó. No estaba mal: en la zona de fábricas de Parque Patricios, una parrilla atendida por mujeres en tetas habría provocado una verdadera revolución en los hábitos alimentarios de los obreros. Pero ahora prefiere la idea del pub. Convertir ese sótano decrépito que sostiene la estructura de la sala de ensayos de Los Auténticos Decadentes en un bar con escenario, donde puedan tocar ahí todas las veces que quieran, invitar amigos y hacer lo que se les ocurra. Pero él vive lejos del barrio. Desde hace dos años habita una casa cercana al muelle de Villa Gesell, donde convive con su mujer, sus tres hijas, sus nueve perros y unos cuantos gatos que creen que la terraza de la familia Serrano es un orfanato para animales. El principal compositor de los Decadentes se levanta todos los días entre las 6 y las 7 de la mañana (“cuando Cucho se va a dormir, yo me despierto”, calcula), pasa el tiempo en familia, lee libros, escucha música clásica y free jazz, y compone estribillos que podrían cantar de memoria vos, tu mamá y (con un poco de suerte) tu abuelo.
La rutina de Serrano en el puerto de veraneo stone por excelencia es, ciertamente, bastante apacible; pero no se trata de contemplar el vuelo de los pájaros y componer canciones con la guitarra criolla al borde del mar. “Sólo dispongo de más tiempo para todo”, explica el autor de “Gente que no”, “(Loco) tu forma de ser”, “La guitarra”, “Corazón” y “Cómo me voy a olvidar”. “Hacía mucho que quería irme de la Capital, y el trabajo de músico me dio esa posibilidad. Para componer, el lugar no me resulta tan diferente, porque yo me encierro, y para mí es lo mismo un departamento en el microcentro que La Quiaca. Pero la verdad es que, a esta altura de mi carrera, disfruto de ser un poco más inalcanzable. Recuerdo los últimos tiempos en Buenos Aires: si contestaba el teléfono, me tenía que dedicar todo el día a eso. En Gesell eso no pasa. Tengo un estudio casero, y soy muy de componer en soledad. Doy muchas vueltas con cada tema. Son tan simples... Pero a mí me cuestan un huevo. Por ahí estoy una semana con cada uno. No me considero un tipo musicalmente muy capaz; siento que mi fuerte son las letras, o la combinación de una idea y una melodía, así que mi parte detallista pasa por ese lado. Una palabra o la otra para mí es un mundo de diferencia.”
–Tu vida ya no parece muy de “pirata”...
–Toda la parte bailable que tiene la banda no viene de mi lado. Viene más bien del lado de Cucho, Nito (Montecchia, guitarrista y manager), Gastón (Bernardou, percusionista), los más bolicheros. Pero valoro el espíritu fiestero de la banda. No soy yo, pero me gusta. Me gusta también poder transmitir con un ritmo bailable algo que no tiene esa perspectiva. Y por más que sea introvertido, tengo un perfil de payaso total. Ahora me ves serio, pero sobre el escenario soy de hacer payasadas. También uno se pone en personaje... Deben ser muy pocos los que se suben a un escenario y no se dan cuenta de que hay 2 mil personas mirándote. Hasta el salir con una remera rota está calculado, mal que mal. Yo era una persona muy tímida, ni siquiera quería cantar. Me hicieron cantar los temas lentos porque la voz de Cucho no daba. Y eso lo agradezco profundamente. Creo que a uno le viene bien hacer lo que le resulta menos cómodo.
–¿Sentís la presión de ser el compositor de los hits?
–No. En estos dos últimos discos la cosa estuvo más repartida. En el anterior, “Los piratas” era de Pablo (Armesto, bajista), “El gran señor” de Diego (Demarco, guitarrista), y “Cómo me voy a olvidar” mío. Pero eso no quiere decir nada. No reniego de los hits, pero no son mejores ni peores canciones que el resto. La compañía quería que saliera como corte de difusión “El dinero no es todo”, que es un tema más estereotipo de lo que la gente espera de los Decadentes, y probablemente sea más vendedor. Pero nosotros fuimos a convencerlos y a explicarles que no erainteligente. Para nosotros el primer tema es muy importante, es un manifiesto. Y no queríamos que el tema de difusión fuera más de lo mismo, a pesar de que está muy bueno, también. Me parece que “No puedo” traía un giro más raro, eso de cuestionarse los excesos y cómo es uno con respecto a los vicios...
–¿Cómo sos vos en ese sentido? La leyenda indicaría una cosa que no siempre se cumple...
–Yo estoy totalmente controlado. No soy un santo, pero tampoco un enfermo. Y la banda, en general, es así. Hay de todo, pero no hay ningún problema grave de nadie con nada.
–¿Cómo te llevás con eso de lo que la gente y la compañía espera de los Decadentes?
–Lo de la compañía no lo acepto. Sin estar peleado, y entendiendo cuál es el punto de ellos, realmente no tolero que me digan ni A de nada. No me gusta. Está todo bien, pero yo soy el artista. No soy inflexible, puedo sentarme a charlar... Nosotros también nos manejamos con qué es lo que nos conviene, no es que somos totalmente naïf y salimos con el tema más inesperado. Nos manejamos con inteligencia, pero no nos gusta el golpe bajo, la cosa totalmente obvia. Si este disco tuviera un tema como “Entregá el marrón”, no nos gustaría que fuera el de difusión. Yo lo sé.
–¿Se mantiene algo del espíritu punk ?
–Cuando tocamos mal, por ejemplo (se ríe). No... Sí, supongo que sí. Depende lo que represente el punk para cada uno. Lo que yo vi de valioso en el punk no es una estética sino eso de que uno tiene derecho a hacer algo, aunque no lo haga a la perfección. Es un poco el espíritu del rock: la gente de otros géneros se ríe de la sencillez de las estructuras armónicas del rock. Por otra parte, tenemos espíritu colectivo, hay muchas bandas punk, pero no sé cuántas son una cooperativa como nosotros. Eso es un hecho, desde siempre. Comprar esta casa, repartir el dinero en partes iguales... Del punk también conservamos la energía de cuando salimos a tocar: no somos Los Nocheros. De la parte estilística no tenemos nada. Somos casi una deconstrucción del punk. Hay muchos punks que son muy cerrados, pero creo que nuestra actitud de no cerrarnos a ningún ritmo es bastante punk. Muchos grupos no se permiten hacer una cumbia, aunque les guste. Nosotros nos permitimos absolutamente todo.
–¿Cómo viviste la incorporación de la cumbia en algunas bandas del rock argentino, paralelamente a la aceptación que experimentaron ustedes por parte del ambiente?
–La aceptación del ambiente del rock se traduce de una relación nuestra con el resto de los músicos. Los músicos siempre fueron amigos nuestros. Los más dispares: Los Nocheros, La Renga, Divididos, grupos que se odian entre sí. Me parece que la cumbia es parte del folklore de acá, aunque alguna gente lo niegue. Esa especie de clasismo... Hay mucha porquería en el ambiente tropical, mucho intento de hacer dinero con golpes bajos. Pero de ahí a defenestrar un estilo... ¿Por qué Divididos puede hacer una chacarera pero no una cumbia? ¿Cuál es la diferencia? Se nota el clasismo cuando se confunde la cumbia con el cuarteto, una manera de decir: “Es la música de la clase baja, de las bailantas de Constitución”. Y son dos músicas muy diferentes entre sí. Así que el hecho de que el rock incorpore eso con más libertad me parece fabuloso. Creo que puede darle una personalidad especial al rock argentino. Una cumbia de Bersuit no es una cumbia colombiana, ni ahí. Entonces se convierte en folklore argentino, y no es lo mismo que ir a mostrar al exterior un grupo de blues, con todo respeto. Lo que no me gusta es que defenestres un estilo porque no sea el tuyo. Si sos un capo, podés tocar cualquier ritmo. Si decís que es toda una onda comercial, lo podés hacer con amor, como lo hacemos nosotros. Ponerle pasión, amor, respeto, producción.
–Están algo alejados de las bailantas, ¿no?
–Sí; lo que pasa es que ahí se manejan presupuestos más bajos, y desde que nos hicimos conocidos resultamos un grupo caro. Pero somos amigos de Antonio Ríos, de Lía Crucet, de un montón de gente. Y hemos tocado mucho en bailantas, y las primeras veces sentíamos que habíamos llegado a Memphis, cuando había otros grupos que no tocaban porque les hubiera hecho mal a su imagen. Esas cosas me parecen aberrantes. El cuarteto a nosotros nos encanta desde hace tiempo. A Rodrigo lo conocemos hace mil años. Es un tipo bárbaro, es re-músico, toca de todo. Ese sí que no es un producto. Es carilindo, y eso lo ayudó mucho, pero las canciones que hace a mí me encantan. Tiene una polenta bárbara, arriba del escenario se mata y tiene una cara de loco fenomenal. Cuando tenía el pelo largo era un sex symbol de otra clase, pero cuando vi la foto con un ojo medio torcido y el pelo azul, dije: “Le agarró el síndrome Cucho”.
–¿Cuáles son las principales diferencias entre la gente del rock y la de la cumbia?
–Ahora está mucho más mezclado. Nosotros tocamos en bailantas y la gente estaba con remeras de Hermética, La Renga, Los Redondos. Es la misma gente. La diferencia está en el ritmo. La cumbia tiene una carga más sexual que el rock. Hay muchos grupos de rock que llevan sólo varones. La cumbia es un lugar donde las chicas van, bailan, te dan bola, la gente va a divertirse, no tiene problema. Hay ambientes hasta medio familiares, donde hay gente grande, chicos. Las chicas son re-sexies, van con transparencias... Creo que la bailanta es más rockera que el propio rock. Lo que sí hay es esa cosa más de producto, grupos que dicen: “Tocamos tres temas y nos vamos a la mierda”. No es lo mismo un grupo de cumbia al que le dicen qué pasito hacer, que Attaque 77, que están tirando todos para adelante al mismo tiempo. El rock tal vez tiene algo más de quijotesco en ese sentido.
–¿Qué música estás escuchando?
–Parece mentira, pero prácticamente no escucho música. Escucho free jazz o música clásica. No estoy escuchando bandas, ni nada. Me gusta toda la música del mundo, pero ahora estoy escuchando todo instrumental, generalmente clásica. Me gusta el impresionismo francés, Beethoven, Bach. No tengo una extensa cultura, pero me gusta. Lo que me encanta del free jazz es que es como poner soda cáustica en una cañería; no voy a terminar siendo eso, pero es un reflejo de que todo es posible. Me es liberador, y aunque después haga un tema que no tiene nada que ver con eso, me lava la cabeza.
–Y además de música, ¿qué cosas hacés en Gesell?
–Me dedico a estar con mi familia y a componer. Es bastante monotemático lo mío, pero es mi pasión. Lo que sí me encanta es leer. Ultimamente leo mucha historia. Historia de la filosofía, por ejemplo. No quiere decir que entienda todo, pero hace poco leí un libro que me rompió la cabeza, La verdad sobre todo, de un tipo que se llama Matthew Stewart. Es buenísimo, porque habla de la historia de la filosofía refutando a todo el mundo. Me encantó. No quiere decir que lo haya entendido todo, pero me gusta tener una visión general. Ya lo voy a volver a leer y descubriré cosas nuevas. Creo que todo eso, de alguna manera, después está en las letras que escribo... En un momento tuve una especie de vuelco a la noreligión total, a un materialismo absoluto. Llegué a cuestionarme si realmente el espíritu o la vida de ultratumba y la reencarnación no son simplemente deseos. Eso me acercó a la filosofía, que es, precisamente, hablar científicamente de las cosas, no hacer mitos. En “Yo puedo”, “No puedo”, creo que hay algo de eso. “La música” dice: “Quien no crea en Dios ni el Diablo, tiene acá un altar”. Acá tenés algo para adorar, que es hermoso, mágico, intangible y a la vez es real: no es un cuento ni una sugestión. Es música.
–¿Creés que el público aprecia esas cosas cuando baila las canciones de los Decadentes?
–Nuestra música tiene diferentes lecturas, y eso me encanta. La lectura inmediata nos permite el éxito. Los chicos cantaban “entregá el marrón”, y estoy seguro de que no entendían lo que estaban diciendo. Después hay otro nivel, que es lo que traen las canciones entre líneas. Eso lo aprecian más los músicos, los periodistas, la gente del arte que logra vencer el prejuicio de que somos una banda de pachanga. Que no tiene nada de malo, para mí siempre fue una virtud. Lo contrario de un grupo divertido es un grupo aburrido, lo cual no me seduce para nada. Aunque no sea un valor, es buenísimo ser un grupo divertido. Creo que nuestra misión es medio terapéutica. Me tocó en la vida ver la cara de mucha gente, de frente, divirtiéndose. Es la imagen que me llevaría de la vida: gente sonriendo, bailando, disfrutando. Caras resplandecientes mirando para arriba, pasándola bien.

“Hoy Trasnoche” segun los responsables

Cazuela
de mariscos

“Yo puedo”. Autor: Jorge Serrano. La frase: “Yo puedo, si quiero, abandonar mi cuerpo”. “Es un tema de autoayuda, con algo de sátira y algo de realidad, muy omnipotente.”
“No puedo”. Autor: Serrano. La frase: “Tanta alegría seguida me va a matar/ sería mejor que abandone el carnaval”. “Salió como una crítica al anterior. ‘Yo puedo’ sería apolíneo, y éste dionisíaco. Es la contracara del fanfarrón que aparece ahí.”
“No tengo paz”. Autor: Serrano. La frase: “Tengo más nervios que una ardilla en Tamilán”. “El título lo dice todo. Mi primera idea era hacer un hardcore, pero después decidí hacer lo contrario, buscar la música más suave del mundo, de living, y quedó una bossa nova.”
“La música”. Autor: Serrano. La frase: “Quien no crea en Dios ni el Diablo, tiene aquí un altar”. “Una canción de amor a la música, una especie de jingle. Es un homenaje muy FM, medio clásico. Aparece la locutora Marcela Oviedo Monserrat, como un ángel FM post apocalíptico.”
“Soñaba”. Autor: Fabián Sayans. La frase: “Tu caja de Pandora es como el himen blindado a mi amor”. “Es del Suizo, que es un amigo nuestro y de alguna forma mi maestro. Es la persona que me hizo abrir a las músicas que yo consideraba malas, como la cumbia.”
“El dinero no es todo”. Autores: Mariano y Pablo Franceschelli. La frase: “La vecina me dice que soy un croto”. “Está basado en la temática de lo que pasa con el no-laburo, el laburo por poca plata. Es un merengue africano con un poco de tropical.”
“Besándote”. Autor: Diego Demarco. La frase: “Besándote, una locura voy a cometer”. “Estaba en mi casa, sacando una melodía, y me llamó una chica. Fue una alegría. Al final no pasó nada con ella, pero inmortalicé el momento. Es un samba reggae con partes psicodélicas.”
“El rozador”. Autor: Pablo Exequiel Armesto. La frase: “Apoyándote, frotándote, buscás amor”. “Me inspiré en un amigo anónimo, cuya identidad no se puede revelar porque está casado, tiene hijos y todavía tiene esa tendencia. Es una música de espionaje, medio intrigante.”
“En las fiestas”. Autor: Armesto. La frase: “Brindando en el hospital”. “Es la historia de un año nuevo que se pudrió por un fato familiar y terminaron a los tiros. Tenía que ser punk: es un villancico punk.”
“Amor”. Autor: Serrano. La frase: “Amor, sutil narcótico suave y fragante”. “Para nosotros un disco es como una cazuela de mariscos: tienen que tener un poco de todo. Sentía que a éste le faltaba una canción romántica. Y fui muy al grano. Cuando lo compuse era tipo Roberto Carlos, pero cuando lo traje acá quedó medio soft-metal. Es mortal...”
“Te contaron”. Autores: Martín Lorenzo y Mariano Franceschelli. La frase: “En la barra, casi en coma de fernet”. “Lo hicimos en un hotel, después de largo escabio. Es una mezcla de latino, candombe y música española.”
“Ese secreto”. Autores: Demarco y Franceschelli. La frase: “Desde que te conocí, cambió mi vida”. “Primero era una cumbia normal, después llamamos a Lorenzo, el viejo de la Mosca, que es luthier, y quedó un tema afrocubano mezclado con cumbia tradicional colombiana.”
“Enamorada”. Autor: Armesto. La frase: “Tus amigas me analizan como a un bicho tropical”. “Trata de un pibe que es un desastre y sale con una mina a la que todos le aconsejan en contra de él, pero ella lo quiere. Es una historia romántica, costumbrista. Los coros son como cupidos.”
“Trasnoche”. Autor: Armesto. La frase: “No sé de qué estoy hecho cuando sigo derecho”. “Es una segunda parte de ‘Los piratas’. Habla de la vida nocturna. Como Tiburón, la segunda parte es peor, aunque más reflexiva.”
“Diamante”. Autor: Serrano. La frase: “Si supieras lo que siento/ al no sentir lo que se siente cuando uno se enamora”. “Este tema me encanta. Es de no-amor, alguien que no puede sentir. Como un inmortal o un vampiro que envidia la condición humana. Es sólo piano y voz, bien despojado.”