La nueva vida de Richard Ashcroft,
la primera estrella emergente de la era del after brit pop
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Cuando
The Verve tenía el mundo en las manos, el mundo estalló... en sus
manos. Ahora, dos años después de aquella –todavía– traumática ruptura,
el muchacho flaco que avanzaba frente y contra todo mientras cantaba,
ah, “Bittersweet symphony”, está a punto de dar a conocer su primer
disco solista, Alone with everybody. Un disco de amor, amor y más
amor. Se entiende: Richard ha sentado cabeza, tiene un hijo, autos,
motos, jets, aviones y barcos. Está feliz y quiere comunicarlo. |
Textos:
MARIANA
ENRIQUEZ
Richard
Ashcroft siempre fue un poco extraño. Y no sólo por los
ángulos imposibles de su rostro. Cuando tenía cinco años,
su místico y existencialista abuelo le enseñó acerca
de lo absurdo de la vida, y a tan tierna edad empezó a sentirse,
asegura, como una pelota girando en el infinito. En la primaria
era tan nervioso que nunca podía participar de las obras de teatro
escolares. Una vez cuando tuvo que actuar en una de esas obras navideñas,
con pesebre y todo, estaba temblando tanto que los maestros se asustaron.
Siempre fui demasiado nervioso. A los nueve, ya se escapaba de su
casa para vagar por las calles de Wigan, el pueblo norteño cercano
a Manchester en donde creció. Y a los 11 años, cuando su
padre murió de una hemorragia cerebral, descubrió cuál
era el sentido de su vida. No creo que pudiera haber llegado a ser
lo que soy hoy si él no hubiera muerto. Me disparó. Su muerte
me lanzó al caos a toda velocidad. Y me gustó. La burbuja
había estallado, y ya no sabía qué me iba a deparar
el mañana. Y no sólo me lancé a una tristeza insoportable
sino a una urgencia y a un deseo de aventura, y a una necesidad de hacer
más, más y más... Quizá por la angustia de
querer hacer más de lo que hizo él en sus 41 años.
Entonces, cuando tenía 14 años, se lo vio en una playa de
Cornwall diciéndole a la gente acuérdense de mí,
registren este nombre: Richard Ashcroft. Siempre se tuvo confianza.
Y además la gente se iba a acordar de mí de todas
maneras, se ríe, porque tengo una nariz enorme, labios
enormes, y siempre fui un poco raro. Comprobado: siempre fue un
poco raro.
En la adolescencia Ashcroft empezó un camino que lo convertiría,
en sus primeros años con The Verve, en el hombre a quienes todos
se referían como El loco Richard (Mad Richard). No
fue a los exámenes finales de la secundaria, lo mandaron a un psiquiatra
pero jamás se presentó a ninguna sesión
y en una de sus numerosas escapadas de casa dragaron el río de
Wigan buscando su cuerpo, pensando que se había ahogado. Estaba
vivo, claro, pero la familia tenía motivos para temer por el paradero
del hijo raro: Richard estaba experimentando con drogas, y experimentando
de verdad. A esa altura, su padrastro (consumado ocultista) lo había
introducido en el estudio de la telequinesis, la astrología, la
magia del caos, la visualización creativa y el folklore místico
celta. Esta apertura mental iba necesariamente acompañada de drogas.
Al principio, de todos modos, las usaba para escuchar música, como
la mayoría de la gente. Necesitaba volarme la cabeza, escuchar
las cosas en 50 mil niveles diferentes. Así se inició
en las drogas psicodélicas, y descubrió una nueva estética.
Ver objetos sólidos metamorfosearse en otras cosas, en las
cosas que mi mente deseaba que se transformaran, y por supuesto,
usarlas sólo para reírse, para llorar de risa mirando,
por ejemplo, la ceja de mi amigo.
En esta época, en Wigan, formó The Verve, para escaparnos
del aburrimiento, básicamente. En 1995 editaron A Northern
Soul, un disco clásico y celebrado por prensa y colegas, y poco
después se separaron: Ashcroft asegura que él estaba completamente
psicótico a causa de las drogas (es famosa la anécdota de
su encierro en un departamento, cuando pedía pizza por teléfono,
todos los días, y no se arriesgaba a pisar la calle), y Nick McCabe,
guitarrista y mano derecha, es bastante directo al explicar los motivos
de aquella primera ruptura: Yo era un bastardo miserable. Ellos
se cansaron de mi cara de culo. Es que tengo problemas mentales... Estaba
paranoico acerca de todo, y por eso me mandaron a la mierda. En
1998 volvieron heroicamente con Urban Hymms, el disco que tenía
Bittersweet Symphony, una de las canciones más famosas
de la década del noventa, y a partir del cual vendió 7 millones
de copias. Y volvieron a separarse. Los motivos de la segunda ruptura
son nebulosos, pero es lícito suponer que el desequilibrio de McCabe
fue la causa, otra vez. En medio de una gira durante abril de 1999 tuvieron
que suspender shows porque el guitarrista no estaba en condiciones de
tocar, ni de ninguna otra cosa. Mental y físicamente enfermo, McCabe
se negó a seguirhaciendo giras, y poco después, todo terminó.
Ashcroft se niega a dar detalles. La primera vez sin duda yo fui
el tipo que dijo esto es un desastre, quiero parar. La segunda
vez fue una situación sumamente compleja que no puedo discutir
o analizar en público. No quiero discutirlo frente a millones de
personas, no debo hacerlo, siento como si estuviera vendiendo la situación.
Y siento que a pesar de toda la situación, todavía somos
esos chicos ensayando en los estudios Splash de Wigan, y no lo hice en
su momento, ni voy a decir ahora Nick es un tarado, está
loco y demás. Porque no creo que sea así. Y hablar
públicamente de rupturas es muy embarazoso. Es un melodrama, es
personal y es pesado.
Richard Ashcroft acaba de terminar su primer disco solista, Alone With
Everybody (Solo con todos), título inspirado en un
poema de Charles Bukowski. No tiene manager, y eligió para la tapa
del disco una foto donde está besando a su esposa, la ex tecladista
de Spiritualized Kate Radley. Acaba de ser padre por primera vez: Sonny
nació el pasado 23 de marzo, y dice, fue la experiencia más
impactante de su vida. En pocas palabras: está feliz. Lejos quedó
el chico que cantaba voy a morir solo en mi cama/ estoy muy ocupado
tratando de mantenerme vivo (A northern soul) o, un
gato en una bolsa, esperando ahogarse/ esta vez me estoy hundiendo
(The Drugs Dont Work) o que aullaba que temblaba de
amor en No Knock on My Door. Hoy tengo muchas cosas
que celebrar, y quería poner eso en el disco, dice. Probablemente
toqué temas mucho más oscuros en el pasado y no me expresé
celebrando los aspectos más felices de la vida. El aspecto
más feliz de la vida de Ashcroft, hoy, es su dicha matrimonial.
Kate me inspira. ¿Quién no haría una música
increíble con ella en la cabeza? Alone with everybody es, sobre
todo, una declaración de amor, en forma de disco, a la mujer de
mi vida. Y A Song for the Lovers, el primer corte, es
una canción que recuerda los tiempos en que él y Kate eran
amantes, cuando ella todavía estaba en pareja con Jason Pierce,
ex líder de Spaceman 3 y hoy de Spiritualized. Hay otra: I
get My Beat es una canción de despertar, cuando vas
por la vida demasiado obsesionado para darte cuenta de que lo que buscás
está a tu lado, es tu amante. Lo que buscás es la gente
que te quiere, las estrellas, el mar, cualquier cosa que te estimule como
a un niño. Ya sé que parezco un hippie, pero...
Crazy World y la balada You on My Mind (in My Sleep),
son otras directas canciones de amor que no tienen nada que ver con aquellas
de los primeros años, y con su pasada amargura y desesperación.
A nivel sonido, sin embargo, Ashcroft parece continuar en el camino que
había encontrado en Urban Hymms, con las orquestaciones y las guitarras
atmosféricas.
En vivo, presentando algunas canciones de su nuevo disco (que se editará
en Inglaterra el martes 27 de junio), Ashcroft dijo: Ya sé
que les gustaría verme con varias cervezas encima, pero la esencia
del rock and roll es la música, y mi mujer y mi hijo me enriquecen
más. Me gustaría escribir otra historia del rock and roll.
Se dice que es nihilismo autodestructivo, pero al final del día,
te acordás de las canciones de Sid Vicious y te importa una mierda
lo que hacía en televisión o si era un salvaje. Este
es el mismo hombre que se deshidrató en Lollapalloza, que arrasaba
hoteles con su amigote Noel Gallagher y que asaltaba iglesias. Y que en
1995, llevaba todo lo que tenía en la vida en una bolsa de basura,
y que estaba más cerca de Julian Cope corriendo al resto de los
Teardrop Explodes por las colinas de Gales o de Richey Edwards de los
Manic Street Preachers, que se mutilaba en escena y tenía ataques
de llanto antes de desaparecer en febrero del mismo año en que
The Verve editaba A Northern Soul. Muchas fans están decepcionados:
la dicha de Ashcroft no los identifica. Los críticos de las revistas
inglesas creen que es vergonzoso que el trovador angustiado sólo
pueda hablar de amor. Ahora, Ashcroft es dueño de un Porsche, dos
motos y una mansión millonaria, y ya no cree que haga falta sufrir
para crear. Ni cree que es más valioso ser un artista torturado.
Sigue siendo raro, y le sigue interesando la vida psíquica, pero
hoy prefiere pasear a su perro fumándose un porro en vez deencerrarse
a consumir ácido en un hotel de mala muerte. Hasta viaja con su
suegra cuando tiene que presentarse en algún lugar para presentar
el álbum. He vivido demasiado tiempo en medio del caos y
la locura. Ha llegado el momento de tener estabilidad. El descontrol y
las drogas ya no pueden aportarme nada, porque ya hay suficiente enajenación
cuando te levantás cada día.
Anticipo
exclusivo: cómo es el disco
E.P.
Cuerdas otra
vez... Y un saxo que invita. Eso fue lo primero que el mundo
escuchó de A song for the lovers, la canción
que abre Alone with everybody y que viene sirviendo de anticipocalma
ansiedades desde su lanzamiento como single (¿vieron
el video? Está bueno...). Se supone que éste es
un disco grande, grande, y en consecuencia ha merecido un tratamiento
acorde en la siempre bombástica prensa musical del Reino
Unido. Richard declarando que vive el mejor momento de su vida,
Richard hablando de su bebé, Richard reconociéndose
sobrio... Ya no más Mad Richard. En términos musicales,
las declaraciones y la nueva visión de una
de las estrellas inglesas de la década del noventa se
traducen en canciones de pura sangre y sudor, sin lágrimas,
suaves melodías con un fino tratamiento instrumental
que, y sólo por momentos la escalada rítmica
que ambienta New York, cierta angustia encerrada
en Crazy world, el optimismo pop de Cmon
people (were making it now), rompen el molde
Drugs dont work, como para encontrarle una
referencia (inevitable) en versión The Verve. Lo interesante
del disco, en todo caso y alejado el fantasma aquel, reside
en las canciones. Más o menos amables, siempre directas
al corazón, concebidas desde un momento luminoso y con
la certeza qué el mundo, aunque sea por un rato, tiene
sentido. He aquí un disco verdaderamente pos crucifixión.
Bienvenido.
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Qué
es de la vida y obra de las
otras brit-stars
¿Los
chicos están bien?
Bernard
Butler: El
guitarrista ya tiene dos discos solistas desde su partida de Suede en
1994, y los dos con bastantes problemas. En el caso del segundo, Friends
and Lovers (lanzado este año), todo se complicó con la
desaparición de Creation. Suspendió una gira
por el Reino Unido, el disco se quedó sin promoción, etc.
Ahora no tiene contrato e incursiona en la actuación: participará
de una serie improvisada (sin guión) producida por Edwyn Collins
y rodada en Escocia. Llegó a decir que dejaba la música,
pero lo cierto es que está componiendo en su estudio casero y
trabajando como sesionista.
Thom
Yorke: Sin intenciones de abandonar Radiohead, salvo para alguna
colaboración (como la que ya grabó para el inminente nuevo
disco de P.J. Harvey), acaba de terminar la grabación del nuevo
álbum de la banda, otra vez con producción de Nigel Godrich.
La fecha de edición es agosto/septiembre de este año todavía
no se sabe el título, y está confirmado que la banda
saldrá de gira en el verano europeo para estrenar las nuevas
canciones.
Graham
Coxon: Acaba de editar su segundo disco solista, The Golden D. El
nuevo esfuerzo lejos de Blur es una colección de temas post-punk
con títulos tales como El Miedo, Mi Idea del
Infierno y Déjenme solo. Está a punto
de ser padre, pero la paternidad no lo hace atravesar ninguna epifanía
a lo Ashcroft, a juzgar por lo depresivo de su última entrega.
Según la prensa inglesa, este disco tiene más y
mejores ideas que el último disco de Blur ¿Y Blur?
Tocarán en el verano de allá y, dicen, estrenarán
nuevas canciones.
Brett Anderson: Sin intenciones de abandonar Suede, en principio. La
gira de presentación del no tan exitoso al menos en ventas
Head Music terminó en enero, en Israel. Cuando el tecladista
Neil Codling se recupere (estuvo enfermo) entrarán al estudio
para la grabación del quinto disco. Según él, será
un álbum de rock directo.
Noel
Gallagher: Luego de dejar plantado a su hermanito Liam en el medio
de la gira presentación del fallido Standing on the Shoulders
of Giants, anunció que ya no tocará en vivo con Oasis
salvo para las fechas británicas del tour y todo
indica que la banda llegó a punto muerto. Noel se alquiló
una casa en Ibiza, donde en estos momentos pasa sus vacaciones con su
esposa Meg y la bebé Anaïs. Mientras tanto, su banda paralela,
Tailgunner ahí toca la batería, editará
disco debut en septiembre. Pero no saldrá de gira con ellos.
Según la tapa de la última edición del New Musical
Express, Oasis dejará de existir cuando termine esta gira (¿ya
no vendrán en agosto?). Pero nunca se sabe...
Jarvis
Cocker: su banda/proyecto paralelo A Touch of Glass (junto a Steve
Mackey y Alisdair Malloy en armónica) aparecerá en el
Festival Meltdown, dirigido este año por el mítico Scott
Walker (Meltdown es un festival londinense donde un músico prestigioso
elige a artistas de diferentes disciplinas, a modo de curador). Mientras
tanto, Pulp ya trabaja en un nuevo disco. Hay nueve canciones grabadas,
y está confirmado que tocarán en los festivales de Reading
y Leeds.
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