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Jueves 22 de Junio de 2000
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LA TIA DAVID, FELIZ A LOS 53, SE DEFINE:

Está claro ¿no?: el hombre camaleón fue y vino, fue y vino... Aun así, Bowie siempre tiene algo bueno para responder, en este caso frente a un batallón de preguntones lectores de una revista inglesa. Así, podés enterarte de la importancia de la aspiradora en su vida, una visita de “aguante” a su amigote Iggy y las extrañas maneras de dormirse del gran Dennis Hopper.

”Me siento feliz de tener 53 años. No es algo alarmante. Pienso que una vez que pasás los 40, o nadás o te hundís. Y yo he sido afortunado.” Y que lo digas, David Bowie... Felizmente casado con la bellísima modelo somalí Iman, con quien está a punto de tener un hijo, el ¿ex? Duque Blanco parece haber dejado atrás sus años salvajes de orgías plurisexuales y drogas variopintas. Acaba de hacer un concierto exclusivo para los miembros de su Bowienet (su propio servidor de Internet) en el Roseland de Nueva York: ahí se lo notó en gran forma para su compromiso de este domingo, cuando será el número de cierre del célebre festival de Glastonbury, en Inglaterra. En el último número de la revista británica Q, Bowie aceptó formar parte de la sección “Cash for questions” (Dinero por preguntas). Esto es, responder a un cuestionario armado por los lectores. “No creo que haya algo que, en un momento u otro, no me hayan preguntado antes”, dicen que dijo antes de comenzar a leer para responder. Pero algunas de las preguntas fueron tan sorprendentes como las respuestas. A ver...
–¿Cuán a menudo usás la aspiradora?
–Bueno, si el embarazo de Iman es algo como para dejar pasar, pienso que... Oh, lo entendí. Realmente hablás de una aspiradora. Soy bastante práctico cuando estoy en mi estudio de pintura, porque, si no, se convierte en una causa perdida. “Ordenado” se convirtió en una palabra disciplinaria para mí cuando dejé las drogas. Guardar cosas fue una suerte de terapia y se ha mantenido conmigo. Antes de eso, la única que vez que había guardado cosas era cuando escuchaba que alguien golpeaba a la puerta. Mi versión adolescente no reconocería al Hombre Nuevo, la Versión 2.0 de mí mismo, supongo. Bueno, enfrentémoslo, tampoco sabría dónde encontrarme.
–¿Alguna vez intentaste persuadir a Lennon para que reuniera a los Beatles?
–No. Es cuestión de timming, ¿sabés? Con toda honestidad, nunca hubiera pensado que cualquier cosa que pudiera decirle sobre cómo vivía su vida fuera de alguna importancia. Hubiera sido un monstruoso presumido. De todos modos, creo que lo prefiero por las suyas. Ahí tenés. Y también pienso que Yoko es una artista brillante y que realmente se merece una retrospectiva importante. Tomen nota todos ustedes, curadores que andan por ahí. Realmente abriría muchos ojos ver exactamente lo que ella ha creado durante los últimos cuarenta años.
–En 1972 nos dijiste: “Cinco años, eso es todo lo que tenemos” (de “Five years”). En 1999 nos dijiste: “Tengo siete días para vivir mi vida” (de “Seven”). ¿Cuán consciente estás del paso del tiempo para hacer las cosas que querés?
–Uff, es un auténtico cambio de perspectiva. Como un “joven”, mi limitada experiencia me dictaba que debía atracarme de vida tanto como pudiera. A menudo, el resultado final era que no me beneficiaba tanto por la experiencia porque me pasaba de largo demasiado rápido. Un poco de esto, otro poco de aquello, siempre preocupándome en ir hacia lo nuevo, sin tomar sustento de lo que tenía a mano. Ergo, vivís un futuro irreal todo el tiempo. Siete días son un tiempo suficiente para considerar. Obviamente se refiere a la máxima “un día a la vez”. Este, creo ahora, es un modo mucho más gratificante de encontrar valor en mi vida. Es una cuestión de edad, nene.
–Durante tu show de 1997 en el club Que en Birmingham pasaste una película porno durante “Fashion”. ¿Era parte de tu colección privada? ¿Por qué fue pasada?
–Fue una edición rápida, ese tipo de trabajo en los que no-ves-lo-que-creés-que-ves, ensamblado por uno de los asistentes en especial. Lo usé porque pensé que, ah, los colores eran... Ehhh, muy cool y contemporáneos.
–¿Cuándo fue la última vez que quisiste algo que no pudiste tener?
–La película porno del show de 1997 en el club Que de Birmingham.
–¿Recibiste algún pago de derechos de autor por las continuas reescrituras que Noel Gallagher hace de “All the young dudes”?
–Jajajajajaja, ouch.
–¿Pensás que sos un buen actor?
–Te engañé, ¿no es cierto? Le doy descanso a mi caja de maquillaje.
–¿Qué le dirías a aquel compañero de la escuela que te golpeó en el ojo, en caso de que estuviera leyendo?
–Probablemente algo tipo “Fue agradable verte la semana pasada, George. ¿Dejé mi encendedor en tu auto?”. George Underwood, que de él se trata, es uno de mis más viejos amigos y un maravilloso artista. De hecho, podés ver montones de su trabajo en BowieNet. Comprale uno a tu mamá para la próxima Navidad. Él hace un Presley muy cool. ¿La chica por la que peleamos? Ni siquiera puedo recordar su nombre.
–¿Es verdad que en 1976 vos y el actor Dean Stockwell se metieron en el Instituto Psiquiátrico de Los Angeles para proveer de cocaína a Iggy Pop?
–No estoy seguro si fue en 1976 o 1975. De todos modos es verdad que Dean y yo fuimos a ver a Iggy al hospital, pero para darle nuestro apoyo. El hecho de que yo llevaba drogas ni siquiera me pareció una forma de ir en contra de los motivos por los cuales él estaba ahí. Dean, mi mejor amiga Coco, Dennis Hopper y yo pasamos buena parte de ese verano juntos, drogados y destruidos. Una tarde Dean y yo nos fuimos a bailar mientras Dennis se bañaba en mi pileta (yo vivía en Los Angeles, recuerdo). A la mañana siguiente, Coco encontró a Dennis parado dormido en el agua, con la cabeza apoyada sobre sus brazos, que estaban sobre el borde de la pileta. El se había sentido adormilado y decidió que era demasiado problemático salir de la pileta, así que simplemente se quedó ahí y se durmió. Debe haber tenido a los ángeles de su lado para sobrevivir a esa noche. Nosotros lo arrastramos para afuera. Parecía una pasa de uva después de haber estado desde las ocho en el agua filtrada con cloro, pero se sentía descansado.
–¿Alguna vez te confundieron con otro?
–¡Muchas veces, señor! De hecho, a mediados de los años ‘60 hacía muchos esfuerzos para ser confundido con Keith Relf, el fallecido cantante de los Yardbirds, porque pensaba que con mi leve parecido con él podría iniciar algunas nuevas amistades con las damas de mi barrio. Si recuerdo correctamente, no funcionó ni una sola vez. Y también: un día libre en Beckenham, en los ‘70. Yo uso ropas para un día libre y un sombrero. Dama pequeña y vieja: “¿Por favor, me darías tu autógrafo, Elton?” Yo: “No soy Elton, señora, soy David Bowie”. Dama pequeña y vieja: “Oh, eso es mucho mejor. No puedo soportar el maquillaje, los trajes espaciales y ese pelo rojo parado de Elton. ¡Qué desgraciado sin talento!”.
–¿Sos ateo?
–Sólo cuando me saco mis anteojos de leer y no puedo volver a encontrarlos.
–¿Cómo hace uno para “amar” a un alien? (Por la canción “Loving the alien”)
–Cualquier boludo que haya pensado que la canción hablaba de “hombrecillos verdes” definitivamente habrá tenido problemas para entender el concepto. Pero para aquellas almas perceptivas debe haber sido claro que el tema de la canción estaba en las guerras santas en curso entre el Islam y el cristianismo. Para responder a la pregunta con un ejemplo, “tuvimos amor” en mi casa.
–¿Alguna vez dejás abierta la posibilidad de que cruce por tu mente que tu material más reciente podría no ser tan bueno como el viejo?
–Bueno, sí y no.
–El Padrenuestro en el concierto de homenaje a Freddie Mercury: ¿fue premeditado y ahora te arrepentís?
–Justo antes de que comenzara el show, a Coco y a mí nos habían dicho que uno de nuestros amigos, un brillante joven escritor que había contraído el hiv, estaba llegando al final de su lucha. De hecho, murió unos días más tarde. Mi decisión de introducir la plegaria al final de “Héroes” tuvo su génesis en esos pensamientos. No tenía idea de si iba a hacerlo o no hasta ese quiebre al final de la canción y entonces, uuuhh,... Estaba de rodillas. Sentí como si hubiera sido movido por la situación y que ya no tenía ningún control. En retrospectiva, era un gesto tan extraño en el contexto del rock que permanece como uno de mis “momentos rockeros” favoritos. Fue asombroso que pudiera descubrir que podía completar el rezo frente a tantos miles de personas sin escuchar el sonido de un alfiler al caer. Fue algo mágico. Estaba tan atemorizado por estar haciendo eso mientras sentía que el cociente de mandíbulas que se caían llenaba el estadio. Un par de amigos estaban sentados cerca de los Spinal Tap y dijeron que no lo podían creer. Estoy muy orgulloso de eso. El aspecto más extraordinario fue que el productor de la televisión norteamericana lo encontró tan difícil de manejar que se rehusó a permitir que fuera transmitido en Estados Unidos. Debo admitir que hay un aspecto de mi personalidad que continuamente le pregunta a mi público: “¿Cuánto tiempo van a tolerar esto?”. Es el viejo dilema de Andy Kauffman y Little Richard.
–¿Hay alguna crítica que haya permanecido en tu memoria?
–Nick “Soy tan cool como Keith Richards” Kent una vez escribió, a principios de los ‘70, que el disco Aladdin Sane era “el clavo final en el ataúd” de mi carrera. Nunca he olvidado eso y me enseñó una lección... que ahora he olvidado. De todos modos, yo reí último. Ahora Kent vive en París.
–La mejor droga que alguna vez hayas tomado es...
–Advil (cierta clase de aspirina primermundista). Sin dudas.