La
nueva realidad de Jimmy Dolor,
el Dj anteriormente conocido como Peggyn.
Rockero
glam,
pero
de La Boca
Separado
de Babasónicos por decisión propia (mi desencanto
es con la pose, dice) y adoptado por ese maravilloso grupo humano
autobautizado La 12 (¿los tenés?), el joven
poseedor del "Dr. Sampler" dice que ahora entiende a Viejas
Locas y que quiere una revolución de los chicos.
TEXTO
PABLO
PLOTKIN
FOTO
NORA LEZANO
Una
camisa del ejército norteamericano le sirve a Jimmy Dolor para
protegerse del frío que entra por la ventana de un tercer piso
de San Telmo. Primera presentación pública de Jimmy Dolor:
tal vez lo recuerden por trabajos anteriores como Dj Peggyn, el chamaco
glam que en la década pasada operó bandejas, confeccionó
vestuario y compuso música para los Babasónicos. Su verdadero
nombre es Carlos Walter Kebledi. Es latino. Parece de telenovela,
¿no?, dice el muchacho de 26 años, en los primeros
días como ex-reo de un calabozo demasiado grande, frío y
con bolas de espejos y una necesidad irreversible de bailar, bailar y
bailar. El huracán, lo llama él. Cuatro meses
saliendo sólo de noche, volviéndose invisible para los demás
y los demás volviéndose invisibles para él,
pasando mucho tiempo en la calle, componiendo, haciendo todas. Acá
van algunas consecuencias de la tempestad: dejar Babasónicos; ser
adoptado por la 12; dormir de día en la habitación de un
hotel en La Boca; practicar tae-kwon-do en la sede del club; comprarse
los discos de Viejas Locas; recuperar la diversión y el brillo;
componer baladas pop alucinadas a base de samples de películas
de Daniel Tinayre; renegar de su condición de disc jockey; aparecer
con sus amigos de la 12 en las discotecas de onda, bailar con los auriculares
puestos y medir la velocidad de la música con su Dr. Sampler,
y notar cómo el resto se movía fuera de swing; conseguirse
un par de patines y preparar un show de música e ilusionismo para
presentar (en agosto) en una carpa sobre la calle Necochea, en un lugar
que en otras épocas fue un templo evangelista y un hotel.
Ahora entiendo a Viejas Locas, pronuncia Jimmy Dolor. A
esos grupos que dicen lo que hacen. Son reales, los escucha La Boca. El
desencanto con lo que venía haciendo me agarró por estar
en la calle. La 12 me adoptó en el momento en que mi vida se había
convertido en un huracán personal... Así: Lou Reed. Ellos
me hicieron ver lo que era todo, la realidad. Despegué. Basta de
fantasear. El rock está medio bastardeado por eso, por no decir
la verdad. Hay mucha pose. Y yo ahora quiero a Robin Hood, porque está
lleno de robin hoods en La Boca. Y ése es mi proyecto: la 12 tiene
una carpa gitana en Necochea y Suárez, en la calle de Las Cantinas,
y en agosto empiezo a tocar ahí. Es una calle de mucho rock and
roll, bien pistolera. Va a ser el nuevo Soho. Vas a ver.
¿Por
qué decidiste dejar Babasónicos?
No veía una forma de trabajo que me llevara a algo.
Era todo muy desprolijo. Además ya estaba cansado de que lo que
decían las letras no se hiciera en la realidad. Mi desencanto es
con la pose, con tener que tener dinero para trabajar, necesitar un contrato
y que alguien te diga cuándo empezar. Para mí el rock son
24 horas de placer, y necesita de un poco de inconciencia. Yo entendí
el rock siendo disc jockey, y aunque ahora no lo soy ni lo seré,
todo lo que hice me sirvió, me dio oficio. Le estoy muy agradecido
a Babasónicos: son mis amigos, y la palabra odio no figura en mi
vocabulario. Pero cuando no se puede bailar la música que uno hace,
cuando hay que tener cuidado con lo que se toca... Pero si yo soy un huracán
y lo estoy sintiendo a cada rato. No lo estoy fantaseando: lo estoy viviendo.
Pero está bien. Yo soy muy joven: tengo 26 años, y ellos
ya superaron una etapa en la que tal vez estén planeando estar
tranquilos en su casa, sin riesgos.
¿Cómo fue que te adoptó la 12?
Fue... de andar en la calle. Uno tiene sus vicios... Ellos
me vieron en medio del huracán, me miraron a los ojos y me dijeron
vení, pibe. Son justicieros. Aman a la juventud. ¿Sabés
la cantidad de pibes a los que les da de comer Coco (uno de los capos)?
Es Robin Hood. Verlo a él es como ver a Lou Reed caminando por
las calles de Nueva York. Es riesgo. La calle es fundamental para un rockero.
Inspira. La televisión, las películas, los libros... Ya
no. Mi mente no lo entiende. Para mí es vivirlo y después
practicarlo.
¿Y estás yendo a ver a Boca con ellos?
Sí, me hicieron socio. Aparte a mí últimamente
me gusta maquillarme, tirar brillo. Y la otra vez que jugaban Boca-River
y entré a la cancha maquillado, los pibes de la 12 se querían
matar. Porque es jodido, ¿viste? Pero cuando me maquillo a mí
nadie me dice puto. No se animan. Como un rockero glam, pero
de La Boca, no de la villa. Yo le digo Ciudad Oculta, porque muchos entran
y no salen. Pero ahora quiero que La Boca sea un lugar para la juventud
revolucionaria. Y la juventud no va a tener miedo. Al contrario: se van
a sentir libres, van a ir a un lugar donde nadie es dueño sino
una idea. Quiero que la juventud actúe como los gitanos: que todos
se protejan, que se sientan fuertes frente a los oscuros que están
en las discotecas con tragos y plata. Nosotros tenemos ideas: hay que
mirarlos a los ojos y bailar. El rock nacional tiene que volver a las
discotecas. La onda no es pasar los discos que te compraste cuando fuiste
a Inglaterra. Empecemos a bailar música de acá. Poguear
quedó en los noventa: ahora vamos a bailar, a brillar, a todo lo
que vos quieras, pero empecemos algo nuevo ya.
¿Qué planes tenés ahora, aparte de eso?
Mi idea final es producir un grupo de chicas que haga playback.
Ya la tengo. Que ellas pongan la belleza. Como Backstreet Boys, pero mujeres.
Ya tengo a las chicas. Pero ésa es mi idea final. Por ahora estoy
remixando temas de Carca, de Viejas Locas, del último disco de
Ian Brown. Me encantaría seguir trabajando con él, sobre
todo después de que grabó el tema que compuse yo (Babasónicos).
También estoy haciendo un disco, pero necesito alguien que invierta.
El asunto es que estuve escondido. Cuando sentís que no pasa nada,
te ocultás. Pero mi ocultismo era salir de noche y nada más.
No era depresión. Salía a bailar con los pibes de La Boca.
Ellos conocen bien a los empresarios que están en las discotecas.
Saben más que cualquiera, saben todo sobre la ciudad. Yo he visto
políticos, actores yendo a comprar droga a La Boca. Conozco la
realidad. La noche cambia mucho a la gente.
¿Cómo fue que te re-bautizaste Jimmy Dolor?
Me lo pusieron los pibes del barrio: Jimmy Dolor, el artista
pop. Mi primera decisión fue sacarme de encima a Peggyn. No porque
me arrepienta de nada, sino porque es otra idea, otro brillo. Busco una
revolución de chicos, en serio: que se mire a los ojos, que nadie
se sienta monitor de nadie, que todo sea una idea. No leo Para Ti jamás.
Busco el brillo, la elegancia. Cero fatalista. El pop no tiene esa fatalidad.
Yo quiero que todos tengan un Rolls Royce. El under lo re-entiendo, pero
lo lamento, ahora soy pop. No quiero usar más zapatillas: voy a
usar sólo zapatos. Como Duran Duran. O Virus, que también
me sirvió mucho. Si Federico (Moura) estuviera acá, también
me hubiera adoptado. Estoy seguro.
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