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DESDE HOY
FMERIDES TRUCHAS

Jueves 6 de Julio de 2000
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La nueva realidad de Jimmy Dolor,
el Dj anteriormente conocido como Peggyn.

 Rockero glam,
 
pero de La Boca

Separado de Babasónicos por decisión propia (“mi desencanto es con la pose”, dice) y adoptado por ese maravilloso grupo humano autobautizado “La 12” (¿los tenés?), el joven poseedor del "Dr. Sampler" dice que ahora entiende a Viejas Locas y que quiere una revolución “de los chicos”.


 

TEXTO PABLO PLOTKIN
FOTO NORA LEZANO

Una camisa del ejército norteamericano le sirve a Jimmy Dolor para protegerse del frío que entra por la ventana de un tercer piso de San Telmo. Primera presentación pública de Jimmy Dolor: tal vez lo recuerden por trabajos anteriores como Dj Peggyn, el chamaco glam que en la década pasada operó bandejas, confeccionó vestuario y compuso música para los Babasónicos. Su verdadero nombre es Carlos Walter Kebledi. “Es latino. Parece de telenovela, ¿no?”, dice el muchacho de 26 años, en los primeros días como ex-reo de un calabozo demasiado grande, frío y con bolas de espejos y una necesidad irreversible de bailar, bailar y bailar. “El huracán”, lo llama él. Cuatro meses saliendo sólo de noche, volviéndose invisible para los demás –y los demás volviéndose invisibles para él–, pasando mucho tiempo en la calle, componiendo, haciendo todas. Acá van algunas consecuencias de la tempestad: dejar Babasónicos; ser adoptado por la 12; dormir de día en la habitación de un hotel en La Boca; practicar tae-kwon-do en la sede del club; comprarse los discos de Viejas Locas; “recuperar la diversión y el brillo”; componer baladas pop alucinadas a base de samples de películas de Daniel Tinayre; renegar de su condición de disc jockey; aparecer con sus amigos de la 12 en las discotecas de onda, bailar con los auriculares puestos y medir la velocidad de la música con su “Dr. Sampler”, y notar cómo el resto se movía fuera de swing; conseguirse un par de patines y preparar un show de música e ilusionismo para presentar (en agosto) en una carpa sobre la calle Necochea, en un lugar que en otras épocas fue un templo evangelista y un hotel.

“Ahora entiendo a Viejas Locas”, pronuncia Jimmy Dolor. “A esos grupos que dicen lo que hacen. Son reales, los escucha La Boca. El desencanto con lo que venía haciendo me agarró por estar en la calle. La 12 me adoptó en el momento en que mi vida se había convertido en un huracán personal... Así: Lou Reed. Ellos me hicieron ver lo que era todo, la realidad. Despegué. Basta de fantasear. El rock está medio bastardeado por eso, por no decir la verdad. Hay mucha pose. Y yo ahora quiero a Robin Hood, porque está lleno de robin hoods en La Boca. Y ése es mi proyecto: la 12 tiene una carpa gitana en Necochea y Suárez, en la calle de Las Cantinas, y en agosto empiezo a tocar ahí. Es una calle de mucho rock and roll, bien pistolera. Va a ser el nuevo Soho. Vas a ver.”

–¿Por qué decidiste dejar Babasónicos?
–No veía una forma de trabajo que me llevara a algo. Era todo muy desprolijo. Además ya estaba cansado de que lo que decían las letras no se hiciera en la realidad. Mi desencanto es con la pose, con tener que tener dinero para trabajar, necesitar un contrato y que alguien te diga cuándo empezar. Para mí el rock son 24 horas de placer, y necesita de un poco de inconciencia. Yo entendí el rock siendo disc jockey, y aunque ahora no lo soy ni lo seré, todo lo que hice me sirvió, me dio oficio. Le estoy muy agradecido a Babasónicos: son mis amigos, y la palabra odio no figura en mi vocabulario. Pero cuando no se puede bailar la música que uno hace, cuando hay que tener cuidado con lo que se toca... Pero si yo soy un huracán y lo estoy sintiendo a cada rato. No lo estoy fantaseando: lo estoy viviendo. Pero está bien. Yo soy muy joven: tengo 26 años, y ellos ya superaron una etapa en la que tal vez estén planeando estar tranquilos en su casa, sin riesgos.

–¿Cómo fue que te adoptó la 12?
–Fue... de andar en la calle. Uno tiene sus vicios... Ellos me vieron en medio del huracán, me miraron a los ojos y me dijeron “vení, pibe”. Son justicieros. Aman a la juventud. ¿Sabés la cantidad de pibes a los que les da de comer Coco (uno de los capos)? Es Robin Hood. Verlo a él es como ver a Lou Reed caminando por las calles de Nueva York. Es riesgo. La calle es fundamental para un rockero. Inspira. La televisión, las películas, los libros... Ya no. Mi mente no lo entiende. Para mí es vivirlo y después practicarlo.

–¿Y estás yendo a ver a Boca con ellos?
–Sí, me hicieron socio. Aparte a mí últimamente me gusta maquillarme, tirar brillo. Y la otra vez que jugaban Boca-River y entré a la cancha maquillado, los pibes de la 12 se querían matar. Porque es jodido, ¿viste? Pero cuando me maquillo a mí nadie me dice “puto”. No se animan. Como un rockero glam, pero de La Boca, no de la villa. Yo le digo Ciudad Oculta, porque muchos entran y no salen. Pero ahora quiero que La Boca sea un lugar para la juventud revolucionaria. Y la juventud no va a tener miedo. Al contrario: se van a sentir libres, van a ir a un lugar donde nadie es dueño sino una idea. Quiero que la juventud actúe como los gitanos: que todos se protejan, que se sientan fuertes frente a los oscuros que están en las discotecas con tragos y plata. Nosotros tenemos ideas: hay que mirarlos a los ojos y bailar. El rock nacional tiene que volver a las discotecas. La onda no es pasar los discos que te compraste cuando fuiste a Inglaterra. Empecemos a bailar música de acá. Poguear quedó en los noventa: ahora vamos a bailar, a brillar, a todo lo que vos quieras, pero empecemos algo nuevo ya.

–¿Qué planes tenés ahora, aparte de eso?
–Mi idea final es producir un grupo de chicas que haga playback. Ya la tengo. Que ellas pongan la belleza. Como Backstreet Boys, pero mujeres. Ya tengo a las chicas. Pero ésa es mi idea final. Por ahora estoy remixando temas de Carca, de Viejas Locas, del último disco de Ian Brown. Me encantaría seguir trabajando con él, sobre todo después de que grabó el tema que compuse yo (“Babasónicos”). También estoy haciendo un disco, pero necesito alguien que invierta. El asunto es que estuve escondido. Cuando sentís que no pasa nada, te ocultás. Pero mi ocultismo era salir de noche y nada más. No era depresión. Salía a bailar con los pibes de La Boca. Ellos conocen bien a los empresarios que están en las discotecas. Saben más que cualquiera, saben todo sobre la ciudad. Yo he visto políticos, actores yendo a comprar droga a La Boca. Conozco la realidad. La noche cambia mucho a la gente.

–¿Cómo fue que te re-bautizaste Jimmy Dolor?
–Me lo pusieron los pibes del barrio: Jimmy Dolor, el artista pop. Mi primera decisión fue sacarme de encima a Peggyn. No porque me arrepienta de nada, sino porque es otra idea, otro brillo. Busco una revolución de chicos, en serio: que se mire a los ojos, que nadie se sienta monitor de nadie, que todo sea una idea. No leo Para Ti jamás. Busco el brillo, la elegancia. Cero fatalista. El pop no tiene esa fatalidad. Yo quiero que todos tengan un Rolls Royce. El under lo re-entiendo, pero lo lamento, ahora soy pop. No quiero usar más zapatillas: voy a usar sólo zapatos. Como Duran Duran. O Virus, que también me sirvió mucho. Si Federico (Moura) estuviera acá, también me hubiera adoptado. Estoy seguro.