El
caso Napster: últimas noticias
Sigue
el baile
( ¿y la música? )
Si
viste el suple del 29 de junio,
sabrás de qué estamos hablando cuando hablamos del programita
mágico que está armando tanto bolonqui en EE.UU. Ahora,
a una se-mana de la primera decisión judicial concreta, vale repasar
y actualizar cómo sigue esta verdadera partida de ajedrez. Enter.
+Como
decía la canción que seguro se puede conseguir en
Napster el futuro llegó. Y el primer palo en
esta historia de la distribución digital o no de la
música online tiene fecha y lugar. El jueves que viene, 27 de julio,
los abogados de Napster (la compañía construida alrededor
del programa que permite intercambiar canciones vía internet con
la misma facilidad con que se cambian figuritas, ¿te acordás?)
deberán responder ante la corte de San Francisco por un pedido
de cierre de su compañía, exigido por la Asociación
de la Industria Discográfica. ¿El motivo? La acusan de permitir
que sus usuarios violen la ley de los derechos de autor, al intercambiar
archivos de sonido conteniendo canciones de sus artistas. Al mismo tiempo,
el Senado de los Estados Unidos realizó la semana pasada una audiencia
pública para tratar el tema, y ante los honorables legisladores
de los EE.UU. dieron su testimonio los también honorables Lars
Ulrich y Roger McGuinn (The Byrds), entre otros.
A la hora de anotarse porotos, la gente de Napster arrancó con
el pie derecho: le encomendó su defensa a David Boies, el cruzado
antimonopolio que puso de rodillas a Gates, obligándolo a dividir
la megaempresa Microsoft. La primera movida de Boies fue un documento
de 44 páginas en el que pone al polémico programa ideado
por Shawn Fanning a la altura de las videocaseteras, enjuiciadas y exoneradas
por la Justicia norteamericana allá por la década del ochenta.
Y también recuerda el caso de Río el walkman de MP3,
en el que la Justicia determinó que los usuarios tenían
derecho a crear y transferir copias digitales para usos no comerciales.
Pero el paso Boies de la defensa es el argumento de que su uso permitiría
darles un arma a los pequeños artistas para defenderse del yugo
monopólico, opresivo y arbitrario de los grandes sellos discográficos.
Haciendo números, los abogados de Napster precisaron que sus clientes
tienen enlistados más de 17.000 artistas que expresamente han permitido
que se difunda su material, mientras que las discográficas sólo
han editado 2600 discos en lo que va del año, y sólo 150
canciones de esos discos suelen escucharse en la radio norteamericana.
Los especialistas argumentan que un estricto sistema de derechos de autor
como el que pretende implementar la industria discográfica
estaría más cerca de la censura que de la defensa de esos
mismo derechos. Por eso comienzan a hacerse escuchar las voces de los
artistas que recuerdan que sus discográficas no les han pagado
jamás ni un centavo. El ex Byrds Roger McGuinn, por ejemplo, dijo
ante el Senado norteamericano que a pesar de haber grabado 25 discos,
jamás podría haber mantenido a mi familia con mis derechos
de autor. Por eso defiende a MP3.com, una empresa que vende sus
discos online y le paga el 50 por ciento de las ganancias. Es mucho
más de lo que he recibido en mi vida, ha dicho McGuinn. Mientras
tanto, en los grandes diarios de los Estados Unidos ha aparecido recientemente
una solicitada en contra de la piratería online, firmada por 70
artistas, entre los que figuran Aimee Mann, Alanis Morissette, Christina
Aguilera, Blink-182, Sarah McLachlan y Garth Brooks. La misma idea es
la que guió a Lars Ulrich ante los senadores norteamericanos, cuando
explicó que su gran problema con Napster era que habían
copiado su música sin preguntarle. Mientras tanto, la prensa se
pregunta cuál será la decisión del Congreso ante
un tópico que le interesa sobremanera a diez millones de usuarios...
Es decir, potenciales votantes.
Napster ha argumentado que no buscó licencias para distribuir música
online, porque nadie estaba dispuesto a cedérselas, con lo que
se habla de que el Senado podría obligar a las discográficas
a disponer de semejantes licencias. La música, por ahora, sigue
en los cables. Al menos hasta el 27 de julio. El día en que el
yugo monopólico, opresivo y arbitrario de los grandes sellos discográficos
se enfrente a los culpables de las violaciones masivas de los derechos
de autor. Todo un palo, ya lo ves.
|