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Jueves 17de Agosto de 2000

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ANIMAL e Illya Kuryaki, de costa a costa en Estados Unidos

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El fin de semana pasado sucedió en NYC y LA: las dos bandas mostraron lo suyo en sendas movidas destinadas a promover el “rock latino”. El power trío pasó del gringo Warped al latinazo Watcha Tour, mientras el dúo samurais trepó al escenario del Central Park, dentro del Latin Alternative Music Conference. ¿Acaso se ha conquistado en la conquista del Imperio? Ni mucho menos, pero la coincidencia es por lo menos simbólica, ¿no?

POR ROQUE CASCIERO

Conexión. “Entramos al Warped porque rompimos las pelotas mandando un montón de e-mails. En 1998 habíamos tenido la suerte de participar del Warped en España, donde nos vio el organizador. Entonces el tipo sabía de qué se trataba. Y al final nos dijo que sí.”
Dónde hay un mango. “Nosotros estamos haciendo un trabajo de crecimiento y ahora hay una cantidad de gente en Estados Unidos que sabe de qué se trata ANIMAL. Por eso aceptamos no cobrar cachet ni en el Warped ni en el Watcha. Quizás algunos piensan que cuando volvamos nos vamos a comprar casas con lo que ganamos. En realidad, esto es un sacrificio más de los que hicimos en nuestra carrera. Acá hay muchos gastos de transporte, porque el alquiler de los micros cuesta como 1200 dólares por día. En total, por las dos giras, tuvimos un gasto de 40 mil dólares de micros, de los cuales pusimos la mitad y del resto se hicieron cargo las organizaciones. Obviamente, no teníamos un mango, así que la compañía nos adelantó la guita del próximo disco. No nos hizo gracia verla pasar de largo, pero queríamos hacer estas giras para poder crecer. Por ahí, el año que viene ya hablamos de otra forma con los organizadores.”
Baño compartido. “Durante el Warped nos la pasamos todo el tiempo arriba de un micro, tratando de descansar en el trayecto de una ciudad a la otra. Fue un flash, porque por primera vez en nuestra historia sentimos lo que era una gira maratónica, en colectivo y por la ruta. Todos los músicos comíamos en una zona de catering común y nos bañábamos en los lugares donde tocábamos. Había sitios en los que la organización puso las duchas, porque no había nada, era puro campo. Te podías bañar de 18 a 20, nada más. A veces tenías que entrar caminando en puntas de pie, porque el piso estaba lleno de los calzoncillos que tiraban los otros. Y en las zonas de catering había una mesa en común, de 12 a 14 podías almorzar y de 17 a 19, cenar. Y después, bueno, arreglátelas... La comida era una hamburguesa, algunos frijoles y una ensaladita. Pero todos comíamos lo mismo, desde nosotros a Green Day y NOFX.”
Debut. “El primer show, en Minneapolis, fue rarísimo porque nos tocó salir en el mismo momento que Green Day: había cincuenta personas para vernos, pero terminamos tocando para un montón. A partir del segundo día, fue otra historia, porque se corrió la bola entre la gente que trabajaba y los otros músicos. Eramos el grupo exótico, el único que cantaba en español y encima ¡de Argentina! En el segundo show nos presentó el violero de Long Beach Dub All Stars (ex Sublime) y al tercero vino El Jefe, guitarrista de NOFX. Agitaban a la gente, nos tiraban una muy buena...”
Poder latino. “En Nueva York había muchos latinos esperándonos y en Montreal, Canadá, había una bocha de gente que nos conocía, no sé muy bien cómo. Se armaban pogos impresionantes. En El Paso, donde se cerró la gira, ANIMAL fue uno de los grupos más importantes de ese día, porque era ciento por ciento público latino”.
Igualdad. “Todas –pero todas, todas– las bandas tocaban media hora, no podías hacer bises ni colgar banderas. Los horarios y los escenarios cambiaban todos los días. Podíamos tocar en el tercer escenario como en el primero. En El Paso, Nashville, Detroit y Miami nos tocó el escenario principal.”
Volantes. “En los shows volanteábamos en la puerta, para que la gente supiera quiénes éramos. Nosotros les dábamos volantes a todos, pero les explicábamos bien a los que tenían remeras de Pantera, Slipknot o Sepultura. Y después, cuando llegaba la hora de tocar, esos pibes estaban ahí.”
Asado y fútbol. “Nos hicimos amigos de todo el mundo, pero de los Green Day en especial. Jugábamos al fútbol a full, porque nos compramos una pelota y empezamos a armar partiditos. Cuando terminaban los shows, por ahí los micros salían a la 1 de la mañana, así que estábamos todos al pedo. Entonces poníamos plata entre todos y una banda se encargaba de hacer el asado. Bah, asado de hamburguesas... Si los llevo a comer asado en la Argentina, los pibes me regalarían la casa. Y bueno, ahí pelábamosla pelota. Armamos el campeonato Fútbol Deforme. Los Green Day se prendían, pero con más voluntad que otra cosa. Se les cae la pelota... No es por nada, pero siempre ganábamos nosotros.”
Mate, cultura popular. “Acá hace un calor impresionante, así que nos íbamos a la puerta del micro a tomar mate. El primer día, pasaban los otros músicos y miraban raro, tipo ‘con qué se están dando estos pibes’. Después empezaron a acercarse, miraban la bombilla, olían la yerba y nos preguntaban: ‘¿Y esto pega?’. Nos cagábamos de risa y les hacíamos probar. Al final, ya venían directamente a pedirnos.”


Casi chicos de tapa

“Illya Kuryaki es una prometedora muestra de que el rock en español planea no respetar ninguna frontera.” Así concluye el prestigioso crítico neoyorquino Jon Pareles, del New York Times (dónde si no...), su crónica sobre la actuación de la dupla Spinetta-Horvilleur en la jornada dedicada al “rock en español” –tal cómo el señor escribe– dentro del ciclo “Summer Stage” en el Central Park, el sábado pasado. Y como había sucedido hace una semana y pico en el mismo diario, una gran imagen de IKV lidera la página. Grata casualidad gráfica para los jóvenes latin-samurais.

Los Kuryaki abrieron una tripleta de shows que cerraron los chilenos La Ley, con los venezolanos Los Amigos Invisibles como fiambre de una nueva especialidad de sandwich en la ciudad de los sandwiches abundantes. El show fue la más visible de las actividades de la primera edición de la Latin Alternative Music Conference, una convención del negocio de la música ideada por Tomás Cookman (manager de Los Fabulosos Cadillacs y de otras varias bandas y artistas latinos).
Lo que más sorprendió a Pareles es la mezcla de estilos que mostraron las bandas y su voluntad por “convertir desechos pop en trofeos”. “El funk es sólo uno de los estilos sacudidos en las canciones de Illya Kuryaki. Su música es un salvaje collage que rebota el hip hop, rock, funk, salsa y una versión en español del ‘Another one bites the dust’ de Queen, saltando con facilidad de la suavidad al ruido. Y las letras, cantadas y rapeadas por Emmanuel Horvilleur y Dante Spinetta Zalazar, agregan una capa de poesía surrealista, llena de rebelión, muerte y transfiguración destartalada; en ‘Jennifer del Estero’, Jennifer López deja sus nalgas en el freezer del cantante.”