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Jueves 24 de Agosto de 2000

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DESDE LA CUMBRE, LA RENGA SE ASOMA AL PRECIPICIO Y CONFIESA

NO SABIAMOS DONDE NOS ESTABAMOS METIENDO

Una tarde en el refugio porteño de tres chabones grossos. El rock nacional, el Che Guevara, la televisión, los viajes, Pappo, Dj Deró, los Redondos, La Mega, los corpiños que le tiran a Chizzo y las fantasías alrededor de estos laburantes de Mataderos que, de repente, se convirtieron en estrellas de rock.

TEXTO: RAQUEL ROBLES
FOTOS: TAMARA PINCO

Un patio, dos perros peleándose y otros dos dando vueltas por ahí, algunas cajas de pizza, cerveza, gaseosas y una zapada de rocanrol en la sala de ensayos. Chizzo, Tete y Tanque repiten la melodía mientras una fotógrafa del No apunta y dispara. El manager Gabi, una especie de Lemmy Kilmister versión Mataderos, lo había dejado bien claro: “Las fotos tienen que ser tocando”. Nada de poses. Los tres mosqueteros se habían olvidado casi del precepto; estaba despejándose el terreno para que fueran retratados en el patio, a la luz del día, pero la implacable supervisión del manager canceló los planes. Tete, cordial bajista y anfitrión de la sala, casi no se atrevía a negarse: “Esto es un golpe bajo, che... Traer una chica para las fotos. Al chabón de Clarín casi lo sacamos cagando el otro día...”, enuncia con una sonrisa amistosa. Tete siempre es amistoso. Anótese como evidencia de que la conducta salingeriana de La Renga no responde a un dogma del todo ¿bien? diseñado.
Más allá de una careta de Jason (uno de los asesinos más selectos y prolíficos de Hollywood), nada llama la atención en el cuartito que usa La Renga para tocar en privado. Equipos, cajas, un ventilador apagado, y algunas pizarras que exhiben la lista de temas de cada disco. Arriba, cuentan ellos, suelen ensayar los Redondos (o la banda más una cinta con la voz de Solari, como sucede casi siempre). Chizzo, abrigado con una camisa leñadora de frisa (propiedad intelectual de Neil Young) sobre una remera que menciona las bellezas naturales de la Patagonia, sacude la soñolencia de mediodía con riffs de guitarra maquinales. “El gordo debe estar cagado de hambre”, comenta Gabi refiriéndose al voluminoso baterista, mientras comprueba con cierta inquietud cómo se enfrían una de muzzarella y otra napolitana frente a sus narices. Entonces la música se calla y el trío se sienta a almorzar. Son las cuatro de la tarde, hace un poco de frío y La Esquina del Infinito acaba de aparecer en las disquerías.
El sexto disco de La Renga (contando el primogénito y precario Esquivando Charcos, cuando Chizzo todavía no rugía) apareció con una primera tirada de 38 mil copias que se vendieron como caramelos. En diez días, la cifra llegó a 50 mil, y ahora van por más. Se trata de su álbum más profesional y, tal vez, el menos oportuno. Mientras los oráculos involuntarios del vapuleado “rock barrial” (los Redondos y Divididos) abordan caminos sonoros alternativos, La Renga revuelve los cajones y desempolva los vinilos de Black Sabbath, Creedence y Pappo. A no ser por la balada metallica “El cielo del desengaño” (con cuerdas y todo), La Esquina... podría haberse grabado en los setenta cuando, por ejemplo, el regreso de Perón era todavía un emblema de lucha y gritar “Dale Pappo” era carnet de identidad rockera. “Son rocanroles”, resume brutalmente Chizzo sobre sus canciones. La Renga no da muchas pistas de lo que hace ni tampoco se interesa en racionalizarlo. Todo está a la vista (lo que conseguís es lo que ves), completamente tómalo o déjalo. Tan irreductible como un riff de AC/DC. Quieren hablar del disco, para eso es que están hablando –algo que sucede esporádicamente, aunque mucho más frecuentemente si se trata de un medio chico–, pero no pasan de frases del tipo “éste es un poco más pesado” o “tiene mejor sonido” o “es bastante simple”. Así que la entrevista empieza con un repaso de la división de especialidades. El grupo se presenta a sí mismo según los intereses cotidianos de cada uno. Tanque y Gabi saben de deportes, Tete de farándula, y Chizzo de duendes (“¿vos no ves duendes?”, pregunta pícaro cuando se le pide una explicación, y todos ríen a carcajadas). Otra cuestión: Tanque es de Ford, Chizzo es de Chevrolet, y a Tete el asunto le importa un carajo.

–Parece que para este disco decidieron “romper el silencio” con la prensa, ¿no?
Chizzo: Sí, pero siempre que sale un disco damos una nota. Casi siempre.
Tete: A lo mejor la mayor parte del tiempo no se nos da por dar notas.Nos parece bueno darlas cuando tenemos algo que decir. Un disco, un recital importante.
–Sin embargo, nunca aparecen en medios no rockeros. ¿Es una decisión? Gabi: La única vez que salimos fuera de la prensa de rock fue cuando hubo problemas con el “Blues de Bolivia”. Nos llamaron de un par de lugares raros, pero no fuimos. Preferimos no mezclarnos con la prensa que no es del palo. Además, creo que no tienen ni idea de qué se trata La Renga. Mejor.
–¿Supieron sobre el incidente Gelblung-Viejas Locas, cuando Chiche descubrió que sus canciones hablaban de drogas?
Chizzo: La televisión busca el sensacionalismo...
Tete: Igual, haga lo que haga, a Chiche Gelblung no lo ve nadie.
Chizzo: Yo no sé ni quién es Chiche Gelblung. ¿Quién es?
Tete: Y... dirigía la Gente durante la dictadura.
Chizzo: ¡¿Qué?! ¿Qué hacía?
Tete: Dirigía la revista Gente.
Chizzo: Ah, la revista. Entendí que dirigía a la gente. ¿Neustadt todavía está?
–Medio caído en desgracia. A la televisión sí que no van, ¿no?
Chizzo: Es que no hay muchos programas. Pero fuimos a Much Music y a Music 21, hace mucho.
Tete: Sí, una vez pasé por la vidriera de Frávega y estaba la cara de Chizzo en todos los televisores.
Chizzo: Sí, y también fuimos una vez a MTV, cuando estuvimos en Nueva York.
–Hablando de viajes, ¿cuál fue el lugar más impresionante que conocieron?
Chizzo: Cada lugar tiene lo suyo. Depende mucho del momento y la situación. Viajamos mucho por Argentina, y a mí me parece uno de los países más lindos. No conozco todo el mundo, pero por lo que conozco...
–¿Cuándo empezaste a viajar?
Chizzo: Cuando era chico, con mi viejo. Pero íbamos acá cerca, a la costa. Después empecé a ir de mochilero. Y muchas canciones nuestras hablan de viajes, en especial en Despedazado por mil partes: “Hablando de la libertad”, “Lo frágil de la locura”. Nos vamos seguido. Nos gusta armar las carpas, las cañas, hacer un fuego. Además, viajamos mucho tocando. Eso mata. Vamos zapando arriba de los micros, a full. Hemos hecho viajes en moto, también. Al norte, al sur. Algunos de nosotros los siguen haciendo. Otros no.
–¿Por qué?
Gabi: Chizzo fue a Jujuy en moto y volvió en avión. Se dio un palo y estuvo un año enyesado.
Chizzo: Sí, se me apunó la pierna. Fue la época de Bailando en una pata.
–Bueno, deben decirles bastante que las canciones de La Renga suenan a ruta.
Chizzo: Sí, eso se refleja mucho en la música. Y Creedence es nuestra banda de cabecera para los viajes. Yo salgo a la ruta y ¡pum!, pongo el casete de Creedence. Infaltable.
–¿De quién fue la decisión de estrenar el primer corte del disco en La Mega?
Tete: Fue una decisión compartida, entre nosotros y la compañía (Universal). Con la Rock & Pop no pudimos negociar la publicidad para el último Huracán, porque nos cobraba mucha guita. Entonces estábamos buscando una alternativa.
–¿Sabían de quién era la radio?
Tete: Nos enteramos después.
Chizzo: ¿De quién era?
Tete: De Haddad.
Chizzo: Uuuh... (se queda serio y callado)
Tete: Todo mal, ¿no?
Gabi: Tampoco hay muchas otras: Rock & Pop es mexicana, Supernova es del Gobierno...
Tete: Sí, fue también por una cuestión de que pasaban rock nacional. Se ve que ellos chapearon mucho con la historia, y todos los otros medios se hicieron eco. La verdad es que no estamos muy informados de la política de la radio. No hicimos mucha historia de eso. La compañía nos dijo “La Mega tiene mucho rating y pasa rock nacional”.
Gabi: Igual, cuando nosotros empezamos a hacer publicidad ya no era de Hadad sino de los yanquis, que la compraron.
–Hablando de rock nacional, ¿siempre fueron de ir a ver bandas de acá?
Tete: Sí. Yo vi a Sumo, seguí siempre a Divididos, a los Redondos.
Tanque: A Vox Dei...
Chizzo: A los Redondos los fuimos a ver bastante. Fuimos a San Telmo, al Bambalinas, a La Esquina del Sol. Después los vi en Huracán.
–¿Y cómo vieron eso que después les pasaría a ustedes, el hecho de llegar a tocar en un estadio de fútbol?
Tete: Estaba bueno. Ver a toda esa gente...
Gabi: Lo de los Redondos fue grosso porque era ver el triunfo de toda la gente que estaba ahí, no sólo de los músicos. Ver a una banda nacional llegando a eso sola...
–Y para ustedes, ¿qué fue Huracán?
Tete: Para mí, que soy de Huracán... No, de verdad, fue muy bueno. A nosotros nos gusta tocar en todos lados. Ultimamente tuvimos la oportunidad de tocar en el Marquee y en Cemento, fechas a beneficio sin publicidad, y estuvo muy bueno. Los lugares chicos tienen su magia, también. Estás más cerca del público y estamos más cerca entre nosotros. En Huracán al Chizzo lo perdía... (risas). Iba caminando por el escenario y cuando me lo cruzaba, le decía ¿Qué hacés, che? ¿Cómo andas?
–Hay quienes dicen que el rock deja de existir cuando llega a un estadio, que se vuelve un espectáculo de otra clase.
Chizzo: El rock está siempre. Para nosotros es siempre lo mismo, toquemos para doce personas o para 30 mil. Tiene otras dimensiones, pero la energía es la misma. En una cancha llena hay mucha energía.
–¿Qué es lo más raro que le tiraron desde el público?
Chizzo: Un cohete. Eso es lo más explosivo, pero es bastante común: un cohete perdido que va a parar a la batería. ¿Lo más raro? No, son todas cosas comunes: bombachas... (se ríe). No, lo que más tiran son remeras, remeras pintadas. Y nosotros nos vamos vistiendo con las cosas que nos tiran: te ponés un gorrito, una bandera. Nos vamos bien empilchados.
–Ahora en serio: ¿bombachas nunca?
Chizzo: No, corpiños. Un par de corpiños han tirado. Pero las chicas son recatadas.
–Este disco indica que se sienten bastante heavy metal.
Chizzo: Sí, pero el disco de la estrella (el anterior) también está pesado. El sonido es mejor en éste. Y las canciones... son rocanroles. Suelo componer la música, y después me cuesta bastante encontrar una letra para meterle. Pero me sale. Este disco tiene bastante de imágenes. Es metafórico, pero simple.
–No hay temas tan explícitos como “El revelde”.
Chizzo: Hay temas que son así, que los descubrís a medida que los vas escuchando. “Arte infernal”, por ejemplo.
Tete: Ese era uno de los títulos que le íbamos a poner al disco.
Gabi: Hubo muchos. Votamos, descartamos, volvimos a votar, decidimos dejar de votar.
Tete: El que quedó, creo que representa el disco en su totalidad. Cuando nos decidimos por ése, empezamos a encontrarle todo el sentido.
Chizzo: Siempre sacamos el título de alguna frase de una canción.
–La esquina remite siempre al barrio.
Tete: Sí, pero esta vez quisimos hacer un juego de palabras: la esquina es el barrio, pero el infinito...
–El infinito no tiene esquinas.
Tete: Claro.
–A propósito de esquinas, ¿se cruzan a menudo con pibes que quieren fumar o tomarse una cerveza con ustedes, sólo porque son ustedes y el imaginario indica que deberían estar siempre dispuestos?
Tete: Sí, pero a mí siempre me agarran con ganas.
Chizzo: En el barrio nos conocen, así que cuando nos ofrecen un trago de cerveza, si queremos tomar, tomamos. Si no, no.
Tete: Tenemos la suerte de que no nos rompen las pelotas. La otra vez fuimos a ver a Los Piojos, y los pibes nos preguntaban “¿cómo andan, loco?”, “¿cuándo tocan?”. Pero no nos molestan.
Chizzo: Según la situación, también. A veces llegás a un lugar, empieza a correrse la bola y se genera una especie de nerviosismo. Todos quieren saludarte, y ahí ya no me gusta. Me parece una situación medio tonta. Pero generalmente no pasa con nosotros.
–¿Y si vas a comer, o al supermercado?
Chizzo: En el supermercado me conocen todos. El que repone, las cajeras. Más ellos que los clientes. Los clientes por ahí me miran y dicen “no, no es. ¿Qué va a estar haciendo los mandados, el chabón? El Chizzo debe estar re-loco a esta hora, tomando whisky”. Hay toda una fantasía. Nosotros tenemos nuestros días: estamos bien, estamos mal, hay días que tomamos vino, otros no.
–¿Extrañan algo de la época en que eran trabajadores anónimos?
Chizzo: Sí, pero la vida se da así y te la tenés que bancar. No sabíamos dónde nos estábamos metiendo, no pensamos nunca que íbamos a llegar a algo con la banda. Mi sueño no era que la gente me pida autógrafos por la calle. En un momento nos encontramos con todo eso y no sabíamos cómo... Más o menos la fuimos piloteando. No somos gente a la que le gusta mostrarse en televisión todo el tiempo, ¿viste?
–Ustedes parecen relacionarse bastante con bandas como Los Piojos, Divididos, Almafuerte y demás. ¿Nunca tuvieron contacto con gente como Cerati, Fito Páez, Calamaro o Charly García?
Tete: No frecuentamos los mismos lugares.
Tanque: No vamos a comer a Puerto Madero.
Gabi: No. Sí nos conocimos con gente como León Gieco, pero es otra clase de persona. Hay una anécdota que lo pinta a León tal cual es. El Chizzo lo había ido a ver a León cuando era muy pibe...
Chizzo: Yo estaba haciendo la colimba. Un día salí de franco, no tenía guita y me colé en un recital de León por La Tablada. Pero unos gorilas me agarraron, me sacaron, me querían pegar. Me llevaron frente al dueño del lugar, un viejito, y le dijeron: “Che, éste se coló”. “Ah, ¿sí? Llévenselo”, dijo el tipo. Yo empecé a los gritos, a hacer bardo: “Suéltenme, la concha de su madre”. Entonces sale León de la combi, donde estaba. Me quería ayudar. Pero un tipo lo agarra y le dice: “No, León, dejá, quedate quieto”, y lo meten de nuevo en la combi. Entonces cuando conocí a León, hace un tiempito, le empecé a contar la anécdota, y él terminó de contarla. Se acordaba. “No me digas que vos eras el pibe ése... me quedé pensando en vos como una semana...”. Yo flashié (sic). Gracias a La Renga, tenemos la suerte de vivir esas cosas, siendo fanáticos del rock nacional.
Tete: Sí, como cuando Soulé nos dijo “así que ustedes son los de La Renga”, nosotros dijimos “guau, si nos conoce Soulé...”. Me ponía colorado de saber que el chabón había escuchado un disco nuestro. Pensar que los discos de Vox Dei yo los gastaba.
Chizzo: Lo mismo pasó con Pappo.
–¿Y qué impresión se llevaron después de grabar con él para “Pappo & Amigos”?
Chizzo: Está siempre a full. Paraba, salía un rato afuera, agarraba la moto, araba en la tierra, volvía, se tiraba a la pileta, comía asado, volvía...
–¿Vieron el encontronazo con Dj Deró en “Sábado bus”?
Tanque: Pappo tenía razón, loco.
Tete: Pero... ¿cómo es? Los di-shis... ¿Qué dicen?
–Pappo le negaba a Deró que los dj’s tocaran: decía que sólo pasaban discos, y que vivían a costa de los “músicos verdaderos”.
Chizzo: Ah, ¿ellos dicen que tocan? ¡Naaaaaa! Sí, dale, yo toco con Led Zeppelin, Black Sabbath (simula el movimiento pinchadiscos). No, boludo, tendrían que decir: “Yo paso música”.
Tete: La verdad es que no sé bien cómo es eso. Sé que hay muchas bandas que lo usan, pero...
Chizzo: Sí, yo me acuerdo que hace mucho había un grupo que se llamaba Los Encargados. Yo los miraba y decía “¿y éstos?”. Claro, el chabón tiene todo grabado, pone play y sale. Si tocás en vivo, agarrá el instrumento y pelá.
–¿Les preocupa el hecho de que vaya a verlos tanta gente, que pueda haber problemas en algún show?
Tete: El miedo siempre está, porque los chicos que van al recital pasan por distintos momentos de la vida, distintos estados de ánimo. Algunos van a disfrutar, otros vienen medio mal, les pega mal... Y cuando tocás en una cancha de fútbol, no llegás a ver lo que pasa en todas partes. Pero tenemos una buena comunicación con el público, y ellos nos hacen saber cuando pasa algo raro. El país vive un momento difícil, también.
–¿Y cómo viven eso? A ustedes les va bien en un momento en que a la mayoría le va mal.
Tete: Para nosotros es difícil. Vemos lo que nos pasa alrededor en la vida cotidiana: nuestros familiares, amigos. Está muy difícil para todos. Y uno está ahí, tratando de poner el pecho a todo esto, con los recitales que estamos haciendo a beneficio, por ejemplo.
–Y, a veces, ¿pensás en escribir canciones que tengan más que ver con esa crisis?
Chizzo: Mirá... Nosotros tenemos canciones que por ahí dicen algo, pero no me parece estar todo el tiempo hablando de eso. Creo que ir a ver un recital es también tener un poco de alegría. La sociedad está enfermándose todo el tiempo, y por ahí hay que levantar un poco el espíritu. Nosotros funcionamos un poco como levanta-ánimos. Las canciones nuestras son muy de dar aliento, de ser guerrero. Tampoco es cuestión de caer en la pelotudez de “a mover el culo”. Aunque, quién sabe, tal vez algún día escriba algo así.
–La mística de La Renga tiene una carga política muy fuerte, que no parece bajar de ustedes desde el escenario o los discos, pero está...
Chizzo: Nosotros tenemos una relación con el Che Guevara. Pero no tomamos su figura desde una visión política sino como persona. El espíritu de él se refleja en las canciones. Es uno de los últimos románticos. Este disco habla mucho de reyes de mundos perdidos, y el Che era uno de ésos. Cada vez queda menos lugar para ese tipo de personas: parece que el sistema está consumiendo a las nuevas generaciones y metiéndolas en una pantalla de computadora. Veo que hace falta refrescar el deseo de aventura, de no perderse el mundo, no perderse la vida. De esas cosas hablan nuestras
canciones.