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Jueves 7 de Septiembre de 2000

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VIDA, LA DE MICHAEL STIPE: UNO DE LOS GRANDES ARTISTAS QUE EL ROCK PUEDE EXHIBIR EN SUS ULTIMOS VEINTE AÑOS DE HISTORIA

Sensatez y sentimientos

A propósito de la inminente aparición de un nuevo disco de R.E.M., pero fundamentalmente porque sí, el No dedica esta producción a retratar la figura de un músico tan misterioso como decisivo para la cultura joven de estos tiempos. Leyendas, obsesiones, miedos y canciones de un hombre que sigue, por suerte, existiendo. Y viviendo.

POR MARIANA ENRIQUEZ

R.E.M. tocó por primera vez en una iglesia abandonada de Athens, Georgia, una ciudad tan sureña que podría haber sido la de Lo que el viento se llevó. Llovía, y el agua se filtraba por el techo agrietado de la iglesia, empapando a Bill Berry, Peter Buck, Mike Mills y al extraño cantante, John Michael Stipe, un chico de 20 años que llevaba el pelo largo para que los mechones le taparan la cara, llena de granos. Michael acababa de abandonar la universidad, donde estudiaba arte, para armar una banda de garage. Cuando tenía 15 años, en 1976, escuchó por primera vez Horses, el seminal disco debut de Patti Smith, y eso le cambió la vida. “Cuando terminé de escucharlo, quedé tan conmocionado que vomité”, diría años después. Ese disco lo hizo decidir a dedicarse exclusivamente a la música, dejando en segundo plano su otra pasión, la fotografía. Lo que Michael Stipe no podía adivinar, cuando se empapaba en la iglesia abandonada mientras cantaba una versión brutal y desafinada de “Honky Tonk Women”, era que dentro de 20 años Patti Smith sería su amiga y la protagonista de su primer libro de fotografías.

La historia de Stipe es el sueño de todo músico sensible: ser famoso y rico sin haber tenido que vender el alma al diablo en el camino, ni comprometer la integridad artística de su banda. Costó once años de trabajo convertir a R.E.M. en uno de los grupos más influyentes y famosos del mundo, y a Michael Stipe en una suerte de figura cultural íntegra, sólo comparable, del otro lado del Atlántico, a Bono. En 1987, con Document consiguieron su primer éxito, a caballo de la hermosa canción “The One I Love”. Pero no fue hasta 1991, cuando se editó el multiplatino Out of Time que R.E.M. ingresó en el panteón de los clásicos con dos canciones, “Shiny Happy People” y, por supuesto, “Losing My Religion”.

Fue ese mismo año en el que Michael Stipe dejó de dar entrevistas. Su figura representaba un dilema que preocupa a la mayoría de los músicos, y que a veces nunca se resuelve: cómo mantener la privacidad siendo una figura tan pública, cómo equilibrar y mantener la conciencia tranquila cuando se viene de raíces independientes y súbitamente hay que cumplir con las necesidades corporativas. Cómo, en fin, mantener la credibilidad indie cantando en la banda con el mejor contrato discográfico de la historia. Cosa que, hasta el momento, el muchacho resolvió bastante bien. A pesar de su inmensa fama, su vida sigue siendo un misterio. Poco se sabe de sus orígenes, por ejemplo. Nació en 1960, su padre es militar, cuando era chico vivió en Texas, Alemania e Illinois, según su papá cambiaba de destino; tiene dos hermanas y una relación armoniosa con toda la familia. La carrera de su padre siempre le pareció “rara”, dijo él, pero jamás salió de su boca una crítica al ejército o alguna sugerencia de fricciones con su progenitor. Su vida amorosa está rodeada del mismo misterio. Sus letras, insiste, son todo menos autobiográficas.

Y son las letras lo que más atormentan a los fans. Desde el primer Ep Chronic Town y el primer álbum, Murmur (1982), esas intrincadas palabras y frases, que a veces apenas se entienden, fueron la obsesión de los jóvenes universitarios (todavía el público cautivo de R.E.M.) que intentaban vanamente descifrarlas. A él jamás le preocupó la claridad. “Muchas de las letras no tienen sentido alguno, muchas de las palabras ni siquiera son palabras, pero lo que busco es que haya una especie de sensibilidad que trascienda eso. Hay muchas canciones que me influenciaron, de las que recuerdo la letra, aunque no las escuche hace 20 años, y no tengo noción de qué se tratan. Patti Smith, o el primer álbum de Television... Quiero decir, ¿de qué mierda se trata ‘Marquee Moon’? O bandas más nuevas, como Stereolab o Gang of Four... No se entiende nada, pero son bandas excelentes. Lo que importa es lo que sentís cuando escuchás las canciones, lo que significan para vos.” Así, el único álbum de R.E.M. que viene con las letras en el sobre interno es Up, de 1999. Por supuesto, hay canciones que sí son claras. O no exactamente. “Escribo canciones buscando cierta universalidad. Específicas, pero sin clichés, y lo suficientemente vagas como para que cualquiera las pueda aplicar a su situación particular, que puedan identificarse y apropiárselas como suyas.” Este fue el caso de, por ejemplo, “Everybody Hurts”, un himno antisuicidio del que quizá fue el álbum más trágico (y más inspirado) de R.E.M., Automatic For the People (1992): “Cuando el día es largo y la noche es sólo tuya/ cuando estás seguro de que ya no soportás más esta vida/ aguantá/ no te dejes ir/ todos lloran, y todos sufren, a veces./ A veces todo está mal, pero ahora es el momento de cantar/ cuando tu día es una noche solitaria, soportalo/ si sentís que tenés que abandonar/ si ya tuviste suficiente de esta vida/ aguantá./ Todo el mundo sufre, buscá a tus amigos, no estás solo”). O “Losing My Religion”: “La vida es más grande que vos/ y vos no sos como yo/ las distancias a las que iré/ la distancia en tus ojos./ Oh no, dije demasiado/ preparé el terreno./ Ese soy yo en el rincón/ ese soy yo bajo las luces/ perdiendo mi religión/ tratando de estar a tu lado./ Y no sé si puedo hacerlo./ Oh no, dije demasiado/ o dije demasiado poco”.

Esta letra, que podía tratarse de casi cualquier cosa, es la letra que más gente reclamó como propia. Y de todos los que la reclamaron, los que más fuertemente se sintieron identificados fueron los homosexuales. Posiblemente se trate del video más homoerótico que alguna vez haya pasado MTV (imágenes de San Sebastián y una escenografía que recordaba a la estética florida de los fotógrafos gays franceses Pierre y Gilles, y un Michael Stipe que bailaba imitando, según él mismo confesó, a Sinead O’Connor), y fue interpretado como una confesión pública de la homosexualidad del cantante. Pero no era el caso. O por lo menos eso dijo Stipe años después, cuando para la edición de Monster (1994) volvió a enfrentarse a los periodistas. Claro que a esta altura las circunstancias eran otras. El tenía que hablar. Su silencio estaba siendo interpretado en el mejor de los casos como pacatería, y en el peor como simple cobardía. Ya no todo el mundo estaba dispuesto a comprender sus deseos de privacidad y encapsulamiento. El reclamo no era sólo acerca del blanqueamiento de su vida sexual. Kurt Cobain acababa de suicidarse. Los sufrimientos de millonarios como Eddie Vedder ya no eran creíbles y peor, daban risa. Si Stipe no quería convertirse en otra estrella de rock que se lamenta de su fama (y a la que sólo quedaba decirle que, si sufría tanto, se dedicara a otra cosa), tenía que salir de su mutismo. No sólo Cobain, de quien era muy amigo, se había matado. También había muerto otro de sus amigos, el talentoso actor joven River Phoenix. Stipe, aparentemente, no quería abaratar la memoria de sus amigos hablando de su dolor. Pero también entendió que un artista puede compartir: Patti Smith no exorcizó su dolor cuando editó Gone Again, un álbum dedicado a su marido Fred “Sonic” Smith, a su hermano Todd y a su amigo Robert Mapplethorpe, que habían muerto en el espacio de dos años. Tampoco lo hizo Lou Reed cuando tras la muerte de un amigo íntimo publicó Magic & Loss. Ni el propio Cobain cuando derramó su tristeza en el lacerante In Utero. Stipe salió del caparazón entonces, y no sólo en entrevistas.

Dos canciones de Monster eran reveladoras de aquella sensación que lo invadía. En “King of Comedy” cantaba “Hacer plata/ cargado de controversia./ Soy hetero, soy gay soy bi”. Y en “I dont sleep I dream” se preguntaba: “¿Chupo bien la pija?/ ¿Soy bueno en la cama?”. “Me pusieron entre la espada y la pared –explicó en su momento–, cosa que está bien. Se hizo evidente que había ciertos grupos de personas que pensaban que era un cobarde porque no hablaba de mi sexualidad, que no me hacía cargo, y todo llegó a un punto en el que sentí que debía decir algo, que tenía que defenderme... Pero no estando a la defensiva sino diciendo: ‘Miren, no es así. En primer lugar, no es asunto de ustedes, pero ya que me presionan,esto es lo que pasa, esto es lo que soy’. No me siento parte de la comunidad gay. Mucha gente cree que soy 100% gay, pero no es el caso. Tampoco soy 100% heterosexual. Tampoco adhiero ni me gusta el término bisexual. Creo que es barato, que es limitante. Creo que definir la sexualidad es poner una serie de rígidas reglas masculinas a algo que veo como muy femenino y fluido. Sigo sintiendo que no es asunto de nadie. No me siento obligado por ser una persona pública a discutir cada aspecto de mi vida privada. Pero, si se lo tengo que explicar a un chico de primaria, digamos que me acuesto con hombres y mujeres.”

Una vez aclarado ese secreto a voces, llegó el momento de aclarar otro rumor menos agradable, y prejuicioso. Como Stipe siempre fue muy delgado, y como siempre militó activamente en las campañas de educación e investigación del sida, un rumor persistente en los medios fue que era HIV positivo. Lo negó, pero no sin tener la lucidez de aclarar que “si no lo hice antes es porque temía que negarlo iba dar la idea de que estaba poniéndome aparte, diciendo que era mejor que quienes lo sufren. Que iba a estigmatizar más a la gente con sida”.

Monster también contenía “Let Me In”, una canción para Kurt Cobain. Cuando los periodistas le preguntaron al rubio cuál era la banda de rock “corporativo” que admiraba, el líder de Nirvana dijo, sin dudarlo: “R.E.M.”. Que admiraba cómo habían podido meterse en el medio comercial “permaneciendo fieles a su musa” y sin dejarse llevar por los vaivenes de la moda y la comercialidad. Stipe se acercó a Cobain entonces, y se hicieron amigos. Planeaban un álbum juntos. Courtney Love, fan de R.E.M., fue quien los presentó, con la esperanza de que el ejemplo de Stipe ayudara a su marido a comprender que era posible mantenerse puro y fiel a sus principios en el mundo corporativo, a que dejara de temerle al fantasma de la banda que se vendió. Después de todo, también Sonic Youth y Blur lo habían hecho. Stipe y Cobain intercambiaron cartas y llamadas telefónicas (y, según Courtney, también habrían pasado una noche juntos, cosa que Stipe niega y atribuye “a la mitología rockera, esa noche estábamos con el bebé y la niñera, un escenario poco conveniente para una escapada sexual”). La última vez que hablaron, Kurt tuvo que cortarle porque se le estaba quemando una pizza en el horno. Se suicidó un mes después. Stipe no se siente culpable, ni cree que podría haberlo salvado, pero lamenta no haber ayudado más. Y Courtney Love sostiene que, de no haber sido por su amistad con Michael Stipe, ella no hubiera tardado en seguir a su marido. La canción para Cobain dice: “Hey, dejame entrar. Sé pensar en cómo tratar de detenerte, dejame entrar. Pero tengo alquitrán en mis pies y no puedo ver./ Y todos los pájaros me miran desde arriba y se ríen de mí”. Mucho después, Stipe confesó que entendió a Kurt porque “si Murmur hubiera vendido cinco millones de copias, no estaría vivo para contarlo”. La gira de Monster estuvo plagada de tragedias, la más importante fue cuando el baterista Bill Berry se desplomó sobre el escenario, en Suiza, víctima de una aneurisma cerebral. Berry se recuperó, y en 1996 estuvo presente cuando R.E.M. firmó con Warner uno de los mejores contratos que alguna vez le fueron concedidos a una banda: 80 millones de dólares por cinco discos.

La fama y fortuna no detuvieron las inquietudes artísticas y sociales de Stipe. Desde entonces se lo ve cada vez más participando en eventos ecológicos (es vegetariano), apoya a Rock The Vote, la agrupación que intenta concientizar a los jóvenes norteamericanos para participar de las elecciones, tocó en los Tibetan Freedom Concerts, y también empezó a producir películas. En 1998 terminó con su amigo Todd Haynes Velvet Goldmine, cuya banda de sonido incluyó nombres como Radiohead, Placebo, Bernard Butler, Roxy Music y Spacehog (poco después produciría un disco de ellos). Y el año pasado logró su éxito de crítica más fuerte con Being John Malkovich, el inteligente delirio de Spike Jonze. También editó suprimer libro de fotografía, Two Times Intro (publicado en su momento por el No), con imágenes de su amiga Patti Smith durante la gira con Bob Dylan. En público está mucho más relajado y ya no oculta sus excentricidades: a los 40 años se muestra maquillado, las uñas pintadas, cuenta que lleva un cepillo de dientes a todas partes “porque como todo el día y se me queda comida entre los dientes y es un asco”, y es uno de los pocos músicos norteamericanos en haber hecho migas con sus colegas ingleses (invitó a Suede a tocar con R.E.M., produjo a Spacehog, dice que Brian Molko “tiene lindos ojos”, admira a Radiohead). Es también un sex symbol, el poster de las damas y los chicos sensibles, con su cabeza rapada (esta vez porque se le cae el pelo: en 1986 se afeitó hasta las cejas porque estaba deprimido), los ojos azules y su sensualidad sobre el escenario, que tanto tardó en expresar. Todo esto mientras R.E.M. perdió un integrante (Bill Berry decidió abandonar la banda) y a pesar de sus cada vez más evidentes ganas de dejar de tocar en vivo. “Siempre nos catalogan como los abuelos de la escena indie”, dice Stipe, “y lo cierto es que no me siento tan lejos de bandas como Radiohead, por ejemplo. Realmente salimos del punk rock. Todavía me da vergüenza andar en limusinas. Pero hoy no tengo ganas de llorar por mi fama, ni de convertirme en un cínico. Ya no quiero escribir letras que revelen autocompasión. Ya dejé atrás todo eso. Si hay algo que le hizo mal a la escena es esta división entre bandas que se vendieron y bandas que se mantienen fieles a sus raíces independientes. No importa dónde estés. Al final del día, las canciones son buenas o malas. Nosotros siempre fuimos capaces de darnos cuenta de que no podés dejar que el negocio de la música se te suba a la cabeza. Te arruina. No importa si sos R.E.M. o una banda independiente de Carolina del Sur. Lo único que importa es que tu trabajo sea bueno. Y eso es lo que siempre busqué”.

Noticias

El nuevo disco de R.E.M. se editará en marzo del 2001. En este momento, el ahora trío está grabando en Dublín con su estudio portátil: tienen más de veinte canciones que grabaron en Vancouver y en su propio estudio de Athens, Georgia, durante este año. Lo de Dublín es casi un punto final. Bertis Downs, el manager de la banda, dijo que “los chicos están trabajando mucho, y están en la última fase. Las canciones son buenísimas y todo el mundo está de buen humor. Podría definir a los nuevos temas como bien melódicos y atmosféricos, pero para resumir se trata de un disco de R.E.M. en el sentido más clásico”. Por otro lado, está confirmada su participación en el próximo Rock in Rio, en Río de Janeiro, Brasil: el festival va del 12 al 21 de enero y están confirmados Foo Fighters, Red Hot Chilli Peppers, Iron Maiden y hasta Britney Spears. ¿Alguno vendrá a Bs. As.?

 

 

El primer trabajador

Productor. Michael Stipe está en cine desde hace más de diez años, pero fueron sus últimas cuatro películas como coproductor y productor ejecutivo las que le dieron prestigio. Así, en 1998 fue el productor ejecutivo de Velvet Goldmine, de Todd Haynes. Y en 1999 coprodujo tres films: American Movie, un documental de Chris Smith acerca de un cineasta independiente que busca financiarse su propio film de horror; The Limey, de Steven Soderbergh y con Terence Stamp, Joe Dallesandro y Peter Fonda, y la increíble Being John Malkovich, de Spike Jonze.

Fotógrafo. Maneja la cámara desde que tiene 15 años y es una pasión que siempre acompañó a la música. Es más: en su adolescencia dudó a la hora de elegir a cuál de sus dos pasiones dedicarse. En 1998 publicó Two Times Intro, un libro de fotos dedicado a imágenes de Patti Smith. Su nuevo proyecto fotográfico, para el que está preparando un libro, se llama For the Empty. Quiere abrir y cerrar el libro con su propio autorretrato fotográfico, desnudo, “como un modo de neutralizar todo el contenido del libro y quitarle el voyeurismo simplista. Pero después me puse a pensar: ¿quién va a querer ver fotos de un cuarentón desnudo?”.

Escritor. Haiku Year es un libro publicado en 1997, y que consiste en recopilar la extraña asignatura que se impusieron él y cinco de sus amigos: escribir un haiku (poema típico japonés de tres líneas y diecisiete sílabas) todas las mañanas, durante un año. No todos cumplieron con la propuesta (Stipe ciertamente no lo hizo), pero se acercaron bastante. Los cinco amigos que también contribuyen son Grant Lee Philips (de Grant Lee Buffalo), Douglas Martin (poeta de Georgia), Tom Gilroy (director de cine), Jim McKay (también cineasta) y Rick Roth (presidente de la rama nordeste de Amnesty International en EE.UU.). ]

Activismo. El propio Stipe se da cuenta del escepticismo que provoca la militancia de las estrellas, y llama a las causas “activismo de las celebridades” (con desprecio). “Creo que ayudé a crear esta suerte de compromiso social de los famosos en los ‘80. Me di cuenta del poder que se puede tener. Pero cada vez estoy más cuidadoso y reluctante en ser empujado al pedestal de la política. Entro y salgo. Mi actividad política crece, no obstante, y también crece mi cinismo en cuanto al activismo político de gente en mi posición.”

 

Los aliados

Patti Smith. Durante la gira de Monster se podía escuchar Horses –el tremendo disco debut de Patti Smith–, antes de que comenzaran los shows. Patti Smith se enteró entonces del fanatismo de Michael, y accedió a acompañarlo sobre el escenario varias veces, cantando “Let Me In” y también “Dancing Barefoot”. Ese mismo año, Stipe la acompañó en su gira con Bob Dylan, y la fotografió para Two Times: Intro. Ya en el siguiente álbum de R.E.M., New Adventures in Hi Fi, la amistad quedó sellada cuando Patti participó en “E-Bow the Letter”, y también en el video.

Kurt Cobain / Courtney Love. Stipe conoció a Courtney cuando vio a Hole en Athens, durante la gira de Pretty in the Inside. Ella siempre había sido fan de R.E.M., y además creía que para convertirse en una estrella, tenía que hacerse amiga de Stipe. En el momento de mayor éxito de Nirvana, Courtney presentó a Kurt y Michael. Su idea era que se hicieran amigos: Kurt también era fan de R.E.M. El la adora. La convenció de entrar al mundo del cine, y la estimuló para que cambiara su look y su actitud. “Es un ciclón”, dice Michael de su amiga. “Cada vez que leo una de sus entrevistas me pongo eufórico. Es mucho más inteligente que yo, es la mejor conversadora que conozco, es hermosa.”

Morrissey. Le mandó varias postales, invitándolo a encontrarse con él en hoteles londinenses. Aunque no se ven mucho (“Morrissey no es bueno contestando cartas”, dice Michael), suelen hablarse por teléfono y según Stipe, “es un tipo bárbaro”. Hubo rumores de que tenían un romance, pero Michael asegura que fueron “exagerados”.

River Phoenix. Michael lo conoció, se hicieron amigos, y Phoenix posó en blue jeans para Michael, que después donó las fotos a una campaña de fondos para la investigación del sida. “El fue mi inspiración para meterme en el mundo del cine: me mostró que esa industria tenía un lado humano que yo desconocía. Su muerte fue un error estúpido.” La amistad de Stipe con la familia Phoenix continúa. Rain Phoenix, actriz y cantante, es la responsable de los coros en “Bang and Blame” (de Monster) y grabó con él un tema para Happiness, de Todd Solodonz.