ANDRES
CIRO HABLA DEL MOMENTO DE LOS PIOJOS Y DE SI MISMO COMO LIDER DE MASAS
ROCKERAS
“A
veces cometo el error de creer que lo que yo pueda decirles es muy importante
”
A dias
de la aparición del nuevo disco de Los Piojos, el primero en estudios
luego de tres años, el cantante y ahora productor de la banda eflexiona
sobre lo que sucede en y alrededor de una banda nacional y popular.
TEXTOS
PABLO PLOTKIN
FOTOS NORA LEZANO
No
hubo tiempo de hacer muchas más cosas en Los Angeles que para mezclar
el disco, cuya edición está prevista para el lunes 23 de
octubre. Pero Los Piojos jugaron algunos picaditos en Venice Beach, la
playa de Santa Monica, en donde cuenta la leyenda rocker Jim
Morrison pensó que armar una banda de rock y ponerle The Doors
no era una mala idea. Estuve metido en el estudio de lunes a sábados,
al lado de Gustavo Borner (ingeniero de sonido), y recorrí... Nada
(risas), cuenta un somnoliento Andrés Ciro una tarde de lluvia
en Buenos Aires. El núcleo central de la banda ha vuelto hace un
par de días de la excursión a la costa oeste de los Estados
Unidos, con un disco hecho bajo el brazo. Verde paisaje del infierno contendrá
finalmente catorce temas (no quince), a saber: María y José,
Labio de seda, Luz de marfil, Vine hasta
aquí, Globalización, Fijate,
Reggae rojo y negro, Ruleta, Morella (con
la participación de Ricardo Mollo, en un vibrante solo de guitarra),
La luna y la cabra, Media caña, Mi
babe, Merecido y San Jauretche. De Los Angeles,
no mucho más para contar, salvo la anécdota de una increíble
fiesta-comida a pleno sol y a toda pasta, junto a un grupo de italianos
cincuentones. Imaginen el cuadro. Y la potencia del auto deportivo con
que Borner casi siempre encargado de mezcla de varios grupos argentinos
en Los Angeles recorre esas largas avenidas y autopistas de la ciudad
que nunca parece terminar. Andrés, ahora relajado tras un arduo
(y flamante) triple trabajo de compositor-cantante y productor, tiene
tiempo para leer, otra vez. Va por la mitad de Yo soy el Diego y no deja
de remarcar la agradable sorpresa que significó la dedicatoria
en el libro dentro de una larga lista de Maradona para la
banda. Qué puedo decir... Es una emoción, una gran
emoción, comenta. El resto, ya fue dicho y aquí está.
Verde paisaje al infierno sugiere imágenes contradictorias:
el camino al infierno pintado de un color comúnmente asociado al
paraíso.
Sí, nos gustó eso. Tiene que ver con buscar un lugar
verde en un infierno, con encontrar el verde en el infierno, o que lo
verde también pueda ser infernal. Se me ocurrió viendo todo
ese verde que se extendía en la quinta que alquilamos para ensayar.
Veníamos de ensayar en un PH, sin ver verde jamás. De repente
tuvimos una especie de paraíso adonde ir a hacer lo que nos gusta
de una manera relajada, en medio de ese infierno que es a veces la vida
de uno, fuera de los momentos placenteros.
Decís
que en la época de Azul estaban mal por algunas cosas
que les había deparado el éxito. ¿Cómo se
sienten ahora?
En el disco hay una idea de esperanza, de renacimiento. Antes de
lo que pasó con Dani (Buira, el baterista alejado del grupo por
una pelea interna), nosotros hablábamos de cerrar una etapa con
DBN, con el sonido, aunque no sabíamos muy bien de qué se
trataba, pero tenía que ver con los diez años. Se terminaba
una etapa. Estábamos hablando de meter máquinas. De hecho,
hicimos algunas zapadas que tienen bases para máquinas. Fue muy
loca la coincidencia, sobre todo a partir de lo que un baterista nuevo
puede aportar al grupo. Yo me hice cargo de la producción, así
que terminamos con esa paternidad que se había creado con (Adrián)
Bilbao y (Alfredo) Toth, que es un dúo súper eficiente que
a nosotros nos había dado resultados excelentes. Fue una decisión
riesgosa, pero era una necesidad.
¿Y
en qué derivó esa búsqueda?
En incorporar teclados como nunca antes lo habíamos hecho.
Invitar a gente como Peteco Carabajal a tocar el violín en San
Jauretche; El Toba, que es un amigo, tocó instrumentos indígenas.
Ricardo (Mollo) hizo la producción de violas, sugirió cosas,
y es también un talento único. No solamente es un gran músico
sino que debe haber pocos tipos que sepan tanto de guitarras como él.
Y tocó en Sumo, que para mí es la banda más grande
que hubo acá, y va a ser la más moderna por mucho tiempo.
¿Y
cómo te sentiste en el papel de productor?
Fue alucinante el respaldo que me dieron los chicos. Están
muy claros los roles de cada uno. Como músico, la mayor parte del
tiempo te la pasás ensayando dos horas por día, y el resto
jugando al fútbol y despertándote a las dos de la tarde.
Hacía trece años que no me despertaba una semana entera
antes del mediodía... Me gustó eso de tener que ponerme
las pilas para que los invitados lleguen a horario, por ejemplo. Y también
la actitud de los pibes de escucharme cuando se me ocurre algo, de probarlo,
de consultarlo con ellos, y cuando no funcionaba tenerme paciencia paravolver
atrás. Muy copado. Es cansador: estoy doce horas adentro del estudio,
cosa que no sucedía cuando trabajábamos con Alfredo.
¿Tiene
que ver con que estás más grande?
Puede ser. No es un gesto de soberbia: es una necesidad de crecer.
Hay veces en que no coincidís con tu productor, y finalmente en
la creatividad te tenés que sacar la leche con todo lo que puedas.
Si a vos te gusta que el coro suene desafinado, mientras la banda esté
de acuerdo, ¿por qué no? Uno elige el arte para ser el dios
de uno mismo. Someterse al gusto de otro en un punto te cansa. Alfredo
tiene un talento y un oído impresionantes, y te hace crecer un
tema de un modo alucinante, pero a veces a vos te gusta que el cuento
esté mal escrito. Eso no quiere decir que en un futuro no volvamos
a laburar con un productor.
Tuvieron
ofertas tentadoras de sellos multinacionales.
¿Qué los convenció de seguir con su sello propio?
Firmar con una multinacional te genera una dependencia. Cuando estás
ahí, no sos una banda independiente (llegamos a la palabra tan
usada...). A menos que seas una banda muy grande, ellos imponen las reglas.
A mí me rompería mucho las pelotas que viniera un tipo que
no es músico y me dijera: Che, me parece que tendrías
que hacerte otro temita como ese que anduvo tan bien en el disco anterior.
Realmente me rompería muchísimo las bolas, porque sé
que es un apriete. Existe eso de estamos gastando la plata en vos:
no dejes de saberlo. Lo que es lógico, porque se trata de
empresas. Pero en nuestra decisión prima el arte, no hay apuros
de tiempo y dinero. Obviamente, tratamos de abaratar los costos lo máximo
posible. Pero hasta ahí, porque ahora nos vamos a Los Angeles a
mezclar el disco, y no me voy yo solo: preferimos estar todos. El único
que no viene es Roger (el nuevo baterista, Sebastián Cardero, apodado
así por su parecido con el cantante de The Who), pero eso es más
una cuestión de tiempo.
Eso
hace suponer que todavía no se lo considera parte efectiva de Los
Piojos.
A simple vista parece eso. Roger me sorprende por lo ubicado y lo
humilde que es, no quiere pasar por arriba de nadie. Es un poco ansioso,
como es lógico. Nos propuso pagar él su viaje, pero le dijimos
que no era una cuestión de plata: no queremos apurar las cosas.
Es un pensamiento difícil, no sé si es el más acertado,
pero cuando con una novia querés hacer todo el primer fin de semana,
lo más posible es que la eches a perder. Pero es notable la actitud
que tiene. Yo lo siento parte de Los Piojos. No lo siento como un tipo
al que le pago para tocar. No somos los Rolling Stones, no tenemos su
vejez ni su estrellato. Lo que pasa es que una relación de diez
años como la que tuvimos con Dani no se la puede reemplazar de
un día para el otro. Es imposible. Pero el cambio podría
haber sido mucho peor, a pesar de lo doloroso que fue. A nosotros nos
interesa conocer a Roger, que empiece a tirar la suya y que se vuelva
uno más. Pero sería absurdo que llegue a la banda y uno
lo trate como a un amigo de toda la vida. Las personas somos muy complejas:
si el día de mañana descubrimos que es cleptómano,
o loco... Pero por ahora todo progresa con sorprendente rapidez, gracias
a su ubicación y humildad. En Obras algunos gritaban Dani,
Dani, y Roger en el camarín me decía: Yo los
re-entiendo. No vine a sacarle el lugar a nadie. Vengo a hacer lo mío,
y a esos pibes los entiendo.
Cada
vez se hace más grande la brecha generacional entre vos y tu público.
¿Sentís cierta responsabilidad sobre ellos a la hora de
escribir o de decir algo?
A veces cometo el error de creer que lo que yo pueda decirles es
muy importante. Sí es copado tirarles ciertas líneas, como
lo de Jauretche. Creo que irradiamos energía positiva. Es nuestra
intención desde hace mucho tiempo. Quizás al principio no,
porque uno era más inconsciente y tenía grandes mambos.
Me acuerdo una vez que tocamos en el Mariano Acosta.Yo había escabiado
antes y salí como enloquecido. Estaba en pedo, enfervorizado, y
al tercer tema me había quedado sin voz. Había gritado como
un animal, sin calentar la garganta. No pasó medio segundo hasta
que hubo una ráfaga de aire helado entre la gente y yo. La música
es vibración, y la energía que tirás es lo más
importante. Yo sigo teniendo grandes mambos, pero a la vez soy más
consciente. Y esa energía positiva es la que la gente dice sentir
en los shows. Creo que es uno de los motivos por los que estamos donde
estamos. Es cierto que a veces me rompe las bolas sentir que tengo 32
años, mis mambos, que he pasado por ciertas cosas, y quiero cantar
algo sin importarme que lo escuchen pibes de doce años. Que se
hagan cargo sus padres. Yo tengo que crear.
También
se espera que tomes una postura social determinada, siempre...
A veces me hincho las bolas y digo: ¿No puedo hacer
un tema como los de Marilyn Manson?.
¿Y
te los reprimís cuando te surgen?
No, pero en un momento me aparece esa imagen. De todas maneras creo
que al pibe le queda lo que le tiene que quedar. No creo que nadie se
suicide por una canción. Uno no es tan importante.
Pero
cantar para 30 mil personas, ¿no te hace sentir importante?
No. Me siento muy importante cuando veo a decenas de tipos armando
un escenario de no sé cuántos metros, elevando luces, torres,
hombres que se ponen chalecos de seguridad, policía, la calle cortada,
y yo soy el único que puede pasar. Esos son lugares en los que
me siento importante. Después, en el show, me siento parte de un
juego. Es el juego que todos aceptamos jugar. Jugamos al ídolo.
¿Qué importancia tiene tocarme la mano? Ninguna. No te va
a modificar nada. Sin embargo, hay un juego tácito que consiste
en aplastarse contra la valla para tocarme la mano. Es una pequeña
meta de un juego que la gente se plantea.
Como
agarrar la sortija.
Claro. Aunque agarrar la sortija te da una vuelta gratis; darme
la mano a mí no te da nada. Es una anécdota: ¡le toqué
la mano a Ciro! Es parte de un juego, y uno tiene que jugarlo lo mejor
posible. Sí me gusta cuando siento que estoy haciendo algo bien:
un momento, una voz, un instante de adrenalina. Ahí pienso: ¡qué
bien estoy jugando este juego! Imaginate si Maradona pensara en toda la
gente que lo mira. Se caería antes de sacar del medio. Una banda
de rock que se achica no puede llegar a un escenario grande. Si le tenés
miedo a la comunicación, dedicate a otra cosa.
Una
parte del rock argentino de los 90 condenó el aburguesamiento
de los artistas.
¿Por qué creés que provoca cierto escozor el hecho
de que te compres un auto caro?
Creo que es natural que me compre un auto lindo. Cuando llego acá
(los estudios Panda), hay pibes que nos esperan en la puerta, me piden
autógrafos, algunos me dicen: Che, qué buen auto,
pero con la mejor onda. Al tipo que te quiere o respeta no le importa
qué auto tenés. ¿Qué vamos a esperar, que
Rodrigo anduviera en ojotas? La Mona Jiménez no sé en qué
auto anda, pero no creo que ande en un Dodge 1500. Me parecería
ridículo. Hay que buscar un equilibrio. Eso lo pienso cuando hago
una letra. Creo que es peligroso... A menos que hagas un tema como Coche
viejo, de Paralamas: uno supone que el cantante no está hablando
de sí mismo, a menos que sea un recuerdo. Son ficciones. Pero si
pensás hablar de vos, hay que tener cuidado. Hay ciertas bandas
que arrancan de un lugar contestatario, a las que escucho y pienso: Guarda,
porque si a vos te va bien, ¿de qué vas a escribir?.
Creo que ya cayó en desuso eso de cuestionar a Mercedes Sosa porque
anda en Mercedes. Me chupa un huevo. Mercedes Sosa no me va a salvar la
vida: ¿por qué me va a joder que ande en Mercedes? Los pibes
de seguridad de Obras, que ya me van conociendo, el día que me
compré el Rover me decían: Era hora de que te compraras
unbuen auto. Es lógico. Me parece despreciable la persona
a la que le va bien y lo oculta.
Volviendo
al disco: una de las canciones nuevas, Globalización,
es una toma de posición muy definida.
Está bien: yo voy al Jumbo del oeste, y si viviera en Palermo
iría al Alto Palermo. No tengo algo contra los shoppings; me parece
poco feliz cuando vienen a ocupar espacios físicos que podrían
destinarse a otra cosa. O los McDonalds. Mi hija siempre quiere
comer en McDonalds, la cajita feliz. Y a mí me gusta el sabor
del Big Mac. Pero creo que no hay equidad en ese intercambio. Por eso
digo: Es Noche de Brujas, ya tengo mi bate/ shopping y McDonalds,
metete en el culo el mate... Tragá mi canción y olvidate.
La globalización es una mentira. Me parece interesante hasta cierto
punto lo de Internet, aunque mucha bola no le doy. No le veo mucho sentido
a chatear con un venezolano que vive en Los Angeles. Puede ser interesante,
pero prefiero charlar con alguien personalmente. Me parece una mentira
más. San Jauretche plantea también algo de esto.
María
y José es, también, algo así como una fábula
tercermundista.
María y José habla de un matrimonio suburbano
que concibe a un chico con destino de mesías, pero al final María,
la madre, dice: Las madres no queremos héroes, tráiganme
paacá a mi Ramón. Había leído
El Evangelio según Jesucristo, de Saramago, y tenía la imagen
de un éxodo obligado. Pensé cómo se podía
trasladar eso acá: entonces se me ocurrió la historia sorprendentemente
similar que tenemos en los desiertos de Cuyo con toda esa zona de Medio
Oriente. Me los imaginé viajando porque se quedaron sin laburo,
yéndose en la miseria total en la caja de un camión. Y ahí
un boliviano es el que presencia el parto. El tipo quiere buscar un mesías,
pero la madre lo saca de ese lugar, porque sabe que los tipos que quisieron
modificar algo fueron liquidados. Más ahora, que estamos todos
vigilados. Mientras lo cantaba me vino la imagen de las Malvinas, las
madres no queremos héroes. La diferencia con ese pueblo judío
es que ellos contaban con una gran fe y una gran cultura. Ahora estamos
muy invadidos por imágenes de confort. Esa fomentación del
deseo hace que el individuo quiera ya. Y en realidad no es más
que un nuevo retroceso.
Globalización
Cuervo
mexicano/ bajo águila yanqui/ samurai el ponja/ vestido de punkie./
Ahí va Scottie Pippen/ en medio de la Puna/ no te hagai problema
darlin/ slippin en la cuna. / Es noche de brujas/ ya tengo
mi bate/ shopping y macdonal/ metete en el culo el mate. / Nos juntamos
todos/ a tirar los dados/ a ver qué gobierno le conviene a estos
tarados/ Globalización/ tragá mi canción/ Globalización/
y olvidate./ Globalización/ niu dominación/ Globalización/
y olvidate. / Pibe no te engrupas/ me decía el vecino/ andate pal
norte/ acá no hay camino. / Todos me llenaban/ así la cabeza/
me globalicé/ debe debe debe debe... / Globalización/ tragá
mi canción/ Globalización/ y olvidate. / Globalización/
niu dominación/ Globalización/ y olvidate.
Los
personajes de la imaginería piojosa
Cuadro
de honor
Diego
Maradona. El romance más difundido, cercano y acabado
de Los Piojos. La relación empezó con Maradó,
siguió con la aparición en escena del Diego en Obras
(más un posterior encuentro en un restaurante de Las Cañitas,
donde un par de Piojos le regalaron un bombo murguero) y llega hasta
hoy: ellos tocando de espaldas al público, de cara a la pantalla
en que se proyectan imágenes del astro (Obras 2000); Diego
incluyéndolos en la lista de agradecimientos de Yo soy El
Diego, su autobiografía.
Enrique
Santos Discépolo. A través de la versión
rock de Yira Yira (Chac Tu Chac, 1992), Los Piojos publicaron
su fascinación por el poeta que contó con resplandeciente
lucidez las miserias de los tiempos modernos, y la influencia que
ejerció sobre Ciro se comprueba en temas como Manises
(que recupera el espíritu de la advertencia: Cuando
manyés que a tu lado se prueban la ropa que vas a dejar).
En los últimos shows en Obras, loopearon la imagen del poeta
explicándole Yira Yira a Gardel. Sublime.
Arturo
Jauretche. Lean a Jauretche, recomendó Andrés
desde el escenario después de estrenar San Jauretche
(que estará incluido en Verde paisaje al infierno). Conductor
de la Forja (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina)
y nexo ideológico entre el yrigoyenismo y el peronismo, el
político y autor reivindicaba al hombre argentino común
(el ver las cosas desde adentro) y repudiaba a la intelligentzia
extranjerizante. Vean de qué habla Globalización.
Rolling
Stones. En cierta oportunidad, Andrés le confesó
a este suplemento que se sumó a Los Piojos para tocar covers
de los Stones. Uno de los hits del repertorio en los primeros tiempos
era una versión algo desordenada de Jumpin Jack
Flash. Con el tiempo, el fanatismo por Sus Majestades Satánicas
mutó en admiración, y la pasión ahora descansa
en la remake en castellano de Its only rocknroll,
but I like it (Ritual, 1999).
Jaime
Roos. A nosotros nos resulta más estimulante revolcarnos
en el barro de la orilla rioplatense que en la de Manhattan o California,
dijo Ciro alguna vez. Luego, el maestro del candombe uruguayo los
elogió personalmente: Ustedes tienen mucho de Buenos
Aires, esa cosa rioplatense y callejera, medio tanguera, que no
veo en otros grupos que imitan el rock anglosajón o latino.
Los mejores resultados se ven en Ay ay ay, Ando
ganas, Al atardecer y el nuevo La cabra
y la luna (título tentativo).
Redonditos
de Ricota. El ejemplo de cómo se comporta una banda de
rock lo aprendieron de Solari y los suyos. Exposición mediática
mínima indispensable, coherencia ideológica y la idea
del artista como proyección de su público. En 1990,
los Redondos los eligieron revelación en la encuesta
anual del suplemento Sí, Skay subió a tocar con ellos
y la Negra Poli se los recomendó al productor Gustavo Gauvry,
que terminaría conectándolos con DBN para editar el
debut.
Ernesto
Che Guevara. El único mártir consumado de esta
pequeña galería, y tal vez el máximo héroe
del siglo pasado. Antes que adoptaran la figura de Jauretche, era
el único emblema político explícito de Los
Piojos (también expuesto en imágenes en los últimos
Obras). Esquina Libertad, la canción que abre
Tercer Arco, retrata los tiempos en que el marketing global se apropió
de la imagen del revolucionario: Guevara en mi remera de Dior...
Era argentino y murió en Vietnam.
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