Esa
flor que está naciendo, ese sol que brilla más,
todo eso se parece a la sonrisa de mamá. Así decía
aquel gran cantante, político, filósofo, empresario
y ahora nuevamente cantante (para alegría de muchos). Viene
el día de la madre, regalos, flores, amor para esa persona
que nos dio la vida... ¿Nos dio la vida? ¿Estamos
seguros de eso? Un hermano es un hermano (decía Francella),
ahora ¿nuestra madre es nuestra madre? ¿Nunca sospechaste
ser un hijo adoptado? Al final de este test, tendrás la
respuesta.
Le pedís
a tu vieja fotos de cuando eras un bebé: ¿Cómo
reacciona ella?
Te muestra las fotos de bebé, acompañado de toda
la familia.
Te muestra una foto de Pablito Codevilla y te dice que sos vos.
Te dice que todavía no mandó a revelar los rollos.
Sale corriendo al grito de: ¡Lo sabe! ¡Lo sabe!
Reyes Magos:
¿Qué te preguntaban tus amiguitos de la niñez?
¿Qué les pediste a los Reyes Magos?
En tu caso, ¿los Reyes Magos también son adoptivos?
Los regalos ¿te los dejan en tu casa natal o en la que
estás viviendo ahora?
¿Sabés que los Reyes son tus padres? ¿Sabes
que tus padres no son tus padres?
¿Cómo
te festejaban tu cumpleaños?
Una fiesta con tus amiguitos y familia.
Una fiesta con tus amiguitos y familia,
y otra gente que también decía ser tu familia.
Nunca supieron en realidad qué número
de cumpleaños festejaban.
Todos los años te lo festejaban un día distinto.
¿Qué
te decían por el regalo en el día de la madre?
Gracias hijo, es hermoso, te quiero.
Gracias hijo, es hermoso, te quiero. ¿Y a la otra
qué le vas a regalar?
Un repasador, cómo se nota que no soy tu mad...
¿Y esto, por qué?
¿Cómo
empezaba una charla con tu viejo?
Es hora de hablar de padre a hijo.
Es hora de hablar de... a... Hablemos.
Es hora de hablar con tu padre, te paso el teléfono.
¿Hablar, para qué?
Por casualidad
escuchaste una conversación de tus padres, que decían:
Estoy tan orgullosa de él.
Lo quiero como si fuese nuestro.
¿Ya se lo dijiste?
¿Devolverlo ni a palos, no?
En un programa
de TV trataban el tema de la adopción, ¿qué
comentaba tu vieja?
Qué lindo, qué muestra de amor tan grande.
No son temas para tratar a esta hora, hay chicos mirando...
¡Cambiá, que empieza la novela!
Una les da todo, y después te agradecen de esta forma.
Le anunciás
tu casamiento a tu vieja, ¿cómo reacciona?
Es la alegría más grande que me has dado, que seas
muy feliz.
Qué lindo... Voy a ser una suegra adoptiva.
Espero que ustedes sí puedan tener hijos.
¿A tu familia le vas a avisar por medio de Franco Bagnato?
Feliz día
a todas las madres, adoptivas, naturales y a las que no son también...
Les dejo una frase célebre que identifica a todas las madres
del mundo: Me vas a sacar canas verdes, mirá...
(recomiendo regalar casting o cualquier tipo de tintura).
La
otra mitología del subte
Mino
¿qué?
JAVIER
AGUIRRE
Los
ruidos de las vías del subte .-el ta-tán,
ta-tán-. son en realidad el eco de los latidos
del corazón de una criatura subterránea fantástica,
mitad hombre, mitad topo; el Minotopo. Ideas así sostienen
a Subíte, la última campaña promocional
de Metrovías, una especie de historia mitológica
que da explicaciones pintoresco-clásicas al origen de
los subterráneos de Buenos Aires. Así, según
Subíte, los subtes son en realidad truenos de hierro
que fueron creados por el rey dios Ilineo para vencer a Carnerbero,
el monstruo de la oscuridad. Y las manijas redondas que cuelgan
del techo de los vagones son, de acuerdo al mito, los anillos
para el equilibrio de la malvada gorgona Salamandra, que fuera
vencida por la espada del joven guerrero Nurio.
Estos mitos, que Metrovías ha puesto en avisos televisivos
y afiches, son sólo una parte de la verdadera mitología
de los subtes. Por eso el No te presenta otros personajes seminales
de los subterráneos porteños:
Hervideo: antiguo dios del calor y la humedad, hijo bastardo
del Diablo y Aquamán. Por su culpa, el subte supera los
40 grados de temperatura en verano y la piel de los pasajeros
porteños bate records mundiales de producción
de sudor. Su deseo es convertir al mundo en una olla a presión
y cocinarnos vivos. Lo está logrando en las líneas
B y D.
Sordio: joven mancebo silbador, completamente sordo pero con
labios y garganta de acero. Sus silbidos -.que se escuchan especialmente
en la línea C-. son tan agudos y penetrantes que destrozan
los tímpanos humanos en cualquier viaje. Gracias a ellos
se extinguieron de los subtes los seres de oídos hipersensibles,
como perros, gatos, ratas y murciélagos.
Diurna: la bella princesa del horario comercial, amante del
sol y enemiga de la oscuridad. Odiaba que la gente viajara de
noche. Quien alguna vez intente tomarse el subte después
de las 23 o antes de las 7 de la mañana, deberá
gastarse seis mangos de taxi. Es la Maldición de Diurna.
Minosardo: temible pueblo de criaturas mitad hombre, mitad sardina.
Como verdaderas patotas de los ríos subterráneos,
los minosardos viajaban todos juntos, apiñados y amontonados;
empujándose, toqueteándose, respirándose
en las caras, afanándose las billeteras, clavándose
los paraguas y violándose las mochilas. Gracias a su
herencia, los pasajeros del subte viajan como sardinas en una
lata. Y en vagones con olor a pescado.
About
el Fernando, la nueva bebida para el/la chabon/a
¡Polémica
en el minimercado!
P.P.
-
Los exquisitos saben que parte del placer se esconde en la víspera
del hecho placentero. O sea, el trotecito antes de jugar un
partido de fútbol ya está bueno, en sí.
Ese mismo placer está en enfriar el vaso en el que vas
a servir cerveza, en chamuyarte a una mina que ya sabés
que está con vos, en ponerle cuidadosamente el queso
rallado al plato de fideos. Bueno, este placer por lo previo
empieza a extinguirse, al menos para los bebedores del clásico
fernet con cola, ya que acaba de aparecer un nuevo producto:
El Fernando, que no es otra cosa que fernet con cola ya mezclado,
ya preparado, ya listo, ya hecho, ya masticado. ¿Y si
me lo quería preparar yo? ¿Y si a mí me
gusta el fernet con cola, pero con otras proporciones? ¿Qué
gracia tiene comprarlo, ya hecho? Para colmo, digamos que el
nombre del producto no es demasiado original: es lo mismo que
lanzar al mercado un café marca Feca, una cerveza marca
Birra, o un cigarrillo marca Faso.
Un comentario final sobre el nombre de este producto. Qué
momento para lanzar a la venta algo cualquier cosa
que se llame Fernando, ¿no? Lo que viene es una fija:
llega el licor de chocolate Chacho. J.A.
--La
primera vez que tuve noción de la existencia del Fernando
fue en el camarín de un galpón catamarqueño,
en medio del Insomnio Tour de Attaque 77 y Babasónicos.
Mientras esperaban la hora del show, los Villanos jugaban al
metegol y le daban del pico a una de estas botellas de plástico
de un litro que se ve aquí al lado. Era algo más
dulce que el tradicional Fernet con Coca-Cola, y el estómago
amagaba ponerse de rodillas, pero no estaba mal. En un viaje
a Córdoba (patria chica del Fernando, pero
de mucho antes que apareciera la marca), el fin de semana pasado
para ver a Bersuit, compré un ejemplar del producto por
un peso y medio, a pesar de las alarmantes recomendaciones de
un quiosquero local (no tomés eso, hermano, no
dice ni quién lo hace). Más allá
de detalles químicos de elaboración (que igualmente
convendría tener en cuenta), ¡bienvenido, Fernando!
Era hora de que alguien llamara a las cosas por su nombre.
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