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Jueves 26 de Octubre de 2000

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Andrés Calamaro, apocalipsis now

¡Sí,es un discoyonqui!
¡Pero es ficción, boludos!

 

 

No ha cambiado mucho el panorama desde el exilio interno del apart de la calle Suipacha, en el verano de este año. O sí: ahora, aquellas canciones concebidas en estado de febril hiperactividad compositiva han tomado forma de cd para comprar y escuchar. Mientras tanto, el culpable de todo, aquí, tiene muuuuuchas cosas para decir....

TEXTO ESTEBAN PINTOS
FOTOS NORA LEZANO

”¡Ficción! ¡Harvey Keitel no es un policía drogadicto! ¡Es un actor judío! ¡Era broma todo! ¡Estoy flaco porque no quiero estar gordo!” Se pone de pie y le grita al grabador, al micrófono del grabador. Bienvenidos a Tacuarentown (el territorio de los que tienen 40, aunque él tenga 38), donde todo es rock and roll o bullshit (Bazterrica dixit), el país-Calamaro que se circunscribe a las paredes de su coqueto departamento, del cual habita –en grado desproporcionado– dos ambientes. En uno tiene sexo y en el otro (el altillo), graba. También va al baño, de vez en cuando. Y de vez en cuando, come. Está molesto con las crónicas periodísticas que lo describen “extremadamente flaco” y cosas por el estilo. Igualmente, sus actuales arranques de furia –al menos con este cronista– no pasan por el famoso bate ni por la rotura de instrumentos o el lanzamiento al vacío de lo que tenga a mano. Sólo se pone de pie, grita (el orden de los factores no altera el producto) y cambia de track del cd que en ese momento haya caído en la reproductora. Muestra los “cinco dedos” que son, para él, los cinco discos que componen el paquete gordo de El salmón –en breve en tu disquería amiga–, pero la ansiedad (y su ego) pueden más. Entonces, trae una caja de cartón que contiene unos 40 cd’s más, la flamante cosecha de canciones que vienen después de la anterior cosecha de canciones, esas que figuran en este lanzamiento oficial. Grabado en un 75 por ciento en una portaestudio de cuatro canales y tocado casi íntegramente por él, escrito a dúo con Marcelo “El Cuino” Scornik (ver recuadro). “De potrero”, dice el protagonista de esta ficción que se parece peligrosamente a una realidad.
Calamaro está en un período completamente anárquico, o así se lo puede entender si se piensa que grabó cinco discos como los grabó, y que está como está. Encerrado en su casa. Sin dormir, casi. Sexo y canciones, su dieta básica de mantenimiento. Viste un pantalón gastado y una remera de Therapy (!). Anda descalzo. Pone y saca cd’s. Comenta cada canción, o toca una batería imaginaria. Está Juanse por ahí.Andrés para de hablar y se ponen a tocar. Graban una base y sobre ella, tocan. Así se pasa la tarde.
No hay preguntas. El no lo permite, pero no diciendo “no quiero preguntas”. Habla sin parar y como en un monólogo alucinado que, sin embargo, es perfectamente coherente. Cuesta creer que éste es un artista vendedor de miles de discos, carne de póster y “prioridad” para compañía multinacional. Está huyendo de todo eso. O hace que huye. Quién sabe. Mientras tanto, habla. Tira frases como dentelladas. Provoca. Ironiza. Grita. Lo que sigue es una transcripción textual de su monólogo de toda una tarde en su casa de Recoleta. Personas fácilmente impresionables por la palabra, abstenerse.
Arranca. “Me harté de la aristocracia cultural que lee Página/12... De ir al cine, a restaurantes buenos, comer la comida de moda. El piola argentino, pero de clase A, me tiene las bolas llenas. Y yo tengo más ropa en mi armario que la que el piola va a ver en toda su vida, pero no sé dónde está... He pasado mucho tiempo en mi casa grabando el disco y no sé dónde está. Lo único que encuentro es este pantalón y esta camiseta. Me chupan un huevo los bienes materiales, me siento bien, más flaco... ¡Por eso estoy flaco! Hacer canciones, viste... Si vos hablás en primera persona, la gente que las escucha también las escucha en primera persona. Para la gente, la canción es espejo. Yo no soy yo, es él. Para la gente es un espejo, para mí es un vidrio.” “Soy compulsivo, benefactor de la humanidad, o boludo.” “Alguien no se atrevió a quitar unas canciones, no sé si fue en la sucursal argentina. Supongo que sí... Hay tres canciones con explicit lyrics, ¡lo que pasa es que hay cien canciones con explicit lyrics! Pero hay tres que son boludas, que son las más infantiles: ‘Sustancias marginales’ era como un debate light, simpático, sin profundidad; ‘Qué tiene de malo meterse una raya de coca’ era una broma y ‘Por qué nos drogamos’ era un poco de rock femenino, tirado para atrás. Pero realmente no tenían ningún contenido pesado.” “Lo que me gusta es que no pensé que estaba grabando un disco. Tiene ese espíritu de potrero, la tecnología aceptó el casete de cromo con el que grabábamos hace quince años... Las máquinas ultramodernas dijeron adelante, y los técnicos se bancaron baterías en mono, distorsionadas. La parte de restauración, de grabar nuevos instrumentos en estudio y encima de las cosas grabadas en casa, funcionó. A todos les costó un poco, a los técnicos, a los músicos, hasta que vinieron los músicos capos (un trompetista y un arpista, clase A) y les gustó tocar sobre una portaestudio. Se acoplaron bien, fui encontrando trucos diferentes, hay 95 voces que quedaron grabadas y sólo grabé tres en estudios. En un momento de la grabación standard, sin embargo, me di cuenta de que estaba harto de las grabaciones standard.”
Sigue. “Estos no son cinco discos, esto es lo que yo llamo una mano que tiene cinco dedos. Esto es un disco con cinco dedos. Entonces, mi orden fue que si querían un disco, era uno solo, no era elegir las canciones de los cinco. Era uno, uno cualquiera. Pero, de todas maneras, no es su negocio. El negocio ya está hecho de antemano, los papeles ya están firmados por uno de los discos. El disco presentación tiene una intensidad que al oyente... Es un disco cañonazo, hecho para humillar. Después están los discos profundos y difíciles de escuchar.” “En un momento tuve que decirle al técnico: ‘Loco, no llegamos a las cien ni en pedo’. Pero, sin embargo, llegamos. Tenía 250, las escuchamos todas y fuimos eligiendo, y pensé que de 250, elegir 100 estaba bien... Ojo que quise evitar el número redondo.” “El protagonista de Miedo y asco en Las Vegas, una de mis fuentes de inspiración, es un periodista. Y su raid dura tres días. En el rock and roll son treinta años...” “Intenté grabar en estudios, pero grabé en casa y fue como un happening. Nada que no se termine nunca puede ser malo...” “Yo creo que el próximo disco habrá que terminarlo en casete.”
Esto no termina aquí. “Soy un buen chico, aunque no se me nota. Por eso el disco 1 empieza con tres canciones grabadas con banda, después vienen otras 100... Pero vos sabés que para ser un disco comercial, del planeta Warner, esto tiene que pasar por muchos controles de calidad. Primero me tienen que engañar a mí, las canciones, digo. Hago una pequeña producción para saber que tengo la canción, no la escribo sobre papel ni con una guitarra criolla ni con piano. Me gusta sonar con una batería virtual, y guitarras, y bueno... La verdad es que éste es el triunfo del casete, y las 100 canciones son como una especie de detalle turístico. Mucho más después de sufrir metiéndome en estudios 10 horas por día. Hace años que no puedo tolerar las demoras técnicas, me convertí en una especie de doctor nazi en el estudio, donde nada que demore más de tres minutos puede ocurrir. Tres minutos son una canción entera.” “Ya había empezado en Honestidad brutal: aquí no hay solos ni partes instrumentales, ni siquiera estribillos. Es una cuestión de respeto por el público. Existe el pensamiento que todo el público es el mismo, por eso se les da a todos lo mismo. ¡Una sola puta canción sonando 3 mil veces! La más no sé qué, es la canción que elige alguien. Acá las canciones les elijo yo...” “Simplemente esto señala la puerta de salida del profesionalismo. No hacerlo todo a la manera standard comercial-multinacional. De todas maneras, el gesto de publicar 5 discos es en-ter-ne-ce-dor.”
Hay más. “Las canciones las hago. No las compongo. Escribo las letras en un papel, o las escribe Marcelo. Quiero decir: buscar 4 acordes... Yo uso la armonía vulgar. Cuando grabé el disco, pensé que estaba usando materia sencilla y despreciando lo vulgar, pero ahora me doy cuenta de que es al revés: lo que hago no es sencillo, es vulgar. Pero no tengo mal gusto.”
“Es un disco sentimental, pero también tiene canciones guerrilleras. Pero de este disco ya se puede decir algo, sin escucharlo: que hay canciones buenas y otras que sobran. Eso es lo que van a decir los críticos, lo voy a ver repetido, ya lo sé...” “Hago discos para músicos, no para el público. Como los discos se promocionan por radio, se acostumbra a la gente a escuchar radio y no a comprar discos... El método del single ayuda a vender cada vez menos discos y a escuchar más radio. Es el único que se conoce.”
Pregunta. “¿Cuánto tiempo sería escuchar diez segundos de 100 canciones?”Play. El punch rockero de Alta suciedad again. Suena “Input, output”, canción 1 del disco 1, el que ya salió. He aquí otra canción camorrera. “Mejor hijo de puta conocido, que boludo por conocer”, arranca. El comenta: “Estoy escribiendo canciones sobre algunas experiencias carcelarias de algunos de mis amigos”. “En este último mes, grabé como 25 blues. Más de lo que había hecho en toda mi vida...”
(Ahora pone “Freaks”, la Nº 17 del dedo 2, que dice “el monstruo verdadero soy yo”.)
“No puedo explicar la cuestión sentimental. Primero porque no tengo ningún interés en contar ninguna cosa mía... Siento pudor. Yo no sé si este disco está dedicado a una chica o a doce.” “No tengo ningún interés en que nadie me conozca, que nadie escuche el disco ni nada. ¡No tengo ningún interés! Soy muy competitivo, para mí la música es como una pelea de box, no hay primeros ni segundos. Salgo a destruir...” “¿Cómo va a ser la música del próximo siglo? ¡Qué sé yo, va a ser cuando la hagas!
(Ahora se escucha “Mi cruz, mi cruz, welcome to mi cruz”, que también es de “Freaks”.)
“No me extraña tratándose de Marcelo y yo. De la zurda, somos los poetas. Somos buenos nosotros.” “Yo no diría que suena mal. Yo diría que todo era una mentira. Siento la gloria, sin drogas por supuesto, siento la gloria de la música.”
Ahora entra en combustión. “La gente de mierda aprovecha para tratarte con compasión, ¡y te odia! Y simulan estar preocupados, y jamás estuvieron preocupados por nadie... ¡Y son una mierda! Vivan los locos, 22, 22 y 22. ¡Mirá que mierda de país estafado y reventado, con 30 mil desaparecidos y los 300 mil exiliados que nos dejaron! Lo único que me consta de nuestros anteriores es que están muy mal cogidos. La suma de la sangre y la espuma, ¿te gusta? Por supuesto que es una letra de una canción mía... (guiña un ojo). Pero es de las 300 que hice después del disco. ¡Mediocres de mierda!” “La gente es cómplice de un infierno de drogas legales, venenosas. Mediocridad y un pensamiento totalmente desviado...” “Leer el papel que viene dentro de la caja de Rivotril. ¡Es mucho más duro y mucho más oscuro que la canción ‘Freaks’! Le hice una canción que tengo acá, se llama ‘Rivotril’. Te puedo asegurar que es tan dura como las drogas duras. Pero es legal, mata, es legal. Provoca ira, coma, malformaciones genéticas, ¡pero no en todos los bebés! Qué cinismo: dice: ‘Mantener fuera del alcance de los niños’. No es legal. ¿Sabés para qué la gente lo toma? ¡Para soportar los ruidos de las bocinas por la mañana! ¿Entendés? ¡Son tan drogadictos como el que más! ¡No se enfrenten con el ejército!”
(Empieza a sonar su versión de “El viejo” de Pappo. Se enciende).
Ahora sigue “Durazno sangrando”. Antes dice: “No mirés, no mirés...”. Y después: “¡Está grabado con este micrófono que en los estudios no está porque es berreta! Cuesta 100 pesos... ¡Era todo mentira! Grabar en Londres, masterizar, ¡todo es mentira! Yo no soy un músico, estoy evitando hacer una cosa mal y fea, nada más. Nadie dijo que yo fuera buen cantante... Los buenos cantantes están desesperados por vender discos. ¡Da asco! ¡A mí no me interesa si sale publicado! Porque tengo más canciones, no tengo nada mejor que hacerlas. ¡No me interesa el dinero! ¡Perdí dos millones de dólares en un año y me cagué de risa! Es como adelgazar: después de los 30 años, te encanta... No tengo nada, solamente esta casa y dos Hammond (risas)”. “Algunos hacen de cuenta que están preocupados por vos. La verdad es que yo estoy seriamente preocupado por ellos.”
Y más. “Quiero hacer cualquier cosa para escribir canciones.” “Soy muy caballero para decir la verdad. No soy ningún santo, pero soy más discreto de lo que parece. No puedo decir la verdad.”
Basta.

Sana alegría

“Primero que nada, jamás creí que íbamos a hacer un disco. Es más, Andrés decía todos los días, una 16 veces por día: ‘chicos, pensemos que esto lo vamos a escuchar nosotros y algunos amigos’. Por supuesto, nunca le creí del todo, pero un poco sí y cuando vi que el disco era quíntuple no me lo pude creer. Y cuando vi los temas que estaban adentro, menos. Y cuando lo escuché, menos todavía... Para mí esto va a ser casi como un antes y un después. Me siento como un niño frente a la vidriera de la juguetería Colón. El salmón, que no iba a llamarse así, es un tema que nos divirtió mucho hacer. Lo bueno es que nos cagamos mucho de risa, a pesar que no todo -o gran parte del disco, en realidad- sea para reírse de nada. Pero lo hicimos, y voy a usar un lugar común, lo hicimos con sana alegría. Al menos, sana para nosotros. Son canciones muy oscuras. Mi mamá diría de algunas que son apologías, casi. Yo digo que son canciones de tipos que se dedican a hacer canciones, que a veces a la gente le pueden gustar más, menos, nada o muchísimo. Y que de repente, dijimos ‘si hacemos las canciones que hacemos, la gente tiene derecho a saber qué pensamos sobre nuestras vidas, qué nos parece bien, qué nos parece mal’. Por eso discuto con mi mamá cuando dice eso de las apologías. Sí, tiene cosas oscuras, pero que también, al mismo tiempo, pueden llegar a aclarar las ideas de alguna gente sobre muchas cosas. En realidad, sí, a veces él se hincha las bolas de que digan que está flaco y todo eso. Pero simplemente porque un tipo con la trayectoria de él, y con este disco casi en la calle... Para comentar si está o no está flaco, realmente hay que ser pelotudo. Yo siempre fui más grandote y más gordito que Andrés, y no soy una estrella (aunque en este momento me siento en el cielo). Y la verdad es que no sé si estaré agrandado, pero hay mucha gente que me dice ‘Cuino, ¡qué flaco que estás!’ y entonces me acuerdo del vasco Bazterrica y su famosa frase. La concha de tu madre. El nunca fue gordo, y por ahí tiene unos kilos de menos. Creo que los verdaderos grandes amigos de Andrés, si estuviera como un chico de Ruanda, le hubiéramos metido una grande de muzzarella con embudo. Voy a ser jactancioso, me parece tan baladí hablar de eso... Y me acuerdo de una frase de una canción del disco, ‘Mercado central’, con una letra mía de la que Andrés dijo que tiene algo así como la síntesis del disco, o de nosotros. Dice ‘jugando al límite, te podes lesionar. Pero te morís jugando light’.

Textual de Marcelo Skornik, “Cuino”, compañero de correrías y cocompositor de buena parte de las canciones de El salmón. El Cuino, cuenta, conoce a Andrés desde que eran vecinos de “Villa Freud” e iban a la escuela primaria. “Mi viejo me llevaba y conocía al padre de Andrés. Entonces me decía ‘ahí va Calamaro, vamos a pasarlo’. El juego era si le ganábamos o no. Más tarde, ya de grandecitos, escribieron “No me pidas que no sea un inconsciente”, tal vez el primer gran hit de Calamaro.

 

Nadar contra la corriente

Gracias por elegir la dirección contraria, la del salmón, que frente a la corriente sublima la vida y la especie. Nada de esto, quieras o no, hubiera sido posible sin la fraternal sociedad con mi carnal Marcelo Scornik, también conocido como El Cuino; además del método kamikaze de composición frenética, únicamente dedicados a encender el fuego sagrado de la inspiración y la locura... Fácil la receta, evitar la lectura de periódicos, la radio, la televisión, el cine y de ser posible... no salir de casa, o de donde sea el lugar elegido para la gran actividad.
Es difícil narrar con palabras las imágenes que estos ojos han visto durante la grabación, cuyo núcleo artesanal explosionó entre los meses de diciembre y marzo, tal vez obsesionado con la idea de una revolución calendaria irreversible, por lo menos para mí... supongo.
Las jornadas duraban lo inconfesable, y durante períodos importantes alcanzamos, así, la pena máxima y la ultraviolencia, como el happening... Empezamos en la clandestinidad grabando en aparatos preprofesionales, aquellos que cualquiera despreciaría para sus maquetas inclusive... La presión, también conocida como rocanrol, llegó tan lejos que, demandados por daños, trasladamos los bártulos a un apart de la calle Suipacha, en donde la convivencia resultó en momentos musicales y poéticos notables, siempre en cuatro canales, en máquinas grabadoras de plástico que no resistían las horas continuas de uso y abuso. Darte más detalles sería brutal. Una vez recuperada mi vivienda, seguí grabando en la habitación más oscura de la casa... Es cierto que podríamos haber terminado en la cárcel o en el hospital.
Con trescientas grabaciones, una vez seleccionadas 101 volví a Madrid a mostrar el material a mi alma mater, Alfonzo Pérez. Volcamos las grabaciones caseras, algunas francamente incendiarias, en modernas computadoras, y también incorporé a mis queridos músicos a la vertiente musical. Finalmente grabamos junto con el casete de la vetusta portaestudio, y celebramos el final de una pesadilla como si fuera un sueño... La verdadera grabación, la pesadilla canalla, debería haber sido Paraísos Perdidos, pero esta reencarnación más roquera bien puede llamarse El Salmón. Bienvenidos, salmones, a nadar contra la corriente.
ANDRES CALAMARO
Texto incluído en el sobre interno del cd que ya está a la venta.