EL
PANORAMA DEL ROCK BRITANICO AL MOMENTO: LO QUE VIENE, LO QUE VIENE
Cosecha
radiohead 2000
El
grupo insignia del sonido aquí y ahora de la Gran Bretaña ya tiene descendencia.
Ahí está la bellísima “Yellow” de Coldplay como caso testigo, y toda una
serie de bandas, casi todas desconocidas en Argentina, que siguen el camino
del profeta Thom. Y por el mismo precio, el escritor Nick Hornby escribe
sobre Kid A y su significación para los tiempos.
TEXTO
Y PRODUCCION: MARIANA ENRIQUEZ
De
todas esas bandas nuevas que crecen como hongos, la más importante
es Coldplay. Su disco debut, Parachutes fue celebrado por la crítica,
al punto que se lo considera uno de los discos más importantes
de este año en el rock de las islas. Ya han vendido millones a
caballo de un single, Yellow, una preciosa canción
de amor. Y están mucho menos angustiados que sus contemporáneos.
A pesar de la enorme melancolía de sus canciones, lo que Coldplay
parece estar diciendo es que hay esperanzas y cosas buenas en la vida.
Cosas simples. A diferencia de Thom Yorke, los sufrimientos de Chris Martin,
el cantante (de sólo 23 años, y antes estudiante de historia
antigua) son comunes: los de cualquier ser humano que no necesariamente
se angustia por el consumismo y la inevitable debacle del mundo. Claro,
la acusación es que Coldplay no tiene nada que decir, que sólo
hablan de amor. Que sus canciones son románticas, es cierto. Shiver
abre el disco con la sencilla línea te miro y no me prestás
atención que está a años luz de los cuasi ensayos
en los que se convirtieron las letras de los Manic Street Preachers cuando
las escribía el ¿suicida?/desaparecido Richey Edwards. En
Yellow, Chris canta por vos voy a desangrarme hasta
quedar seco. Más tarde en Trouble, insiste nunca
quise lastimarte. Sin líricas rebuscadas ni sentimientos
complejos, Coldplay se convirtió en la banda favorita del momento.
Y sin escándalos. Si hay algo que los disgusta es la exposición
y el circo de estrellas de rock montado alrededor de bandas como Oasis,
o las extravagancias y poses de glam de, por ejemplo, Suede o Placebo.
Ellos son chicos que fueron a la Universidad (todos tienen títulos)
y que, en el caso de Chris Martin, no fuman ni se drogan ni toman alcohol.
Son buenos chicos, anti-estrellas, sólo preocupados por la música.
Quizá aburridos, pero no para sus devotos fans, que han convertido
al rock melódico en algo popular.
Guy Berryman, el bajista, comparte créditos en las canciones con
sus tres compañeros (Coldplay es una banda sumamente democrática).
Es hombre de pocas palabras porque nosotros sólo queremos
ser conocidos por nuestra música, como se encarga de explicar
en conversación telefónica con el No.
Esta es una pregunta que probablemente te tiene harto, pero es inevitable.
¿Te molestan las comparaciones con Radiohead, Jeff Buckley y Nick
Drake? ¿Creés que son ciertas, o a esta altura se trata
de un lugar común?
Es un lugar común, una etiqueta que nos pusieron. Realmente
no creo que sonemos como Radiohead sobre todo. Nos gustan, sí,
pero no es más que eso.
Parachutes tuvo críticas fabulosas ¿Esperaban semejante
recibimiento de parte de la prensa inglesa?
Bastante. Teníamos confianza en el disco, pero no creíamos
que iba a ser para tanto. A la gente también le gustó mucho.
Supongo que las buenas canciones bien tocadas siempre tienen ese resultado.
Creo que las canciones son lo más importante.
Un crítico dijo que ustedes son una opción para escapar
del cinismo que impregna a las bandas británicas que solían
ser populares en los 90. ¿Estás de acuerdo con eso?
No estoy muy seguro de qué quiso decir ese periodista, pero
es algo lindo, ¿no? Es una buena definición.
¿Creés que existe una nueva escena en Inglaterra que
incluye a bandas como Travis, ustedes y Muse?
Hasta cierto punto sí. No es que a todo el mundo les gusten
todas esas bandas, pero lo que no existe es una rivalidad. En ese sentido
se puede hablar de una escena. No existe algo como Travis versus Coldplay:
te pueden gustar ambas.
Coldplay es una banda de guitarras, bastante clásica. ¿Les
interesa la música electrónica?
Me gusta alguna música electrónica sí, pero
nunca estuve en la escena rave ni nada que se le parezca. Siempre estuve
metido en bandas, y escuchando mucha música, nunca seguí
a un artistas en particular.
¿Están disfrutando la fama, o les resulta apabullante?
No creo que las cosas hayan cambiado mucho para nosotros en ese
sentido, para ser honesto. Todo parece normal. Estamos disfrutando todo,
estamos en medio de un tour, nos gusta tocar. Además, no nos interesa
ser famosos, ni nada que rodea a la fama. Nos importa más tocar
bien.
¿Planean hacer una gira por Estados Unidos? ¿Les preocupa
triunfar allá?
Vamos a ir a ver que pasa. El disco se edita este mes. Pero no queremos
conquistar EE.UU. o nada de eso. Las bandas que son grandes allá
como Limp Bizkit o Eminem no tienen nada que ver con nosotros, pero Radiohead
tuvo un número uno y a Travis no le va mal, así que supongo
hay lugar para todos. No nos quita el sueño, sin embargo.
Se los critica bastante porque son universitarios. Si vienen
de clase media y de una posición acomodada, no tienen nada que
decir, se dice...
Es una cosa tonta, realmente. Se nos estereotipa como rock
de estudiantes. Todos tienen derecho a hacer música, y nadie
tiene que justificar sus motivos o pedir perdón por su origen.
Doves
Su historia es bastante diferente a las de sus contemporáneos.
Es cierto, Lost Souls es su álbum debut, pero este trío
de Manchester (Jimmi Goodwn en bajo y voz, y los hermanos Jez y
Andy Williams en guitarra y batería) tienen 30 años
y un pasado. Antes eran conocidos como Sub Sub, una banda de música
dance que solía tocar en el famoso club Haciendaa, y que
tenían por manager a Rob Gretton, ex manager de New Order.
Pero la escena dance de Manchester se puso fea y violenta, su disco
debut (Full Fathom Five) no funcionó. Y cuando intentaron
grabar un segundo disco, literalmente sólo quedaron cenizas
de esas cintas: su estudio se incendió y ése fue el
fin de Sub Sub. Poco después murió su manager. Finalmente,
años después, grabaron Lost Souls en un galpón
sin ventanas de Manchester. El álbum no tiene nada de dance:
es un disco de guitarras, de oscura melancolía, y pop psicodélico,
con influencias de R.E.M y hasta The Verve, sólo que Doves
no es una mera copia: tienen su sonido particular. Un crítico
los describió como imaginen que Elliot Smith hubiera
nacido en Manchester y no en Portland, y que en vez de haber sido
grunge, hubiera sido raver. Otras influencias incluyen a Radiohead,
Paul Weller, pero la búsqueda constante de comparaciones
con bandas muy distintas demuestra la complejidad de la música
de Doves. Que sin embargo es accesible, plena de momentos que recuerdan
cuartos lleno de humo y noches de alcohol, con guitarras preciosas
y estribillos melodiosos. Son la nueva gran esperanza inglesa, y
toda la crítica coincide en declararlos los mejores de la
escena alternativa: la mayoría concluyó que Lost Souls
es uno de los primeros álbumes clásicos el 2000. Los
Doves no cultivan ninguna imagen: son medio gorditos, no le temen
a la barba de dos días, van de jean y camisa y tienen feos
cortes de pelo. La imagen del hombre común, de melancolía
madura y áspera vulnerabilidad viril.
Momento más íntimo: el tema The Cedar Room,
cuando Jimmi Goodwin articula su soledad diciendo Traté
de dormir solo y no pude/ Podrías estar sentada a mi lado,
y no me daría cuenta.
Travis
Son un cuarteto de Glasgow, Escocia, que grabaron su primer álbum,
Good Feeling, en 1997. Fran Healy (voz y guitarra), Neil Primrose
(batería), Dougie Payne (bajo) y Andy Dunlop (guitarra) son
amigos de la adolescencia, y vienen tocando desde mediados de los
90, pero alcanzaron el éxito con la edición
en 1999 de The Man Who (editado en Argentina), el disco que los
llevó al número uno. The Man... (producido por Nigel
Godrich sí, el que trabajó con Radiohead
y Mike Hedges, habitual productor de los Manic Street Preachers)
es una definición del estilo Travis, que abreva en igual
medida de (¡otra vez!) Radiohead pero el de las baladas,
no el de la experimentación ni los opus y las melodías
agradables y dulces de los Beatles, al estilo Because.
La voz de Fran Healy, con sus falsetes y delicadeza, por momentos
se parece mucho a la de Yorke (en la canción Turn
es fácil confundirlos), pero es más romántica
y cálida. Especialistas en baladas y canciones de amor desesperado,
se revuelven en la melancolía más que en la tristeza.
Algunos críticos se aburren bastante con esto. El New Musical
Express, por ejemplo, dijo: Demasiados lentos. Canciones para
prender encendedores, blues lentos, canciones para chupar cigarrillos
negros, requiems, todo tipo de sombras. Cosa que está bien
si sos Billie Holiday, pero para unos tipos de Glasgow, el resultado
no es necesariamente tremendo. La gente, sin embargo, los
ama: hay algo en la melancolía de clase media de Fran Healy,
en las letras sencillas y directas, que emociona a una generación
cansada de los excesos de las estrellas del brit pop y sus extravagancias.
Cultivan una imagen de chicos comunes y agradables. Nada de glamour,
podrían ser los vecinos de cualquiera.
Momento de más intensa melancolía: la totalidad de
The Man Who, pero especialmente el tema Why does it always
rain on me?, que con una triste melodía disfrazada
de pop entrega esta letra: No puedo dormir esta noche/ todos
me dicen que todo está bien/ y aún así no puedo
cerrar los ojos/ veo un túnel al final de todas estas luces/
¿Dónde se han ido los días de sol?/ ¿Por
qué siempre llueve sobre mí?/ ¿Es porque mentí
cuando tenía 17?/ ¿Por qué llueve tanto y tan
frío?.
Muse
Son un trío de Devon. Mathew Bellamy (voz), Chris Wolstenholme
(bajo) y Dominic Howard (batería) son, además, muy
delgados, muy jóvenes (el promedio de edad de la banda es
22 años) y están muy alienados. Bellamy dice que encuentra
su existencia muy injusta, y que escribe sobre eso.
Muchos críticos desconfían de su angustia. Ellos responden:
No nos interesa lo que piense cierta porción del público,
somos de verdad, y también son verdaderas nuestras preocupaciones
y desesperaciones. La acusación más grave, sin
embargo, es que son una suerte de karaoke de Radiohead y Jeff Buckley
(sobre todo por la histriónica y enorme voz de Bellamy).
Apreciación que los pone histéricos: ellos se refieren
a Radiohead como esa banda. Y dicen que lo único
que vamos a decir es que cuando esa banda estaba grabando The Bends
fueron a ver a Jeff Buckley, los impresionó y los influenció.
A nosotros nos pasó mismo. Pero en cuanto a esa banda, nos
gustan algunas canciones, pero eso es todo. Y no sonamos como ellos,
especialmente en vivo. Aparentemente en esto tienen razón,
porque Muse son mucho más pesados en vivo y el cantante hasta
rompe guitarras y tiene pequeñas pataletas. Sus fans son
en su gran mayoría adolescentes alienados y álbum
debut, Showbiz, vendió casi 150 mil copias en Inglaterra.
Dato importante: lo produjo John Leckie, productor de The Bends.
En EE.UU. acaban de firmar para el sello Maverick, de Madonna. Cultivan
la imagen neurótica con delgadez extrema, pelos de colores,
poco glamour e intensas chupadas a sus cigarrillos. El brit pop
nunca los impresionó. Cuando apareció Oasis,
dice Bellamy, no me gustaron nada. Toda esa música
no era apasionada. La música no se trata de eso, ninguna
de esas bandas se lo tomaba en serio. Nosotros escuchábamos
música norteamericana. Se refiere a Smashing Pumpkins
y Nirvana específicamente, la última banda en
ser apasionada con respecto a su música.
Momento pico de angustia: la letra de Escape, segundo
track del álbum debut. Incluye líneas de jolgorio
como: Dirías cualquier cosa/ e intentarías cualquier
cosa/ para escapar de tu insignificancia.
JJ72
Otro trío, pero de Dublín, y aún más
jóvenes (el promedio en este caso es 19 años). Son
Mark Greaney (voz y guitarra), Fergal Matthews (batería)
y una chica, Hillary Woods, en el bajo. Su álbum debut se
llama sencillamente JJ72 (un nombre elegido por el cantante y del
que hasta sus compañeros ignoran el significado) y todo el
proceso fue terriblemente rápido: enviaron demos a Djs y
radios, y en menos de un año tenían un contrato. El
disco incluye canciones acústicas tristísimas como
Willow (vuela por allí el espectro de Jeff Buckley
y, según admite el propio Mark, el de Nick Drake), pero también
gustan de los estallidos cuasi punk... a la Radiohead. Pero las
comparaciones son más amplias aún: algo de Radiohead,
algo de Maniac Street Preachers (por algo comparten manager con
la banda más angustiada de Gales), Joy Division y otras tristezas.
La canción Oxygen, su primer single, resume todas
estas influencias (más la de Nirvana) y demuestra una cualidad:
saben a quién y como tomar prestado, tienen un
gusto excelente. De todos modos, lo que más tiene conmocionados
a los críticos es la voz de Greaney, de apenas 20 años.
Mezcla de niño cantor de Viena con Brian Molko y algo de
Thom Yorke, su registro es hipnótico y molesto en su extrema
androginia. Un gusto adquirido. La crítica los define como
canciones para escuchar en días lluviosos, solo.
Sus fans son, según el propio Greaney, inadaptados
e intensos. Ellos cultivan imagen de chicos normales, pero
sensibles y frágiles, que están creciendo. Excepto
Hillary, la adolescente precoz, dama de hielo sofisticada.
Momento pico de angustia adolescente: cuando Oxygen,
el primer y fantástico single, estalla en guitarras, con
un estribillo de himno queresume la sensación de angustia
y, al mismo tiempo, invulnerabilidad adolescente: Elevándonos
hacia la pureza de la locura/... Vos y yo vamos a llegar tan alto/
hay poco aire, pero nuestra tierra no respira/ y no necesitamos
oxígeno/ son los sueños los que nos unen y los que
nos encierran.
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No
hay que avergonzarse, muchachos
En la biografía de Ray Charles de Michael Lydon, el
autor señala que nuestros hábitos musicales cambiaron
con el advenimiento del rocknroll. Ya no estamos interesados
sólo en las canciones. Lydon apunta que el rating del gran
programa musical de TV de los 50, Your Hit Parade, se desplomó
porque el público perdió interés en covers
blandas y blancas: queríamos escuchar el disco
original. Esto era entendible: es difícil imaginar que alguien
prefiera un cover y no a Elvis y Scotty Moore haciendo Baby
lets play house. En retrospectiva, también es
cierto que esta transferencia trajo muchos problemas y decepciones.
Decidimos confiar en el artista, no en el material. En consecuencia,
un par de décadas después, los fans del rock fueron
corriendo a comprar Metal Machine Music de Lou Reed. Metal Machine
Music consistía, recordemos, en sesenta minutos de ruido,
feedback y acoples, y era una burla a cualquiera que estuviera interesado
en Reed. Si hubiera justicia en el mundo, el disco debería
haber provocado demandas y posiblemente una sentencia a prisión
de su creador. En cambio, ha conseguido algo parecido a un estado
de culto entre los devotos de Reed (los usuarios que lo comentan
en sitios como amazon.com lo aprueban perversamente...)
...Es justo decir que Kid A, el nuevo álbum de Radiohead,
no es en absoluto tan molesto y tedioso como Metal Machine Music.
Tiene sus momentos atractivos y emocionantes de vez en cuando,
incluso, tiene momentos hermosos, y aquellos fans de la banda
que insisten en amar el disco no van a terminar diciendo que escucharon
hits de Ricky Martin debajo de los pasajes ambient. Pero este disco
parte de la misma premisa que el de Reed: se apoya firmemente en
nuestro apasionado interés por cada recoveco de la carrera
de una banda, no importa cuán pretenciosos y triviales sean.
Hay que trabajar duro con álbumes como Kid A. Hay que sentarse
en casa noche tras noche y rendirse a la atmósfera de paranoia
milenaria, tratando de descifrar al mismo tiempo los elípticos
fragmentos de letras o intentando comprender los confusos títulos
de las canciones (Treefingers, The national anthem,
y así). En otras palabras, hay que tener dieciséis
años. Cualquiera con edad para votar puede encontrar demandas
más urgentes a las que dedicarle su tiempo: una pareja, el
trabajo, comprar comida o escuchar otro cd que se compró
el mismo día. También puede encontrarse gritándole
a la compactera: ¡¡¡Callate!! ¡¡¡Se
supone que son una banda pop!!! (los críticos de rock
que aman Kid A lo hacen porque su trabajo los fuerza a consumir
música de la misma manera que un adolescente de dieciséis.
No hay que confiar en ellos). Sospecho que la gente que escucha
rock desde hace décadas ya no tiene paciencia para los discos
arriesgados, como tenían antes. Kid A demanda
la paciencia de los devotos. Y tanto la paciencia como la devoción
se van desvaneciendo cuando empezás a cobrar un sueldo...
...Quién sabe por qué Radiohead ha obtenido
tantos seguidores. Se puede argumentar que fueron las partes largas,
arriesgadas de OK Computer, pero es igualmente probable que hayan
sido las canciones más directas las que engancharon a la
audiencia. Sea lo que sea, Radiohead tiene ahora fans fervientes
que le van a dar a la banda todos los permisos que necesite. Ya
nos dimos sobrada cuenta de que los Radiohead están aburridos
de su envidiable facilidad para escribir melodías y canciones
bien estructuradas: en varias entrevistas, la banda nos advirtió
que Kid A iba a marcar una gran diferencia con respecto a sus predecesores,
y aparentemente toda clase de ruiditos y fragmentos de música
empezaron a emanar de los sitios web de la banda. Da una cierta
sensación de alivio que cuando finalmente se pone Kid A en
la compactera lo primero que se escucha es el jugoso (y bellamente
grabado) sonido de un piano eléctrico, tocando una dulce,
eclesiástica introducción. ¡Hey! ¡Puedo
aguantar la experimentación!, se piensa, pero la confianza
inmediatamente es noqueada por la letra de esa primera canción,
Everything in its Right Place, queconsiste básicamente
en ayer me desperté chupando un limón
y hay dos colores en mi cabeza. Lo que es peculiar de
este disco es que niega los dos elementos de la música de
Radiohead que hicieron a la banda algo distintivo y cautivante.
La mayor parte del tiempo, la voz de Thom Yorke está distorsionada
hasta hacerse irreconocible, o no canta en absoluto. Y la guitarra
de Johnny Greenwood, que previamente había sido una herramienta
tan inventiva, ha sido reemplazada por sintetizadores. Una explicación
puede ser el entusiasmo de la banda por la música que están
escuchando últimamente (Messian, aparentemente, y Charles
Mingus, y otro montón de cosas que no se parecen en nada
a Creep). El resultado es que no hay lugar para nada
que se aproxime a la música pop convencional, y aunque la
banda trate de demostrarnos cuán amplios son sus gustos,
es difícil entender por qué deberíamos estar
interesados en la versión Radiohead de Charles Mingus, o
en sus versiones de Joyce o Fassbinder (muchas de estas influencias
aparecen semidigeridas, en el mejor de los casos, y hay muy poco
de Kid A que es remotamente memorable). Otra explicación
es que ésta es una banda que se odia a sí misma, o
por lo menos, al eco de sí misma que uno puede escuchar en
innumerables Radiohead bebé que empezaron a nacer en los
últimos años. Radiohead es una banda tan imitada hoy
como Nirvana lo fue hace unos años, y aunque esas imitaciones
deben ser irritantes y deprimentes (los imitadores fotocopian la
superficie, pero no el alma ni las entrañas ni la inteligencia),
retraerse y dejar de lado todo lo que alguna vez te hizo accesible
parece falta de coraje. En cualquier caso, es difícil ser
vos cuando todos están intentando ser vos, también...
...Nadie le está diciendo a Radiohead que no evolucione
o crezca o cambie, o que no hagan algo diferente. Sería bueno,
sin embargo, que la banda reconozca que sus enormes dones, que a
veces dejan sin aliento, su brillantez para componer, tocar, cantar,
conectar e inspirar, no son algo de lo que tengan que avergonzarse.
De hecho, quizá todavía los tengan a mano la próxima
vez.
NICK HORNBY
Fragmentos
de la reseña de Kid A titulada Más allá
de la palidez, firmada por el escritor de Pitch fever,
High fidelity y About a boy y publicada
en la revista New Yorker de octubre. El motivo de su publicación
tiene que ver con tres razones: 1) El autor, aún sin saberlo,
coincide con el pensamiento sobre los bebés Radiohead
y juramos que la decisión gráfica de la tapa se tomó
antes de leer y traducir su comentario. 2) No se sabía, hasta
el momento, de la existencia de algún mínimo
(aunque sea) cuestionamiento a la calidad del disco. 3) Siempre
es bueno leer a Hornby.
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