Los
10 años de Cadena Perpetua, punks por naturaleza
¡No se enojen,
crezcan!
TEXTOS:
MARIANA ENRIQUEZ
FOTOS: BERNARDINO AVILA
Los Cadena Perpetua
(Edu, Chino, Hernán) se conocieron en la secundaria. Ahora cumplen
10 años como banda, y lo más llamativo es que parecen demasiado
jóvenes para semejante aniversario, que celebran este domingo en
Cemento. Es que desde cuarto año estábamos jodiendo,
explica Edu, el bajista. En esta década, Cadena Perpetua editó
sólo tres discos, pero se las arregló para ser uno de los
grupos punk que más gente convoca en Buenos Aires, aunque como
admite el Chino (nacido Damián, batería), son una
de esas bandas que todo el mundo escuchó nombrar, pero nadie te
sabe cantar un tema.
Es verdad: Cadena
Perpetua es un grupo conocido, pero que nunca logró estallar ni
sacó chapa de popularidad. Sus dos primeros discos, Cadena Perpetua
(1995) y Buscando salidas (1997) fueron editados por el sello Frost Bite,
y eso los llevó a una gira por Venezuela y California que los hizo
volver cambiados. Tocamos con cualquier banda, y estaba todo bien.
Igual, nos iba mejor en el circuito norteamericano que en el latino. Es
que a veces nos ponían a tocar después de una banda latina
onda Maná, salíamos nosotros re-hardcore y nadie entendía
nada. Cuando se fueron a EE.UU. llevaban bajo el brazo su segundo
disco que según Edu es el más social. Fue
el momento en que estábamos más enojados con todo el mundo.
El álbumestaba lleno de arreglos y de furia. Ahora están
menos virulentos, pero no porque no los sigan indignando las mismas cosas
sino porque, cuenta el Chino, no hace falta demostrar todo, todo
el tiempo. Este disco es más personal. Y Edu completa: A
nosotros nos gustan los asados, los amigos, las chicas, queremos divertirnos,
y no hace falta estar todo el tiempo enojado. Además, seguimos
siendo punks: no nos casamos con nadie.
A lo mejor, eso
no casarse con nadie tiene que ver con que Cadena Perpetua sea una banda
importante en el circuito punk, pero que no ha logrado trascender más
allá. Llena Cemento, pero no la pasan en las radios. Hernán,
el cantante, lo atribuye a que son muy introvertidos. Nunca fuimos
a buscar a una discográfica, no servimos para eso, no podemos ir
a ofrecer demos y todo lo demás. No juzgamos a las bandas que graban
para sellos, pero nosotros somos así. Si vamos a una fiesta del
ambiente, seguro que vamos a terminar los tres hablando entre nosotros
en un rincón. No es que seamos cerrados, tampoco: tocamos con Arbol,
con Las Manos de Filippi, Karamelo Santo. De última, también
es rock y es under. Creen que la gente los entendió. Y les
encanta su público. Son los mejores, dice Edu. Desde
arriba generamos una onda en la que pedimos que la gente nos entienda...
Y vienen re-tranquis, a escuchar música, no a matarse. Es lo mejor
que nos puede pasar. No creen que exista una escena punk local.
O por lo menos, ya no más. Existía a mediados de los
90, explica Hernán, pero hoy, cuando todos graban
sus discos, las bandas se abrieron, los públicos se dividieron...
Antes, el punk, el hardcore, el heavy, estaba todo más junto, hoy
es más sectarizado. Y yo no creo que eso sea bueno.
El último
disco de la banda, Largas noches, salió en mayo. Lo grabaron ellos
solos, sin productor, como hicieron siempre. Es obvio que ninguno de los
tres vive de la música: Hernán tiene una sala de ensayo,
el Chino reparte pizza y Edu hace fletes. Esta vez, como Frost Bite ya
no existe, lo editaron por un sello nuevo, Vinilo, que se armó
especialmente para distribuirlos a ellos. Es verdad, bajaron el contenido
social de las letras, con canciones de amor como Fiel
Soledad (si nunca le hablo es porque no sé qué
decir / cómo le explico que me siento así) o más
personales, aunque lo siguen manteniendo en Bailá conmigo
desde un lugar menos furioso. No queremos seguir dedicándole
todo el tiempo a cosas que odiamos, explica el Chino. De pronto
se nos pasaron diez años en los que siempre hablamos de lo mal
que está todo, especialmente en el segundo disco. Este es un disco
de punk rock más clásico, estamos escuchando mucho a The
Clash, The Undertones y The Jam. Sigue todo mal, pero tenemos ganas de
hablar de lo que nos pasa a nosotros también, que a veces es más
privado y no tan de discurso.
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