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pinochet sobreseido

OPINION
El gusto de los otros
Por Alfredo Grieco y Bavio

La sentencia que ayer dieron a conocer los jueces de un Chile donde gobierna la Concertación quería ser una obra maestra del eufemismo. No contentó del todo a nadie, pero quiso gustar un poco a todos. En esa medida exigua, seguramente sí lo hizo con quienes no fueran defensores militantes de los derechos humanos. En el extremo de la derecha, están disgustados con que la única salida haya sido el sobreseimiento, que no se pronunciaba sobre una culpabilidad que la mayoría de los chilenos parece aceptar. La temporalidad de la medida indica un grado más, y más perfecto, de eufemismo. Algo así como que está loco, pero no, no vamos a sugerir algo tan desagradable como que es loco. Son males de la edad, como la diabetes, contra los que el viejo soldado están luchando tan valientemente. Aunque esta imagen de decadencia también la encuentra humillante el pinochetismo más acérrimo. Las exculpaciones a media voz de Pinochet terminan así, por ahora, en esta momentánea demencia vascular. Habían empezado con un triunfo de la senilidad y de la amnesia, cuando el ministro británico del Interior, el laborista Jack Straw, anunció a la Cámara de los Comunes su decisión definitiva (y �humanitaria�) que permitió que el ex dictador chileno regresara a su patria sin haber comparecido jamás ante ningún juicio substantivo en Londres. 
En un momento se pensó que la decisión sin precedentes del juez español Baltasar Garzón de reclamar a Londres la extradición rumbo hacia Madrid de Pinochet iba a alarmar a genocidas internacionales. Ahora sabían que en los crímenes contra la humanidad la aplicación extraterritorial de la ley se convertía en la regla, y no en la excepción. Pero la advertencia funcionó en un sentido muy distinto de aquel por el que se felicitaron las organizaciones de derechos humanos. Hasta que no exista un gobierno mundial �y es dudoso que sea deseable en el corto plazo�, un Tribunal Penal Internacional (TPI) a lo sumo servirá tanto como sirvió el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para frenar el genocidio de Ruanda o la masacre de Chechenia. Es por eso que, en otro sentido, la etapa más interesante, aunque menos espectacular, del juicio a Pinochet era, y sigue siendo, la chilena. España podía permitirse hacer en su legislación y jurisprudencia un lugar creciente para el genocidio, los crímenes de lesa humanidad y la tortura. La pregunta es si podía 
Chile. La respuesta es 
que sí. Pero juzgar a los culpables se revela más difícil de lo que gusta proclamar su presidente en el exterior. 

Usted está un poco loco, mi general
LA JUSTICIA CHILENA SOBRESEYO A PINOCHET POR SU �DEMENCIA LEVE�

�Es bastante evidente que hubo
presiones políticas del gobierno�

 

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