URBANISMO
EL
EFECTO DE LOS SHOPPINGS SOBRE LA ESTETICA DEL PAISAJE Y LOS VALORES
URBANOS
Inversión
inmobiliaria de alto impacto
Los
cuarenta shopping-centers erigidos en el país en pocos años ocupan 2
millones de m2 de superficie cubierta e insumieron una inversión de
4000 millones de dólares. Los cambios urbanísticos y sociales que produjeron
son notables, más allá de su repercusión sobre el mercado inmobiliario
y el comercio.
Por
Liliana Sánchez
Hasta fines de la década de los noventa se construyeron en todo
el país 2 millones de m2 de superficie cubierta total (incluyendo
aérea locativa, pasillos y estacionamientos) destinada a centros
comerciales. Hoy existen 40 shopping centers, de los cuales 25 están
ubicados en la Región Metropolitana, y de éstos más
de la mitad en la ciudad de Buenos Aires. La consolidación de
estos emprendimientos, en su gran mayoría exitosos, no sólo
modificaron la morfología y la estética del paisaje urbano,
sino que también impactaron sobre lo territorial, urbanístico,
social y sobre el mercado inmobiliario y el comercio local, en algunos
casos.
Al mismo tiempo que algunas zonas degradadas se veían favorecidas
con la instalación de un shopping por el reimpulso que
éste generó hacia las actividades aledañas,
según otros estudios, los shoppings-centers integran un conjunto
de objetos urbanos que desde su localización (el 60 por ciento
se concentra en el área norte de la Región Metropolitana)
contribuyen a un proceso de fragmentación espacial y social,
y a un modelo de crecimiento metropolitano tipo archipiélago,
con importantes discontinuidades en la trama urbana.
El shopping-center como modalidad comercial surgió en Estados
Unidos ante la necesidad, por razones climáticas y de seguridad,
de concentrar en un mismo espacio una oferta múltiple de actividades
(comerciales y de entretenimiento) y para esto contaban con la atracción
que ejercían las tiendas departamentales, que funcionaban como
negocios ancla del proyecto.
Aquí
el total de los grandes equipamientos comerciales significaron una inversión
de 4000 millones de dólares, en la que el capital extranjero
tuvo un rol protagónico. Por tratarse de un conglomerado de funciones
vinculadas al consumo (hipermercado, boutiques, patios de comidas, complejos
cinematográficos, etc.) tiene efectos de fuerte variación
de los valores del suelo urbano, de los patrones de tránsito
y de las formas de urbanización; y tienden a constituirse en
factores de localización de otras actividades y usos del suelo,
observa el Lic. Pablo Cicolella, director de Proremba (Programa de Estudios
sobre Reestructuración Metropolitana en Buenos Aires), del Instituto
de Geografía de la Universidad de Buenos Aires.
Los Centros Comerciales, junto a otros elementos urbanísticos
surgidos en las últimas décadas (como autopistas, polígonos
empresariales, hoteles internacionales, llamados artefactos de
la globalización), vendrían a sostener física
y funcionalmente una nueva forma de organización espacial, que
a su vez genera cambios en los hábitos de consumo y en el paisaje
metropolitano.
Los barrios cerrados necesitan de la presencia de estas infraestructuras
para sostenerse comercialmente como producto inmobiliario residencial,
y este nuevo patrón de metropolización dejó atrás
las formas de crecimiento urbano de la cuadrícula o el manzanamiento
(vigentes durante los 60 y 70) para crear una morfología que
engloba grandes discontinuidades en el tejido metropolitano, por eso
hablamos de metrópoli en red, y sin duda los centros comerciales,
junto a las autopistas, son pivotes que permiten este tipo de metropolización,
asegura Cicolella.
Nuevas centralidades
En cambio, para quienes participan en el negocio de los shopping-centers,
éstos irradian una onda expansiva a su alrededor que revaloriza
todo el entorno, y a veces esta dinámica se expresa a través
de otros emprendimientos inmobiliarios. En el caso de Alto Avellaneda,
al ser un shopping inserto en una zona prácticamente olvidada,
tuvo un impacto increíble, no sólo a nivel comercial sino
también residencial, porque alrededor del centro comercial han
crecido innumerables torres de viviendas, afirma Eduardo Goilenberg,
director de Nuevos Negocios del grupo IRSA.
La ubicación de un shopping-center es un referente territorial,
y también el marketing inmobiliario la utiliza como variable
para revalorizar las propiedades que se encuentran cerca; por ejemplo,
cuando promociona un barrio que esta a 1 km de tal shopping, o un departamento
que queda a sólo 1 cuadra de otro centro de compras.
Los shoppings son generadores de nuevas centralidades. Los centros
de interés de las ciudades van cambiando a través del
tiempo, se van desplazando porque estos centros siempre están
caracterizados por su actividad comercial. Antes (en los suburbios)
siempre estaban próximos a las estaciones de tren, y como el
comercio significa novedad esas novedades se van desplazando,
dice el arq. Juan Pfeifer, del Estudio Pfeifer & Zurdo, a cargo
de los proyectos de Shopping Soleil, Patio Bullrich, Alto Palermo, Galerías
Pacífico, entre otros.
También asegura que estos emprendimientos comerciales se transformaron
en espacios donde se desarrolla un intercambio social muy importante.
Los shopping más convocantes nuclean mensualmente alrededor de
900.000 visitantes, y son los primeros espacios de grandes dimensiones
que aparecieron después de mucho tiempo (luego de las grandes
tiendas y las estaciones ferroviarias); hubo una pérdida en la
generación de nuevas propuestas de espacios públicos interiores
protegidos hasta la aparición de estos centros, recuerda
el arq. Pfeifer.
Hay un debate en curso, académico y político, que intenta
definir qué es un shopping, si se trata de un lugar público,
privado, semipúblico o semiprivado, ya que tiene condiciones
mixtas. Ingreso irrestricto sin obligación de compra, pero en
algún momento se cierra. Alguien tiene la llave, los ciudadanos
no se pueden quedar adentro, observa el Lic. Cicolella, si bien
reconoce que está cambiando el concepto de espacio público
como lo conocíamos tradicionalmente, y los shopping aparecen
como una alternativa a medio camino entre espacio público y privado.
Basta recordar que también las plazas ahora se cierran de noche.
Sería un nuevo formato de espacio público, que ofrece
las condiciones necesarias para responder a las exigencias actuales
del público, como seguridad y confort. Se han transformado
en el paseo cómodo y seguro. No creo que el espacio público
tradicional haya caído en desuso, pero estos valores agregados
tienen mucha importancia, concluye Goilenberg.
Mientras, siguen en carpeta a la espera de mejores condiciones
en la economía otros dos proyectos del grupo IRSA: la ampliación
de Alto Avellaneda y la instalación de un shopping nuevo en Rosario,
en los antiguos talleres ferroviarios que serán reciclados para
ese fin.
Emular a la calle
Cuando se proyecta la planta edilicia de un shopping, lo que debe
lograrse necesariamente es un equilibrio de recorrido, de modo que cada
uno de los locales comerciales tenga la misma posibilidad de exhibición
frente a los eventuales paseantes. Esa es una condición
estratégica en cuanto a la planificación física
de un centro comercial, afirma el arq. Pfeifer. Su estudio estuvo
a cargo de la ambientación del Abasto, donde el equipamiento
(bancos, maceteros, luces) fue diseñado exclusivamente, y se
aprovechó al máximo la luz natural, porque el shopping
tiene que parecerse a la calle comercial.
Uno de los fenómenos que observan los investigadores del Instituto
de Geografía es el de la gentrificación. Aluden con este
concepto a la apropiación territorial, cultural o comercial por
parte de las clases medias de espacios ocupados anteriormente por sectores
de bajos ingresos. Y en Buenos Aires identifican dos casos de este tipo:
Puerto Madero y el Abasto.