OPINION
LA
CIUDAD ANTE EL DESAFIO DEL SISTEMA DE TRANSPORTE
¿Vamos
por más?
El
autor aborda la problemática del transporte urbano y la necesidad de
su adaptación a una mejor calidad de vida de la población de la Ciudad
de Buenos Aires, tras muchos años de desregulación.
Por Carlos Fidel *
Los centros
urbanos fueron configurando el lugar donde se localizaba el poder político
y se asentaban los procesos de producción manufacturero y de
circulación de los productos, construyendo modelos de funcionamiento
abiertos al resto del territorio y con aperturas sociales a las ideas
innovadoras. Históricamente, las asimetrías de todo tipo
marcaron el mapa urbano, las metrópolis emitían sus mandatos
a las poblaciones colonizadas. Los procesos sociales fueron modificando
las matrices de los circuitos de poder. Con la profundización
de los procesos de industrialización, potenciados con la aplicación
de las innovaciones técnicas y de tipo organizativo de los procesos
productivos y culturales se produjeron las ciudades actuales que son
más abiertas y mundiales, núcleo territorial por donde
se cruzan y articulan los flujos materiales y virtuales. Emergieron
nuevas asimetrías en el sistema de relaciones de ciudades en
el marco nacional y a nivel internacional, en tanto que a su interior
se ven cada vez más fracturadas por las desigualdades materiales
y sociales.
Es por eso que los desafíos son varios, inéditos y complejos;
en este escrito sólo queremos señalar algunos aspectos
para la Ciudad de Buenos Aires relacionados con los sistemas de transporte
de personas y de objetos. Hoy, entre las ciudades surgen iniciativas
de cooperación, pero también de competencia para atraer
capitales productivos y de servicio. Frente a dicho escenario hay muchas
respuestas, tal vez el camino sea ir consensuando la construcción
de un plan estratégico versátil y sustentable desde el
punto de vista de la generación de empleo, del cuidado del medio
ambiente y sostenido en la participación de sus habitantes.
Si estamos de acuerdo que en las ciudades globales transitan los principales
flujos materiales y virtuales, es prioritario contar con una infraestructura
y un sistema orgánico que permitan una circulación material
de personas y cosas, sin descuidar el montaje de una fluida circulación
de formato digital.
Conocidos son los altos niveles de accidentes, inseguridad y serios
problemas de circulación que se registran en la Ciudad de Buenos
Aires. En ese sentido, el gobierno de la Ciudad tuvo la acertada iniciativa
de regular la velocidad y modificar el control del estacionamiento de
vehículos de uso intraurbano por parte de usuarios particulares,
iniciativa que hay que mantener y que visiblemente tuvo una respuesta
más que aceptable de los conductores de vehículos, en
especial los que usan automotores individuales.
Pero es el primer paso para mejorar nuestra calidad de vida urbana.
Debemos continuar avanzando en la optimización de los circuitos
urbanos por donde transitan distintos medios de transporte de personas
y de carga que son manejados por entidades de distintos tamaño
económico y con desigual capacidad de negociación. Sin
duda, debemos volver a discutir, y si es necesario rediseñar,
los sistemas de circulación de distintos medios de transporte
de superficie y subterráneas. La mejora integral del tránsito
implica nuevas inversiones, pero también hay una gama de acciones
con fuerte impacto positivo que no implican nuevas derogaciones o muy
pocas, sólo hay que tener iniciativas de reasignación
de los recursos existentes y/o una nueva racionalidad que organice su
funcionamiento.
En esta reflexión pondremos acento en el último nivel
de acciones que se podría llevar a cabo casi sin aumentar los
gastos públicos, siendo conscientes que un planteo más
acabado desborda el alcance de este escrito. Por ejemplo, para señalar
los temas conectados con el transporte de colectivos se nos abren una
serie de interrogantes que son a la vez vías abiertas para intervenir
por parte de las autoridades responsables: ¿los recorridos establecidos
en la ciudad corresponden a las necesidades reales de sus habitantes?
¿La frecuencia de los colectivos es la apropiada a las necesidades
del usuario? ¿El tamaño de los colectivos es el adecuado
para las dimensiones de las calles de nuestra ciudad? ¿Las condiciones
de las unidades son las menos contaminantes del aire? ¿Las tarifas
contemplanlos distintos tramos que utilizan los usuarios? ¿La
relación de los choferes con los pasajeros es la más aconsejable
para hacer placentero el viaje? ¿Los choferes tienen la contención
y la capacitación necesaria de acuerdo a su responsabilidad?
¿Los choferes cuando conducen tienen la consigna de ser ejemplo
de respeto de la reglamentación del tránsito y de consideración
de los ciudadanos que circulan por las calles? Y por fin: el nivel de
ruido, ¿qué se puede agregar sobre el nivel de ruido interno
y externo a las unidades?
El anterior es uno de los asuntos. Quedan pendientes las cuestiones
de los sistemas de transporte subterráneos y los trenes, los
medios de transporte de carga que atraviesan calles que no contemplan
en su diseño inicial el desfilar de pesados medios de transporte,
las condiciones y sistema imperante del traslado de personas en taxis
y otro tipo de variantes, y últimamente se suman las motos que
pasan vertiginosamente entre los autos arriesgando vidas por llevar
(¿a tiempo?) el encargo.
La cuestión del transporte no es fácil, son años
de desregulación y con la consolidación de núcleos
duros de modificar. Sin duda, las nuevas iniciativas deberán
seguir teniendo riguroso sustento técnico de carácter
transdisciplinario y con un enfoque integral, atendiendo los circuitos
de salida y destino desde una perspectiva metropolitana. Pero con el
respaldo y consulta permanente de la población debidamente informada,
que quiere vivir humanamente su espacio urbano, seguramente toda innovación
beneficiosa encontrará el apoyo y reconocimiento de la gente.
* Economista
especializado en temas urbanos. Docente investigador de la Universidad
Nacional de Quilmes.