Dignidad
tapada
La
increíble historia de las mujeres en Afganistán
La
mayoría de los refugiados son viudas, mujeres que han
perdido a todos los hombres de su familia en la guerra, y que
ahora, con los taliban, no pueden trabajar y ni siquiera salir
a la calle. Ellas y sus hijos se mueren de hambre. El único
recurso que les queda es pedir limosna en las calles... Pero
si salen a mendigar, siempre corren el riesgo de que un taliban
las azote con el látigo. Aunque aquellas mujeres me decían
que el dolor físico de los golpes es lo de menos, lo
terrible e insoportable para ellas es la humillación:
porque, además de pegarles, los taliban las insultan
de la manera más terrible, les gritan, las vejan. Aun
así, casi todas ellas salen a mendigar, porque no tienen
otra opción. Eso o prostituirse. Y los niños salen
a rebuscar en la basura. Muchas de esas mendigas cubiertas con
la burka fueron antes mujeres universitarias, profesionales.
Una profesora de cuarenta y pico de años me contó
que un día iba por la calle y no podía respirar
bien, porque la burka es muy sofocante; de manera que se levantó
la parte de adelante. Entonces se cruzó con un taliban
muy joven, un muchacho de unos 17 años que hubiera podido
ser su hijo, y el chico se abalanzó sobre ella y empezó
a insultarla de la manera más bárbara. La mujer
se indignó, no pudo soportar que un mocoso la tratara
así, y lo que hizo fue quitarse la burka del todo y arrojársela.
Fue muy valiente.
El relato pertenece a una mujer afgana, cuyo nombre no fue dado
a conocer por razones de seguridad, integrante de la Asociación
Revolucionaria de Mujeres de Afganistán, grupo opositor
al régimen fundamentalista que gobierna Afganistán
desde el retiro de las tropas soviéticas. Esta entrevista
apareció publicada en la revista del domingo del diario
español El País y revela, en parte, el increíble
estado de cosas que sucede en aquel lejano y bien extraño
país asiático. No es lectura de verano, fácil
y divertida, pero...
Se estrena No
quiero volver a casa
Argentinos,
que no es poco
No
está Suar, ni Pergolini, ni otro productor joven
y exitoso detrás. Es, apenas, el esfuerzo individual
de una chica que estudió cine y se gastó todo
lo que tenía antes que en una casa, un viaje o
en vivir, simplemente para hacer una película.
No quiero volver a casa, opera prima de miss Albertina Carri,
se estrena este jueves en cines porteños y permite acceder
a una nueva mirada sobre el estado de las cosas de la Argentina
entre siglos. Un homicidio, dos familias de diferentes clases
sociales, personajes que hacen como si esquivaran la cámara,
parentescos cruzados, blanco y negro, cine en movimiento. No
hay juicios morales ni escenas espectaculares, tampoco persecuciones.
Diálogos, los mínimos indispensables. Una cámara
móvil, pero no nerviosa, que se mete en el mundo de estos
argentinos tipo, algunos resignados, otros desesperados; y retrata
cómo hacen para cargar con sus vidas cada día.
Una manera de acercarse a una realidad que no aparece en Crónica
TV ni en Telenoche. Ni siquiera en una canción
de Los Caballeros de la Quema. Esto es otra cosa, ya verás.
Los mejores amigos
(del perro y del hombre)
¿Viste
Pollitos en fuga? Estás a tiempo, porque realmente vale
la pena. Pues bien, como suele suceder con esos discos de bandas
que explotan y detrás de sí traen una retrospectiva
de su carrera anterior, algo así puede decirse que sucede
con el genial Nick Park. Licenciado en artes y comunicación
en Sheffield, Inglaterra, director de cortometrajes de animación,
el tal Nick saltó a la fama con tres cortos, A Grand
Day Out, The Wrong Trousers y A Close Shave. Historias fantásticas
y de tan fantásticas más reales que lo real, protagonizadas
por una inefable pareja hombre-perro. Wallace es el amo,
algo torpe pero lleno de buenas intenciones, un hombre común.
Grommit es el pichicho, inteligente y lector de
El Capital de Marx, un perro intelectual. Juntos, en los tres
cortos, viajan al espacio, se enemistan por un cumpleaños
olvidado y destruyen una red de tráfico de animales.
Superhéroes de entrecasa, hacen reír, pensar y
también emocionarse. Este domingo, el canal Locomotion
(una señal esquiva para el cable, todavía) pondrá
en el aire las tres películas, a partir de las 20. Verlas,
si todavía no lo hiciste, debería ser uno de tus
grandes objetivos del fin de semana. En serio.
AGUANTE