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Jueves 22 de Febrero de 2001

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Escribe desde Madrid y cuenta su vida de aventurero, músico, compositor, novelista y tanguero 2001

Ese muchacho Samalea...

La excusa es la edición en la Argentina de su tercer cd-libro, titulado Full Femme, una locura que conjuga su pasión por el bandoneón, el cine francés de la nouvelle vague y aires cosmopolitas europeos. Un pequeño lujo que se da el muchacho que fue EL baterista argentino del rock moderno de los ‘80 y ‘90. Lean y después entenderán quién es el noble Fernando.

POR FERNANDO SAMALEA

Mundo de cine
Lo palpitaba desde hacía un tiempo y entonces, con la alarmante facilidad que tengo para sumergirme en compromisos difíciles –aun si estoy por la mitad de la tabla–, fue como materializar mi amor por el mundo del cine. Sin ser precisamente un cineasta.
Fue jugar, de modo metafórico, inmerso en ese maravilloso reino de moviolas, proyectores, lentes granangulares e impresiones eternizadas en celuloide. Además, por suerte, pude hasta reírme de mí mismo, algo que siempre es saludable.
Y cuando me refiero al cine no lo hago sólo en relación con los trabajos de alto vuelo, a clásicos como Truffaut, Godard, Fellini o nuestro Leonardo Favio, por citar algunos maestros del género, sino también a films de entretenimiento o aventuras, de fugas, tipo Papillón, o medio inconfesables tipo Gladiator, Apollo 13 o incluso Notting Hill.

Bandoneón
Con el bandoneón me une una relación que va más allá de mi capacidad
técnica, bastante limitada. Es mi aliado portátil, mi referente creativo.
Intento superarme, y sé que el futuro será cada vez mejor a base de mucho gimnasio y entrenamiento. Mientras tanto, prefiero seguir corriendo riesgos de exposición y estar constantemente entusiasmado por realizar nuevos discos. Salir a jugar con la cancha embarrada si es preciso, o como los toreros que se ponen la capa al pecho y esperan de rodillas sobre la arena. Aprendo de mis propios errores. Después los críticos te explican de qué se trata, y listo.

Grabación Full Femme
No es el cierre argumental de una trilogía, pero redondea más o menos un concepto global que une a los tres cd-libros. Comencé la grabación de Full Femme con viento a favor, en el estudio hogareño “Amateur” que me prestó gentilmente Sabina, con sus balcones de rejas sobre la Plaza de Tirso de Molina. Sucedió en medio de un torbellino de flashes ajenos, a causa de las giras españolas y centroamericanas que realicé con su banda durante 1999 y principios del 2000. Fue una época divertidísima y –mala costumbre humana– también inexplicable, pero aún hoy resuena su inconfundible vozarrón en mi memoria. Woodstock
Inmediatamente, el ya tradicional correo de cintas a Woodstock para que Tony Levin –por increíble que aún me parezca y por tercera vez consecutiva– grabe sus bajos únicos, generosamente, como tantos otros amigos que siempre me han apoyado. Y pienso que esa ayuda va desde estímulo, préstamo de estudios o aparatos, hasta llegar a la edición idealista del sello Los Años Luz, sin escalas.
Como broche de oro, pude asistir al debut solista de Levin, al frente de la Waters of Eden Band, precisamente en Woodstock, coincidiendo con un viaje a Nueva York que hice por un concierto de David Broza, un solista israelí con el que también toco eventualmente en España.
Desde entonces sueño con realizar una futura grabación allí mismo, en
formato de trío, con Tony al bajo y Jerry Marotta en batería, un personaje encantador. Escribiría especialmente una historia medio turbia de moteles y carreteras, a la manera de Sam Shepard o Kerouac. Pero en osada versión criolla, para acompañar la música.

Relato Full Femme
En este caso, narra imaginariamente Don Ledesma, un pintoresco anciano que realiza una analogía entre la relación que tuvo (y tiene) con su esposa y la que percibe en esa singular pareja que descubre en la pantalla, al asistir por casualidad a una función de cine. Precisamente, se trata de un supuesto film llamado Full Femme que, como preámbulo, contiene una oda implícita al mundo cinematográfico y al aspecto femenino.
El hombre renace a partir de que descubre, luego de repetidas asistencias a la sala, cómo alterar la dramaturgia del film, los encuadres y planos, cómo valerse del poder del zoom y de la animática, o entrometerse en los platós y en la intimidad de los personajes. Logra disfrutar de una especie de vida soñada e ideal –el cine dentro del cine-, amparado en el acto onírico del espectador y en la osadía de esos dos jóvenes desconocidos pero cercanos, que viven mostrándose sus ángulos prohibidos dentro de un celuloide en proyección permanente y que no respetan guiones ni story boards de ningún tipo, algo así como mendigos VIP de la actualidad.

Metejón
Haciendo alarde de mi capacidad de insistencia casi ilimitada, aun ante
habituales fracasos en materia económica, y sin piedad para con el oyente, seguí registrando nuevas músicas tras mezclar las anteriores. Incorporé una marimba mexicana y sintetizadores para esta nueva grabación, que se titulará Metejón y se editará primeramente en Europa. Andrés Calamaro sumó sus teclados en dos de los temas, durante un par de madrugadas memorables que tuvieron lugar en su piso del barrio de Salamanca. Utilizamos su ya mítico portaestudio Camboya de 4 canales a casete que otrora brillara en El Salmón. Luego, recuperándome, agregamos los violines de Diego Galaz, un muchacho de Burgos muy particular que ya había participado en Full Femme. Mario Breuer, en estos precisos días, está mezclando y masterizando en soledad las sesiones, en su estudio de Villa Urquiza, y aportando su clásico touch sonoro.
La música de Metejón será el complemento de un relato –a modo de novela– que estoy escribiendo y que publicaré bajo el mismo título, esta vez por separado. Una historia de chicos, desarrollada durante la década peronista en un Patronato de Menores de Buenos Aires.

Disco en Francia
Es una propuesta de un conocido de París: fusionar aires porteños con un espíritu más jazzístico y cercano rítmicamente a las tendencias de estos
“años cero” que comienzan. Sería un álbum, no exactamente bailable, pero sí de pulsos veloces. Escuché grabaciones que me gustaron mucho a ese nivel, no me refiero a lo tanguístico sino a lo rítmico, como las del trompetista Erik Truffaz, 4 Hero o el brasileño Amon Tobim. Intentaré grabarlo durante los próximos meses entre las dos ciudades, Madrid y París, amparado en el cosmopolitismo predominante –como buen inmigrante ilegal– que permite relaciones con músicos muy interesantes y completos.

Argentina
Añoro mucho mi vida en Buenos Aires, los grupos que tuve la suerte de
integrar, los amigos, la calle Corrientes, el tangómetro a full, el trío que formábamos con Migue García y Kabusacki (con quienes presentamos parte de mis cosas, también), pero intuyo que éstos son tiempos en otras tierras, sin tibiezas, prestándome al “cambio de golpes”.
No es momento de perder la audacia inicial, aunque se pianten algunos
lagrimones. Recibí el nuevo disco de A-Tirador Láser, y me pareció una genialidad. La pasión argentina en lo creativo es realmente muy notoria. Se perfila por ahí el nuevo sonido nacional, seguramente, no sé, pienso en Dante y Emmanuel, juntos o por separado, y también en Lucas Martí, en el gran Melingo, en Charly, obviamente.
Pero por el momento sigo aquí, en mi pequeño altillo del barrio multirracial de Lavapiés, manteniendo la ilusión y, lo más que pueda, la ingenuidad, tan necesarias. Oscilando, desde ya, como casi todos, pidiendo la hora en más de una oportunidad.