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Jueves 8 de Marzo de 2001

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Björk, bailarina particular

Dear Selma

Esta es su primera película como actriz. Y muy probablemente quizás sea también la última. “Fue una experiencia terrible”, contó Björk del rodaje de Bailarina en la oscuridad. Y fue en lo único en que estuvo de acuerdo con su director, el danés Lars von Trier. “Fue algo espantoso”, dijo él. Pero el choque de planetas produjo su propio big bang: Dancer in the Dark –que llega hoy a los cines porteños– no sólo se llevó en el último Festival de Cannes la Palma de Oro al mejor film, sino también a la mejor actriz. Los premios no sirvieron para reconciliarlos, pero consagraron a la película como lo que es: un film absolutamente fuera de norma, un melodrama increíble, que culmina en una tragedia, contada a la manera de un musical de Hollywood (filmando en Copenhague). Viendo a Björk como la triste Selma –una inmigrante checa perdida en los Estados Unidos, soñando con Fred Astaire– no se puede pensar la película sin ella, sin su magnética, misteriosa, dolida presencia. Y las cien cámaras digitales de Lars no la pierden ni un instante. Saben que si uno no la ve cantar y bailar “I’ve Seen it All” –con Peter Stormare haciendo karaoke sobre esa voz de Thom Yorke– aún no ha visto nada. L.M.


AGUANTE

Esta mini-sección, con mucho de expresión de deseos, deja de existir en este número. Por suerte. Herbert Vianna mejora día a día y los resultados de las últimas tomografías que le fueron realizadas, dieron positivo. Herbert ya reconoce parientes y amigos, habla con los médicos, se alimenta normalmente y permanece sentado buena parte del día. O sea, aguantó y sobrevivió.


Angel
caído

Los chicos crecen. Especialmente si a los 18 años te convertiste en un magnate con onda por haber creado un sistema de libre intercambio de archivos MP3 en el garaje de tu casa. Especialmente si te llamás Shawn Fanning y pasaste a ser el hombre de negocios más venerado y combatido del momento gracias y por culpa de un monstruito llamado Napster. Todo parece estar llegando al temido punto de el sueño terminó. Aquí lo tenemos a Shawn, a los 20, trajeado e impecable (¿qué pasó con la gorra, los pantalones anchos y las remeras rockeras?), a la salida de la corte de San Francisco, donde se resuelve el final de su megaempresa. Lo que hasta el momento se sabe es que la Justicia ordenó bloquear un millón de archivos sin autorización de uso, que el terrible Fanning ofreció mil millones de dólares en cinco años a las compañías para mantener activo el servicio (y que ninguna de ellas aceptó), que los abogados de Napster Inc. no duermen pensando en cómo extender la fecha de defunción prevista para julio, y que Kirk Hammett, guitarrista de Metallica (los villanos del culebrón), dijo que se siente “shockeado” por la reacción de buena parte de sus fans frente a su postura anti-Napster. El cantante James Hetfield, a su vez, le echó la culpa de todo a Lars “Bussiness” Ulrich, el enemigo número uno de Fanning. Todo por un montón de música gratis. No es para menos.


Paul Di’Anno insiste con su pasado Maiden

Haciendo cagadas

En su habitación de un hotel porteño a la que se le ha roto el aire acondicionado, Paul Di’Anno dice: “Espero que este disco finalmente cierre mi capítulo con Iron Maiden”. El hombre fue el primer cantante de la banda metálica más importante de los 80, hasta que sus problemas con la bebida provocaron su reemplazo por el entonces desconocido Bruce Dickinson. El álbum al que se refiere Di’Anno es The beast live, una especie de “pirata oficial de canciones de Maiden grabadas durante los últimos veinte años”, según su autor. “Es difícil haber sido siempre ‘el ex Iron Maiden’, aunque me gusta tocar temas como ‘Running free’ o ‘Women in uniform’ porque los fans los aman”. El viernes y el sábado, el cantante presentará este álbum (más algunas canciones de su etapa solista) en Cemento, acompañado por la banda local Jerikó. “No traje a mi banda porque Steve, el baterista, se enfermó y no puede tocar. Con Jerikó funciona todo muy bien, porque son grandes músicos. El único que hace cagadas todo el tiempo soy yo”, se ríe.
–Cuando Bruce Dickinson se convirtió en el cantante de Iron Maiden, la banda logró un éxito inmenso. ¿Eso te puso celoso?
–No. Todo el mundo parece ignorar que con los dos primeros álbumes, cuando yo estaba en la banda, Iron Maiden vendió 18 millones de copias y fue número 1 en muchos países. Lo que Bruce hizo con Number of the Beast, yo lo había hecho antes. Por otra parte, creo que Bruce ha sido y es el mejor cantante para Iron Maiden, y estoy muy contento de que haya vuelto.
–Cuando él se fue, ¿la banda no te pidió que volvieras?
–No, no. Hubo muchos rumores sobre eso, pero nunca sucedió. Sólo haría un disco o una gira con Iron Maiden por diez millones de dólares, para dejarles una buena herencia a mis hijos (risas).
–Bueno, pero aquellos dos primeros álbumes de Maiden todavía deben ayudarte a pagar las cuentas...
–Totalmente. Pero mi material también, además de algunas inversiones que hice. Me va bien. Mientras pueda pagarle a mi ex mujer...