Mejor
no hablar
de ciertas cosas
En relación con la entrevista al director artístico
de Sony Music publicada por el No
el 29 de marzo de 2001, nosotros, el grupo de rock Padre,
sentimos la necesidad de expresar disconformidades con los conceptos
vertidos en ella, además de aportar datos informativos
omitidos.
En primer lugar, por nosotros y por los músicos de rock
que hoy afrontan serios obstáculos para dedicar su vida
a la creación, nos parece irresponsable, desubicado e
irreal decir que las aguas del rock argentino están
estancadas. Nuestra cultura rock se mantiene en constante
movilidad, más allá de ser, en gran parte, ignorada
por los medios masivos de comunicación. Por eso no podemos
dejar pasar ni aceptar el atropello a la razón que se
desprende de la nota cuando no se cuestiona que estar
respaldado por una compañía grande permite acceder
a medios más importantes. ¿Ese es el destino
de nuestra cultura?
Nosotros, el grupo de rock Padre, fuimos convocados a participar
en el compilado GEN/00. También fueron convocados siete
bandas más de las 28 que menciona la nota. Hay 8 grupos
que no aceptaron firmar el contrato. Entre ellos, nosotros.
No quisimos someternos a un contrato injusto y especulador.
Intentamos conversar algunas cláusulas, pero la compañía
tomó una postura rígida y cerrada a cualquier
cambio. Todos sabemos que no es novedad la explotación
a los artistas en estos contratos. Entonces preguntamos: ¿por
qué los medios no hablan de eso? ¿Cuáles
son los intereses que se crean?
Esta compañía que tiene curiosidad por lo
que puede pasar mañana pedía la cesión
gratuita, exclusiva, total para todo el mundo y perpetua de
todos los derechos de propiedad y propiedad intelectual
del tema, pudiendo enajenarlo, comercializarlo, modificarlo,
remixar o transformarlo, autorizar o prohibir su
ejecución pública. Exigía también
dependencia exclusiva por un año, lo que nos impedía
seguir adelante con la promoción y venta de nuestro cd
independiente Salva tu inocencia cuando se hablaba de la inclusión
de una sola canción por compilado. Hay un dato falso
en la nota cuando dice que en el contrato se contempla
la edición de un disco de cada una de las bandas.
En ninguna parte del contrato figuraba esta cláusula.
Por otra parte nos pedían la grabación y producción
terminada sin remuneración alguna, sin reconocimiento
de gastos y sin ninguna participación en ganancias y
regalías. Pedían todo y no ofrecían nada.
Avalados por la historia de nuestro rock y sus grandes artistas,
nos da risa pensar que una compañía multinacional
pueda cambiar la vida de muchos argentinos. Creemos
que los proyectos colectivos sólo asumen identidad cuando
la participación es colectiva. Creemos en la posibilidad
de poner en diálogo lo artístico y lo comercial,
pero también sabemos que los que defendemos la independencia
artística somos rechazados y boicoteados por los pasajeros
administradores de la industria cultural. Es casi imposible
debatir con los que piensan la vida cultural bajo las reglas
de las llamadas necesidades de mercado.
Por la libertad de expresión artística (restringida
por las leyes de comercio para la cultura, y las especulaciones
y ventajas económicas mediáticas).
Por la unión de los músicos independientes.
Ahora que todo es tan distinto a lo que parece ser.
Padre Salva tu
inocencia
La
nueva búsqueda de Los Cafres, con segundas intenciones
Rasta
automático
En
Espejitos, el nuevo álbum de Los Cafres, el sonido FM
de Espuma de un día, y la voz y el charango
del Chango Farías Gómez en Memoria del árbol
y Pirata Colón, muestran la saludable intención
de la banda de abrir el juego al reggae ortodoxo que la distingue
desde que arrancó, allá por 1987. El disco
tiene cosas bastante variadas, hay roots, reggae y canciones
comerciales, dice el cantante Guillermo Boneto, hombre
que ¿peina? los dreadlocks más largos de la Argentina.
Por fin logramos mezclar el roots, que no es para nada
radial, con elementos que son más digeribles para aquel
que no consume reggae habitualmente.
Entonces, ¿la gente que escucha reggae en la Argentina
forma parte de un gueto?
Sí. Este es un país jodido para el reggae.
Pero algo está cambiando. Antes, cuando nosotros empezamos,
no existían en las disquerías bateas específicas
del género, pero la insistencia de las bandas under logró
que se modifique eso.
Sin embargo, a pesar de ciertos desvíos, Los Cafres siguen
siendo una banda de reggae... y del bien clásico. Cualquier
duda, escuchar Chu Chu, Aire, Sin
gamulán (aquel hitazo de Los Abuelos modelo 82)
o Waitin en vano (una adaptación del
Waiting in Vain de Bob Marley). No salimos
del reggae, por supuesto, reflexiona Boneto. Es
el estilo que nos mueve. Pero estamos en una carrera por conseguir
la calidad, en otra etapa. En el comienzo éramos muy
cerrados, pero como ya tenemos tan mamado el reggae, estamos
más preocupados por darle otra personalidad a nuestras
composiciones. Intentamos que el reggae no nos salga tan automático.
Estamos abarcando otros matices. No es algo muy definible, pero
intentamos conjugar lo sutil con lo crudo.
Aunque Espejitos salió hace poco, tenía fecha
de publicación prevista para septiembre del 99.
La compañía impidió que lo mezcláramos,
porque era un año de elecciones y porque estaba mal económicamente.
Nos comimos el garrón, cosa que no nos gustó nada.
Sin embargo, finalmente fue bueno esperar. Como tenemos la cabeza
tan dura, parece que siempre rebotamos en el mismo lugar. Nos
ayudó un poco a cumplir con lo que nos piden: hacer temas
más comerciales, dentro de lo que a nosotros nos sale.
No queremos hacer algo que no tengamos ganas de tocar o que
nos dé vergüenza.
CRISTIAN
VITALE
Marc
Ribot en
el planeta Calamaro
Oh, Uh
Desde
su aparición como guitarrista de los Lounge Lizards (una
banda clave de la escena under neoyorquina de los 80),
Marc Ribot se ha convertido en figurita repetida en discos y
giras de artistas tan disímiles como Tom Waits, Elvis
Costello, Marianne Faithfull, Marisa Monte, Cibo Matto y...
Andrés Calamaro. Efectivamente, el líder de Los
Cubanos Postizos el grupo con el que tocará en
La Trastienda el miércoles 18 y el sábado 21
participó de la grabación de Alta suciedad, el
disco de despegue del Calamaro-solista. Y se entendió
tan bien con Mr. Salmón que éste volvió
a convocarlo para Honestidad brutal. La primera vez hicimos
la mayor parte del trabajo en algo así como dos noches,
tal vez tres, todo rápido y efectivo. Calamaro es una
persona muy apasionada. Y es un rockero, cosa que me gusta pensar
que también yo soy. Su material me parece muy bueno,
especialmente el de Alta sociedad.
En realidad, el disco se llama Alta suciedad.
Es un juego de palabras...
¡Mucho mejor! Supongo que me gusta más así
porque realmente me atrae la suciedad.
Suenan
los tambores
Aunque
nació como grupo de percusión, La Chilinga sorprende
en su segundo álbum: allí se mezclan los tambores
con canciones rockeras y rioplatenses. El álbum se llama
Viejos dioses y será presentado oficialmente este sábado
en Cemento. Venimos trabajando hace tiempo con canciones.
En los comienzos del grupo hicimos tangos y milongas, por eso
a nosotros no nos resulta nuevo, aunque entiendo que sea así
para la gente, porque ahora está en el disco, explica
Daniel Buira, la cara más conocida de La Chilinga luego
de su pasado como baterista de Los Piojos. Nuestra preocupación
era cómo poder decir algo a través de la música
con mucho tambor, porque el año pasado surgió
la necesidad de hablar a través del canto. Creo que no
hubiéramos vuelto a hacer un disco sólo de tambores.
¿Se puede seguir considerándote un baterista
de rock?
Sí, por supuesto. En La Chilinga toco la batería,
y toco lo que sé tocar. O sea, rock mezclado con cosas
murgueras y rioplatenses.
Hace más de un año que no estás en
Los Piojos. ¿Extrañás la banda?
Es difícil contestar eso. Fueron muchos años
de laburo y de llegar a algo con una banda, crecer y vivir miles
de cosas juntos. Fueron catorce años, sería lógico
que uno extrañara situaciones, sobre todo cuando son
tan lindas como las que se viven cuando a una banda le va bien
y el público le agradece. Por otro lado, siento que sigo
haciendo lo que me gusta, que es tocar y crear música.
Es raro, porque extraño, pero soy parte de un proyecto
muy grosso, que es parte mía y al que le pongo todas
las pilas.
R.C.