Joey
Ramone, el hombre detrás de la leyenda punk
Joey
y la siempre mimosa Debbie Harry, de alcoba. Una instantánea
neoyorquina de mediados de los setenta. Ahí está si no
la carita del asesino serial "el hijo de Sam", para atestiguarlo...
chau,
flaco
El
larguirucho que se plantaba en el escenario y de ahí no se movía.
El tipo que fue hippie y después patentó el uniforme de
campera de cuero y jeans rotos. El borracho, el hijo de una experta
en arte, el artista demócrata, el apasionado de la bolsa de valores
en sus últimos días. Joey, un tipo al que muchos argentinos
llegaron a considerar un amigo.
POR
MARIANA ENRIQUEZ
Joey
Ramone no era los Ramones. Los tres acordes de guitarra eran de Johnny,
la mayoría de las grandes canciones estaban firmadas por Dee
Dee, y la banda en general siempre fue una unidad de cuatro tipos en
camperas de cuero que parecían tontos y tocaban rápido
canciones de tres minutos y pico, que salvaron al rocknroll
de convertirse en una pretenciosa fórmula musical ejecutada por
virtuosos. Pero era imposible sacar los ojos de él. El hecho
de que fuera el frontman más desgarbado y menos adecuado de la
historia del rock lo hacía una estrella. Su metro noventa, su
inmovilidad, sus anteojos, incluso su famosa inestabilidad (hay incontables
anécdotas de Joey tropezándose, cayéndose, siendo
un ejemplo de la más absoluta torpeza), sus anteojos negros y
el pelo sobre el rostro que apenas dejaban adivinar sus rasgos, todo
eso lo convertían en alguien único. Había que tener
mucha personalidad para con esa voz nasal y un tono de brutal desinterés,
entonar o algo así pegale al pendejo con un bate de baseball
(Beat on the brat).
La voz de Joey Ramone tenía toda la ironía necesaria para
comprender que los Ramones eran mucho más inteligentes de lo
que parecían y mucho más informados acerca de la historia
de la música pop de lo que sus breves melodías sugerían.
Que, de hecho, eran una banda brillante. Al hablar, Joey apenas murmuraba,
por lo que era bastante más fácil no escuchar lo que estaba
diciendo y no descubrir su agudeza cuando hablaba de política,
una faceta de su personalidad que muy pocos sospechaban. De familia
demócrata, Joey estaba deprimido con el retorno conservador de
los últimos años en Estados Unidos. El país
está espantoso. Cuando veo CNN en los hoteles de otros países,
me pregunto: ¿para qué mierda volver? Todos estos crímenes
sin sentido. Después hablan de los neonazis en Alemania, pero
hay más skinheads y KKK en Estados Unidos que en Berlín.
Hay que tener la mente abierta. La actitud machista que hay ahora es
insoportable. La gente tiene miedo de exponer sus sensibilidades, y
la gente que no puede conectarse con otros está perdida.
De todos modos, cuando Joey daba sus opiniones, aclaraba que hablaba
por sí mismo. Porque Johnny es conservador. Odio decir
eso de Johnny, pero es verdad. Creo que hace que la banda se vea mal,
pero supongo que la belleza de los Ramones es que atraen a todo el mundo.
A mí me enferma que vengan skinheads a nuestros shows, aunque
sea a ventilar frustraciones. Trato de ignorarlo. Me hace mal.
La semana pasada, Arturo Vega (el artista plástico que trabaja
con los Ramones desde siempre y que recogió en su departamento
a los perdidos Joey y Dee Dee en los 70) fue a ver a Joey al hospital,
donde estaba haciendo un tratamiento por un cáncer linfático.
Vega dijo que Joey estaba mejor, que estaba viendo The Sopranos
y que parecía recuperado. Muchos suspiraron de alivio, pero duró
poco. Joey Ramone murió el domingo de Pascua en un hospital neoyorquino.
Lo acompañaban familia y amigos, y su madre cuenta que, justo
antes de morir, Joey estaba escuchando la canción In a
little while del último disco de U2. Tenía 49 años,
y pocos meses antes había estado en plena actividad. Muy pocos
sabían que estaba tan enfermo.
Dee Dee, Tommy, Johnny y Joey Ramone vivían en la misma cuadra
cuando eran adolescentes, en unos lindos edificios del barrio Forrest
Hills de Queens, Nueva York. Johnny y Dee Dee se hicieron amigos primero,
a partir de un mutuo fanatismo por los Stooges. Después integraron
a su grupo a Mitchell Hyman (más tarde conocido como Mickey Leigh),
pero no tenían ganas de hacer migas con el hermano de Mitchell,
Jeffrey Hyman (más tarde conocido como Joey Ramone). Joey
se hacía llamar Jeff Starship en aquellos días,
cuenta Mitchell, y se juntaba con gente rara del Village. Era
un hippie consumado. Andaba descalzo y se había ido a San Francisco,
y tenía muchos amigos hippies. Por eso Johnny ni quería
hablarle: odiaba a los hippies.
De todos modos, las diferencias pronto fueron puestas a un lado cuando
Dee Dee descubrió que había una afición que podía
compartir con Joey: a los dos les gustaba beber, y mucho. Se pasaban
tardes enteras tomando whisky en sus habitaciones. Claro que Johnny
y Dee Dee también usaban todo tipo de drogas, cosa en la que
Joey nunca pudo acompañarlos. Nunca aspiré pegamento
o Carbona, solía contar Joey, nunca me enganché
con las bolsitas de papel. Lo hacía de vez en cuando, pero nunca
como los chicos. Nunca pude manejar las drogas demasiado bien.
Fue por esa época cuando la madre de Joey, que era dueña
de una pequeña galería de arte, lo echó de la casa
porque no lo soportaba más. Joey tenía 21 años
y no estaba haciendo nada con su vida, no trabajaba, no estudiaba, se
emborrachaba, y no daba indicios de ninguna intención de cambiar
de actitud. Lo único que hacía era sentarme en una
esquina con Dee Dee en pedo e insultar a la gente. Me echaron, y mi
mamá me dijo que era por mi propio bien. Entonces me mudé
a su galería de arte. Tuve que esconderme ahí porque la
policía, cuando veía luces a la noche, pensaba que era
un ladrón. Dormía en el piso, y de día trabajaba
ahí. Antes de irme a dormir iba a un club de Queens a escuchar
rocknroll. Y poco después Dee Dee se vino a vivir
conmigo a la galería. Joey estaba en plena experimentación
en esa época. Pintaba con mezclas de zanahorias y lechuga y frutillas,
como si fuera un artista de vanguardia. También grababa sonidos:
con un micrófono registraba tormentas, truenos, pelotas de básquet
rebotando. Sus rarezas eran atribuidas, sin embargo, a que había
estado un tiempo en una clínica psiquiátrica. Y eran bienvenidas
por eso también. A Dee Dee y a Johnny les gustaba juntarse con
alguien que estuviera loco. Les parecía cool.
Mitchell cuenta que a Joey le sirvió estar en el loquero,
porque tenía muchas novias que había conocido ahí.
Y a Johnny le gustaba juntarse con gente rara, todo lo que fuera demente
le parecía alucinante. La música también
era parte de su vida. Cuando era adolescente tuve que atravesar
un montón de mierda, mi mamá se divorció y se volvió
a casar, una familia nueva y todas esas cosas. Encontré mi salvación
en la radio. Me acuerdo de la primera vez que escuché a los Beach
Boys, era Surfing USA y me impactó. Pero los Beatles
fueron los que me convirtieron en un fan. Y más tarde los Stooges,
que fueron una banda que me ayudó mucho en mis períodos
oscuros. Me ayudaban a sacar afuera la agresión. Nadie andaba
armado en aquellos años, ningún chico llevaba armas a
la escuela. Lo que hacías era poner música fuerte que
te hacía sentir bien.
Fue por esa época cuando Joey empezó con su carrera. Pero
no fue en una banda punk sino en una banda glam que se llamaba Sniper.
Joey siempre había llamado la atención, por su altura
y su desgarbo, pero con plataformas pasaba los dos metros, y el maquillaje
no era una buena idea para su cara. Terminaron golpeándolo, claro,
y tuvo que pasar una noche en el hospital con la nariz rota. Pero esa
experiencia glam le sirvió para demostrar que podía cantar
en una banda. Cuando Dee Dee y Johnny lo llamaron para formar parte
de la que estaban pensando formar, sin embargo, le pidieron que tocara
la batería. Contaba Joey que era un desastre. Dee Dee cantaba
y tocaba la guitarra, pero no podía hacer las dos cosas al mismo
tiempo. Estábamos siempre borrachos. Lo que empezó a pasar
fue que ellos tocaban cada vez más rápido y yo no podía
seguirles el ritmo. Entonces me pidieron que cantara. Creían
que podía funcionar, me habían visto en Sniper y les parecía
que yo no me parecía a nadie. Todos los demás estaban
imitando a Jagger o a Iggy, pero yo era distinto. Tommy, que hasta ese
momento había sido nuestro manager, tuvo que sentarse en la batería
porque nadie más quería. Fue en uno de esos caóticos
ensayos donde decidieron llamarse The Ramones y adoptar todos ese apellido,
sin demasiadas explicaciones o ceremonias, de la misma forma en que
a partirde allí construirían su carrera. El nombre fue
tomado de un seudónimo que usaba Paul McCartney cuando los Beatles
tocaban en Alemania al principio de su carrera, Paul Ramon. En aquella
época, los Beatles todavía se vestían de cuero
negro. La música que amábamos se estaba muriendo,
así que decidimos hacerla nosotros. Lo bueno desaparecía.
Johnny concibió un nuevo sonido para la guitarra, y todos los
demás agregamos algo. Y cantábamos sobre las cosas que
vivíamos, nuestras frustraciones y cosas que tenían que
ver con la radio, la TV y la vida real. Lo que pasó después,
como suele decirse, es historia.
Y a pesar de su status de pionero del punk y de que los Ramones están
en la memoria colectiva de todos, Joey Ramone nunca creyó que
hubiera recibido el reconocimiento que se merecía. Hace poco,
la revista norteamericana Entertainment Weekly eligió los 100
momentos clave del rock, y el primer show de Ramones en el CBGBs
quedó en el puesto 11. Eso hizo sentir bien a Joey, porque siempre
fuimos más que una banda: inspiramos a generaciones de chicos.
Era mucho más que punk rock. Me gusta que haya bandas como Green
Day u Offspring. Pero, al mismo tiempo, mi carrera fue una frustración
tras otra. Nunca llegamos al Top 40 en EE.UU. a pesar de que escribimos
canciones muy radiables como Sheena is a punk rocker o Rockaway
Beach. Hubo muchos obstáculos que no estaban en la música
sino en la industria, en la radio o lo que sea. Mucha gente nos tenía
miedo.
Desde la separación de Ramones en 1996, Joey siguió activo.
Además de producir el disco de Independents (una banda de ska),
Joey co-produjo un EP para su ídolo, Ronnie Spector, y escribió
una canción para él, la balada She Talks to Rainbows,
sobre una chica rara que había conocido en la calle. Y en los
últimos tres años había estado trabajando en un
disco solista: tenía escritas casi 20 canciones y pensaba grabarlas
con una banda que incluiría a Andy Shernoff de The Dictators
y a Frank Funaro de Cracker. Pero, a pesar de sus proyectos, mantuvo
un perfil bajo en los últimos años, apareciendo a veces
en alguna fiesta de los clubes neoyorquinos. Más recientemente
grabó una canción con los otros Ramones para la banda
de sonido de una película, en lo que significó un indicio
de reunión nunca concretada más tarde. El domingo, en
Nueva York, mucha gente se enteró de la muerte de Joey Ramone
por e-mails que enviaron Mike Watt y Thurston Moore. Mike Watt escribía:
Sheena es una punk. Yo también. Te voy a extrañar.
En el sitio de Internet salon.com, periodistas amigos y fans escribieron
pequeños recordatorios, y la mayoría coincidió
en varias cosas: que Ramones fue la primera banda punk que escucharon
y que les cambió la vida, que esperaban que Joey antes de morir
se hubiera dado cuenta del enorme respeto que le tiene la nueva generación
de punks, que no podían creerlo. Todos recordaban el 1-2-3-4!
y el gabba gabba hey y esa intensidad única, casi
efímera. Pero inolvidable.
Un
gran cantante
Por Juan Pappometti (Katarro Vandáliko)
Joey,
como cantante, era un maestro. Si bien en los últimos tiempos,
justamente por sus problemas de salud, en vivo ya no daba cátedra,
siguió siendo siempre un gran cantante. En su voz podías
escuchar, al mismo tiempo, influencias tan distintas como Mick
Jagger, las Ronettes o la música chicle. Y como compositor,
si bien firmaba pocos temas, logró algunos que se convirtieron
en verdaderos himnos, como The KKK took my baby away,
al que nosotros versionamos. Se sabía desde hacía
mucho que el tipo estaba mal, pero no pensé que su muerte
iba a ser tan prematura. Fue un bajón, la verdad es que
causó una verdadera conmoción en nuestros ensayos.
Los Ramones no fueron sólo una influencia sino que nos
marcaron de pibes. De no haber existido ellos, estoy seguro de
que los Katarro Vandáliko no habríamos sido músicos.
|
Alguien
como vos
Por Patricia Pietrafiesa (She Devils)
Perdí
a un amigo, a una referencia muy grande, musical y existencial.
Todavía estoy shockeada, bajoneada, no lo puedo analizar
bien. Es una de esas muertes que hacen muy mal. Hoy recordaba
que cuando los Ramones vinieron a la Argentina, en 1991, se hizo
una conferencia de prensa en Halley y ahí Joey agarró
el micrófono y contó que había muerto Johnny
Thunders. Esa vez me dejó helada, esta vez también.
Volvía a mi casa escuchando la radio, estaban pasando mucho
Ramones y tuve un re-mal presentimiento. Lamentable. Siempre me
intrigó cómo ellos, con sus letras simples y de
barrio, se convirtieron en referentes para cualquiera, o cómo
se hicieron re-argentinos. Los empecé a considerar por
su valor musical desde hace relativamente poco. Fueron una influencia
impresionante, por su actitud, por sus canciones, por su forma
de plantarse a tocar en vivo. Ellos cambiaron la música,
son parte de nuestra educación. Y Joey era alguien como
vos.
|
Una
parte de mi vida
Por Niko Villano (Villanos)
Joey
era medio el ideólogo de los Ramones. Yo pienso que componía
muy bien, metía mucha mano en las canciones, no era sólo
Dee Dee. De hecho, Dont go, mi tema preferido
de la banda, lo compuso él. Con Villanos, como homenaje,
escuchamos derecho viejo sus primeros discos. Joey era Dj de radio,
escuchaba mucha música: bandas de garage de los 60,
la música chicle, los Beach Boys. Le gustaban los cantantes
freaks. Siempre sentí cierta empatía con él.
Era un cantante limitado, pero resultaba justo lo que necesitaba
la banda, no les hubiera servido un Joe Cocker, un David Coverdale
o un Robert Plant. Esa voz nasal era lo que les hacía falta
a los Ramones. Particularmente, me gustaba más en los discos
que en vivo. Cuando lo vi en vivo en Obras, él ya no estaba
en su plenitud, se notaba que estaba mal. Me acuerdo de los movimientos
que hacía, que no se descontrolaba tanto, ya tenía
problemas de salud. Movía el micrófono para adelante,
levantaba el puño y nada más. Fue uno de esos días
en los que muere la música. Es una parte de mi vida que
se fue.
|
Quiero
ser tu Joey
Por Sol Shurman (Sugar Tampaxxx)
Tengo
que reconocer que al principio, cuando era adolescente, yo les
tenía cosa a los Ramones. Era una época en la que
todo el mundo los escuchaba y, bueno, yo me quería hacer
la dura, la distinta. Pero la verdad es que me encantaban las
canciones y terminé por escucharlos y disfrutarlos sin
ninguna historia. No tengo dudas de que en Sugar Tampaxxx hay
bastante de los Ramones y de la escena que representaron. Cuando
los vi en vivo me encantaron, estaba excitadísima. Ultimamente
estuve hablando mucho de Joey. Hace unos días me había
llegado un rumor de que estaba muy mal de salud, y me pasé
horas buscando en todas las páginas de noticias musicales
en Internet, pero no había nada. Pensaba: ¡Que
no sea verdad!. Hasta que de repente salió en todos
lados. En el show de Sugar Tampaxxx del 4 de abril, en el San
Martín, le dedicamos un tema: I wanna be your Joey
Ramone. Recibimos montones de mails de gente que nos vio
ese día, y los contestamos... La verdad es que Joey estuvo
muy presente entre nosotros estas últimas semanas.
|
|