Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
NO

todo x 1,99

Clara de noche
Convivir con virusBoleteríaCerrado
Abierto

Fmérides Truchas 

 Bonjour x Liniers

Ediciones anteriores

 

KIOSCO12

Jueves 19 de Abril de 2001

tapa
tapa del No

Attaque 77, la banda que nunca descansa, graba un disco en vivo con escenografía provista por los pibes

Todos quieren a su
bandera

En una semana de dolor punk-rocker, es cantado que la presentación de Attaque 77 en Obras -este sábado y el que viene, función agregada por la gran demanda de entradas- tendrá mucho de homenaje al querido Ramone. Pero también de merecida celebración del romance entre la banda y sus fans, al punto de merecer una preproducción con un registro detallado de los trapos entregados para ser exhibidos y que luego serán también parte de las imágenes del disco, a editarse en junio.

POR JAVIER AGUIRRE

”Cuando ellos duermen, nosotros trabajamos”, aseguraban los Attaque 77 hace diez años, en su canción “Donde las águilas se atreven”. Hoy son una de las bandas más activas del rock argentino; desde 1997 vienen girando ininterrumpidamente por el interior, España y distintos países de Latinoamérica, además de anunciar una inminente gira por Alemania y Suiza (!). Pero la hiperactividad de Ciro, Mariano, Luciano y Leo no termina ahí: este sábado se presentarán en Obras, donde grabarán el disco en vivo Trapos, bautizado así porque su arte de tapa tendrá el mismo ingrediente que el decorado del escenario: las banderas de los pibes.
La preparación de Trapos –que será el primer disco en vivo posta de A77aque, más allá de que hayan editado algunos temas en directo en el mini LP Rabioso y en el compilado 89/92– los mantiene trabajando en doble turno. Por las mañanas ensayan sólo las bases, y por las tardes, la banda entera. En el entretiempo de dos ensayos Ciro, Luciano y Leo hablaron con el No, mientras el guitarrista Mariano Martínez aprovechaba para trabajar como productor de Katarro Vandáliko, sus teloneros en Obras. El fallecimiento de Joey Ramone fue –doloroso– tema obligado de la charla.
–¿Cómo les pegó la muerte de Joey?
Luciano: –Es algo muy triste, fue un ídolo absoluto de nuestras adolescencias. Su muerte es el cierre de un ciclo en mi vida musical. A Joey le gustaba Attaque 77, nos lo dijo cada vez que nos cruzamos y estrechamos manos. Un amigo nuestro que vivía en Nueva York tenía contacto permanente con él y lo informaba sobre nosotros. Cuando tocamos juntos -en Vélez y en River–, tratamos de no monitorearlos mucho, porque sabemos en carne propia lo que es eso. Pero igual era muy fuerte estar con ellos; nos sacamos fotos y charlamos diez minutos. Es un lindo recuerdo. El arte te hace eterno.
Leo: –Es el cierre de una etapa para el punk y la new wave. Joey fue un tipo emblemático. Yo escucho a los Ramones desde los 13 años, y si bien ahora no los seguía con tanta asiduidad, su muerte me causó muchísima impresión. Un bajón.
–¿Grabar un disco en vivo y convocar a las banderas es darle protagonismo a los fans?
Ciro: –Yo creo que el público arma el show. Tenemos la suerte de contar con un público que siempre se renueva, con mucha energía. Metafísicamente –aunque alguien me diga: “¿De qué carajos estás hablando?”–, te aseguro que cuando estás en el escenario, y sentís la energía del público, pasa algo muy difícil de explicar, eh... La locura de ahí abajo sube derechito a los músicos. La gente marca la diferencia entre un show y otro. En Obras, con la gente a full, seguramente va a ser un show a full. A veces subís al escenario diciendo: “Paremos la pelota, hagamos un show tranqui”, pero cuando la energía de la gente te pega en el corazón, salís todo para adelante. Quizás tenemos canciones muy dulces que en vivo terminan sonando muy pesadas, cantadas como con odio, interpretadas con una fuerza inexplicable, con las piernas temblando y no de miedo. Creo que es un aprendizaje de lo que es tocar en vivo.
–¿Los fans de Attaque son particularmente futboleros? ¿Será por eso?
Ciro: –La gente que nos trae banderas no pertenece a barras bravas, son hinchas de fútbol que llevan a la cancha trapos medianitos, que son los hinchas más copados, los que están en un término medio. Llevan pasión verdadera, quieren ver el partido, disfrutar de eso con su trapo en el alambrado, y que termine sin que haya violencia. Así sentimos nosotros el fútbol ahora, más allá de que hayamos tenido una época de popular. El verdadero arte del fútbol está sobre el césped.
Luciano: –Hay una analogía entre los trapos en la cancha y en los shows de Attaque. Para esas personas, la música y el fútbol están fusionados en un ciento por ciento.
Leo: –En los ‘90, ese acercamiento fue enorme, con nosotros, Los Piojos...
Ciro: –En las canchas, los cantitos antes eran “salta, salta, salta/ pequeña langosta”, y ahora la mitad de las canciones de tribuna vienen del rock. Por suerte, la violencia del fútbol no ha llegado a los shows de Attaque. Aunque supongo que si tuviéramos la popularidad de, por ejemplo, Los Redondos, sería medio inevitable que, lamentablemente, algo siempre se escape de las manos...
–¿Es parecido tocar en una banda a ser jugador de fútbol?
Luciano: –Sí, la pasión, lo de subir al escenario como si estuvieras saliendo a la cancha...
Ciro: –Lo de poner huevo. Hay una arenga de “¡vamos, vamos!” antes de salir.
Luciano: –Además, en una banda cada uno tiene un rol, como en un equipo. Leo está atrás, en la batería, y cuando jugamos al fútbol, ataja.
Ciro: –Es una cuestión de individualidades, cada una con sus virtudes, que se suman para bien del equipo. Y además está la meadita antes de subir a tocar, es insustituible.
–¿El disco en vivo va a registrar todo el show de Obras?
Ciro: –No. De los treinta temas que vamos a tocar, sólo unos quince van a Trapos. Estamos en plan de disco en vivo clásico: enérgico y que no te aburra. No queríamos hacer un doble, porque los discos en vivo a veces empalagan un poco, ya que tienen un sonido bastante homogéneo. Vamos a reversionar temas como “Espadas y serpientes”, que lo estamos tocando más tipo canción, al estilo de Radio insomnio. Y va a haber un tema nuevo, “Consejos del abuelo”, que es una historia real, la del abuelo que se la pasa hablando y protestando; y que vos lo escuchás como si fuera una radio a la que no le das bola, hasta que te das cuenta de que tiene razón cuando dice que “la política y el fútbol son todos negociados”, o que “la Coca- Cola y la TV son venenos para tener al pueblo como idiotas”.
–¿Esto no contrastaría con una cierta idea de considerarlos una banda eternamente adolescente?
Ciro: –Es que nosotros crecimos en público, cosa que no recomiendo. Es mejor lo que hicieron los Redondos, madurar primero y después salir al gran público. Somos un grupo chiquito de gente, nos conocimos siendo adolescentes y desde entonces tratamos de implementar el “vivir y dejar vivir”. De todos modos, los problemas de la adolescencia nunca se terminan del todo: después te viene la crisis de los 30, la de los 40, la de los 50, la de los 60... Además, la madurez es también darse cuenta de que todo no se puede hacer en la vida. Y no lo digo resignado sino viendo los propios límites. Uno contra el mundo no sirve. Esa tendencia humana triunfalista de “no bajar los brazos, demostrar que uno puede” es un error. Hay que saber hasta dónde llega cada uno. Cuando un amigo tuyo se queda, vos no lo abandonás, lo ayudás. Es mejor ser solidario y conocer los límites de cada uno, que pretender cambiar el mundo vos solo y dejar tirado al que necesita ayuda. Si a una rueda le faltan los cuatro tornillos, le sacás un tornillo a cada una de las otras tres ruedas y ahí, con tres tornillos por rueda, el auto arranca.
–¿Así es como hacen para girar y tocar sin parar, durante años?
Luciano: –Hay una cuestión clave que es la convivencia. Siempre, ante cada dificultad, llegamos a un acuerdo. Estamos más grandes, más maduros y a la vez más maniáticos.
Leo: –Uno escucha música a la mañana y el otro quiere silencio, uno toma vino y el otro cerveza, uno quiere dormir con oscuridad total y el otro quiere que lo despierte el sol a la madrugada...
Ciro: –Encima somos argentinos, así que tenemos cerebro de caracol: chiquitito y enroscado... (risas). Recién llegamos de girar por Panamá, México y Bolivia, y en el medio tuvimos dos terapias espontáneas. Hablarde todo, decir quién se sentía bien y quién no, qué cosas nos molestaban. En el medio de la gira. Es estar en un boliche o donde sea y decir: “Vamos a un lugar donde no haya nadie”, y sentarnos nosotros, el manager y algún plomo a hablar y a decirnos de todo en la cara.
Leo: –Sí, como el “Gran Hermano” (risas).


Estamos todos locos, pero los trapos dejalos ahí...

El operativo “Trapos” resultó más complejo de lo que podía esperarse. En 1997, para los diez años de Attaque 77, ya hubo una experiencia piloto -que terminó caótica– con banderas de los fans. Por eso esta vez la producción de la banda organizó un sistema en el que cada trapo, al ser entregado en Obras, es inscripto en un celoso inventario, con número de orden y nombre y documento del dueño. Todo para que después del show las devoluciones no sean problemáticas. Hasta el momento, la convocatoria ya reunió a más de 150 estandartes. Sin embargo, hay algunas excepciones al sistema, especialmente en los casos de banderas futboleras. “Un pibe de la hinchada de Almagro me encaró en la calle y me dio su trapo a mí, porque dijo que sólo transaba conmigo”, cuenta Ciro. Además, hinchas con banderas calificadas de River “77, asado y vino” y de Boca “Edda 77” pidieron especialmente ser entregadas el día anterior al concierto y retiradas después del show. Evidentemente, con los trapos no se jode.