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Jueves 31 de Mayo de 2001

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La primera noche del Multipalo, en vivo y en directo desde Monte Grande

VENI
CON LOS
MUCHACHOS

Los Auténticos Decadentes y Fidel Nadal se subieron a la caravana de la cumbia villera y compartieron escenario con Damas Gratis, uno de los tanques de la nueva movida tropical. Detrás del cartel tripartito, hay algo más: se trata de la consolidación definitiva de un nuevo híbrido musical, compartido por chabones “del palo”, que va y viene "de la calle". ¿Y vos, de qué lado estás?

TEXTOS ROQUE CASCIERO
FOTOS NORA LEZANO

Mariana tiene jeans gastados, zapatillas y una remera con varias decenas de lengüitas stone. Su típico flequillo viejita está pegoteado a su frente por la transpiración: en el local hace mucho, mucho calor. La gente arde por la música, el alcohol y la danza del estrógeno y la testosterona. Chicos con remeras de los Redondos y Los Piojos se abalanzan sobre aspirantes a diosas, las abrazan cuando pasan a riesgo de comerse un cachetazo o les tiran del pelo, una forma nada sutil de llamarles la atención. También hay pibes y pibas vestidos con equipos de gimnasia, y otros a los que tu abuelo podría describir como “de elegante sport”. El calor no perdona a ninguno. En especial, cuando sobre el escenario se planta uno de pelo largo, con un teclado en la mano, y dice: “Las manos de todos los negros arriba y arriba, porque éste es el show de Damas Gratis”. La frase se repite como un mantra manuchaoesco entre fragmentos de canciones de cumbia villera, la nueva maravilla de la interminable factoría argentina de música “tropical”. Dos mil personas muestran sus palmas, al tiempo que se desata el pogo (que no será el más grande del mundo, pero tal vez sí el más violento). Casi dos horas más tarde, la respuesta del público será igual de entusiasta cuando salgan a escena Los Auténticos Decadentes, con su inagotable cantera de hits nacionales y populares. El lugar se llama Infierno, queda en Monte Grande y esta noche está encantador. De verdad.

VOLVER
“Hacía mucho que no tocábamos en bailantas, aunque en una época lo hacíamos todos los fines de semana”, reconoce Gustavo Cucho Parisi, cantante de los Decadentes. “Lo que pasa es que somos caros para los dueños: la mayoría de los grupos bailanteros cobran poco, tocan veinte minutos y hacen seis bailes por noche, pero a nosotros nos gusta hacer shows como los de cualquier banda de rock. De todos modos, nos encanta tocar en bailantas. Acá las chicas vienen y te tocan los huevos, van derecho al grano. ¿Sabés cómo salís? Te agarran el orto, todo...” La carcajada de Cucho todavía resuena cuando dice que tendrá que dar muchas explicaciones por sus explícitas declaraciones. ¿Por qué volvieron los Decadentes a las bailantas? Por su reciente alianza con Pablo Lescano, el cantante y factótum del fenómeno de la cumbia villera (ver recuadro), a quien invitaron a tocar los teclados en las nuevas versiones de “Vení Raquel” y “Entregá el marrón”, que grabaron para un compilado de éxitos que, en principio, sólo será publicado en España y América latina. En Argentina no, por ahora.
Gustavo Nito Montecchia, guitarrista de los Decadentes, afirma que llamaron a Lescano porque escuchan las canciones que éste compuso para Flor de Piedra y su nuevo grupo, Damas Gratis: “Nos llamó la atención que se produjera una especie de movimiento nuevo. La cumbia estaba muy estancada en las canciones de amor”. Entonces, completa Cucho, “apareció esto, que es más rebelde, está más ligado al reggae y al rap. La cumbia gangsta...”. El nuevo paso de la alianza Decadentes–Damas Gratis fue una presentación conjunta en “Pasión tropical”, el programa bailantero que emite Azul. Allí hubo un popurrí de temas de ambas bandas, que no se repitió en Infierno, el local de Monte Grande, por motivos de agenda: Lescano y los suyos tenían ¡nueve shows! durante esa noche.

PIJAMAS
En realidad, Decadentes y Damas Gratis también debían cruzarse en Escándalo, la bailanta de City Bell famosa porque fue el último lugar donde tocó Rodrigo. Pero allí no hubo otra música que la de algunos bombos: en la puerta del local se armó un piquete con quema de neumáticos incluida. Las noticias que llegaban al búnker de los Decadentes decíanque, la semana anterior, los patovicas del lugar habían matado a un chico y que sus parientes habían decidido tomar el toro por las astas.
Mantenerse despiertos hasta la hora del otro show no fue problema para los músicos, quienes se movieron hasta el departamento de Nito (ubicado en el mismo edificio que la oficina de la banda). Cucho ni siquiera se planteó aguantar: se durmió una buena siesta nocturna. En el plantel había dos bajas: Jorge Serrano, cantante y autor de varios hits Decadentes, estaba con fiebre y dolores de cabeza; Mariano Franceschelli, el baterista, regresó con mononucleosis del último viaje de la banda a México (fue bien reemplazado por Chachi, el hermano de 16 años del percusionista Martín La Mosca Lorenzo). En casa de los Montecchia había un pijama party organizado por las hijas del guitarrista y sus amiguitas, quienes se deleitaban con la música de... Damas Gratis y Flor de Piedra. “Ahora nosotros tomamos el control/ somos los dueños del pabellón/ estamos cansados de tanta represión/ y vamos a salir de esta prisión”, cantaban las nenas. “Yo quiero tomar cocaína/ me tomo una bolsa y estoy pila pila”, cantan un rato después 3 mil personas en Monte Grande. La letra dice “vitamina” en lugar de “cocaína”, pero nadie le da bola al detalle. En una suerte de patio cubierto ubicado detrás de Infierno, tres Decadentes reflexionan sobre las letras de la cumbia villera.
Nito: –Hay cosas que me causan gracia y otras que son un reflejo de la realidad. Por ese lado, me parece bien. No me siento identificado con lo que dicen las letras, pero me parece que son un reflejo de la realidad, como lo que pasa con el rap. Es como el disco de Eminem, que cuando empieza dice que no hay que tomarlo en serio, que hay que escucharlo como si fuera una película.
Cucho: –Es que si no, estarían hechos mierda de tanto poxi–ran y de todo lo que cuentan que jalan... (risas).
La Mosca: –No me identifico con las letras que hacen apología del robo o de lo que sea, pero... Quizás es como lo que le pasa a Los Tigres del Norte en México, que cuentan historias de todos los días.
Cucho: –Capaz que el público es de pungas y están todos contentos (risas).

ESTRELLA
“La fiesta del Multipalo”, pregona el cartel de la puerta de Infierno. Los números fuertes son Damas Gratis, Los Auténticos Decadentes y Fidel Nadal (“ex cantante de Todos Tus Muertos”, aclara el anuncio). La entrada cuesta 5 pesos y apenas se traspone la puerta aparece un gran galpón convenientemente decorado, con una barra que ocupa todo el costado izquierdo, el escenario al fondo (sobre el guardarropas), y los baños y pequeñas barras a la derecha. Una es, en realidad, un quiosco de chapa típico de plaza con un cartel que dice “banco de semen” (¿?). El vaso de medio litro de cerveza cuesta 3 pesos (4 si se le agrega menta o granadina) y la soda 2. Con el calor del lugar, los que están detrás del mostrador no dan abasto con los pedidos. La gente recibe bien a Fidel y su banda Anbesa, que despliega su reggae religioso–militante. Después suben Jimmy y el Combo Negro, uno de los proyectos de laboratorio de Lescano. Detrás de escena, el cantante de Damas Gratis llega, saluda a todos muy rápido y da instrucciones. Los músicos enchufan y le meten para adelante. ¿Prueba de sonido? Bueno, así podrían considerarse los primeros diez minutos del show, que dura veinte. A nadie le interesa. A la derecha de Lescano se ubica su hermana Romina, corista pequeña, atractiva e inaudible a la que el cantante parece muy apurado por vender (literalmente, aunque en joda); a la izquierda está el guitarrista del grupo, con gorra jamaiquina y remera de Bob Marley; atrás, dos percusionistas y un bajista chiquito que parece un accesorio de su instrumento.
Mientras la gente arde, varios de los Decadentes se enfervorizan al costado del escenario. Otros prefieren la tranquilidad del camarín, donde se amontonan amigos y desconocidos por igual. En las mesas hay gaseosas de nombres rarísimos y whisky de Primera A, sandwiches de miga e instrumentos de viento. Andrea, la fan número uno de los Decadentes, se ríe cuando Cucho le propone formar una banda con ella (rebautizada Oaky) y algunos personajes amigos. “Tendrían que salir todos pintados de plateado”, bromea el cantante. La chica es de las que no se pierden ningún show: se vino en colectivo desde Villa Urquiza y planea volverse en el mismo medio a las 6 de la mañana. Al final, la combi de la banda la acerca hasta Palermo.
Pablo Lescano termina su set y en el backstage lo esperan seis niñas: cada una pagó 5 pesos para sacarse una foto con él. Cumple con el trámite y antes de salir disparado hacia su próximo compromiso, invita a Fidel Nadal a sumarse a la caravana. El ex TTM, que grabó un tema para su próximo álbum en compañía de Damas Gratis, acepta de buena gana. Los caminos de Selassie son inescrutables.

BOLUDO
Hoy trasnoche: ahora son los Decadentes quienes hacen transpirar a hombres y mujeres en esta sucursal divertida del Infierno. Todos saben qué proponerle a Raquel, quieren tocar la guitarra todo el día y vivir una noche de solteros. En la excitación del momento, alguno tira su celular sobre el escenario. Enseguida se da cuenta de lo que hizo y se lo reclama al Diego Demarco. Pero el cantante y guitarrista (de rigurosa remera de Sex Pistols) le devuelve el teléfono... ¡del baterista! Son las 5.30 am y nadie quiere irse a dormir, incluidos los músicos: la entrega es mutua, caliente y sin condiciones.
Después, mientras la combi vuela sobre la autopista Ricchieri, Nito recuerda los primeros pasos de la banda en el mundo de las bailantas, allá por el ‘92. “Siempre nos recibieron con la mejor onda. En esa época no nos conocía nadie, pero íbamos a tocar al Gigante de Banfield, o a Joya, en el medio de Villa Fiorito, y estaba todo bien. Debería ser porque no íbamos con ninguna pose. Nos veían y se cagaban de la risa.” Cuando escucha a su compañero, un cansadísimo Cucho se da vuelta en su asiento y deja caer su última frase, antes de sumirse en el sueño: “Y también, con esta cara de boludo que tengo...”

El pibe de oro

Parece tarea imposible lograr que Pablo Lescano deje de sonreír. Motivos para la alegría no le faltan. A los 23 años, es una maquinita de facturar gracias a sus canciones. Además, le va muy bien con las chicas, que se matan por un beso suyo. Siempre viste equipos de gimnasia importados; tiene el pelo negro, enrulado y largo, y un brillo atorrante en los ojos. Aunque ya ganó lo suficiente como para comprarse una casa fuera de su vecindad de toda la vida, sigue viviendo en La Esperanza, un “barrio carenciado” de San Fernando. Allí comenzó su carrera musical: a los 11 sacaba melodías en un teclado robado; dos años después ya tocaba y componía en Capricho de Luna. La suerte comenzó a mostrársele favorable como parte de Amar Azul, grupo en el que escribió el hit “Yo tomo licor”. Pero estaba harto de ver grupos bailanteros formados por carilindos que hacían (hacen) playback sobre melosas letras de amor. El quería subirse al escenario con la misma ropa que usaba todos los días y cantarle con orgullo al cóctel de sexo, drogas y actividades non sanctas que veía en su barrio. Y lo logró, claro. Primero armó una banda llamada Flor de Piedra con gente que reclutó en el barrio, en lo posible con antecedentes policiales. En septiembre del ‘99 salió el primer álbum del grupo, La vanda más loca. A caballo del hit “Sos botón”, el disco superó holgadamente la certificación de platino. Cuando Lescano compuso las canciones del segundo CD, Más duros que nunca, ya tenía en mente su proyecto más personal, Damas Gratis. Para los pibes, el debut del grupo en el que lo secunda su hermana Romina, salió en octubre del 2000 y lleva vendidas más de 40 mil placas. Cada fin de semana es un maratón de shows: están en su momento y no quieren ni pueden parar. Lescano sigue sonriendo.