ESTA
DECADA SERA ELECTRONICA O NO SERA: UNA OLA QUE CRECE Y CRECE, AQUI,
ALLA, EN LA RADIO Y EN TODOS LADOS...
Estrella
El
otro Hernán C. no hace goles, pero es el Dj argentino más
importante en el mundo. Residente de Cream y con más de 100
fechas programadas para los próximos seis meses por Europa
y Estados Unidos, Cattáneo vive su momento. Como él
dice, esto es como jugar de 9 en el Milan. Entonces,
podría corregirse de club, tachar Milan y poner Lazio,
y el círculo cerraría, ¿no?
POR
PABLO PLOTKIN
Las
cosas están yendo tan bien para Hernán Cattáneo
en Londres que se atreve a resumir la cuestión así:
Si no estuviera acá, sería suicida. Bailen
el remix de los últimos 22 años en la vida del primer
argentino condecorado en Europa con la etiqueta superstar dj: a
los 15, apenas un año después de empezar a pasar música
para amigos, la disco Sabash de Villa Gesell contrata sus servicios.
En 1988 se lo ve en la cabina de Cinema, al tiempo que Frankie Knuckles,
Danny Tenaglia y Graeme Park le hacen conocer el house. En el 93
debuta en Pacha Buenos Aires, club del que con los años se
convertirá en residente y especie de ideólogo musical,
mientras el progressive Sasha, Paul Oakenfold, Darren Emerson
empieza a ocupar un par de estantes de su discoteca. En 1999, como
pinchadiscos responsable de las fiestas Cream en la Argentina, calienta
la pista de Museum para los Chemical Brothers, recorre el Reino
Unido a bordo del Perfecto Tour de Oakenfold, se luce en el festival
Creamfields y entonces lo reinventan como disc jockey global: se
presenta en las fiestas Cream de Ibiza y Liverpool, pisa buena parte
de las capitales americanas (siempre de la mano de Oakie)
y, en marzo del 2001, asiste al Winter Music Conference de Miami
junto a los peces gordos del dance mundial. La fábula llega
hasta hoy, a un mes de la mudanza de Hernán (36 años)
a Londres, la contratación como residente de Cream, el rebautismo
gringo al status de estrella sudamericana, la inminente
edición de un álbum con Perfecto Records (coproducido
por Martín García), los remixes para Deep Dish, las
noches en Tokio, Dublin, Reykjavik, Tenerife, Glasgow... La
emoción acá no puede durarte mucho: enseguida tenés
que ponerte a trabajar, porque hay unos 10 mil pibes a los que les
gustaría ocupar mi lugar, advierte este otro Hernán
C. que triunfa en Europa, desde su departamento/estudio en la capital
inglesa, donde pasará unos seis meses antes de volver a Buenos
Aires, iniciar una gira por los Estados Unidos y viajar de vuelta
a Londres para instalarse tal vez definitivamente. O al menos por
un buen rato. Deberías estar acá para entenderlo:
ser residente de Cream es pesadísimo, es como ser el 9 del
Milan. Entonces más vale que te rompas el orto y labures
bien, porque es un puesto muy codiciado. Así que tuve que
dejar la emoción de lado y concentrarme. Ese rasgo
de excentricidad remota es parte de la historia que seduce a los
ingleses. Reciben grandes noticias de la cultura bailable sudamericana,
a la vez que fantasean con la idea del house amazónico. Je.
Imaginate que en Europa hay 10 mil disc jockeys buenísimos,
pero a ellos les llama la atención la visión sudamericana
de todo esto, dice Hernán.
¿Y en realidad qué diferencias hay entre
los djs de acá y los de allá?
En la Argentina recibimos influencias de todos lados,
no sólo de Europa y Norteamérica. Acá son más
estructurados: está el disc jockey que pone house americano
y no lo sacás de ahí; el que pone progressive house
holandés y nada más, y así. En cambio nosotros
somos mucho más abiertos, mezclamos los estilos, y para ellos
es algo totalmente nuevo, distinto y atractivo. La mayoría
de los djs argentinos nos criamos en la adversidad: tocábamos
con sonidos de mierda, no había radios, no había revistas,
nadie apoyaba el movimiento. Nos tuvimos que acostumbrar a un montón
de cosas. Si vos laburás en la Argentina, más vale
que puedas poner house, progressive, tecno, deep house, porque si
no estás frito. Esa versatilidad acá es muy difícil
de encontrar. Por eso a mí me dieron la residencia de Cream
de Ibiza y de Liverpool. Un día toco con Justin Robertson,
que es un disc jockey de culto tecno house, y otro día toco
con Paul Oakenfold, que es un disc jockey trance. Acá en
general el dj que toca con uno no puede tocar con otro.
¿Qué hiciste para llegar hasta ahí?
Es decir: ¿qué tenés vos que no tengan otros
djs argentinos?
Son varias cosas. No sé si soy mejor o peor que
los demás, pero sí puedo decirte que sé hacer
mi trabajo: soy muy consciente de hasta dóndepuedo dar, pero
también me ubico frente al hecho de que estoy con los mejores
del mundo. Cuando giro con Oakenfold, sé que la estrella
es él. Ahora me toca ser la estrella a mí, pero durante
años yo hice aguantes para Cream y tenía bien claro
que la estrella era el que venía después. Tenés
que entender que si sos defensor, no estás para hacer goles.
Hay muchos pibes a los que les cuesta muchísimo entender
eso: no se bancan tener unos discos terribles en la caja y no ponerlos.
Por otro lado, la versatilidad es otro punto importante, y el hecho
de que fuera residente de Pacha, a la que muchos consideran una
de las cinco mejores discotecas del mundo. Y el management: yo he
sido superbien aconsejado en cada una de las decisiones que tomé
en los últimos cuatro o cinco años de carrera. Sin
el asesoramiento de Martín Gontad y Cruz Pereyra Lucena no
habría llegado a donde estoy.
Ahora que te codeás con la crema del dance, ¿qué
clase de personas son los disc jockeys estrella?
A casi todos tuve la suerte de conocerlos en la Argentina,
y tengo un muy buen trato con todos. Hay muchísimo respeto.
Todos estos pibes van a la Argentina, ponen la música que
se les canta el culo, la gente baila todos los estilos, y ellos
deducen que hay alguien que los tiene bien acostumbrados. Los tipos
son muy macanudos: me tratan de igual a igual, lo que me da un poco
de vergüenza. Tengo muy buena relación con Sasha, con
John Digweed, con Oakenfold, Deep Dish, Danny Tenaglia. Me llaman
por teléfono en la semana para preguntarme si me estoy adaptando
bien a Londres, o me invitan a comer. Eso me ayuda mucho, porque
estoy solo acá.
Más allá de los grandes festivales, ¿cómo
encontraste la escena underground de Londres?
Como tengo tantas fechas, estoy por todos lados: en los
lugares más mainstream y en los más underground. Lo
primero que hice fue tocar en el restaurantbar de Mr. C. Mañana
toco en The End, que con Fabric son los dos lugares más serios,
de culto, que hay en Londres. No creo que haya muchos exámenes
más difíciles que hacer un buen trabajo en The End.
Ahí la gente es muy entendida, muy exigente. Te diría
que acá hay lugar para todo. Hay mucho de todo. Y todo funciona.
Cattáneo sigue conectado con los argentinos a través
del programa de radio que conduce en la Metro (FM 95.1) los sábados
a la noche (de 22 a 2 de la mañana). Ahí ofrece un
reporte sobre la música electrónica en Inglaterra
y termina con dos horas de set que graba en la semana. A eso le
dedica el tiempo que le queda entre el resto de trabajo en estudio
y el promedio de 15 fechas mensuales alrededor del continente. En
seis meses son 100 fechas: es una locura de laburo, se alarma.
Pero quiero aprovechar el apoyo que estoy recibiendo no sólo
de los disc jockeys sino también de la prensa: salió
una página en la revista MixMag, en la de Ministry; me acaban
de hacer una nota que sale el mes que viene en Jockey Slat; en la
BBC pasan los temas que yo hice. En la primavera de Londres
está por oscurecer y esta noche viernes Cattáneo
se encarga de las bandejas de Gods Kitchen, en Birmingham. Dentro
de un rato me pasa a buscar un chofer, informa. Acá
no tengo que preocuparme por nada: me llevan, me traen. Las compañías
me mandan los discos a mi casa y me piden por favor que los ponga.
Sos una estrella.
Por más que no me quiera dar cuenta, empecé
a formar parte de algo muy importante. El otro día había
sólo diez copias del nuevo disco de los Chemical Brothers
para repartir. Diez, nada más. Y me dieron uno a mí.
Puta madre: debe haber 500 disc jockeys importantísimos en
todo Europa que quieren ese disco y me lo dieron a mí. Evidentemente
soy mucho más importante para ellos de lo que yo creía.
Siempre fui de mirar las cosas con las manos para atrás,
pero ahora tengo que hacerme cargo. Hay un montón de beneficios
de formar parte de esta... elite. Aunque esa palabra me suena mal,
porque yo no me siento superior a nadie. Pero, como dicen acá:
its all good. No hay nada malo en todo esto.
BOEING,
DE VILLA LUGANO
In
the house
POR P.P.
Leonel
Castillo viene de clavarse dos panchos en Gringo, una microcadena
céntrica de comida chatarra que vende salchichas de variedad
latinoamericana. Tienen panchos uruguayos, brasileños,
unos mexicanos repicantes. Está buenísimo, recomienda
el hombre de 29 años detrás de Boeing, el proyecto
más alentador de una escena a la que empiezan a crecerle
los primeros dientes de leche: el house argentino. Al menos puede
empezar a hablarse de un sello especializado Estatus Discos
y de un álbum que está a la altura de la tradición
elástica del género surgido en Chicago a mediados
de los 80. Beta es un disco de electrónica bailable
que parece tener la consistencia del agua, una compleja y
a la vez ligera cadena melódica informática
producida por un chabón de Villa Lugano que se niega a hablar
de sí mismo como músico. Mis temas tienen un
desarrollo muy gráfico, tal vez porque siempre dibujé,
explica. En el barrio a mí me tienen como dibujante.
Ni siquiera yo me veo como músico. No soy músico.
Viste cómo son los programas de computación ahora:
son para gente que no sabe música. Apenas puedo zapar dos
notas.
Un momento: Leonel reconoce que con el tiempo fue adquiriendo
una coherencia musical, aunque lo suyo siempre fue todo
de oído. Fijate que el house es mucho experimento,
el tecno es mucho ritmo... La teoría de la música
casi no aparece ahí. El tecno fisura es una locura de alguien.
Después ponés un tema de jazz y no tiene nada que
ver. Cuando era adolescente, a Leonel no le gustaba escuchar
casi nada. Uno de los primeros buenos recuerdos sonoros data de
los carnavales en el club de barrio, cuando alguien se atrevió
a poner Model, de Kraftwerk. Me gustaban las cosas
que tenían base, ritmo, pero en el 82 mucho dance no
había. La música disco no la curtí mucho. Y
en el barrio que yo vivía, el más avanzado escuchaba
a los Rolling Stones. Para colmo, los boliches no eran precisamente
el paraíso. A veces no me dejaban entrar, se
acuerda. Pero además no me identificaba. Odiaba cuando
ponían los lentos. Hasta que descubrí la Age, donde
lo veía tocar a Trincado, por ejemplo. No lo podía
creer. Había gente a la que le gustaba lo mismo que a mí.
Yo ya curtía Orb, después Prodigy. Ahora escucho todo.
Me gusta el sonido del reggae Bob Marley. Puedo escuchar
Sepultura. Algunos se cagan de la risa: ¿cómo me puede
gustar Sepultura, si hago un house medio jazz? Y me gusta, qué
sé yo. Debe ser la influencia del barrio.
A principios de los 90, Castillo estudiaba dibujo publicitario
en la escuela Fernando Fader de Flores, aprendía el arte
del cine de animación clásica (a mano, cuadro
por cuadro, en 16 mm) e instalaba una placa de sonido en su
primera computadora. Recuerda: Ahí empecé a
samplear. Hacía dos temas por día. Así eran:
inescuchables. Entonces conoció a los djs Diego
Cid y Mike Ares, con los que se puso a trabajar, y cuando explotó
la temporada de las raves en Buenos Aires empezó a colaborar
con Urban Groove. Entretanto, seguía haciendo música
en su habitación. Los disc jockeys le recomendaban que se
apurase en publicar todo eso; Leonel hacía bailar a la gente
en fiestas en que pinchaba sus temas. Dejó de ser inédito
cuando conoció a la sociedad tricéfala de Estatus
los jóvenes Matías Mariño, Andrés
Cáceres y Guido Gagliardi y aportó seis tracks
para el compilado inaugural Nuovo Mondo. Allí, además
de Boeing, Castillo firma como Myusyq, Color Harmony y Pocket. El
disco llegó a manos de la gente de Locomotion, que planeaba
su primer programa propio de animación con música
electrónica (Fracto). Después de eso,
ofrecieron financiar el proyecto Beta, y así fue como cobró
vida ese disco de tapa celeste de futurismo acuático diseñada
por el japonés Hideyuki Tanaka.
El otro día estaba pensando por qué me gusta
el house, si a veces es una mierda. O: ¿por qué la
gente no lo entiende? A mí me genera cosas buenísimas.
Creo que es la mezcla de todas las músicas. Es como una foto
de todos los estilos, reflexiona Leonel, que remezcla a Altocamet,Catupecu
Machu y La Mosca, entre otros trabajos. El house tiene mucha
personalidad. Y es siempre distinto. Todos los estilos se queman,
pero el house siempre vive su metamorfosis. Es el ritmo actual,
de esta generación, aunque soy muy consciente de que los
pibes que escuchan Viejas Locas no están de acuerdo. Para
la mayoría, un tema house, otro trance y otro tecno son exactamente
lo mismo. Para nosotros no. Pero nosotros estamos enfermos.
Beta
se consigue en las disquerías especializadas (Chopin Haguen,
Strong Records, etc.) y en www.submarino.com.ar. En vivo, Boeing
se presenta mañana en la Noche Electrónica Clubbing,
en Niceto Club (Niceto Vega 5510). Estarán, además,
Diego Ro-k, Urban Groove, Dr. Trincado, Aldo Haydar, Javier Bússola,
Frecuencia Infinita, Flavius, Club Rayo, Caró, Mariano DC,
Microesfera, El Signo, Mostrance, Jr. López, Gustavo Carnevale
y Panther. Las entradas valen 12 pesos (10 con tarjeta de invitación).
QUE
PASA POR LA RADIO...
Tecnohead
Habrá
que ir retrocediendo miles de loops hacia atrás hasta llegar
a los finales de los 80, cuando la FM Z95 cosechaba
un fugaz éxito a partir de una programación que incluía
house y tecnopop alemán, italiano y belga, para encontrar
el primer antecedente fuerte de la presencia de música electrónica
en las radios argentinas. Ahora, en sus distintas versiones del
trance riguroso al ambient más volátil, la música
hecha con máquinas no sólo tiene destacados espacios
en radios más o menos exitosas y vanguardistas sino que también
ha crecido en las emisoras de bajo alcance. La Metro (95.1) por
un lado y la Supernova (96.7) por el otro son las grandes conquistas
de la expansión electrónica en el dial, cuyo bastión
histórico sigue siendo la NRG (101.1). Pero, además,
radios más chicas/alternativas/nuevas, como Plur (103.5),
Eco (90.3) o X4 (106.7) de la dupla Mario Pergolini &
Dj Deró tampoco se olvidaron de los bits a la hora
de sus nuevas programaciones musicales.
Por supuesto, el modo de aplicación y el tamaño de
la dosis es lo que marca las diferencias. El ciento por ciento dance
sólo se da en la incipiente Eco y, claro, en la NRG, que
lleva casi una década de vida. Actualmente dirigida artísticamente
por el dj Diego Cid, quien ha desradicalizado un poco la propuesta
hacia el pop electrónico, tiene como gran particularidad
actual que un 80 por ciento de la música que pasa es programada
en vivo. Según explica el dj Diego Rok, la NRG
es como la Rock & Pop del dance. Marca las tendencias, y ocupa
al mismo tiempo un lugar de vanguardia, de under. Volvió
a ser escuchada por los que entienden de música electrónica.
Y la Metro, más cool, más abierta a cualquiera, viene
a ser como la Aspen del dance.
Con las excepciones de NRG y Eco, las otras radios tienen programas
específicos de música dance (como los ciclos de Pablo
Schanton, Romina Cohn y otra vez Diego Rok en Supernova);
o bien ciertas bandas horarias (como la programación nocturna
y de fin de semana en el caso de La Metro, que con djs como
Carlos Alfonsín o Javier Zucker pasa a llamarse Metrodance).
En los casos de Schanton y Cohn, la programación va bien
dirigida al house, mientras que Rok trata de no estar nunca
muy lejos del rock (funk, disco, remixes). Alfonsín suele
programar acid jazz y música electrónica cool, en
general, y Zucker elige subgéneros más alternativos:
breakbeat, tech house.
Uno de los responsables de la Metrodance advierte: Una cuestión
clave para programar música electrónica en radio es
el timing. No podés poner a las 9 de la mañana al
artista alemán más ruidoso de todos, el que te destruye
la cabeza. El house, el backbeat, el ambient; cada uno tiene su
momento. El asunto es que la aparición del dance en
las radios es una señal más o menos clara del avance
de la música electrónica en los medios argentinos,
que empiezan a hacerse cargo de lo que pasa en una parte de Buenos
Aires de noche. Dj Deró peleándose con Pappo en la
mesa de Nicolás Repetto, o el surgimiento del personaje Dj
Perón en Todo x dos pesos, hacen pensar que pronto
hasta las tías abuelas van a poder conjugar el verbo samplear.
J.A.
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