Las
increíbles aventuras de Argies por el viejo y rico mundo
Pasaron
casi tres meses girando por España, Francia, Holanda, Suiza, Italia,
Portugal, Austria, Alemania, Croacia, Polonia, Eslovenia, Rumania,
República Checa y Hungría. Todo les salió bien: pudieron tocar,
les pagaron alojamiento y comida, los trataron bien. Por supuesto,
quieren volver.
POR
MARIANA ENRIQUEZ
Cincuenta shows en 80
días, a través de 15 países de Europa. Argies
lo hizo: fue,
claro, la gira más larga e intensa de una banda punk con
más de 15 años de carrera, que acaba de editar un
nuevo CD titulado La frontera. Y todavía, dice Gustavo Pankozo
(guitarra), están impresionados: todo les salió bien,
nunca se les cayó una fecha. Siempre les pagaron. Siempre
tuvieron casa y comida. Organizaron la gira con seis meses de anticipación,
fundamentalmente por contactos vía email, y nadie les
falló. Vendieron discos y merchandising. En fin, comprobaron
que Europa es otro planeta.
Hacían shows día por medio, y viajaban en una camioneta
que alquilaron en España. Obviamente no tuvieron tiempo de
hacer turismo, aunque se tomaron algunos días libres para
visitar cosas que ni siquiera sabían que existían,
como una gruta dentro de las montañas en Postonia (Croacia)
que, según Gustavo, valió todo el viaje.
La gira incluyó países de Europa Occidental como España,
Francia, Holanda, Suiza, Italia, Portugal, Austria y Alemania, pero
también otros menos visitados como los de la ex Cortina de
Hierro: estuvieron en Croacia, Polonia, Eslovenia, Rumania, República
Checa y Hungría. Nadie quiere ir a tocar al Este, porque
no pagan, te dan una especie de viático, explica Gustavo.
Pero si tenemos que estar de acuerdo con el espíritu
punk no podemos pensar en guita. Lo que más nos sorprendió
fue lo cómodos que nos sentimos. Teníamos muchas más
cosas en común que con Occidente. La verdad es que esos países
me recordaron mucho a la Argentina. Rumania, que es el país
más pobre, hasta se parece geográficamente a nuestra
pampa. Es raro. En Polonia, sigue contando, la adhesión
del público fue sorprendente. Son más efusivos
que acá, y eso es mucho decir. Además uno piensa,
sin saber nada de ellos, que viven escuchando folklore o vaya a
saber qué y nada que ver, están súper organizados
y conocen un montón sobre punk. Los Argies fueron abiertos
a descubrir el Este, y no tardaron en caer en la cuenta de que están
muy contentos con la caída del comunismo, cosa que desde
acá, con otras ideas en la cabeza y a lo mejor mucho de preconcepto,
cuesta entender. Quiero decir, uno va con una mentalidad anticapitalista,
pero los pibes y la gente en general no quieren más comunismo,
están hartos de ese marxismo. Fue una experiencia muy mala
para ellos, que asocian con la privación de la libertad.
Argies se convirtió en la primera banda americana que toca
en Europa del Este. Pocos llegan hasta allá. Nosotros
quisimos dar ese paso. Con los contactos que hicimos, hasta tenemos
la posibilidad de ir a Malasia. Queremos entrar cada vez más
profundamente en Oriente.
En Austria y Alemania, además, se encontraron con un fenómeno
extraño, por lo menos a los ojos latinoamericanos: los punks
ricos. El punk alemán se compra tres compacts y una
remera. Le sobra para chupar, además. En Austria vendíamos
30 compacts por noche. Supuestamente el punk es una persona desclasada
que se comunica a través de la música, pero allá
no es así. A nadie se le ocurre colarse en un show o manguear
en la puerta, porque todos tienen plata. Hasta en Croacia, durante
un show, sacaron a un pibe que estaba bardeando y le devolvieron
la plata de la entrada.
En la escena punk europea, explica Gustavo, la gente vive de la
música, y se lo
toma como un trabajo. Es impresionante como se venden fanzines.
En Europa terminamos de caer que esto es un laburo. Yo tengo casi
30 años, no me lo puedo tomar, ni me lo quiero tomar, como
un hobby. Allá nos levantábamos a las 10 de la mañana,
hacíamos 500 kilómetros y a las nueve de la noche
tocábamos, porque los shows se hacen temprano. Lo que es
fascinante es que te garantizan un cachet, comida y un lugar para
dormir, en general un squat. Si no tienen casa o centro social para
ofrecerte, te pagan un hotel. Pero por lo general tienen casas ocupadas
donde viven, o centros sociales, y la onda es tocar ahí,
no en un boliche. Es alucinante a nivel organización. Y son
muy tranquilos. En Portugal tocamos en un teatro donde suele tocar
la Filarmónica. Era una especie de Colón, medio museo.
Nadie rompió nada, ni se afanaron nada. Lo que sí
es una suerte demoda, explica, es la cuestión anarco/okupa/vegetariana.
El tema de no comer carne es muy fuerte ideológicamente.
Es re loco, porque además los ves ir al supermercado y se
fijan en la composición de todos los alimentos envasados,
para no comer porquerías. Como éramos extranjeros,
nadie nos molestaba por ser carnívoros.
Argies ya está planeando volver a Europa el año que
viene. Los están esperando. En octubre salen de gira por
Sudamérica, y es probable que el año que viene se
aventuren también por Estados Unidos y México. También
editaron canciones suyas en varios compilados en Europa. A
ellos les gusta que cantes en castellano, no sólo porque
les resulta exótico sino porque lo consideran más
verdadero. Y piensan seguir tocando por el mundo. Esto
salió de nosotros, dice Gustavo. Fue una necesidad
de expandir nuestra música y nuestras ideas, una necesidad
de que nos escuchen. El público está. Y nosotros estamos
a full.
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