CRISTIAN
ALDANA, HEROE ALTERNATIVO, PREDICADOR HARDCORE O...
“Sí,
soy un pendejo tonto
¿y?”
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El Otro
Yo asoma como banda dominante de la década que comienza: llenan
Obras como pocos, sus discos se venden aún en tiempos de crisis,
sus canciones han tomado un formato contundente que combina el amor
y la furia, y los chicos y chicas que los van a ver quieren ser
como ellos. Todo eso a partir del muchacho que retoza entre espuma
de jabón y amigas desinhibidas.
POR
ROQUE CASCIERO
Está
en una bañera con agua caliente y, por un rato, ya tiene
a su chica razonablemente culona. Bueno, en realidad son dos chicas
bien dispuestas. El las llamó por teléfono y llegaron
enseguida, gustosas de prestarse a imágenes como las que
ilustran la tapa de este suplemento. A Cristian Aldana se le hizo
realidad aquello que pedía al final de La tetona,
derroche de testosterona con forma de canción que integraba
primer demo de El Otro Yo a comienzos de los 90 y que siempre
resulta infalible en cada una de las combustibles performances de
El Otro Yo. Pero él ya no es el mismo, por más que
sostenga que persiste en sus ideas y en su forma de encarar el trabajo
con su banda. A los 30 años, se ha convertido en el único
sobreviviente exitoso y fiel representante de una probable Nación
Alternativa Argentina. O algo así. Sus canciones suenan en
la radio, cientos de chicos adoptan su vestuario, estilo y hasta
su postura contraria al alcohol y las drogas, actualmente está
de gira por Estados Unidos y México con su banda, el cuarteto
ya tocó dos veces en Obras.
Después de la bañera, la espuma y la producción
fotográfica, mientras las chicas esperan por él, Cristian
se acomoda en la oficina de Besótico, el sello indie de El
Otro Yo. El lugar es, en realidad, una de las habitaciones de un
luminoso departamento en el barrio de Once, adonde se mudó
hace menos de un mes. En otro cuarto funciona una distribuidora
de discos independientes. Por la ventana se ve la cancha de tenis
de un complejo deportivo bastante coqueto, pero adentro suena My
Bloody Valentine. Y Cristian habla. El Otro Yo representa
una generación que no tuvo demasiadas oportunidades, que
es la de los 90. Somos un caso especial en la Argentina, porque
en la última década si no eras parte de un rock establecido,
no podías conseguirte un lugar. Creo que somos sobrevivientes
de esa época, porque pudimos salir adelante a pesar de todo.
Hubo muchos grupos impresionantes, como Los Brujos, que quedaron
en el camino. Pero nosotros pudimos inventar un lugar dentro de
la escena del rock nacional y se creó algo que fue creciendo
cada vez más, con chicos que se sienten identificados con
nuestra música, con la actitud arriba del escenario, con
lo que decimos, con nuestra forma de hacer las cosas, con el sexo,
el amor, la diversión...
O sea que sí te sentís representante de una
porción del público rockero.
(Hace una pausa.) Sí. Qué bueno es hacerse cargo,
¿no?, cuando un montón de rockeros miran para otro
lado. Si muchos de grupos hablaran, varias cosas podrían
cambiar. Pero a mí me sale, así que me hago cargo.
¿Eso te genera una carga extra de responsabilidad?
Sí, a veces sí. Pero soy humano, me puedo equivocar,
aunque trato de no hacerlo. Me parece que está bien poder
decir lo que uno piensa sin preocuparse por si va a venir menos
gente porque no está de acuerdo. De hecho, son muchos los
que nos apoyan y gracias a eso pudimos crecer.
¿Qué visión creés que tiene la
gente de vos?
No sé, pero me gustaría que fuera buena. Para
mí, a la gente hay que darle amor. Cuando un pibe me pide
que le firme un autógrafo o quiere sacarse una foto, está
todo bien. Antes me pasaba horas explicándole que yo era
igual que él, que para qué le iba a firmar, pero me
di cuenta que es bueno generar una sonrisa firmándole. La
gente necesita de esas cosas. Aunque a veces me supera el no poder
hablar en paz con la gente después de un concierto. A mí
me gusta estar más cerca de la gente que de salir corriendo
porque te hinchan las bolas.
Pero ahora que tu banda toca para miles, debe ser más
difícil poder establecer ese contacto personal.
De todos modos, uno puede abrazar a la gente desde arriba
del escenario cuando le da lo mejor que tiene a través de
las canciones. Me gustaría poder manejar las relaciones personales
desde un lugar bueno y tranquilo, de paz. A veces llaman chicos
que me dicen: Yo iba antes, pero ahora está lleno de
minitas que gritan Cristian, te amo y de chabones que
se te tiran encima para que les firmes. A mí esa onda no
me cabe. Entonces les digo que yo no puedo meterme en la cabeza
de cada pibe paraexplicarle. Ese entusiasmo por la figura... No
sé, a mí me gusta The Cure y sentía un amor
especial por la banda, pero no era como para tirarme encima de los
tipos. Igual, no todos reaccionamos igual.
Entonces, ¿si te dicen que te la pasás bajando
línea, qué decís?
Leí que decían algo de eso en la Inrockuptibles,
relacionado con la letra de una canción nueva. Ey,
todos ustedes que quieren cambiar el mundo, no se detengan, no se
detengan. Te voy a ayudar, hasta el final. Y después
dice: Porque uno se muere y eso nada lo detiene. ¿De
qué sirve todo esto de ser sólo un hombre totalmente
tonto?. No sé, capaz que interpretaron la letra de
una forma diferente. Para mí, la canción habla de
seguir poniendo la energía para que las cosas mejoren, aunque
sea con granitos de arena. A veces es más difícil
transmitir un mensaje positivo que uno negativo, pero nosotros creemos
que la base de todo es el amor. Me parece muy bueno poder tocar
en una banda de rock y hacerse cargo del amor, no tener miedo de
decir las cosas que uno siente. Está bueno hablar de querer
cambiar el mundo, aunque puedan decirme que parezco un pendejo tonto.
Bueno, sí, soy un pendejo tonto ¿y? Pero prefiero
ser eso antes que un viejo aburrido.
La cumbia
drogona
El año pasado, cuando El Otro Yo grabó en Cemento
su disco en vivo Contagiándose la energía del otro,
Cristian inmortalizó una frase: ¡La cumbia es
una mierda!. La Polémica en el Rock se armó
en Cosquín, donde el cantante la repitió y Bersuit
le contestó que la cumbia era una masa. Me
parece bien que cada uno pueda decir lo que quiere y que ambos respetemos
la opinión del otro, dice Cristian. Bersuit tiene
letras que están muy buenas, que son bien directas, más
allá que la música que hacen no sea la que yo escucho.
¿Cómo suponés que le cae tu frase el
que escucha cumbia?
Al escuchar algo tan directo, seguramente va a entender que
estoy atacándolo a él o al género, pero no
pasa por ahí. Para mí, la cumbia representa la ignorancia.
Lo digo de otra forma: la ignorancia es una mierda.
¿No es muy elitista pensar que porque sos rockero tenés
la posta?
Bueno, no siento que tengamos la posta. Esa frase fue el sentimiento
de un momento, ya no lo digo más. A veces digo: La
cumbia es una... y todos gritan ¡mierda!
En Salta me pedían por favor que lo dijera, porque los pibes
no tienen ningún lugar para escuchar rock y terminan tomando
cerveza en la plaza para no ir a los bailes de cumbia.
¿Alguna vez bailaste cumbia?
Cuando era chico, sí. Vengo de un barrio medio villa.
El Triángulo de Temperley sigue siendo de calles de tierra,
al lado de mi casa escuchan cumbia todo el día. En las fiestas
en el Fobal Club de Burzaco pasaban cumbia, pero también
Creedence. El Fobal Club fue el primer boliche adonde fui a bailar,
cuando tenía 13 años. Ahí iban todos rockeros
de verdad, con chupines bien apretados, y se cagaban a palos. Las
minas, un par sin dientes, todo así. Y yo bailaba con cualquiera,
con la más gorda, me chupaba un huevo. Ahí aprendí
a patear rock. Pasaban un rato de cumbia, un rato de Chuck Berry...
Pero la cumbia era la de Los Wawancó, que estaba bien. Yo
bailé Los Wawancó, sí. Y en un par de casamientos
me he cagado de risa bailando cumbia. No estoy en contra de la gente
que se divierte bailando cumbia, aunque no me compraría un
disco de cumbia. Y la cumbia villera, que se la pasa pidiendo drogas...
Eso que se decía que las drogas son para dormir a la juventud
es la pura verdad, es lo que está pasando. Igual, es coherente
que pase, porque hay gente que no ve futuro y quiere diversión
ya.
Sexo,
sexo y punk rock
En el primer Obras de El Otro Yo, después de decir
La cumbia es una mierda, agregaste: Y la droga
también. ¿A veces no te parecés demasiado
a un predicador?
Nah, es un pensamiento. Toco para decir lo que se me canta
el orto, al que le gusta, bien, y al que no, me chupa un huevo.
Y digo lo que pienso, aunque no quiere decir que eso sea la verdad.
Siempre fui a la escuela de noche, todos mis compañeros se
la pasaban fumando porro y tomando Rohypnol. Y estaba ahí,
me la banqué, viví ese quilombo a full.
¿Haber visto y vivido eso hizo que las drogas te provoquen
rechazo?
Creo que las drogas sacan afuera lo peor de la gente. Hay
algunas, como la cocaína, que sacan afuera el egoísmo.
Y eso es una mierda. Todos los grupos que me gustaban se separaban
porque estaban todos requemados. Y también está el
tema del alcohol, que tampoco me cabe porque destruyó mucho
de lo mío. Vengo de una familia donde se tomaba mucho alcohol
y sé que eso es una mierda, que destruye. Entonces digo lo
que pienso, aunque eso no significa que María (Fernanda Aldana,
bajista), Ray (Fajardo, baterista) o Ezequiel (Araujo, tecladista),
o la gente que va a vernos tenga que estar de acuerdo. Ray es mi
amigo aunque fuma y le gusta chupar. Que yo no tome, no fume, ni
me drogue y solamente me interese garchar no quiere decir que yo
tenga la posta.
¿Nunca tomaste alcohol?
No, jamás. Siempre digo que tengo la saliva virgen.
Sé que la cerveza tiene gusto amargo, pero me da asco. Una
vez me equivoqué de vaso en casa, pero lo escupí.
Me parece una mierda, es destructiva y muy peligrosa.
¿El sexo es tu droga, entonces?
Sí, aunque no sé si llamarlo droga, porque es
sano. Creo que todas las cosas en extremo son malas, aunque pasé
por una etapa bastante extremista con el sexo. No sé, está
bueno el amor, está bueno el sexo.
Pero tenés fama de tener un harén.
Es raro pensarlo de esa manera. ¿Qué es tener
un harén, que las chicas del público te griten que
te aman? ¿Si me las garcho o no? ¿Si son esclavas
mías? Creo que es positivo encontrar a alguien que te haga
bien, porque estar todo el tiempo garchando con una chica diferente
puede hacer que te sientas solo. Está bueno haber pasado
por esa etapa, pero es más sano estar con alguien que te
acompañe, a pesar de que uno sepa que hay montones de chicas
por todos lados que pueden gustarte.
Desde que El Otro Yo se hizo más popular, ¿te
resulta más fácil conseguir chicas?
Es más fácil y es más difícil.
Antes, cuando terminaba un recital me iba directamente a hablar
con la gente, pero ahora es un quilombo. Hay situaciones de histeria
que no me gustan. Ahora es más fácil que alguien te
llame por teléfono, pero también es cierto que las
chicas importantes son las que no se animan a llamar. Estaría
bueno que se animen las que no se animan: ahí es donde quiero
llegar. A mí siempre me gustaron las chicas... No sé,
vos ves cantantes como Luis Miguel y son inalcanzables para sus
seguidoras. Yo soy alcanzable: me tiro en el medio y que me violen
(risas). Mientras esté soltero... No sé, el otro extremo
sería quedarme encerrado, no atender a nadie. Lógicamente,
hay chicas que se acercan sólo porque canto en una banda,
pero uno aprende a discriminar. Hay quienes buscan eso, pero también
hay quienes tienen cosas muy buenas para darte. Y, de última,
sí, canto en una banda y me buscás por eso, entonces
lo voy a tomar como una perversión y me van a dar ganas de
hacerte cualquier cosa. Puede llegar a ser una fantasía sexual
tanto para ella como para mí.
¿Qué te pasa si la chica con la que estás
quiere tomarse una cerveza?
La verdad es que soy medio represor (se ríe). Muchas
de mis amigas no fuman ni toman cuando salen conmigo porque saben
que no me gusta. No sé, es una cuestión de respeto:
yo no me pondría a mearlas, a pesar de que me gusta mear
chicas (risas). ¿Vos no querés que te mee? Bueno,
no me fumes en la cara.
¿Y si a la chica le gusta que la meen?
Está todo bien, pero que igual no fume. Se le va a
mojar el cigarrillo...
Qué
grande sos
Después la picardía, la risotada de Cristian
se hace escuchar en el ambiente. A un costado de donde está
sentado hay un poster de El Otro Yo, otro de Atari Teenage Riot
y sendas fotos de Perón y Evita. En el cuarto del cantante
hay un par de videos de Perón, sinfonía de un sentimiento,
la película de Leonardo Favio. ¿Se hizo peronista
el líder de una banda que nunca habló de política
ni en sus letras ni en los reportajes? Mi abuelo era peronista
y siempre se lo pasaba hablando de Perón. Y a mí me
gustaba, me provocaba simpatía, pero nunca había leído
algo serio. Había gente que me decía que Perón
era un nazi, otros que pensaban que era buenísimo. Entonces,
me compré la película de Favio y la verdad es que
me emocionó.
Bueno, Favio es peronista...
Sí, pero ahí hay discursos en los que Perón
decía cosas que ningún político dice hoy en
día. Cosas súper rockeras, como hablar en contra de
la Iglesia. Están muy buenas todas las ideas de Perón,
como las cosas que hizo Evita. Como músico, me siento identificado
con la historia de Evita, porque me parece que le daba amor a la
gente. Desde nuestro lugar, nosotros hacemos lo mismo. Alguna gente
critica a Evita, pero yo la admiro. Y en el video hay otra cosa:
se ve cómo sucedió todo como para que seamos un país
como el de ahora, totalmente dominado... O sea, nos ganaron (se
ríe). Lo han logrado, nos tienen dominados.
Menem...
(Interrumpe.) Menem es un traidor. En el video se ven cómo
deberían ser las cosas desde una visión justicialista,
como le dicen: se debería ayudar al obrero, conseguirle trabajo,
y hacer que las cosas funcionen. La base de todo eso es la educación,
que hoy es lo que menos hay. Mezclan la falta de educación
con drogas y cumbia, y destruyen las mentes de los jóvenes.
Acá hay vidas en juego, las de quienes que cantan yo
quiero tomar cocaína. Esa gente tendría que
tener otras posibilidades, para poder decidir si se quiere hacer
mierda o no. Pero desde un lugar de decisión propia, no porque
no le queda otra. No estoy alejado de esa realidad, salí
de ahí. Sólo que tomé otro camino porque me
salvó la música.
De
qué hablamos cuando hablamos de...
El
Otro Yo
Un concierto en
Obras, una gira (que ya pasó) por todo el país
y otra (que está sucediendo) de 27 fechas por Estados
Unidos y México, la publicación en mayo de Abrecaminos
en esos países, la edición de discos de otras
bandas en su sello, un nuevo álbum propio que podría
salir antes de fin de año... ¿Qué hizo
El Otro Yo para merecer un 2001 así?
Ante todo, confió en su música, una mezcla de
punk y grunge que en los
últimos tiempos recibió una necesaria inyección
de pop. Siempre luchó por abrirse paso en un panorama
rockero que le resultaba adverso a las bandas de su generación,
la de los 90, la que explotó con Nirvana, pero
que acá nunca terminó de pasar de promesa a
realidad (salvo por el caso tardío de ellos
mismos, claro). Las letras de la banda siempre le huyeron
al panfletarismo, a las historias lineales y a la promoción
del reviente rockero: hablan de amor, de sexo, de alegría,
de más sexo, de sueños, de dibujitos animados,
de divertirse o de no poder hacerlo, de ciudades brillantes,
del sida, de chicos que aspiran pegamento y de otros que se
sienten analfabetos...
Desde 1992, cuando empezaron a circular los casetes de Los
hijos de Alien (Cristian los llevaba en su mochila a cada
disquería que quería recibirlos), la banda comenzó
su lento crecimiento. Si habían grabado esa primera
producción con dos decks, les fue mejor con Trakatraka,
publicado por el sello Random. Les devolvieron el contrato
y se fue el baterista, pero no se achicaron. Los hermanos
Aldana refundaron Besótico, recibieron a Ray Fajardo
y registraron Mundo en la cabina de un Dodge Polara desvencijado.
Luego aumentaron la apuesta: cada integrante del trío
hizo un álbum solista y se publicaron en edición
triple como El Otro Yo del Otro Yo. Al poco tiempo se incorporó
Ezequiel Araujo. Ya como cuarteto, se grabó Abrecaminos.
Y ese disco le hizo honor al título, porque le generó
a la banda un abanico de posibilidades, desde que Gustavo
Santaolalla les propusiera la edición en Estados Unidos
y México a través de su sello Surco hasta grabar
un álbum en vivo y presentarlo en Obras. La Nación
Alternativa Argentina encontró, más tarde que
temprano, a sus mejores representantes.
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