CONOCIENDO
A DEEP TABOO, FANTASMAGORIA Y LAS TROLAS
Mientras
las vacas sagradas del rock argentino... (a propósito ¿qué hacen,
eh?) De nuevo: debajo de la línea ofensiva del momento, esa que
integran Catupecu Machu y El Otro Yo, una escena siempre activa,
a veces contradictoria y otras repetitiva, pero siempre viva, se
mueve. Tocan, sacan discos, tocan. Tres muestras de aquello que
no decae.
POR
PABLO PLOTKIN
1El
hecho de que a Gori se le rompieran dos Gibson eléctricas
en poco tiempo
no fue lo que lo empujó a decidirse por la guitarra acústica,
pero bien pudo haber sido una señal. Con los años
fui deshaciéndome de la distorsión y el delay. Tiendo
al minimalismo, y esta vez quería tocar bien crudo, lo más
natural posible. Ahora hay pibes que tienen terribles pedales y
cosas, pero tocan con muy poco rock en la mano. Yo quería
hacer lo contrario. Así es como la escurridiza guitarra
del ex Fun People le da melodía y vértigo a Fantasmagoria,
su proyecto solista en formato trío. Acompañado de
su hermano Gustavo (bajo) e Ignacio (batería), Gori modela
canciones pequeñas y vivaces, que prefieren las sensaciones
a los sentimientos, el ingenio autocompasivo antes que el sarcasmo.
Inaugura el disco Yo nunca tengo razón, un tema
que reivindica la evasión y la pasividad (no escucho
y no discuto/ ¿Para qué? Yo nunca tengo razón).
Lo que sigue es Gori llamando a Río, la historia
autobiográfica de un conflictivo romance internacional. Bananas
es rock de Prozac y televisión, pero no hay una gota de dramatismo
en la poética desinfectada del autor. Es bien simple,
resume. Quería probarme que podía hacer algo
así, porque yo me enroscaba mucho componiendo. En cambio
éstas son canciones hippies, de iglesia, bien rasgueadas,
con mucha melodía. Y las letras... cuento las cosas que nos
pasan a mí y a mis amigos, pero me río de los problemas.
O los esquivo. La tapa un avejentado y respetable Chevrolet
a contramano por una avenida de Buenos Aires sugiere más
romanticismo anacrónico que caballos de fuerza. Gori no sabe
manejar, le daría pánico aprender, y sólo lo
sedujo la idea del coche viejo a contramano, una especie de símbolo
de su resolución artesanal. Con Fun People, en la última
parte, ya no lo estaba disfrutando tanto. En el 2000 se habían
ido Gato y Chuly y empecé a rozarme con Nekro en las giras.
Le dije que no quería tocar mas con él, porque iba
a terminar peleado, como todos los demás. Me fui. Pertrechado
con discos de Love, The Birthday Party, MC5, Ultra Vivid Scene,
The Residents y la caja de Syd Barrett, Gori mira para adelante
y sonríe. Ya tiene su propia banda.
2¿Se
escucha bien? Joya, porque lo grabamos con dos mangos. Pecho,
trompeta
y voz de Las Trolas, se alegra de que su desquiciado primer disco
suene aceptablemente bien. Más que una banda de rock, Las
Trolas es un pequeño movimiento de agitación estética
y cultural, sin premisas definidas, con más ideas que nociones
musicales, aunque saben procesar el hardcore, el ska y el heavy
metal. El otro día terminamos de tocar, estaba meando
y se me acercó un chabón a preguntarme cómo
se llamaba la banda. Las Trolas. ¿Te gustó?.
No. Mucho show y poca música, me dijo. Si
querés música andá a ver a un virtuoso,
le dije. Nosotros somos punks. Sabemos cuatro notas, y con
eso nos alcanza para divertirnos. Lo más poderoso
de Las Trolas son sus shows. Los cinco salen travestidos, y preparan
escenografías entre cartoneras y vanguardistas: selvas diseñadas
con un montón de ramas y maleza urbana, peceras gigantes
construidas con planchas de acrílico encontradas en la calle,
basurales armados con decenas de bolsas de consorcio. El fin de
semana pasado, en el Salón Pueyrredón, Las Trolas
montaron cuatro horcas al frente del escenario y salieron a tocar
sobre banquitos, con la soga al cuello. Ni humor ni ironía:
hablamos de lo que vemos todos los días, que es extraño,
pero real, se definen. Recolectores de toda clase de chatarra
de la cultura pop, el quinteto se fija en invenciones como el chupetín
a motor y las camisas Polo rosa de los rugbiers, como fuente de
inspiración para sus nuevas creaciones. El tema que cierra
el disco, Donovan, parecería un homenaje al cantautor
folk, pero en realidad es la historia jamás contada del traumático
romance entre Donovan y Diana, humano valeroso y morocha alienígena
de V Invasión Extraterrestre. No tenemos
influencias. Es más, casi no escuchamos música,
asegura Pecho, y confirma que sus letras no son sociales.
Pero el sonido es como de incomprensión. Que se note
que estamos en contra de todo y a favor de nadie. Ni nihilistas
ni fundamentalistas. Nada. Ah, ¿por qué Las
Trolas? Sonaba lindo, era chocante, contesta. Teníamos
muchas, muchas amigas lesbianas, elegimos el nombre y a partir de
ahí armamos la banda. Ninguno de nosotros es gay, por ahora,
pero ¿acaso hay algo más lindo que las trolas?.
3¿Quién
hubiera creído que en los últimos años del
siglo diecinueve, desde los
mundos infinitos del espacio, nos estaban vigilando? ¿Quién
hubiera soñado que nos estudiaban bajo microscopio, como
organismos en una gota de agua? Poca gente consideraba posible la
vida en otros planetas. Y sin embargo, a través del abismo
espacial, mentes muy superiores a las nuestras observaban este mundo
con ojos envidiosos. Lentamente. Con certeza. El terror que
segregaba Orson Welles en La Guerra de los Mundos es el que abre
en tenebroso castellano neutro Fishbowl, la ópera
prima del dúo Deep Taboo. El rap se titula Espejo reflejo,
y acecha con sus ilusiones galácticas en medio de una base
de ciencia ficción soñolienta, medio marciana, medio
shaolín. Es el único tema cantado de un disco esencialmente
instrumental, editado por el sello especialista Eh! Discos. La química
de Mysterio y DJ Tortuga (ex líder de la agrupación
Tumbas, afiliada a la Nación Hip Hop) consiste en la conjuración
de bases heladas, lentas, aceleraciones rítmicas, sonidos
que entran en escena y se diluyen como azúcar en agua tibia.
Samplers de la cultura bizarra introducidos con elegancia, sin caer
en abstracciones de jugador de rol perdido en su mazo de cartas.
En Fishbowl confluyen la música negra (los artistas más
finos del rap de la costa oeste yanqui), el manga, los Expedientes
X, el humor argentino, un poco (sólo un poco, no se
asusten) de electrónica étnica, los documentales televisivos
sobre fenómenos paranormales y gritos orgásmicos de
una centroamericana en medio del Sabroso Dub. Al final,
Insider aporta el momento bailable, con una base rápida
y entrecortada que acelera al calor de un pianito electrónico,
fugaces exclamaciones humanas y secuencias de scratching. Hablando
de eso, las citas a los graduados Beastie Boys y Lee Perry certifican
la pasión de los autores por el rasguño de vinilos.
Próximamente, un álbum de remezclas y nuevos temas,
más rapero que éste, saldrá firmado por DJ
Tortuga. Si bien el hip hop argentino parece todavía lejos
de construir una identidad nacional propia, al menos brotan, siempre
aisladas, algunas producciones de alta calidad. Como ésta.
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