EL
FALLIDO TRIBUTO A SODA STEREO EN MEXICO
De
aquel amor de música ligera...
¿esto quedo?
Vendió
30 mil copias en una semana, como para dar una idea del poder que
todavía Soda tiene en México. Son once versiones por Aterciopelados,
Julieta Venegas, Genitallica, Lucybell, Caballeros de la Quema (los
únicos argentinos) y las dos terceras partes no-religiosas de Control
Machete entre otros. Nada memorable. Lo que sí: el show “para meditar”
que Gustavo Cerati dio el mes pasado en el Distrito Federal.
POR MONICA MARISTAIN
Desde México D.F.
Un disco
que el crítico de rock local David Cortés (autor del
libro El otro rock mexicano) no dudó en llamar la trastada
mercadotécnica del año y que tiene como eje
central a Soda Stereo, se convirtió en un fenómeno
de ventas en México: 30 mil copias vendidas en la primera
semana. El Soda Stereo Tributo, que tiene en la portada los rostros
virados a sepia de Alberti, Cerati y Bossio, resulta el primer homenaje
sonoro de los rockeros mexicanos, que en su mayoría reconocen
a los ex chicos de los raros peinados nuevos como su gran influencia.
Fabricado entre ceremonias secretas comandadas por el sello discográfico
BMG, al que pertenece Gustavo Cerati, el disco vio la luz entre
polémicas y decepciones múltiples. Por lo pronto,
la placa que ofrece 11 versiones de las canciones más conocidas
del trío se destaca por las ausencias. Ni Calamaro, ni Molotov
(que preparaba Ella usó mi cabeza como un revólver),
ni Café Tacuba (iba a hacer Juegos de seducción),
ni Aleks Syntek, ni Plastilina Mosh participaron del homenaje, aunque
sus presencias habían sido anunciadas de antemano. A ellos,
a los que no están, el productor Jorge Mondragón (manager
de Molotov) y su par argentino Afo Verde, dedicaron el disco. Si
fueron desacuerdos económicos con sus respectivos sellos
discográficos (cada grupo participante se hizo cargo de la
producción del tema elegido) o si, como arriesga el emblemático
periodista mexicano Chava Rock (editor y director de El Mescalito),
en realidad se prepara material para una segunda edición
del tributo, más a tono con la historia, son circunstancias
que el mundillo del rock de aquí desconoce.
Una
por una
Las once versiones ejecutadas en su mayoría por artistas
que pertenecen a la plantilla de BMG, entre ellos el desconocido
grupo costarricense Gandhi, suenan convencionales y, al decir del
Chava Rock, parecen haber sido grabadas a la ligera, sin riesgo
alguno. La banda pesada de Monterrey, Genitallica, hace Vitaminas.
Lo que empieza como un tema de rock virulento se transforma en un
reggae rappeado de dudoso gusto en el estribillo. Y aunque el cover
haya espantado a propios y a extraños, resultó ser
el elegido de difusión en forma espontánea por las
radios locales y se convirtió en la flecha que disparó
a la muchachada a las tiendas. Los genittallicos, en tanto, manifestaron
al No haber elegido la canción por el ritmo.
Nada más. Jumbo, un grupo de sonido refinado formado por
chicos jóvenes que gustan de la música vieja (Floyd,
Crimson, Zeppelin), suena sin sorpresas en Un millón
de años luz. A ver: es como si Spinetta hubiera despuntado
el vicio con una canción de Cerati, pero cuando el Flaco
tenía 20 años y estaba en Almendra, así de
extemporáneos quedaron los jumbos en un tributo que consideraron
importante, pues va a marcar todo lo que ha dejado Soda en
las bandas nuevas mexicanas.
Moenia en Zoom no es Moenia: es Soda. Y está
bien que así sea, porque si hay una agrupación rockera
que llevó el glamour, el aire gélido y la electrónica
a sus máximas consecuencias, tal como lo hiciera la banda
argentina, ésa es Moenia. Soda es el grupo latinoamericano
de rock de mayor trascendencia en el mundo dijo el vocalista
de Moenia y elegimos Zoom porque consideramos
que podíamos hacer una buena programación sobre ese
tema. Y la hicieron. En el caso de los costarricenses Gandhi,
puede decirse que están correctos en Séptimo
día: por ellos hablaron los ejecutivos de la discográfica,
que piensan lanzarlos en México próximamente teniendo
como base el enorme éxito del que gozan en su país
de origen. Los elegimos porque suenan mucho en Costa Rica,
explicaron sucintamente ante los desconcertados periodistas que
asistieron a la presentación del material. Los chilenos de
Lucybell están deliciosos enJuegos de seducción.
Su versión, como casi todas, elige el lenguaje formal de
identificación con la original, y los coros ochenteros a
la Duran Duran no consigue atenuar el grado superlativo de imitación
de Cerati del que echa mano el vocalista trasandino.
El Té para tres de Aterciopelados renueva lo
ya sabido por los aficionados al rock en español, sobre la
gran afinidad que existe entre la delicada florecita colombiana
Andrea Etcheverri y la ex banda de Cerati. Lo interesante de esta
versión es el placer que produce la calidad interpretativa
de la chica de Bogotá. La Gusana Ciega, banda britpop de
corte liviano, se escuda en una descolorida Primavera Cero
que rescata el costado más frívolo de Soda. Control
Machete, que intenta revivir glorias pasadas sin su excelso vocalista
(Fermín se ha adscripto a la causa cristiana y ni modo de
recuperarlo para la bizarría hip-hopera que internacionalizó
al trío de Monterrey), con Pato y Toy, ofrece una deslucida
y electrónica Camaleón. Soda ha
sido el soundtrack de muchas generaciones mexicanas, manifestó
Toy desde su estudio. Julieta Venegas, que últimamente se
anota en todos los tributos, sonó banal y poco creíble
cuando dijo que se hizo fan de Cerati and company cuando escuchó
el último disco de la banda porteña. Eligió
Disco eterno y, con su voz a lo Suzanne Vega, despachó
presurosa el trámite. Las chicas de Atómica, bellas
y poco más por destacar, no supieron explicar muy bien por
qué habían formado parte del tributo. Su Persiana
americana es tan impropia como inescuchable en un disco que
no pasará a la historia por su calidad musical.
Resulta llamativo que en un país donde ni en sus mejores
momentos ha gozado de la aceptación unánime, Soda
Stereo encuentre su mejor molde en Caballeros de la Quema, única
banda argentina que forma parte del tributo. Iván, tan afecto
a la sociología y los metadiscursos, canta con plenitud y
fervor convincente Lo que sangra (la cúpula),
que condimenta con el himno proverbial de Luca Prodan en La
rubia tarada. Y aunque Attaque 77 ya hizo algo parecido (juntaron
a los Redondos con Soda en Otras canciones), en un disco
despoblado de sutilezas y pasión como este tributo, se agradece
el Noble gesto de ir un poquito más allá. Es poco,
pero es algo.
Ooommm,
ooommm....
Estas
cosas pasan sólo en México, país en el
que Soda Stereo en general y Cerati en particular gozan de
gran popularidad, incluso a prueba de cualquier tipo de maniobra
de marketing. Los dueños de los sellos discográficos
pueden hacer todos los tributos que quieran pero los fans
mexicanos a Soda no abandonarán su religión
estérea. Prueba de ello fue la presencia de Gustavo
Cerati aquí, el mes pasado, al frente de un extraño
proyecto llamado Yatra Expedition que provocó un fenómeno
de asistencia masiva, e incluso obligó a la repetición
del concierto titulado Música para el despertar, especie
de performance para acompañar tus ejercicios de yoga,
muchacha. Invitado especialmente por los monjes hindúes
de la orden de Bhagavad Dharma, Cerati estrenó
tres canciones inéditas, una de las cuales fue compuesta
especialmente para la ocasión e interpretada junto
con Rubén Albarrán (de Café Tacuba),
el artista actualmente conocido como Rita Cantalagua.
La cantante local Ely Guerra y su esposo, Tito, integrante
de Molotov, también fueron de la partida en esta experiencia
que los organizadores denominaron evento pionero de
música de fusión Oriente/Occidente justo
ahora, con Bush y Bin Laden llamando al choque de civilizaciones
y que se reproducirá con distintos músicos en
otros países del continente. Si bien Cerati no dio
mayores explicaciones sobre su participación en el
proyecto, su figura fue la base en donde se asentó
la convocatoria a los shows. No tengo muchas explicaciones
para dar. Me interesa la India porque siempre veo a mis amigos
llegar de allí muy cambiados para bien y todo lo que
tenga que ver con México tiene para mí un interés
extra, es mucho el amor que se me tiene aquí y es mucho
todavía lo que tengo para descubrir de este maravilloso
país, le dijo al No la estrella continental en
aquella ocasión.
Ya en el concierto, habló de la meditación y
de la necesidad del cuerpo de convertirse en tu propio
altar, al tiempo que su figura longilínea tomaba
la guitarra y generaba verdaderos alaridos de entusiasmo por
parte de un público totalmente arrobado. Sonidos contemporáneos
para una música de raíz ancestral se confundieron
en un show que tanto los críticos como los artistas
que se dieron cita en el lujoso Teatro Metropolitan, coincidieron
en destacar como de poco valor musical. Tal como pudo verse
a la salida del teatro una vez terminados los dos shows, la
gente que asistió sólo tenía una motivación
excluyente: ver de cerca una vez más a Gustavo Cerati.
Y del yoga, como se dice aquí, ni madres.
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