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Jueves 25 de Octubre de 2001

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ANITA MARTINEZ, LA CHICA SUPERPODEROSA DE LAS MEDIANOCHES

¡Qué
jugadora!

Resalta en el clima de vestuario futbolero que impera en “Mar de fondo”, el programa de Fantino, paradójicamente porque personifica dos prototipos de varón argentino: Román, un chabón siempre al palo, y Adelmar, un viejo verde también al palo. Detrás de las máscaras, hay una señorita ex estudiante de danza con mucho carisma y, en una de esas, futura estrella de la televisión argentina.

POR JAVIER AGUIRRE

Lunes a viernes, medianoche, la pantalla de la señal TyC Sports está copada por el clima de vestuario futbolístico-masculino, con risotadas, gastadas, jugadores de fútbol invitados, compactos de goles y todo eso. ¿Toda la pantalla? No, existe una chica superpoderosa que resiste con humor filoso al vendaval barrabrava y aporta algunos de los momentos más divertidos de la TV post 12AM. Se llama Anita Martínez –26 años, del barrio de Flores– y es la responsable de varios personajes humorísticos que participan de “Mar de fondo”, que conduce Alejandro Fantino. La particularidad de las creaciones de Anita es que su especialidad está en los personajes masculinos, como Román (pibe de barrio en pleno despertar hormonal y permanente cultor de la práctica masculina del acomodamiento y la rascada de genitales) o el viejo verde Adelmar (en cuya caracterización la actriz dice piropos tan zafados que probablemente ningún hombre se atrevería a murmurar, con o sin cámara).
Anita comenzó en TV hace siete años, conduciendo “en plan serio, onda Teté Coustarot” un programa de vida sana en TyC. Tuvo un paso fugaz por el plantel ‘98 de “Videomatch” –donde hacía imitaciones junto a Miguel Angel Rodríguez– y a partir de entonces continuó desarrollando la veta actoral en TyC, con “Club Social y Deportivo” primero, y actualmente en “Mar de fondo” (también junto a Maru Botana y en la novela “Yago”). Ahora, siendo quizás la Gran Esperanza Femenina del Humor Televisivo (GEFHTV), recibe al No en las mismísimas oficinas de TyC Sports, rodeada por suplementos deportivos abiertos, posters de Saviola y Maradona por todos lados, y donde un televisor emite ¡en directo! Defensa y Justicia vs. Platense, del Nacional B. Van 2 a 0.
–Te estás perdiendo el partido...
–Igual el fútbol me importa una mierda.
Bien. En las charlas telefónicas previas, Anita ya había revelado que su forma de hablar habitual es superfrontal, no al nivel Adelmar, pero sí que no es una chica que cada vez que abre la boca se pone el tutú de tul (aunque fue durante años bailarina clásica, lo que se nota en su silueta y su peinado). Durante una conversación telefónica nocturna, el día anterior a la entrevista, un pedido de disculpas por la hora había recibido como respuesta –en tono de joda, se entiende– un “no, no te perdono un carajo que llames a esta hora”. Y, ya personalmente, otra muestra: mientras cruzamos las escaleras y los pasillos que conducen de la entrada del canal a la oficina, mientras ella se acomoda el pantalón, dice: “El botón funciona medio mal, no es que me esté rascando la concha, eh”. Ups. Además, no para de hacer chistes. Es su protocolo del “no-me-como-ni-una”, el mismo que propone en cámara.
–Vos no apelás a recursos clásicos de mujeres en programas “de hombres”. No tenés un rol de “minita”...
–No podría actuar de diosa, ¡soy un traste! Mi lugar me salió naturalmente. No me da tratar de ganarme a los tipos, o decir “me los voy a meter en el bolsillo”. Pero actuar de hombre me permitió llegar al público masculino; por la calle los tipos me gritan: “¡Anita, muy bueno Adelmar!”. En el humor, es difícil llegar a los hombres siendo mujer, que te crean. Trato de no hacer el típico humor de mujeres de “no tengo tetas, no tengo culo”, o de reírse de los hombres.
–¿Cómo surgió el personaje del viejo verde?
–Nunca me pasó a mí, pero, ¿viste cuando una mina va por la calle y aparece un tipo que le dice cosas como “mamita qué lindo mññsbbbito que tenés...?”. Bueno, ese piropo re guarro, que me parece desagradable, también tiene algo genial, porque es pura energía. Y quise que el viejo tuviera esa cosa medio perversa e inmunda. A veces tengo un poco de culpa con las puteadas, pero quiero que sea bien realista, no le pongo mucho filtro a los personajes. Quiero que se parezcan más a lo cotidiano, quedigan “che boludo” o se rasquen el culo, cosa que en cámara uno se cuida de no hacer.
–¿Y el de Román?
–Lo hice pocas veces, pero estoy enamorada de ese pendejo. Es muy cotidiano, aunque me cuesta bastante hacerlo. El se acomoda siempre los huevos, en ese tic muy de los chicos. Yo he visto pibes hablando entre ellos y se tocan las partes como si nada... se acomodan el pichicho. Y Román se lo acomoda porque está todo el día al palo, todo el día excitado. Es la edad.
–Tanto Adelmar como Román tienen miradas bastante ácidas de los hombres. ¿De dónde salen?
–No sé, no es que un día me agarró una patota, ni que me arrinconaron unos barrabravas contra un paredón y hoy trato de curarlo en terapia. Algo debe haber, pero no es un rollo contra los hombres ni nada así. Yo cuando planteé actuar de hombre, no quise hacer una mirada crítica o condenatoria sino algo bien actoral, encarnar un personaje. No soy una mina haciendo una crítica feminista de los hombres sino que trato de mostrar la realidad lo más fielmente posible. Bah, la realidad como yo la veo.

LOS PIROPOS DEL VIEJO ADELMAR

Rimas explícitas

Estas son algunas de las frases –guionadas por Fabián Bret, con aportes e improvisaciones de la propia Anita– con las que el personaje del viejo verde Adelmar intenta seducir a la barbie Rocío Marengo en “Mar de fondo”. La primera es la favorita de nuestra heroína. La segunda le parece “patética y desagradable”.

La pampa tiene el ombú / el ñandú la ligereza, / y mi picho acá colgado / tiene una flor de cabeza.

Quisiera ser agua podrida / para flotar en esa zanja.

Sus ojos son dos luceros / que encandilan mi camino. / ¿Le conté que la tengo larga / que la piso y me lastimo?

¿Así que se va a Mar del Plata / a disfrutar de la playa? / Ya me imagino la escena: / las olas, el viento y su raya.