ANITA
MARTINEZ, LA CHICA SUPERPODEROSA DE LAS MEDIANOCHES
Resalta
en el clima de vestuario futbolero que impera en Mar de fondo,
el programa de Fantino, paradójicamente porque personifica dos
prototipos de varón argentino: Román, un chabón siempre
al palo, y Adelmar, un viejo verde también al palo. Detrás
de las máscaras, hay una señorita ex estudiante de danza
con mucho carisma y, en una de esas, futura estrella de la televisión
argentina.
POR JAVIER AGUIRRE
Lunes a viernes, medianoche,
la pantalla de la señal TyC Sports está copada por el clima
de vestuario futbolístico-masculino, con risotadas, gastadas, jugadores
de fútbol invitados, compactos de goles y todo eso. ¿Toda
la pantalla? No, existe una chica superpoderosa que resiste con humor
filoso al vendaval barrabrava y aporta algunos de los momentos más
divertidos de la TV post 12AM. Se llama Anita Martínez 26
años, del barrio de Flores y es la responsable de varios
personajes humorísticos que participan de Mar de fondo,
que conduce Alejandro Fantino. La particularidad de las creaciones de
Anita es que su especialidad está en los personajes masculinos,
como Román (pibe de barrio en pleno despertar hormonal y permanente
cultor de la práctica masculina del acomodamiento y la rascada
de genitales) o el viejo verde Adelmar (en cuya caracterización
la actriz dice piropos tan zafados que probablemente ningún hombre
se atrevería a murmurar, con o sin cámara).
Anita comenzó en TV hace siete años, conduciendo en
plan serio, onda Teté Coustarot un programa de vida sana
en TyC. Tuvo un paso fugaz por el plantel 98 de Videomatch
donde hacía imitaciones junto a Miguel Angel Rodríguez
y a partir de entonces continuó desarrollando la veta actoral en
TyC, con Club Social y Deportivo primero, y actualmente en
Mar de fondo (también junto a Maru Botana y en la novela
Yago). Ahora, siendo quizás la Gran Esperanza Femenina
del Humor Televisivo (GEFHTV), recibe al No en las mismísimas oficinas
de TyC Sports, rodeada por suplementos deportivos abiertos, posters de
Saviola y Maradona por todos lados, y donde un televisor emite ¡en
directo! Defensa y Justicia vs. Platense, del Nacional B. Van 2 a 0.
Te estás perdiendo el partido...
Igual el fútbol me importa una mierda.
Bien. En las charlas telefónicas previas, Anita ya había
revelado que su forma de hablar habitual es superfrontal, no al nivel
Adelmar, pero sí que no es una chica que cada vez que abre la boca
se pone el tutú de tul (aunque fue durante años bailarina
clásica, lo que se nota en su silueta y su peinado). Durante una
conversación telefónica nocturna, el día anterior
a la entrevista, un pedido de disculpas por la hora había recibido
como respuesta en tono de joda, se entiende un no, no
te perdono un carajo que llames a esta hora. Y, ya personalmente,
otra muestra: mientras cruzamos las escaleras y los pasillos que conducen
de la entrada del canal a la oficina, mientras ella se acomoda el pantalón,
dice: El botón funciona medio mal, no es que me esté
rascando la concha, eh. Ups. Además, no para de hacer chistes.
Es su protocolo del no-me-como-ni-una, el mismo que propone
en cámara.
Vos no apelás a recursos clásicos de mujeres en programas
de hombres. No tenés un rol de minita...
No podría actuar de diosa, ¡soy un traste! Mi lugar
me salió naturalmente. No me da tratar de ganarme a los tipos,
o decir me los voy a meter en el bolsillo. Pero actuar de
hombre me permitió llegar al público masculino; por la calle
los tipos me gritan: ¡Anita, muy bueno Adelmar!. En
el humor, es difícil llegar a los hombres siendo mujer, que te
crean. Trato de no hacer el típico humor de mujeres de no
tengo tetas, no tengo culo, o de reírse de los hombres.
¿Cómo surgió el personaje del viejo verde?
Nunca me pasó a mí, pero, ¿viste cuando una
mina va por la calle y aparece un tipo que le dice cosas como mamita
qué lindo mññsbbbito que tenés...?.
Bueno, ese piropo re guarro, que me parece desagradable, también
tiene algo genial, porque es pura energía. Y quise que el viejo
tuviera esa cosa medio perversa e inmunda. A veces tengo un poco de culpa
con las puteadas, pero quiero que sea bien realista, no le pongo mucho
filtro a los personajes. Quiero que se parezcan más a lo cotidiano,
quedigan che boludo o se rasquen el culo, cosa que en cámara
uno se cuida de no hacer.
¿Y el de Román?
Lo hice pocas veces, pero estoy enamorada de ese pendejo. Es muy
cotidiano, aunque me cuesta bastante hacerlo. El se acomoda siempre los
huevos, en ese tic muy de los chicos. Yo he visto pibes hablando entre
ellos y se tocan las partes como si nada... se acomodan el pichicho. Y
Román se lo acomoda porque está todo el día al palo,
todo el día excitado. Es la edad.
Tanto Adelmar como Román tienen miradas bastante ácidas
de los hombres. ¿De dónde salen?
No sé, no es que un día me agarró una patota,
ni que me arrinconaron unos barrabravas contra un paredón y hoy
trato de curarlo en terapia. Algo debe haber, pero no es un rollo contra
los hombres ni nada así. Yo cuando planteé actuar de hombre,
no quise hacer una mirada crítica o condenatoria sino algo bien
actoral, encarnar un personaje. No soy una mina haciendo una crítica
feminista de los hombres sino que trato de mostrar la realidad lo más
fielmente posible. Bah, la realidad como yo la veo.
LOS
PIROPOS DEL VIEJO ADELMAR
Rimas
explícitas
Estas son algunas de
las frases guionadas por Fabián Bret, con aportes e
improvisaciones de la propia Anita con las que el personaje
del viejo verde Adelmar intenta seducir a la barbie Rocío
Marengo en Mar de fondo. La primera es la favorita de
nuestra heroína. La segunda le parece patética
y desagradable.
La pampa tiene el ombú
/ el ñandú la ligereza, / y mi picho acá colgado
/ tiene una flor de cabeza.
Quisiera ser agua podrida
/ para flotar en esa zanja.
Sus ojos son dos luceros
/ que encandilan mi camino. / ¿Le conté que la tengo
larga / que la piso y me lastimo?
¿Así que
se va a Mar del Plata / a disfrutar de la playa? / Ya me imagino
la escena: / las olas, el viento y su raya.
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