Mi
viejo, guerrero
DANTE
SPINETTA
Puede
que haya otros músicos nacionales que sean más populares
o que hayan trascendido más en América latina, pero
como Spinetta no hay ninguno. Para mí es el mejor como
poeta y como músico, más allá de que sea
mi viejo. Quizá mucha gente se siente influida por él,
pero no es fácil encontrar alguien que diga: Sí,
hice un tema medio Spinetta. Es difícil emular su
estilo. Las bandas de rock actuales tal vez no tienen mucho que
ver con Spinetta, pero es porque no les sale.
Estuve presente en momentos muy grossos de su música. Cuando
era chico me lo pasaba en los ensayos de sus bandas. Me acuerdo
de que siempre decía que Sujatovich no me dejaba tocar
el Minimoog... ¡y ahora lo pongo en todos lados! El Moog
es mi mejor amigo (risas). Crecí escuchando y aprendiendo
de mi viejo y de un montón de personas que estaban con
él. Empecé a dar vueltas por ahí desde Jade.
En realidad, tengo en la memoria el partido de fútbol que
jugó Almendra antes del concierto del regreso. Tenía
cuatro años y andaba monitoreando, de aguatero.
Algunas veces me han dicho: Che, debe ser molesto que te
digan que sos el hijo
de Spinetta. Y ni en pedo es así. Al revés:
nunca dejé de saber que soy músico porque crecí
en una familia de artistas. Bah, quizá hubiese sido músico
igual, pero tuve un acercamiento muy natural a la música.
Siempre tuve conciencia de qué representaba mi viejo para
la gente, pero nunca me enganché mucho con eso, porque
algunas veces me daba miedo Spinetta. Me daba miedo tener una
familia tan distinta del resto: en mi familia había humo,
en las otras no. Quería tener un papá que me pasara
a buscar con una break y me llevara de picnic, pero me llevaba
a ver grabar a Los Abuelos de la Nada... (risas). Era regrosso
y me copaba, por eso sigo con la música, pero cuando era
chico me daba miedo. Además, me daban miedo los fanáticos;
encima, mi viejo siempre pegó fanáticos medio deformes,
medio religiosos. Esos tipos que se acercaban y le decían:
Luis, vos hiciste tal tema porque a mí me pasó
tal cosa en 1981. Aparecían en casa y traían
unos regalos medio macumberos; son esos quemados que se te acercan
y te querés ir corriendo.
La nuestra es una relación padre-hijo, entonces tocar con
él ha sido doblemente emocionante: tocar sobre un escenario
con el padre de uno es buenísimo; si encima es Spinetta...
En el 99, cuando nos fuimos de gira por México y
Estados Unidos con Illya Kuryaki, él vino a tocar con nosotros.
Nos preguntaba: ¿Qué hago?; era cero
metido. Bah, nunca se metió en mi mundo. Me ha tirado ciertos
consejos, pero no esperando que los acatara sino que me ha dejado
fluir. El y yo tenemos estilos muy marcados y diferentes. Me encanta
que opine sobre mi música, porque por ahí el no
escucha tanto hip hop o funk. Está bueno que le guste lo
que hago, aunque sea distinto de lo que hace él, y que
se suba a tocar conmigo y se ponga la camiseta, como lo hizo con
Kuryaki.
No puedo separar a mi padre de Spinetta. Viví con él
hasta los 17 años y siempre fue Spinetta y fue papá.
No hay dos personas distintas. Algunas veces me olvido de que
me re gusta la música de mi viejo, aunque siempre está
presente. Pero, por ejemplo, voy en un taxi y pasan Alma
de diamante y digo: Qué grosso.
Y, más allá de la música, para mí
Spinetta es símbolo de mantenerse como verdadero rockero.
Muchos hacen otras cosas, pero no mantienen la esencia de subirse
a un escenario y ser regrossos. Hace rato que Spinetta es el más
coherente y el más guerrero. Eso: mi viejo es un guerrero.
Un
comediante genial
JAVIER
MALOSETTI
Bajista actual de Spinetta, además de haber grabado
en los discos Don Lucero, Exactas, Pelusón of Milk, Los
ojos y Silver Sorgo.
Me produce
satisfacción por Luis que haya sido elegido el más
influyente del rock argentino, pero debo decir que no me extraña.
Entiendo que haya pasado, porque es un compositor por demás
original. Es completamente intuitivo; entonces, de la ignorancia
de ciertos cánones teóricos de la armonía
y la composición salen esas combinaciones de acordes tan
originales, que después son copiadas por todos los cantautores
pop.
Como amigo, Luis es un cago de risa. Cuando está de humor
es un comediante genial. Es un tipo con mucha comprensión,
programa sus ensayos sin joder a la gente. Y es muy generoso:
estoy grabando mi tercer disco solista en su estudio, que me cedió
de onda.
Había una creencia entre los músicos que no conocíamos
a Luis sobre que se rodeaba de buenos instrumentistas, que le
redondeaban los temas que él bocetaba con su guitarra.
Ahora sé que no es así, que esas canciones maravillosas
vienen listas de fábrica, aunque siempre da espacio para
que uno arme su parte en el tema. Y se lo agradezco, porque me
permite meterme más en su música y poner lo mío
en una canción suya.
El
artista
RODOLFO
GARCIA
Baterista de Almendra, músico invitado en Artaud y
Estrelicia
Que en
un país como la Argentina, en el que triunfa la picardía
y no el talento, los músicos reconozcan la influencia de
Luis, me parece una de las pocas buenas noticias que escuché
en los últimos tiempos. No sólo tengo cariño
y respeto por él sino también admiración.
Creo que es el artista más importante que tiene la Argentina,
sin distinción de géneros. No hay ningún
tipo que reúna tantas condiciones juntas: que cante, escriba
letras y música, y que tenga sus conceptos para los arreglos
y la producción. Son muchas condiciones en una sola persona.
Hay países más desarrollados que el nuestro que
no tienen artistas tan grandes. Me alegra que se haya reconocido
en él a un tipo único. Afortunadamente, tengo la
oportunidad de escuchar muchas bandas nuevas y noto que existe
un interés por buscar originalidad, por encontrar un idioma
distintivo. Me parece que ahí está la impronta del
Flaco, su espíritu, más que en artistas que adopten
su estilo.
Fuera
de serie
DANIEL
WIRTZ
Baterista actual de Spinetta, con quien toca desde 1994.
Siempre
escuché a Spinetta, en especial porque cada cosa que hacía
era una sorpresa que me llevaba a un mundo impredecible. Así
sigue siendo hasta ahora: seguramente la próxima canción
nueva que me muestre en un ensayo me sorprenderá y generará
en mí una gran emoción. Escuchar su música
me pone en otro lugar de la atmósfera. Tocar con él
fue un gran sueño que tuve y gracias a Dios, a Luis y a
los que me ayudaron, pude hacerlo realidad.
Luis es un ser fuera de serie, tiene reglamentos increíbles
de sus estados emocionales que no están en la Tierra. Sus
gestos de bondad y humanidad... No le debe alcanzar una canción
para expresar todo lo que siente y quiere para él y para
los demás.
Es un master, por eso siempre le voy a agradecer que me ofrende
su música para que pueda darle lo que tengo en el alma
a través de mi instrumento. Si bien lo que sale es un ritmo,
es el ritmo de mi alma. Así es la entrega y quizá
sea eso lo que nos une, aunque nunca lo hablamos. Todo lo que
hace me emociona: cuando me da un abrazo, cuando terminamos una
canción, cuando hablamos por teléfono...
El
sello personal
JUAN
CARLOS FONTANA
Fue tecladista de Spinetta Jade en Madre en años luz
y en varias formaciones solistas de Spinetta desde entonces.
Me pone
muy feliz que haya sido elegido, porque como Luis tiene bajo perfil
tal vez alguna gente no se acuerda de todo lo que produjo y lo
que cambió en la música argentina. Luis tiene mucha
imaginación, que es más importante que el conocimiento
teórico. Ha hecho muchas canciones increíbles. A
veces lo empariento con Thelonious Monk, no porque haga lamisma
música sino porque son personas únicas. No escucho
muchas influencias en las canciones de Luis, a veces pareciera
que nunca hubiera escuchado música y se hubiera dedicado
a componer desde la inocencia total. Cuando él me dice:
Este tema es tipo Beatles, lo único que detecto
es el sello de Spinetta.
De todos modos, creo que más grosso que todo eso junto
es el corazón que tiene Luis. La gente que tiene la posibilidad
de tomarse unos mates con él se da cuenta de que no es
un excéntrico sino todo lo contrario: es muy cálido,
me hace sentir como en mi casa. Siempre me apoyó y me insistió
para que grabara mi música, aunque no estuviera tocando
con él. Y él sabe que puede contar conmigo para
lo que sea.
Quinientas
veces
El pensador
argentino Miguel Repiso, que dibuja bajo el seudo seudónimo
de Rep,
escribió cierta vez que sí es una palabra hermosa,
pero no es una palabra valiente. Decir sí, de hecho, suele
ser más fácil que decir no. Cuando pensamos, hace
ya diez años, en el nombre del suplemento joven de un diario
por entonces joven como Página/12 la palabra saltaba como
correcta: estábamos cansados, como lo estamos hoy, de la
gente que le dice sí a todo, que nunca se anima a decir
no, que en una sociedad cruzada de problemas como aquella y esta,
juega siempre los juegos más fáciles y más
obvios del poder. Decir no es, por excelencia, una actitud juvenil,
una actitud del que se niega a ser el cadáver del niño
que fue. Sin embargo, repasar la colección de estos ¡500
números! del No no equivale a encontrarse con una colección
de notas en contra de algo o con una colección de notas
sobre los males del mundo. Decir no ha sido siempre para el No
decirle no a la pereza profesional, a la pulsión de la
comodidad, a la presión de los sellos, a las modas motorizadas
por la abulia, a los dictámenes absurdos del mercado. Ha
sido construir un mundo propio que coincide con el mundo de mucha
otra gente. Acaso entender el No es también darse cuenta
de lo que no ha querido mostrar porque de eso está harto,
porque es lo que está en todas partes. El No jamás
publicaría una nota sobre como levantarse en la casa de
alguien a la mañana siguiente, después de haber
hecho el amor, ni una nota sobre diez consejos útiles para
cambiar el decorado de tu loft. De eso sobra, por ahí,
como notas escritas en un supuesto modelo de comunicación
que tiene claro que para ser joven hay que repetir el vocablo
cool.
Este número 500 está dedicado a hurgar en torno
a un tema que ha sido producto de docenas de conversiones en el
ambiente de la cultura de los últimos 30 años: quienes
han sido los músicos argentinos de rock más influyentes
de la historia. No publicaríamos, para eso hay otros medios,
una nota sobre los más vendedores de la historia. Concretar
el trabajo, que llevó meses de seguimiento de músicos,
y explicaciones sobre el sentido de la encuesta, es, claramente,
un homenaje a los grandes del género. Los ganadores, Luis
Alberto Spinetta y Charly García, que suman el cincuenta
por ciento de los votos, son los mismos de una encuesta similar,
publicada en 1993, sobre quiénes eran los mejores de la
historia. Puede hablarse, en consecuencia, de una lógica.
También, desde otro punto de vista, de una realidad estancada,
o detenida es un período de oro. Manu Chao reprodujo en
su disco de este año, Próxima estación: Esperanza
una frase que Miguel Cantilo escribió en los años
de la dictadura militar que dice: Si no fuese por la música,
no nos salva ni Tarzán. La actualidad de algunas
ideas a veces es desalentadora.
Un suplemento joven que cumple 500 semanas parece una contradicción,
si no se agrega que a lo largo de esos años sus equipos
de trabajo han ido rotando, que nadie se estacionó en un
lugar determinado. El No era el viaje y no el destino, el medio
y no el fin, un lugar abierto a nuevas generaciones, que a su
vez darán paso a las siguientes. Fuera del nombre lo único
que permanece es la historieta de contratapa, Clara de Noche,
que está ahí cumpliendo el papel que Página/12
cree que debe cumplir el periodismo en la sociedad: molestar (a
los que se molesten). CARLOS POLIMENI
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