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Jueves 01
de Noviembre de 2001


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Mi viejo, guerrero

DANTE SPINETTA

Puede que haya otros músicos nacionales que sean más populares o que hayan trascendido más en América latina, pero como Spinetta no hay ninguno. Para mí es el mejor como poeta y como músico, más allá de que sea mi viejo. Quizá mucha gente se siente influida por él, pero no es fácil encontrar alguien que diga: “Sí, hice un tema medio Spinetta”. Es difícil emular su estilo. Las bandas de rock actuales tal vez no tienen mucho que ver con Spinetta, pero es porque no les sale.
Estuve presente en momentos muy grossos de su música. Cuando era chico me lo pasaba en los ensayos de sus bandas. Me acuerdo de que siempre decía que Sujatovich no me dejaba tocar el Minimoog... ¡y ahora lo pongo en todos lados! El Moog es mi mejor amigo (risas). Crecí escuchando y aprendiendo de mi viejo y de un montón de personas que estaban con él. Empecé a dar vueltas por ahí desde Jade. En realidad, tengo en la memoria el partido de fútbol que jugó Almendra antes del concierto del regreso. Tenía cuatro años y andaba monitoreando, de aguatero.
Algunas veces me han dicho: “Che, debe ser molesto que te digan que sos el hijo de Spinetta”. Y ni en pedo es así. Al revés: nunca dejé de saber que soy músico porque crecí en una familia de artistas. Bah, quizá hubiese sido músico igual, pero tuve un acercamiento muy natural a la música. Siempre tuve conciencia de qué representaba mi viejo para la gente, pero nunca me enganché mucho con eso, porque algunas veces me daba miedo Spinetta. Me daba miedo tener una familia tan distinta del resto: en mi familia había humo, en las otras no. Quería tener un papá que me pasara a buscar con una break y me llevara de picnic, pero me llevaba a ver grabar a Los Abuelos de la Nada... (risas). Era regrosso y me copaba, por eso sigo con la música, pero cuando era chico me daba miedo. Además, me daban miedo los fanáticos; encima, mi viejo siempre pegó fanáticos medio deformes, medio religiosos. Esos tipos que se acercaban y le decían: “Luis, vos hiciste tal tema porque a mí me pasó tal cosa en 1981”. Aparecían en casa y traían unos regalos medio macumberos; son esos quemados que se te acercan y te querés ir corriendo.
La nuestra es una relación padre-hijo, entonces tocar con él ha sido doblemente emocionante: tocar sobre un escenario con el padre de uno es buenísimo; si encima es Spinetta... En el ‘99, cuando nos fuimos de gira por México y Estados Unidos con Illya Kuryaki, él vino a tocar con nosotros. Nos preguntaba: “¿Qué hago?”; era cero metido. Bah, nunca se metió en mi mundo. Me ha tirado ciertos consejos, pero no esperando que los acatara sino que me ha dejado fluir. El y yo tenemos estilos muy marcados y diferentes. Me encanta que opine sobre mi música, porque por ahí el no escucha tanto hip hop o funk. Está bueno que le guste lo que hago, aunque sea distinto de lo que hace él, y que se suba a tocar conmigo y se ponga la camiseta, como lo hizo con Kuryaki.
No puedo separar a mi padre de Spinetta. Viví con él hasta los 17 años y siempre fue Spinetta y fue papá. No hay dos personas distintas. Algunas veces me olvido de que me re gusta la música de mi viejo, aunque siempre está presente. Pero, por ejemplo, voy en un taxi y pasan “Alma de diamante” y digo: “Qué grosso”.
Y, más allá de la música, para mí Spinetta es símbolo de mantenerse como verdadero rockero. Muchos hacen otras cosas, pero no mantienen la esencia de subirse a un escenario y ser regrossos. Hace rato que Spinetta es el más coherente y el más guerrero. Eso: mi viejo es un guerrero.


Un comediante genial

JAVIER MALOSETTI
Bajista actual de Spinetta, además de haber grabado en los discos Don Lucero, Exactas, Pelusón of Milk, Los ojos y Silver Sorgo.

Me produce satisfacción por Luis que haya sido elegido el más influyente del rock argentino, pero debo decir que no me extraña. Entiendo que haya pasado, porque es un compositor por demás original. Es completamente intuitivo; entonces, de la ignorancia de ciertos cánones teóricos de la armonía y la composición salen esas combinaciones de acordes tan originales, que después son copiadas por todos los cantautores pop.
Como amigo, Luis es un cago de risa. Cuando está de humor es un comediante genial. Es un tipo con mucha comprensión, programa sus ensayos sin joder a la gente. Y es muy generoso: estoy grabando mi tercer disco solista en su estudio, que me cedió de onda.
Había una creencia entre los músicos que no conocíamos a Luis sobre que se rodeaba de buenos instrumentistas, que le redondeaban los temas que él bocetaba con su guitarra. Ahora sé que no es así, que esas canciones maravillosas vienen listas de fábrica, aunque siempre da espacio para que uno arme su parte en el tema. Y se lo agradezco, porque me permite meterme más en su música y poner lo mío en una canción suya.


El artista

RODOLFO GARCIA
Baterista de Almendra, músico invitado en Artaud y Estrelicia

Que en un país como la Argentina, en el que triunfa la picardía y no el talento, los músicos reconozcan la influencia de Luis, me parece una de las pocas buenas noticias que escuché en los últimos tiempos. No sólo tengo cariño y respeto por él sino también admiración. Creo que es el artista más importante que tiene la Argentina, sin distinción de géneros. No hay ningún tipo que reúna tantas condiciones juntas: que cante, escriba letras y música, y que tenga sus conceptos para los arreglos y la producción. Son muchas condiciones en una sola persona. Hay países más desarrollados que el nuestro que no tienen artistas tan grandes. Me alegra que se haya reconocido en él a un tipo único. Afortunadamente, tengo la oportunidad de escuchar muchas bandas nuevas y noto que existe un interés por buscar originalidad, por encontrar un idioma distintivo. Me parece que ahí está la impronta del Flaco, su espíritu, más que en artistas que adopten su estilo.


Fuera de serie

DANIEL WIRTZ
Baterista actual de Spinetta, con quien toca desde 1994.

Siempre escuché a Spinetta, en especial porque cada cosa que hacía era una sorpresa que me llevaba a un mundo impredecible. Así sigue siendo hasta ahora: seguramente la próxima canción nueva que me muestre en un ensayo me sorprenderá y generará en mí una gran emoción. Escuchar su música me pone en otro lugar de la atmósfera. Tocar con él fue un gran sueño que tuve y gracias a Dios, a Luis y a los que me ayudaron, pude hacerlo realidad.
Luis es un ser fuera de serie, tiene reglamentos increíbles de sus estados emocionales que no están en la Tierra. Sus gestos de bondad y humanidad... No le debe alcanzar una canción para expresar todo lo que siente y quiere para él y para los demás.
Es un master, por eso siempre le voy a agradecer que me ofrende su música para que pueda darle lo que tengo en el alma a través de mi instrumento. Si bien lo que sale es un ritmo, es el ritmo de mi alma. Así es la entrega y quizá sea eso lo que nos une, aunque nunca lo hablamos. Todo lo que hace me emociona: cuando me da un abrazo, cuando terminamos una canción, cuando hablamos por teléfono...


El sello personal

JUAN CARLOS FONTANA
Fue tecladista de Spinetta Jade en Madre en años luz y en varias formaciones solistas de Spinetta desde entonces.

Me pone muy feliz que haya sido elegido, porque como Luis tiene bajo perfil tal vez alguna gente no se acuerda de todo lo que produjo y lo que cambió en la música argentina. Luis tiene mucha imaginación, que es más importante que el conocimiento teórico. Ha hecho muchas canciones increíbles. A veces lo empariento con Thelonious Monk, no porque haga lamisma música sino porque son personas únicas. No escucho muchas influencias en las canciones de Luis, a veces pareciera que nunca hubiera escuchado música y se hubiera dedicado a componer desde la inocencia total. Cuando él me dice: “Este tema es tipo Beatles”, lo único que detecto es el sello de Spinetta.
De todos modos, creo que más grosso que todo eso junto es el corazón que tiene Luis. La gente que tiene la posibilidad de tomarse unos mates con él se da cuenta de que no es un excéntrico sino todo lo contrario: es muy cálido, me hace sentir como en mi casa. Siempre me apoyó y me insistió para que grabara mi música, aunque no estuviera tocando con él. Y él sabe que puede contar conmigo para lo que sea.


Quinientas veces

El pensador argentino Miguel Repiso, que dibuja bajo el seudo seudónimo de Rep, escribió cierta vez que sí es una palabra hermosa, pero no es una palabra valiente. Decir sí, de hecho, suele ser más fácil que decir no. Cuando pensamos, hace ya diez años, en el nombre del suplemento joven de un diario por entonces joven como Página/12 la palabra saltaba como correcta: estábamos cansados, como lo estamos hoy, de la gente que le dice sí a todo, que nunca se anima a decir no, que en una sociedad cruzada de problemas como aquella y esta, juega siempre los juegos más fáciles y más obvios del poder. Decir no es, por excelencia, una actitud juvenil, una actitud del que se niega a ser el cadáver del niño que fue. Sin embargo, repasar la colección de estos ¡500 números! del No no equivale a encontrarse con una colección de notas en contra de algo o con una colección de notas sobre los males del mundo. Decir no ha sido siempre para el No decirle no a la pereza profesional, a la pulsión de la comodidad, a la presión de los sellos, a las modas motorizadas por la abulia, a los dictámenes absurdos del mercado. Ha sido construir un mundo propio que coincide con el mundo de mucha otra gente. Acaso entender el No es también darse cuenta de lo que no ha querido mostrar porque de eso está harto, porque es lo que está en todas partes. El No jamás publicaría una nota sobre como levantarse en la casa de alguien a la mañana siguiente, después de haber hecho el amor, ni una nota sobre diez consejos útiles para cambiar el decorado de tu loft. De eso sobra, por ahí, como notas escritas en un supuesto modelo de comunicación que tiene claro que para ser joven hay que repetir el vocablo cool.
Este número 500 está dedicado a hurgar en torno a un tema que ha sido producto de docenas de conversiones en el ambiente de la cultura de los últimos 30 años: quienes han sido los músicos argentinos de rock más influyentes de la historia. No publicaríamos, para eso hay otros medios, una nota sobre los más vendedores de la historia. Concretar el trabajo, que llevó meses de seguimiento de músicos, y explicaciones sobre el sentido de la encuesta, es, claramente, un homenaje a los grandes del género. Los ganadores, Luis Alberto Spinetta y Charly García, que suman el cincuenta por ciento de los votos, son los mismos de una encuesta similar, publicada en 1993, sobre quiénes eran los mejores de la historia. Puede hablarse, en consecuencia, de una lógica. También, desde otro punto de vista, de una realidad estancada, o detenida es un período de oro. Manu Chao reprodujo en su disco de este año, Próxima estación: Esperanza una frase que Miguel Cantilo escribió en los años de la dictadura militar que dice: “Si no fuese por la música, no nos salva ni Tarzán”. La actualidad de algunas ideas a veces es desalentadora.
Un suplemento joven que cumple 500 semanas parece una contradicción, si no se agrega que a lo largo de esos años sus equipos de trabajo han ido rotando, que nadie se estacionó en un lugar determinado. El No era el viaje y no el destino, el medio y no el fin, un lugar abierto a nuevas generaciones, que a su vez darán paso a las siguientes. Fuera del nombre lo único que permanece es la historieta de contratapa, Clara de Noche, que está ahí cumpliendo el papel que Página/12 cree que debe cumplir el periodismo en la sociedad: molestar (a los que se molesten). CARLOS POLIMENI