Mar 19.11.2002

PLáSTICA  › LA OBRA DEL GANADOR DE LA SEGUNDA BIENAL

Los hermanos se han unido

En medio de la caótica Bienal organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes, se pueden ver algunas perlas como la obra del israelí Uri Katzenstein, quien ganó el premio de esta edición. Página/12 entrevistó al artista múltiple.

› Por Fabián Lebenglik

Continuando con lo propuesto a fines del año 2000, el Museo Nacional de Bellas Artes presenta ahora su segunda Bienal Internacional, en simultaneidad con las Jornadas Internacionales de la Crítica. Muchos artistas y muchos críticos de todo el mundo pasan por Buenos Aires en medio de un caos discepoliano, más dramático que grotesco.
La Bienal, megalómana y dispersa, se trata de un esfuerzo y un despliegue en el que todo resulta confuso, aunque con algunos aciertos puntuales –voluntarios e involuntarios–: es sin duda una Bienal que mucho abarca.
Quien firma estas líneas escribió sobre la anterior edición algo que puede sostenerse para esta segunda entrega: “Es un reflejo de la política y de la organización que, en sobresalto perpetuo, caracteriza también el largo y complejo ciclo de la Argentina posdictatorial: un avance de direccionalidad difusa, menos reflexivo que activo y reactivo”.
En este marco, en la columna de los aciertos se cuenta la venida de uno de los más reconocidos artistas israelíes de los últimos años: Uri Katzenstein (Tel Aviv, 1951), quien vive y trabaja en su país, pero se formó durante once años en EE.UU. Su obra cruza todos los lenguajes: es videasta, escultor, dibujante, pintor, actor, músico...
La instalación de Uri Katzenstein, “Familia de hermanos” (video y esculturas), forma parte de un proyecto artístico mayor llamado “Familias”, que desarrolló en la Universidad de Duke, EE.UU.
“La mía es una película emotiva –explica a Página/12 el autor/protagonista del video–: a los cuatro hermanos pueden caberles muchas interpretaciones... las cuatro estaciones, los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos, los cuatro temperamentos, las cuatro parejas bíblicas inhumadas en la caverna de Hebron... en definitiva, cuatro aspectos de la cultura.”
“Cada uno de los cuatro hermanos –sigue U.K.– observa al otro. Se miran mutuamente. Los cuatro están preocupados por los futuros que producirá este presente.”
“Hay al menos dos temporalidades superpuestas en la película –dice Katzenstein–: por una parte, el tiempo cotidiano, de la vida de cada uno. Por la otra, el tiempo mayor, que los excede. En el cruce entre ambos hay atavismos que desaparecen por largos períodos y luego reaparecen. Hay sentidos simultáneos y sucesivos, pero también hay algo de juego. Todos los artistas lo hacemos; porque el arte es como un laboratorio. En este caso me interesan los comportamientos cambiantes.”
El año pasado, el artista representó a Israel en la Bienal de Venecia con una obra sumamente compleja en la que se combinaban varios videos proyectados simultáneamente, con ciertos rituales extraños, a partir de performances en vivo. Los videos se exhibían sobre pantallas repartidas en diferentes niveles del pabellón, en un espacio de disposición muy creativa. Cada proyección evocaba complicadas ceremonias protagonizadas por humanoides. Simultáneamente, la performance en vivo colocaba a esos personajes en una interacción cuyo efecto era la incomunicación. La mecanización social pugnaba inútilmente por entrar en contacto en medio de un contexto donde el deseo había sido abolido o reemplazado por conductas mecánicas.
La obra que presenta en Bellas Artes, “Familia de hermanos”, obtuvo el premio mayor de la Bienal y se compone de una sección introductoria con varias esculturas y de un video en donde los cuatro hermanos podrían verse como sólo uno. Los cuatro carecen de ombligo: son autogenerados; algo así como híbridos post-humanos, clonados, entre quienes se redefinen los lazos familiares. Aparece el tema de las personalidades múltiples y las vidas paralelas, aunque el montaje del video las hace, por su propia sintaxis y montaje, sucesivas. Como si se tratara de una criatura confusa que vacambiando de estado mientras contempla con sorpresa los horrores y las bellezas del mundo. El video puede verse como una breve historia de la humanidad, centrada en el desarrollo de la modernidad y de la contemporaneidad, que resume el siglo XX como el resultado de las tensiones entre tecnología, rituales y violencia. Estos personajes híbridos conviven como testigos aturdidos por un presente casi siempre ominoso.
“En ‘Familia de hermanos’ –escribe la crítica Kristine Stiles–, los conceptos espirituales se comunican a través de símbolos numerológicos y figuras metafóricas: macho, hembra y géneros compuestos, que representan aspectos de la realidad expresados en acciones, palabras y patrones de comportamiento puestos en escena como aspectos de la creación, la destrucción y la transformación.”
Al mismo tiempo, el video muestra un laboratorio social, como lo ha sido desde su fundación el propio Estado de Israel, con modelos comunitarios en que se alternan y combinan distintas maneras, cruzadas, problemáticas, complementarias, antagónicas... de concebir lo social y familiar en un contexto de conflicto y guerra permanentes.
El artista construye un lenguaje y un estilo, pero al mismo tiempo deja en libertad creativa al espectador, porque la idea del autor está en crisis.
La redefinición de los lazos familiares y la personalidad múltiple remiten a las condiciones psicológicas de existencia contemporánea.
“Mi obra es un laboratorio social en donde hay equilibrios inestables, cruces naturales y cruces forzados. Hay algo de extraña evolución en mi trabajo, en relación con los cambios sociales, políticos, tecnológicos y las sucesivas y veloces adaptaciones a esos cambios. Pero siempre hay claves de interpretación. Detalles que están puestos de manera secreta, pero también evidente: esto lo heredé de mi padre, que era masón. Un ejemplo de estas claves podría ser la silla del hermano científico, que es una esvástica adaptada como mobiliario. Cuando el científico mira en el microscopio, se ve a sí mismo y ve su propio drama. Después de ver el dolor, es cuando comienza a saber...”
(MNBA, hasta el 15 de diciembre.)

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