PLáSTICA
› LA FERIA ARTEBA “DE ARTE CONTEMPORANEO” EN LA RURAL
La Feria viene con novedades
Este año mayor compromiso con el arte actual, nuevos espacios, más comodidad para la circulación y una limpieza visual creciente caracterizan a la décimo segunda edición de ArteBa.
› Por Fabián Lebenglik
Después de la debacle de fines de 2001, la primera Feria ArteBa poscrisis fue la de julio de 2002. Aquella edición demostró una voluntad de permanencia por parte de los organizadores y participantes, más allá de cualquier frivolidad, comprometidos con el sostenimiento en el tiempo de un proyecto que combina mercado y cultura.
La nueva edición, que decidió cambiar su nombre por el de “Feria de Arte Contemporáneo”, supone una apuesta que afirma la voluntad demostrada el año pasado, en un contexto optimista.
La decisión de proponerse como representativa del arte de hoy, funciona en parte como un proyecto a futuro –relacionado con el coleccionismo del arte actual– y en parte como un modo de poner necesarios filtros y ajustar las condiciones para la participación.
En esta edición queda muy clara la división de los espacios en diferentes categorías: Galerías de Arte, Art Dealers, Nuevas Expresiones de Arte, Arte y Diseño, Instituciones-Fundaciones-Empresas y Publicaciones. La Feria presenta además dos espacio para homenajear a los recientemente fallecidos Federico Klemm y Alejandro Kuropatwa.
La enunciación de una apuesta por el arte contemporáneo genera al mismo tiempo una puesta al día de los galeristas y un apoyo explícito a los espacios emergentes, que sirven también como estímulo para que los galeristas más establecidos no se detengan en la búsqueda. A medida que la Feria se va autoimponiendo metas más rigurosas, crece el nivel de los stands.
Los espacios emergentes funcionan como fuente de acceso a los nuevos artistas y tendencias, pero también evidencian una actitud, un modo de colocarse ante el medio y el mercado.
Si bien los nuevos espacios invitados por ArteBa son diecisiete, los más destacados son Sonoridad Amarilla, Lelé de Troya, Belleza y Felicidad y Ruth Benzacar (que tiene un stand para sus artistas habituales y otro, en el sector emergente, dedicado a la experimentación, donde el invitado es Carlos Huffmann).
En este sector Diana Aisenberg presenta su ya célebre Diccionario de Certezas e Intuiciones en el espacio de Daniel Abate.
La sección “nuevas expresiones” incluye buenos proyectos del interior, como MOTP (Mar del Plata), Espacio Vox (Bahía Blanca), “el Ingenio” –un colectivo de jóvenes artistas tucumanos– y “0351”, de Córdoba.
Como toda feria, la de arte contemporáneo también resulta físicamente cansadora y hasta ahora no había lugares apropiados para descansar y relajarse, fuera de las áreas de café y comida. En este punto uno de los espacios novedosos de la 12 edición es “Chill out, hábitat lumínico” organizado por Sonoridad Amarilla. El stand, cerrado y en penumbra, está pensado para descansar en sillones, puffs y almohadones, y está ambientado con obras lumínicas. En un ambiente tranquilo, entre onírico y psicodélico, se exhiben obras de Viviana Berco, Luis Terán, Martín Corujo, Marcelo Cusenza, Boris Goldstein y Alejo Demestre.
La amplia sección de las galerías, razón y motor de la Feria, propone dos estrategias básicas: por una parte están las que muestran una selección de sus artistas. Por la otra, están las que sin dejar de mostrar un conjunto (más reducido y por lo tanto más dirigido y afinado) eligen presentar sus espacios como propiamente galerísticos y por lo tanto más cuidados en la curaduría y el montaje. En esta última modalidad se colocan Luisa Pedrouzo y Dabbah-Torrejón. La primera presenta obras de Hernán Marina, Hugo Vidal, Marcela Astorga y Cristina Piffer. La segunda, muestra trabajos de Manuel Esnoz, Dino Bruzzone, Silvana Lacarra, Daniel Joglar, Mariano Vilela y Alejandra Seeber. También se debe mencionar a Silvia Vesco –con obras de León Ferrari y Carlos Gorriarena–, Van Riel –donde se destaca la obra de Richard Sturgeon–; Arcimboldo –con obras de Delia Cancela, Lucía Pacenza, Estela Pereda, Mónica Goldstein y otras–, y a la cordobesa Vía Margutta –con obras de Raúl Díaz, Anahí Roitman y Susana Lascano.
Entre los espacios que eligieron presentar un “muestrario” de sus artistas, se destacan Braga Menéndez-Schuster, Del Infinito, Jorge Mara, Sara García Uriburu, Maman y Van Eyck.
Las galerías extranjeras más destacadas son Thomas Cohn (San Pablo), con una excelente selección de artistas brasileños entre los que se destacan Andre Gomes y Walter Goldfarb; Ramis Barquet (México/Nueva York), con obra de los cubanos José Bedia y Ernesto Pujol y del pintor y cineasta alemán Julian Schnabel.
También se debe nombrar a la tradicional galería Sur (Montevideo), con obras de Figari, Torres García y Barradas –entre otros– y al stand de la paulista Nara Roesler, donde se exhiben trabajos de José Patricio, Paulo Pasta y Arthur Lescher.
El mejor espacio institucional es el del Fondo Nacional de las Artes, que montó una selección de “Artistas de los años 90”, en relación con el libro editado oportunamente por el FNA, curada por Patricia Rizzo –a su vez curadora del espacio “emergente” Proyecto A.
La Fundación Banco Provincia presenta una exposición con obras de artistas nacidos en la provincia de Buenos Aires, como Pettoruti, Puente, Grippo y Orensanz –entre otros–, curada por Adriana Lauría.
Nuevamente la Feria da cabida al taller La estampa en el que las internas de la cárcel de Ezeiza producen obra propia, guiadas por Fernando Bedoya y Emei, en el marco de un proyecto laboral y artístico apoyado por el Ministerio de Justicia y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Casi todos los stands han vendido obra, y el primer comprador fue Chandon, que instituyó la iniciativa de comprar una obra durante el montaje de la feria, para ser donada. En este caso se trató de una obra de Marcelo Mortarotti comprada a Braga Menéndez, para el Museo Casa Fader, de Mendoza. (En la Rural, de 12 a 22, hasta el 22. Entrada general: $ 8.)
Subnotas