Mar 29.03.2005

PLáSTICA • SUBNOTA

Las salas contemporáneas

Por J. F.,
Desde Tucuman

La inauguración de la exposición Flores del jardín fue simultánea a la apertura de dos salas del Museo Timoteo Navarro que se dedicarán exclusivamente al arte contemporáneo. Allí se ubicó la obra Unión de corderos argentinos, de Sergio Avello, que la Fundación Chandon donó el año pasado al Museo –luego de haber sido comprada en la Feria ArteBA–. Una de las salas fue bautizada con el nombre del desaparecido artista tucumano Rodolfo Bulacio y dos de sus obras fueron instaladas (One Rodo y Objeto cívico).
Bulacio, un “outsider”, tanto en su vida como en su arte, demostró que no necesitaba título para convertirse en artista. Y fue uno de los grandes referentes, de aquellos que dejaron marcas a toda una generación, en toda una época, precisamente en los años ’90. Rodolfo era un artista en todos los sentidos: grababa, pintaba, construía objetos, hacía instalaciones, incorporaba fotografías y realizaba performances. Nada que tuviera que ver con el arte le era ajeno: admiraba tanto a Andy Warhol como a Leonardo Da Vinci; a Almodóvar como a Fellini; gozaba con el bolero, pero también bailaba música disco en cualquier boliche. Su obra tenía un carácter profundamente autorreferencial: su rostro podía aparecer en la pintura de un billete (One Rodo) y el retrato del casamiento de sus padres en Nací para ti. Además, con su ironía corrosiva podía arremeter contra instituciones tales como el matrimonio o los símbolos patrios.

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