Guillermo Gómez Peña ya estuvo con anterioridad en la Argentina, pero su experiencia le dejó, literalmente, una marca imborrable. Vino a Buenos Aires invitado por la Fundación Banco Patricios en 1994, con la obra La pareja en la jaula, realizada junto a la escritora cubano-estadounidense Coco Fusco, y fue agredido por un espectador, que le arrojó ácido en el estómago y las piernas. Pero lo que más lamentó Gómez-Peña fue la incomprensión de la comunidad artística local. “Los artistas de Buenos Aires no entendían por qué estábamos haciendo eso, pensaban que los temas sobre la identidad que planteábamos no les concernían. La obra cayó en el vacío, no había contexto”, recuerda. “Por eso tenía una deuda pendiente con la Argentina, y cuando Gabriela nos invitó a entablar un diálogo con Tucumán, con esa otra Argentina, me entusiasmó muchísimo. Quería regresar, saldar esas cuentas y reconciliarme con la Argentina.