PLáSTICA • SUBNOTA
En 1931 Jesús se le apareció a la monja polaca Faustina Kowalska y le mostró el infierno: “Hoy un ángel me llevó a los precipicios del infierno. Es un lugar de grandes torturas. ¡Es impresionante el tamaño y la extensión del sitio! He aquí los tipos de torturas que vi: la pérdida de Dios, el remordimiento de conciencia perpetuo, el saber que esa condición nunca va a cambiar, el fuego que penetra el alma sin destruirla: la permanente oscuridad y un terrible hedor que sofoca, pero, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven y ven toda la malignidad propia y de los demás; la horrible desesperación, el odio a Dios, las palabras horrendas, las maldiciones y las blasfemias. Estas son las torturas que sufren los condenados, pero éste no es el fin del sufrimiento. Hay torturas especiales destinadas a las almas en particular. Son los tormentos de sus sentidos. Cada alma pasa por tormentos terribles relacionados con la manera en que han pecado. He recibido el mandato de Dios de dejar esto por escrito, para que ninguna alma pueda excusarse diciendo que no existe el infierno. Yo, por orden de Dios, he visitado los abismos del infierno, para poder hablar a las almas sobre esto y para poder dar testimonio de su existencia”. (Otro infierno transcripto por Ferrari.)
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