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Siento, con profunda alegría, cómo la política volvió al centro del debate, siendo la única herramienta para fortalecer cada día más nuestra democracia; veo cómo las utopías se instalan de a poco en la sociedad que quiere seguir ese horizonte, cómo las ideologías vuelven a tomar fuerza y desgarran los lazos culposos que vendaron a varias generaciones.

Veo cómo se desesperan los que defienden dictadores, los viejos promotores de la banalización y judicialización de la política, tiñéndola de mugre, gimen sus vergorrágicos discursos despintados y van perdiendo decibeles.

Los veo de pronto retorciéndose entre caretas en sepia, sin argumentos mas que los suspiros violentos que intentan convencernos de que si seguimos siendo idiotas vamos a estar más cómodos.

Me abraza la emoción cuando veo que las organizaciones sociales participan cada vez más en defensa de los derechos de todos y colaboran en las soluciones, y hasta me hace lagrimear mi propio recuerdo cuando veo que son jóvenes los que las llevan adelante; que ya no los engrupe ningún dinosaurio iluminado con el derecho mentiroso de la edad.

Está claro que las ideologías no murieron, que se discute por fin un modelo de país, el color ideológico de nuestro propio futuro, y que somos parte de tan magna decisión.

Está claro que se caen las cartas de aquellos que “militaron” por la muerte de las ideologías, y al hacerlo dejan en carne viva las suyas.

Recién nos estamos limpiando los anteojos y ya se distinguen de lejos quiénes son quiénes, cómo moldean solitos el futuro que pretenden para nosotros y también los que no tienen ni siquiera los planos.

Leonardo Alonso

DNI 20.573.327