Miércoles, 20 de julio de 2011 | Hoy
CIENCIA › DIáLOGO CON RICARDO PAUTASSI, INVESTIGADOR DEL CONICET, PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE CóRDOBA
El cerebro tiene sus trucos para asegurar la supervivencia y recompensarnos con dosis de placer la búsqueda de comida y sexo. ¿Cómo irrumpen las drogas en esos procesos químicos? Aquí va un diálogo sobre la abstinencia, la adolescencia y las adicciones.
Por Leonardo Moledo
–Usted es licenciado en psicología, doctor en ciencias biológicas y, además de profesor, trabaja en el Instituto de Investigaciones Médicas Mercedes y Martín Ferreyra (Inimec).
–Así es.
–Bueno, cuénteme en qué trabaja.
–En todo lo que tiene que ver con modelos animales de adolescencia, con ratas y roedores, y específicamente con los efectos del alcohol.
–¿Puede haber ratas alcohólicas?
–No, en general no. El alcoholismo tal cual existe en los humanos es una patología que sólo existe en los humanos. Cuando se empezaron a hacer los primeros modelos con ratas, lo que se buscaba era hacer que las ratas actuaran exactamente igual que los humanos, que buscaran alcohol voluntariamente. Pero ésos fueron modelos que no servían: no se podía replicar exactamente la patología.
–Con respecto a las adicciones, hay dos aspectos. Está el aspecto químico y el psicológico, ¿no?
–Esta discusión sobre la dependencia física y psíquica estaba muy presente en los ’90. La distinción entre la adicción psicológica y química se ha borrado. En este campo puntual, la dualidad químico-psicológica se ha superado.
–Yo entiendo que lo psicológico tiene bases bioquímicas. Pero lo que le pregunto es si el proceso de adicción está generado por bases bioquímicas asociadas a lo psicológico o por bases bioquímicas que no tienen nada que ver con lo psicológico.
–En mi investigación me es muy difícil diferenciarlas. Porque yo sé que puedo bloquear la cadena bioquímica de adicción con un fármaco.
–Pero si la adicción es puramente química...
–Es que no existe una adicción puramente química. Esa era la idea que estaba detrás de las granjas prisiones para adictos. Se suponía que después de cuarenta días de encierro y de pasada la abstinencia, la adicción estaba superada. Pero esa idea cae cuando se verifica que hay elementos psicológicos que vuelven a activar en quienes estuvieron encerrados el deseo de consumir.
–¿Cómo es el proceso de la adicción?
–Lo que las teorías indican es que las drogas actúan como actúan otros reforzadores naturales, como la comida y el sexo. Actúan sobre los mismos correlatos biológicos, áreas de recompensa del cerebro que han sido preparadas por la evolución a lo largo de millones y millones de años para que cuando hagamos estas actividades sintamos placer y, por eso, busquemos este tipo de actividades. La idea general de las teorías de las adicciones es que las drogas “secuestran” estos centros biológicos sin tener mecanismos de freno. La saciedad después de comer, por ejemplo, funciona como un mecanismo de freno. En el caso de las drogas no sólo no hay mecanismos de freno sino que, por ejemplo, cuando se deja de consumir y se vuelve a consumir hay fenómenos como el desarrollo de mayor sensibilidad que llevan a un mayor consumo. Y una vez que se corta el consumo aparece la abstinencia.
–Bueno, pero hay drogas que producen abstinencia y otras que no. ¿Y qué quiere decir que “secuestran” el centro de placer?
–Es una metáfora. El cerebro no fue creado para un mundo donde se utilizaran drogas de abuso; sino para solucionar problemas como búsqueda de alimentos, de pareja, etc. Por lo tanto, lo que hace la sustancia es ocupar un funcionamiento que está preparado en realidad para reforzadores naturales como sexo, comida y agua. Respecto de eso de que hay algunas drogas que producen abstinencia y otras que no, tendría que decirle que todas las drogas (y no hablo de las ilegales, sino de todas) actúan grosso modo de la misma manera. Las diferencias son más cuantitativas que cualitativas en la manera en que alcohol, tabaco, nicotina, marihuana y heroína actúan.
–¿Cómo es la cosa a nivel micro?
–Lo que hacen todas las drogas (las legales, las ilegales y las terapéuticas) se debe a la interacción con proteínas específicas (neurotransmisores). En general, las drogas lo que hacen es interferir sobre los mecanismos de transmisión sináptica. Las neuronas se comunican internamente vía eléctrica y cuando tienen que comunicarse entre una y otra lo hacen a través de un mensajero químico. Le pongo el ejemplo de la cocaína. Hay unas vías nerviosas específicas, la dopaminérgicas, que se sabe que están muy implicadas en situaciones de placer. Cuando se disparan esas neuronas y liberan dopamina al espacio sináptico hay otras proteínas que recapturan la dopamina y la devuelven a las células. La cocaína impide que actúen estas proteínas que recapturan la dopamina, por lo cual hay un sistema de liberación de dopamina que no tiene control. Las anfetaminas, por su parte, no sólo impiden la recapturación de la dopamina sino que aumentan su liberación.
–¿Y la abstinencia o la saciedad cómo son molecularmente?
–Veamos la abstinencia. Cuando hay una presencia continua de la droga, lo que hace el sistema nervioso central es tratar de compensar para tratar de mantenerse él mismo en estado inicial, de equilibrio. Si lo que hace la cocaína es activar mucho estas neuronas dopaminérgicas, va a haber lo que se denomina una “regulación para abajo”; es decir, va a haber menos receptores dopaminérgicos, para tratar de que por más que haya mucha dopamina en el medio, no tenga tanto efecto. El tema es que cuando uno saca la droga se encuentra con un sistema nervioso anormal, que está preparado para funcionar en presencia de la droga. Tengo pocos receptores cuando, en verdad, debería tener más. En general, lo que se ve es que los mecanismos normales de regulación (de fluidos, de agua, etc.) son mucho más precisos, mucho más fáciles.
–¿Y por qué los animales no son alcohólicos?
–Eso tiene que ver con que los modelos que utilizamos nosotros no son homólogos a los humanos sino análogos. Lo que estamos buscando es reconstruir pequeñas partes del fenómeno que se da en humanos a partir de la rata (porque es más simple, porque tenemos mayores posibilidades de sacar datos más rápidos, porque podemos evaluar el patrón genético, podemos hacer en dos o tres meses estudios que en humanos llevarían 40 años). Pero lo malo es que estamos analizando elementos parciales del fenómeno. Respecto de por qué no desarrollan adicción, creo que sería una excelente pregunta para un proyecto. Yo no me animaría a darle la respuesta. Hay que hacer una aclaración: no desarrollan adicción naturalmente. Uno puede, y de hecho se hace, generar en los animales ciertas adicciones, pero luego de procedimientos experimentales.
–¿Y qué es lo que usted está buscando averiguar?
–Hay toda una tendencia actual que intenta ver si la adolescencia como fenómeno del desarrollo muestra diferentes reacciones a las drogas, y si este patrón de comportamiento particular de los adolescentes los pondría en riesgo de incurrir más rápido en un consumo exacerbado, regular, con más posibilidades de caer en abuso y dependencia. En humanos y en animales, la misma dosis de alcohol en adolescentes y en adultos hace que en el adulto el efecto sedativo suceda mucho más rápido o a dosis más bajas. Los adolescentes son más resistentes. Obviamente, al ser más resistentes, pueden consumir por un período más largo. Esa diferencia ontogenética expone a una población al riesgo de seguir consumiendo. Ese tipo de fenómenos nosotros los estudiamos en el laboratorio y vemos si efectivamente esas diferencias en la respuesta se asocian con una mayor predisposición al consumo en los adolescentes.
–¿Y qué es lo que haría que los adolescentes consuman más?
–Hay varias teorías. Una de ellas hace hincapié en que el cerebro está todavía en proceso de desarrollo. La corteza prefrontal del cerebro, que está involucrada en procesos de regulación, planeamiento y ejecución de la acción todavía está desarrollándose. Y cuando a un individuo adolescente se le da alcohol, ese tipo de funciones se afecta más que en adultos. El alcohol, entonces, estaría interfiriendo en procesos de desarrollos típicos de la edad.
–¿Trabajan siempre con ratas?
–En mi caso, sí. Le doy un ejemplo de cómo trabajamos en ratas con este último tema. Una de las cosas que genera el alcohol es la relajación. Nosotros evaluamos que hay diferencia entre adolescentes y adultos en este aspecto. A los animales les damos alcohol siempre en una cajita con una característica determinada. Otro día le damos una droga inocua en otra cajita. Hacemos eso varias veces. El último día lo ponemos en un laberinto para que pueda elegir a qué sector quiere ir. En general se encuentra que los ratones buscan activamente el lugar en donde está la droga. Esa es una de las formas de evaluar el poder reforzante de las drogas. Nosotros hicimos esto con ratas adolescentes y adultas, y quedó demostrado que las adultas no mostraban ningún tipo de preferencia, mientras que las adolescentes sí. Ahí hay una diferencia de reacción al alcohol entre edades.
–Una de las teorías, entonces, es que el cerebro está en etapa de desarrollo. ¿Qué otras hay?
–Están interconectadas, en general. Una es la que usted dice; hay otra que tiene que ver con la mayor resistencia de los adolescentes y la posibilidad de consumir con mayor placer que los adultos. Eso generaría un patrón de riesgo. La consecuencia sanitaria de todo esto es apoyar la idea de que hay que tratar de restringir la edad de inicio de los adolescentes, porque eso podría disminuir las posibilidades de abuso y dependencia posteriores.
–¿Y las benzodiazepinas como el clonazepam, diazepam, etc.?
–Uno esperaría que muchas de estas cosas funcionen igual para las benzodiazepinas que para el alcohol, porque comparten mecanismos de acción.
–¿Y la nicotina?
–Si uno hace el cociente entra la gente que la prueba y la gente que se hace dependiente, uno la puede catalogar como la droga más peligrosa que hay.
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