Mié 09.05.2012

CIENCIA  › DIáLOGO CON MARTA LIZARRALDE, DOCTORA EN CIENCIAS NATURALES DE LA UNLP

La invasión de los castores

La introducción de especies exógenas en un sistema ecológico puede resultar a la larga, como el caso de los castores en Tierra del Fuego, un problema serio, ya que devastan los bosques para construir sus famosos diques.

› Por Leonardo Moledo

–Bueno, no vino el fotógrafo.

–No importa.

–¿A qué se dedica? Cuénteme.

–Me dedico a mamíferos en general. En un principio, me dediqué a trabajar especies invasoras, porque investigué la introducción del castor canadiense en Tierra del Fuego. Allí estuve trabajando 25 años, y en 2005 me trasladé a Buenos Aires, donde trabajo ahora en el Centro Regional de Estudios Genómicos. De cualquier manera, además de trabajar con los temas vinculados con las invasiones biológicas (como la de los castores en Tierra del Fuego, que es emblemática, interesante, mediática), también me dediqué a especies de la fauna silvestre que, por alguna u otra razón, tienen interés para su estudio...

–Cuénteme la invasión de los castores.

–El castor es una especie de interés peletero, es el animal más importante de Canadá y quizá por esa razón en 1946 se decide introducirlo en el territorio de Tierra del Fuego para ser utilizado en la industria peletera. En realidad, la introducción se decide porque Tierra del Fuego, por ser una isla tan austral, se caracteriza por tener una fauna de mamíferos relativamente escasa. En este momento hay más especies introducidas que especies nativas, para que se dé una idea. En el ’81 yo comencé a trabajar allí. Empecé a estudiar las problemáticas ecológicas y genéticas de los roedores silvestres y empecé a notar este fenómeno de la introducción del castor que nadie había estudiado previamente, y había una demanda local por proveer información en relación con una especie que estaba, de alguna manera, causando un impacto grande al ecosistema.

–¿Y entonces?

–Entonces empecé a estudiar estos temas. La introducción de castores es interesante, porque en un principio se introducen solamente 25 parejas, que dieron lugar a una población en la actualidad que se calcula más allá de los 100 mil animales. Se introdujeron en un sitio particular, la cuenca del río Claro (en el centro de Tierra del Fuego), y de allí se dispersaron a todo el archipiélago magallánico. De hecho, colonizaron todas las islas pertenecientes a Chile. Y desde el año ’94 hemos tenido reportes que indicarían la presencia de castores en el continente, con lo cual ya hay un gran revuelo a fin de delinear algún mecanismo de control más eficiente, porque una cosa es el control realizado en la isla grande de Tierra del Fuego y otra cosa es el control en un archipiélago de mucha mayor superficie. A partir del año 2005, entonces, se empezó a discutir un proyecto binacional de erradicación del castor, que lo manejan los gobiernos de Argentina y Chile.

–¿Cuál fue el impacto de la introducción del castor?

–Tiene un impacto muy importante a nivel del ecosistema. Avanzó en todos los ambientes del archipiélago de Tierra del Fuego y tuvo un marcado efecto en lo que se llama “bosque de ribera”. El bosque de ribera es importante para el aprovechamiento, porque es el que protege al resto del bosque de todos los efectos erosivos (desestabilización del suelo, vientos). El castor altera todo ese bosque de ribera. Comencemos por explicar que el castor tiene hábitos muy particulares, como roer la corteza de los árboles y construir diques, que tienen una superficie enorme (pueden tener hasta 2500 metros cuadrados).

–¿Para qué los construye?

–Es un mecanismo de estrategia ecológica, que se supone que está vinculado con el aislamiento de los predadores. Pero nadie sabe bien por qué los construye. Bueno, lo que le decía es que el castor roe los árboles y hace esos diques de tal modo que se los denomina, en la literatura especializada, ingenieros hidráulicos.

–¿Cómo hacen eso? ¿Eso es genético o cultural?

–En el caso del castor, yo creo que es una conducta genética, es inherente a su forma de actividad. Lo hacen en todos lados: construyen diques estén donde estén. Hemos visto diques, incluso, en áreas donde no había árboles.

–¿Qué beneficios sacan de los diques?

–El que yo le decía: es una estrategia antipredadora. Pero, además, tiene que ver con su forma de vida: son roedores semiacuáticos.

–¿Y qué es lo que hace en Buenos Aires?

–De a poco empezamos a analizar algunos aspectos del castor a nivel genético. Hay bastante literatura publicada en relación con eso que asegura que uno de los mecanismos para controlar especies invasoras probablemente tenga que ver con información genética de esta especie. ¿Por qué? Porque la invasión es un proceso tan explosivo que a veces puede incluso provocar cambios a nivel genómico. Lo que analizamos es la variabilidad genética de esa población, y la información se utiliza para definir a la población y generar algunos mecanismos de manejo y de control de la población a través del conocimiento de sus variantes genéticas. Lo que estamos haciendo en Buenos Aires, entonces, son estudios ecológico-moleculares, porque tenemos una información muy importante a nivel ecológico, de muchas de las especies que hemos estudiado en Tierra del Fuego... Estamos estudiando entonces la variabilidad genética de especies de mamíferos silvestres para aplicar esa información a mecanismos de manejo y de control.

–¿Para qué se usa la información genética?

–Se obtiene la información de una determinada configuración del individuo. Con la información de toda una población determinada se pueden generar unidades de manejo. No todas las poblaciones son uniformes espacialmente.

–¿Y cómo se hace ese manejo?

–A nivel de castor, nosotros tenemos un banco de tejidos y ADN bastante importante. Analizamos eso mediante un estudio de ADN mitocondrial, y se obtiene una característica para cada individuo que da una información de la población. Esa información se distribuye espacialmente en toda el área geográfica: cada individuo proviene de una determinada localidad, de modo que se va distribuyendo todo con un programa de computadora. Cuando está todo distribuido, vamos a ver qué aplotipos se presentan en qué áreas y vamos a ver si son los mismos en distintas áreas. En base a ese criterio de similaridad o de disimilaridad, se establecen unidades de manejo que tienen determinadas frecuencias, que pueden ser más o menos adaptables al manejo.

–No me queda muy claro... ¿En qué consiste el manejo?

–Depende de la estrategia que se use. En el caso del castor, como la idea es controlar, uno puede decir que por el análisis de determinadas frecuencias genéticas hay áreas que son mucho más vulnerables a la extracción de animales que otras. Entonces se puede decidir, por ejemplo, que en esas áreas se haga una caza o un trampeo más intensivo. Como el castor se usa por su piel, hay una regulación en Tierra del Fuego que permite que se cace de manera libre a lo largo de todo el año.

–Una masacre...

–No tanto, para eso tendría que conversar con alguien que se ocupe de las propuestas de erradicación. Más que masacre, es extraer animales para su aprovechamiento. Convengamos que los animales, cuando se extraen, para su aprovechamiento, se lo hace con algún criterio. En este caso, se deja las poblaciones fuente, que son las que de alguna manera generan permanentemente individuos. En el caso del castor, lo que se hace en cuanto a manejo es determinar en qué áreas es mejor extraer animales.

–El uso de pieles naturales está retrocediendo...

–No se crea. Ahora se ha comprobado que la piel en sí misma tiene un criterio mucho más ecológico que la piel sintética. La piel sintética contamina mucho más. Y por otro lado las pieles naturales... yo ahora estoy vinculada con proyectos que propenden a utilizar la piel con criterios de bienestar animal, que es lo que se está haciendo en Europa.

–Ese es uno de los problemas, que la forma de obtener esas pieles es terrorífica.

–Eso no es verdad; sé que circulan videos por Internet, pero ninguna piel que se utiliza para comercialización se obtiene así. En los videos despellejan al animal vivo, por ejemplo, es una imagen terrible. Pero hay normas internacionales para estas cuestiones. La Unión Europea, el mercado concentrador de pieles más grande del mundo, tiene sus regulaciones. Hay códigos de práctica para que el animal sufra siempre lo mínimo posible. La idea es que el animal usado para la piel muera en el menor tiempo posible, con el menor dolor.

–Suena bastante horrible, pero en una sociedad que se alimenta de carne...

–Sí, es difícil.

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