Mié 26.12.2012

CIENCIA  › DIáLOGO CON MATíAS PANDOLFI, DOCTOR EN CIENCIAS BIOLóGICAS, INVESTIGADOR DEL CONICET

La supremacía del más pez

La conocida “chanchita”, pez de los lagos y lagunas del Paraná, es un gran modelo comportamental por la agresividad de su organización social. Aquí se habla sobre peces agresivos que comen y escupen piedras, y luchan por el poder.

› Por Leonardo Moledo

–Usted dirige el laboratorio de neuroendocrinología y comportamiento.

–Sí. Hace un par de años empezamos a estudiar el comportamiento social de una especie de pez conocido vulgarmente como “chanchita”, que habita lagos y lagunas asociados a los ríos Paraná y Uruguay desde el centro de Brasil hasta el sur de la provincia de Entre Ríos. Era la especie modelo con la cual se trabajaba en este laboratorio. Yo hice mi doctorado y mi licenciatura sobre este animal pero no me quedé conforme, porque me parecía que se estaban estudiando cosas que se podrían haber estudiado en cualquier otra especie y se estaban desperdiciando las particularidades de este modelo. Después de estar siete años mirándolos, encontré otras cosas muy interesantes. Es un gran modelo, en parte por la agresividad, la repetición de ciertos patrones de conducta, por la reproducción constante... A partir de eso y gracias a los cambios en el país, tratamos de seguir haciendo ciencia básica pero buscando algún tipo de aplicación. Para responder a la pregunta clásica: “¿Esto para qué sirve?”.

–Antes de preguntar eso, quiero saber qué es lo que quiere saber.

–Queremos saber cómo se organiza esta especie y cuáles son los mecanismos fisiológicos que regulan esta organización.

–¿Cómo se organizan?

–Los animales en invierno suelen vivir en estado gregario, todos juntos y sin estructuras sociales. No hay un animal dominante, se mueven muy poco porque la temperatura es baja y tienen el metabolismo más bajo. Cuando empieza la primavera, el macho más grande comienza a tener actitudes territoriales: come piedras y las escupe, orina con mayor frecuencia, empieza a hacer pozos, cambia su coloración, agrede a los otros individuos. Después de unas horas o días se establece como el dominante de ese acuario. Hay muchos grupos en otros países que trabajan en estas especies y esos grupos postulaban que el macho elegía una hembra y formaba una pareja dominante y luego defendía su territorio. Lo que vimos nosotros es que es la hembra la que, teniendo la posibilidad de elegir a varios machos, elige al más agresivo. Lo que nosotros observamos es que entre los animales subordinados, los que quedan viviendo en la colonia, también hay conflicto social, porque hay una alta posibilidad de suceder a ese macho dominante. Al ser más vistoso, al mostrar más despliegue, al estar más dispuesto, es mucho más probable que un predador lo ataque, que un ave lo coma, y eso es un signo de valentía. En los ambientes en los que viven, están mucho más expuestos.

–¿Dónde viven?

–En lagos o lagunas quietas, con mucha vegetación y bastante inestables. Son lugares que se suelen disecar bastante en verano. Estos animales tienen capacidad de vivir fuera de agua casi una hora; se los ha visto rodando por el terreno, pasando de un lago a otro. Las estructuras sociales, por el carácter inestable del medio en el que viven, también se renuevan permanentemente. Lo que es curioso es que justamente hay un conflicto social muy intenso entre los individuos no dominantes. Mediante experimentos que hemos hecho hemos demostrado que entre los individuos no dominantes es el más agresivo el que va a reemplazar al macho dominante (si el macho es removido experimentalmente del acuario). En distintos experimentos hemos sacado al macho y hemos verificado que toma su lugar el más agresivo, mientras que la hembra lo toma como pareja en más o menos tiempo. Con las hembras es más difícil: tratamos de hacer el mismo experimento, pero quedó demostrado que la dominancia en hembras responde a otros parámetros que no son seguramente el tamaño. En caso de reemplazo de la hembra dominante por otra, no siempre es la más grande la que reemplaza.

–Es asombroso que haya ese tipo de organizaciones en el mundo animal. ¿Dónde están guardadas las instrucciones para que cada pez sepa qué es lo que tiene que hacer?

–Supongo que parte está guardado en los genes, pero lo otro viene dado por el ambiente. No es pura determinación genética: en distintos contextos sociales un mismo animal puede ser dominante y subordinado. Los individuos dominantes tienen ciertos rasgos particulares en su organismo: tienen más testosterona, tienen menos cortisol. Pero no es que los subordinados no tengan esos rasgos: si tenemos cuatro subordinados, el primero agrede al segundo, al tercero y al cuarto; el segundo, al tercero y al cuarto; el tercero, al cuarto, y nunca a la inversa. La dominancia en esta especie es lineal, en los machos, relacionada con el tamaño y con el peso, y en las hembras no sabemos. Aún no encontramos el parámetro que explica la dominancia de las hembras.

–¿Son conscientes del lugar que ocupan en la sociedad?

–Perciben ese lugar. Actúan en función de múltiples estímulos que provienen del contexto social. Por ejemplo, el primer subordinado percibe que sólo es atacado por el macho dominante y permanece siempre cerca de la pareja dominante. Algo que pasa permanentemente es que los subordinados tratan de comerse los huevos y las larvas de la pareja dominante.

–¿Por qué?

–No lo sabemos. Pero estudiando y leyendo estudios sociobiológicos en otros animales, por ejemplo en primates, es muy común que cuando llega un macho dominante nuevo provoque abortos en las hembras. Se ha visto que hay hembras que provocan abortos espontáneos cuando llegan machos dominantes. Supongo que es una manera de asegurarse de los mejores genes para su descendencia. Hace poco hicimos un trabajo estudiando la agresividad en las hembras aisladas de los machos. El problema que tienen los subordinados es que nosotros no podemos distinguir machos de hembras cuando están subordinados. La diferencia se nota sólo cuando los animales están en el período reproductivo. Yo estimo que ellos se reconocen entre sí, aunque muchos dicen que no, que los animales ocultan su sexo porque eso les puede servir. Por ejemplo, los machos invitan a las hembras para estar en contacto con el territorio de los dominantes y usar recursos para, cuando llega el momento de la reproducción, huir. Hay otras especies en las cuales hay machos satélite que, desde donde pueden, tiran esperma para fecundar algún huevo (la fecundación es externa). Acá la agresividad es muy grande y el cuidado del territorio, muy intenso. No permiten el acercamiento de otros animales.

–¿Y cómo saben las cosas que tienen que hacer?

–No sé si es que “saben”. Es lo que pueden hacer, es lo que hacen. Cuando hay individuos reproduciéndose, más si es con reproducción externa y viviendo en el agua, hay todo un sistema complejo que se pone en juego. Hay sistemas de comunicación química: la orina es un importante modo de comunicación del estatus social. La cantidad de testosterona que tiene el animal se comunica, por ejemplo, por medio de la orina. El despliegue visual que hace el animal desencadena mecanismos fisiológicos que lo hacen comportarse de una cierta manera. El comportamiento es un fenotipo, es una respuesta a un estímulo: si el animal está con el cortisol alto, la testosterona va a estar baja. Y esa baja testosterona va a impedir que el animal sea más agresivo de lo que podría ser. Porque hay circuitos que se activan en el cerebro cuando la testosterona está alta...

–¿Y por qué se activa o inhibe la testosterona?

–La testosterona aumenta en general en el período reproductivo. Es una hormona que está relacionada con comportamientos agresivos, con el crecimiento del testículo, con la espermeación. Ese aumento permite que el animal se reproduzca. La inhibición lo evita. Una de las maneras a través de las cuales se inhibe la testosterona es el cortisol. Esto pasa claramente en las grandes ciudades, donde los mayores problemas de fertilidad se dan en personas estresadas.

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