Mié 17.02.2016

CIENCIA  › ENTREVISTA A VICTORIA FLEXER, DOCTORA EN QUíMICA DEL CONICET, RADICADA EN JUJUY

Un edificio para la ciencia del litio

En Jujuy, la Universidad y el Conicet construyen un centro de investigaciones del litio. Allí trabaja Victoria Flexer, científica que volvió al país para mejorar las tecnologías de extracción y desarrollar baterías de alto rendimiento.

› Por Ignacio Jawtuschenko

Victoria Flexer, científica repatriada por el Conicet, se radicó en septiembre en San Salvador de Jujuy, tras siete años en la flamenca y medieval universidad de Gante, en Bélgica, y otros centros de investigación de Australia y Francia.

Desde su llegada trabaja en la puesta en marcha del Centro de energía y materiales avanzados de Jujuy (Cemaju, Unju Conicet), dedicado a la ciencia y tecnología del “mineral estrella” del norte argentino, el litio. Es abundante en los salares, se usa en las baterías de dispositivos móviles y promete una industria tecnológica de punta.

El edificio del litio se construye a toda máquina en la localidad jujeña de Palpalá. Todas las semanas Flexer recorre la obra en construcción y ayuda a definir detalles del centro científico que será inaugurado en mayo. Contará con tres mil metros cuadrados para equipamientos y laboratorios, 500 metros cuadrados para una planta piloto para pruebas de extracción de litio “más amigables con el ambiente”, y diez departamentos monoambientes para investigadores y estudiantes visitantes. “No veo la hora de empezar con los experimentos”, sostiene en diálogo con Página/12 esta doctora en química, investigadora del Conicet y profesora adjunta en la Facultad de Ingeniería en la Universidad Nacional de Jujuy (Unju).

Dice que “tenía ganas de volver al país”, y que la etapa fundacional de un instituto “es un buen dolor de cabeza, porque armar todo de cero no es fácil”, pero confía en que “el desarrollo de la tecnología del litio puede ayudar al generar puestos de trabajo calificados en Jujuy”.

Además empuja a Jujuy en el mundo de la ciencia. Cada sábado sube a su Facebook fotos de paisajes cercanos a su nueva ciudad, y sorprende a amigos científicos de otras latitudes. “Es una manera de despertarles las ganas de venir, no pueden creer la belleza del lugar. Más de uno ha me dicho ‘quiero ir a trabajar allá’”, asegura.

–¿Puede Jujuy convertirse en un destino atractivo para hacer ciencia?

–De a poco en Jujuy comienzan a darse las condiciones para que vengan más investigadores, y se formen científicos jujeños. Hasta hace poco la universidad no tenía casi nada de generación de conocimiento. Recién ahora con el rector Rodolfo Tecchi, empieza a tener un mayor perfil científico. La universidad está creciendo mucho, se abrieron sedes en San Pedro, Humahuaca y se piensa abrir otra en Tilcara. La idea es que no sólo se imparta conocimiento, sino que se lo cree. Ya hay funcionando institutos dedicados a geología, arqueología, ecorregiones andinas y humanidades.

–¿Cuáles son los objetivos del nuevo centro de investigación?

–Desarrollar nuevas tecnologías para una extracción de litio más eficiente, agregar valor a las materias primas provenientes de la minería, y estudiar los proceso de electrólisis en baterías de alto rendimiento. Queremos hacer investigación fundamental pero llegando a tecnología aplicada, formar recursos humanos calificados y que los estudiantes de ciencias en Jujuy no tengan que emigrar a otras ciudades. La idea es hacer ciencia al mismo nivel que los mejores del país. Somos nuevos, y lo que hacemos queremos hacerlo bien. Apuntamos a sacar patentes, hacer tecnología competitiva y vendible en la Argentina y EE.UU.

–Para eso buscan radicar investigadores ya formados y formar a jóvenes científicos.

–Sí, necesitamos investigadores experimentados, pero el desa- rrollo de Jujuy no es traer porteños o gente de Córdoba, sino formar a la gente local. La Unju forma ingenieros en minas, químicos e industriales, apuntamos a que el día de mañana sean ellos los científicos senior del instituto. Ya tenemos a tres estudiantes de doctorado, que en abril comienzan a trabajar.

–Al volver al país, ¿por qué eligió radicarse en Jujuy?

–Es uno de los lugares del país que más masa crítica de científicos necesitan crear. Soy porteña, pero me gusta la vida de acá, se aprovecha mejor el tiempo, tardo menos en llegar a la Quebrada de Humahuaca que lo que demoraba de mi casa a los bosques de Palermo. Además, me siento más realizada profesionalmente en un lugar pequeño, que siendo una más en Buenos Aires. Aquí hablamos mucho con investigadores de otras disciplinas, y se genera un intercambio difícil de lograr en centros de investigación grandes.

–Desde hace tiempo que en torno del litio se generan expectativas de desarrollo. ¿Cuál es el panorama actual?

–Varias estimaciones indican que el uso de litio a nivel mundial aumentará. La demanda de sales de litio está aumentando permanentemente desde hace 20 años. Una de las principales causas de esta fuerte demanda es la producción de baterías de ion litio, que encontramos en los celulares, y todos los dispositivos portátiles. Cada vez se usan más estos dispositivos portátiles, y la demanda de baterías recargables es mayor. La imbatible, hoy por hoy, es la de ion litio. La otra razón son los autos eléctricos. Hay un profundo interés de automotrices e instituciones científicas en conseguir autos eléctricos con la misma autonomía que los autos que consumen combustibles líquidos. Hoy por hoy, los eléctricos todavía no tienen autonomía. Por eso se trabaja en conseguir mejores baterías, y todo indica que serán de litio. Si se consiguiera una batería con autonomía de 550 kilómetros, esta industria despega, y la demanda de litio se va a las nubes. Hoy sólo el 20 por ciento del litio que se extrae se utiliza en baterías, el resto se utiliza en otras industrias, grasas litiadas, industria farmacológicas, cerámicas. Esta ecuación cambiaría y las baterías se llevarían una tajada más grande.

–¿Cómo es hoy la producción de litio en la Argentina?

–La producción se concentra en Jujuy, Salta y Catamarca, se produce carbonato de litio. Vía Paso de Jama va a los puertos del Pacífico, se exporta al sudeste asiático o EE.UU., donde es purificado y utilizado. Hoy por hoy la producción apenas alcanza para satisfacer la demanda. Todo el litio que se extrae ya está vendido antes de ser extraído, y se están llevando adelante nuevas explotaciones. Argentina podría duplicar su producción, aun sin el boom automotriz.

–Es una industria extractiva, que exporta sin agregarle mucho valor.

–Sí, justamente la idea es cambiar esta matriz exportadora. Hoy por hoy es barato, se vende a 6 mil dólares la tonelada de carbonato, incomparable con el precio de las baterías. Desde acá buscamos generar el conocimiento para darle valor agregado, empezar a generar otros compuestos y síntesis químicas utilizados por otras cadenas productivas.

–¿Por ejemplo?

–El caso de las grasas litiadas, el compuesto que se necesita es hidróxido de litio, Li 0H. Es un compuesto que mañana mismo podría comprar YPF. Hoy por hoy se lo importa. Si lo producimos, podríamos sustituir importaciones.

–¿Y apuntan a desarrollar las baterías?

–La empresa tecnológica YTEC tiene el proyecto de montar una fábrica de baterías en Jujuy. Complementariamente nosotros apuntamos a estudiar mejoras en las baterías, comparar tecnologías, ganar know how, experiencia, y formar a jóvenes que serán la mano de obra altamente calificada para la industria de baterías.

–¿Cómo se extrae el litio? ¿Trae problemas aparejados?

–Por debajo de las salinas hay un gran lago llamado salmuera, con magnesio y litio. Esa salmuera se bombea, y se llenan piletones. Por efecto del sol y el viento, se evapora gran parte del agua y las sales se concentran, luego se extrae el hidróxido de magnesio, hasta precipitar el cloruro de litio. El problema es que se evapora entre 0,5 y 2 millones de litros de agua por cada tonelada de carbonato de litio extraído, en una de las zonas más áridas del mundo. En principio esa agua no es de riego, y en principio no están en contacto con los cursos de agua dulce, son cuencas distintas, sin embargo hay controversia, y hay geólogos estudiando esto. Algunos opinan que los cursos de agua dulce tienden a rellenar el agua que se evaporó de la salmuera, y esto tendría impacto en actividades como el pastoreo.

–¿Tienen alguna idea para mejorar este proceso?

–Sí, buscamos que consuma menos agua y que sea más rápido. La tecnología evaporítica es económica, usa viento y sol, con lo cual para convencer a una empresa minera de usar otra tecnología, hay que tener un conjunto grande de argumentos. El problema es que es lento, la evaporación tarda unos 18 meses. Hay una tecnología que queremos probar, que es patente del Conicet. Funciona a partir de compuestos químicos específicos que se colocan sobre un electrodo. Cuando se les aplica un potencial eléctrico incorporan en su estructura cristalina iones litio. En concreto la idea es bombear la salmuera dentro de un reactor electroquímico con estos electrodos, y luego que ha sido despojada del litio, reinsertarla en el salar, sin perdida de agua. Una empresa de Santa Fe está desarrollando el reactor. Y toda otra tecnología que surja, será bienvenida para ser probada.

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