Mié 09.03.2016

CIENCIA  › CARLOS VULLO DIRIGE EL LABORATORIO DE GENéTICA DEL EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGíA FORENSE Y ES EL MáXIMO REFERENTE ARGENTINO EN EL áREA

“Cada identificación es un logro muy querido”

El Equipo busca identificar víctimas de la última dictadura militar, entre otras tareas. Este genetista explica en qué consiste la disciplina y sus avances tecnológicos, y describe su trabajo detectivesco para llegar a una restitución identitaria.

› Por Pablo Esteban

¿Qué es la identidad? ¿Forma parte de las características biológicas y particulares de cada individuo o se conforma a partir de los sucesivos procesos de socialización de los que participan las personas desde el nacimiento hasta la muerte? Lo que aún significa más, si la identidad representa un derecho humano universal –por lo tanto: no negociable e inviolable–, ¿de qué manera puede ser restituida una vez que ha sido expropiada? ¿De qué manera se expropia y se restituye?

El Equipo Argentino de Antropología Forense se formó en 1984 con el objetivo de investigar los casos de personas desaparecidas durante la última dictadura militar. Se trata de una organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro, que nuclea a especialistas de campos como la antropología y la arqueología, que ponen a disposición sus conocimientos al servicio de la restitución identitaria. Sin embargo, si bien la entidad ha sido creada para actuar en el ámbito nacional, hasta el momento realizó numerosas colaboraciones y cuenta con representantes en diversos países de Latinoamérica, Africa, Asia y Europa.

Carlos Vullo, director del Laboratorio de Genética Forense del EAAF define, en primer lugar, en qué consiste la disciplina y narra los avances registrados respecto al pasado; describe el modo en que realizan su trabajo detectivesco mediante el análisis de “pistas” denominadas marcadores genéticos individualizantes; y comparte su compromiso científico respecto a la restitución identitaria de personas que fueron víctimas del terrorismo de Estado.

–Usted es genetista forense, pero antes se dedicaba al área de la inmunogenética y los estudios relacionados con el trasplante de órganos. Cuénteme al respecto...

–En los seres humanos, el sistema de antígenos leucocitarios humanos, abreviado HLA por sus siglas en inglés Human leukocyte antigen, representa el complejo mayor de histocompatibilidad y está ligado a los genes que controlan la aceptación o el rechazo de los órganos. En este sentido, como ese marcador genético es tan variable, comenzó a ser utilizado como herramienta de identificación de individuos y demostró gran utilidad para el campo de la genética forense. Con el tiempo, emergieron marcadores más modernos de interés forense puro, susceptibles de ser analizados de modo directo en el genoma y no en las células.

–Si tuviera que definir qué es la genética forense, ¿qué me diría?

–Implica la utilización de ciertas técnicas empleadas en genética para la identificación de individuos a partir del ADN. Desde aquí, se ocupa del análisis de marcadores de interés individualizante: es decir procura la búsqueda de caracteres “raros” porque cuanto menos corrientes, se tornan potencialmente más efectivos.

–¿Podría ilustrarlo con un ejemplo?

–Si nosotros buscamos identificar a una persona en Argentina y utilizamos como marcador genético sus ojos marrones, nuestra investigación difícilmente llegue a buen puerto, porque la población local con esa característica es muy grande. A futuro, la tendencia es analizar una amplitud mayor de marcadores que permitan lograr objetivos que, en la actualidad, no somos capaces de conseguir.

–De modo que la probabilidad de identificar a un individuo se incrementa de acuerdo al número de marcadores con los que ustedes cuentan. Son detectives que reúnen pistas hasta dar con el objetivo...

–Exacto, podría pensarse de ese modo. El cúmulo de información provisto por múltiples marcadores nos brinda un perfil genético que nos acerca con más certidumbre o verosimilitud a identificar a una persona. Eso es muy útil en criminalística forense para investigar evidencias de fluidos como muestras de sangre y semen, así como también para realizar análisis de parentesco para averiguar una paternidad o bien para identificar individuos en accidentes masivos.

–En Argentina, ¿cuándo comienzan a trabajar los genetistas forenses?

–Durante las década de los ochenta las Abuelas de Plaza de Mayo ya solicitaban ayuda genética para tratar de identificar a sus familiares. El problema es que la metodología de aquella época era rudimentaria y no permitía resolver los casos de una manera adecuada. Cada día, con mayor exactitud, la ciencia aporta metodologías de investigación mucho más poderosas al momento de analizar el genoma humano y otorgar respuestas a ese gran interrogante que llevan los familiares cada vez que requieren restituir la identidad de los restos de su ser querido.

–¿A qué se refiere con nuevas “metodologías de investigación”?

–Durante la década de los noventa el punto de inflexión más importante estuvo dado por los métodos moleculares que significaron un verdadero salto cuantitativo y cualitativo para las ciencias forenses. Contamos, por ejemplo, con la reacción en cadena de la polimerasa (PCR por sus siglas en inglés polymerase chain reaction): una técnica que brinda la posibilidad de realizar copias múltiples de muestras de ADN.

–¿Y para qué sirve?

–En general, cuando analizamos el ADN genuino en una muestra ósea que tiene unos cuarenta años de antigüedad, el principal inconveniente es que el material genético residual ya está muy degradado. De modo que la técnica de copiado múltiple permite un mejor abordaje analítico. De lo contrario es como buscar una aguja en un pajar. El PCR funcionaría algo así como una fotocopiadora molecular.

–Usted es el director del laboratorio de genética que pertenece al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). ¿Cuáles son los aportes que realizan respecto de la identificación de personas?

–El mandato principal del equipo es la identificación de víctimas de graves violaciones de derechos humanos y centra su atención en lo ocurrido durante la última dictadura militar. Nosotros comenzamos con los estudios genéticos en 2003 y a partir de 2006 empezó a funcionar el laboratorio especializado en estas temáticas al interior del EAAF. El aporte de la genética permitió identificar una cantidad mucho mayor de víctimas que en el pasado, mediante la utilización de métodos convencionales, era mucho más difícil. Trabajamos en Argentina pero también en Bolivia, Uruguay, El Salvador, México, así como también hemos cruzado el charco para realizar colaboraciones en todos los continentes.

–He leído que, más allá de la restitución identitaria de las víctimas de la última dictadura, el Laboratorio se ocupa de casos vinculados a otras temáticas. Por ejemplo, han colaborado en la identificación de la primera habitante galesa de la Patagonia, Catherine Roberts...

–Sí, claro. El mandato principal es abocarnos a las víctimas de la dictadura pero tenemos investigaciones de todo tipo. Además del caso de Catherine Roberts, participamos de la investigación del bandolero australiano Ned Kelly, una especie de Butch Cassidy local que goza de una popularidad muy importante para los habitantes del país. Casi un Martín Fierro que vivió durante el siglo XIX y se encuentra arraigado al folclore local de una manera muy fuerte.

–En definitiva, su labor consiste en averiguar los orígenes y las trayectorias individuales. ¿Por qué cree que es importante hurgar en el pasado? ¿Qué relevancia tiene la identidad para las personas?

–En lo personal, la tarea me resulta fascinante. Sin embargo, si nos referimos a la identificación de víctimas de crímenes de Estado siempre conlleva un doble efecto de alegría y tristeza a la vez. Por otra parte, el derecho a la identidad es un tesoro universal. En la actualidad, Argentina es pionera en estas temáticas y está calificada a nivel internacional de una manera sobresaliente respecto al tratamiento de la restitución identitaria.

–Si tuviera que mencionar alguna, ¿qué investigación de todas las que participó fue la más importante?

–En el año 2003, cuando ingresé al EAAF se exhumó en el Cementerio Municipal de Córdoba una gran fosa común y ofrecí mi experiencia en el análisis de ADN posmortem. A partir de aquel momento, comenzamos a trazar perfiles genéticos de una gran cantidad de restos y la realidad indica que es muy complejo decidir. Cada una de las identificaciones que se desarrollan con éxito representa un logro muy querido para mí y para mi grupo de trabajo.

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