› Por Juan Gelman
El vice emperador del mundo mediático mundial la está pasando mal en Londres, el primer ministro británico no la pasa mejor y le tomó distancia aunque practican el mismo deporte: no asumen la responsabilidad de los hechos. Han convertido el mea culpa en culpa alter, un ejercicio habitual en ciertos círculos y en ciertas personas. Sólo que al aducir que no sabían qué estaba sucediendo bajo sus narices, David Gordon y Rupert Murdoch manifiestan un grado de ignorancia inexplicable dado el calibre de sus ocupaciones. En fin, enigmas de la historia.
Pareciera que tampoco pinta bien el futuro del magnate en EE.UU., provincia de sus dominios a la que prestaba una atención preferente cuando estalló el escándalo en Londres. Un trascendido sobre la intercepción de las conversaciones telefónicas y los correos de voz de sobrevivientes del atentado del 11/9, víctimas y familiares, es otro elemento de la investigación que el FBI lleva a cabo en News American Inc., la megafilial estadounidense de la megaempresa News Corp. Tres senadores demócratas y uno republicano han solicitado que esto se indague a fondo. No deja de ser paradójico en un país cuyo organismo de seguridad nacional (NSA, por sus siglas en inglés) controla diariamente millones de correos electrónicos y chats de medio planeta en una operación de megaespionaje sin antecedente conocido.
El muy inglés Daily Mirror despertó esas preocupaciones: citó a una fuente anónima que mencionó a un ex oficial de policía y hoy detective privado: “Muchos periodistas de EE.UU. buscan sus servicios –declaró– y hace poco me dijo que le pidieron que hackeara los teléfonos privados de las víctimas del 9/11” (www.mirror.co.uk, 11-7-11). Agregó que el encargo provino de News of the World, el diario que Murdoch se vio obligado a cerrar, y que “los periodistas le pidieron que registrara quién y a quién llamaban por celular las víctimas del 11/9 y sus familiares, especialmente los de nacionalidad británica”. Se procuraba un fisgoneo algo más que local.
Los hombres de Murdoch en EE.UU. no son inquilinos de la inactividad. Según expedientes de la Oficina de Registros Públicos del Senado, la News American Inc. contrató a siete cabilderos y a seis compañías del mismo rubro cuyo empeño consiste en suavizar o impedir la sanción de leyes que protegen la privacidad, como el proyecto de la llamada ley de prácticas mejores (www.hou se.gov, 19-7-10) o el de la que impediría las escuchas telefónicas de organismos oficiales (//speier.house.gov, 2011).
El propio Murdoch donó el año pasado un millón de dólares a la Cámara de Comercio estadounidense (www.iwatchnews.org, 18-7-11). En octubre, la Cámara lanzó con gran despliegue propagandístico un programa de seis puntos destinado a reformar la ley de prácticas corruptas en el extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés), promulgada en 1977, que califica de ilegal el hecho de que una persona o una empresa basada en EE.UU. pague a funcionarios de un país extranjero para conseguir o conservar un negocio. Que soborne, en suma. “Esta coincidencia despierta ciertamente preguntas acerca de quién financia la campaña de la Cámara. Si no es la News Corporation, ¿quién sería?”, declaró Joshua Dorner, dirigente del Centre for American Progress (www.guardian.co.uk, 14-7-11). Buena pregunta.
Crece el coro de voces que exigen un prolijo escrutinio de las actividades de la New Corporation en EE.UU. en el marco de la FCPA. Eliot Spitzer, ex gobernador de Nueva York, conminó a iniciarlo inmediatamente por violación de la ley antisoborno (www.slate.com, 12-7-11). La FCPA pune con prisión y multa a individuos y empresas, pero hay un detallito: “Una y otra vez hemos presenciado cómo la News Corporation usa su enorme poder y su influencia para cambiar las leyes que no le convienen”, señala Ilyse Hogue, líder del grupo Media Matters, organismo sin fines de lucro que analiza la desinformación en los medios estadounidenses (//mediamatters,org). De manera que las demandas de investigar a la empresa no evitan escepticismos.
Los demócratas, Obama incluido, que critican a News Corp por su apoyo irrestricto a los republicanos, que la empresa afirma diaria y activamente en los medios, alzan poco la cabeza: Fox News, la cadena de noticias más vista en EE.UU., y el Wall Street Journal, el periódico de mayor circulación en el país, pertenecen finalmente a Murdoch. Y a nadie escapa el ascendiente que su aliado David H. Koch tiene sobre el Congreso, muchos de cuyos miembros ocupan sus bancas gracias a los generosos donativos del multimillonario, a veces directos, a veces por intermedio de Americans for Prosperity, el grupo de élite que fundara en el 2004 y que apoya al Tea Party. Es posible que Murdoch salga en EE.UU. mejor librado que en Gran Bretaña de todo aquello por lo que pide perdón con argumentaciones lastimosas.
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