SACRALIZACIóN POPULAR DE UN FEMICIDIO SERIAL: EL CASO BARREDA
› Por Eva Giberti
“El primer punto reside en ponerle nombre específico a este delito –advierte la autora–. Nominarlo femicidio significa rastrear la mano masculina detrás del crimen. Implica verbalizar, politizándola, la vocación misógina asociada con tradiciones patriarcales, que consiste en apropiarse de la vida y la muerte de las mujeres.”
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