› Por Eduardo “Tato” Pavlovsky *
Lo veía a mi amigo Ernesto angustiado.
¿Te pasa algo, Ernesto? Te noto como perdido, distraído. Como ido...
“No encuentro la forma de hacer de borrico. La letra me la sé, es la tercera vez que me seleccionan para el papel, pero ahora estoy en un bache sin salida. Hasta he pensado en dejar de ser actor. No sé encarar subjetivamente al borrico. Todos cuando entro me aplauden mucho, pero me parece que es más por el vestuario y la careta que por mi actuación. Cuando entro al escenario las carcajadas son fuertísimas. No alcanzo a decir la letra por los aplausos y vítores. Cuanto más callado me quedo, más éxito tengo con los espectadores, ellos deben pensar que es parte de la actuación. Tal vez puedas orientarme... Stanislavsky, Meyerhold... vos sabés un kilo de todo eso.”
Pero yo no sabía que vos hacías teatro, nunca me lo contaste.
“Actor no soy, pero formo parte del elenco del colegio de mi pibe. Los padres ensayamos dos veces por semana todo el año.”
¿Y vos estás ensayando el papel de borrico para la obra de tu hijo?
“Este año es un concurso intercolegial. El Champagnat es el mejor, tiene varios actores profesionales. Todo esto empezó para estar más cerca de los pibes, acompañarlos en sus actividades culturales. Tenemos ‘El día del bien común’, ‘El fogón de la familia’, ‘Padre, madres e hijos en el arte’, este año tenemos un fixture muy complicado. Pero todo basado en el acompañamiento a nuestros hijos, en la solidaridad. En nuestra presencia permanente en sus actividades. Somos un verdadero grupo de contención. Además el colegio tiene su psicóloga, su psicopedagoga, terapias cognitivas y orientación vocacional. Todo esto es muy profesional.”
¿Y qué dicen los maestros?
“¿Qué maestros?”
Los maestros del colegio de los pibes.
“Están un poco excluidos y sienten que han perdido autoridad, pero vos sabés cómo son, se la pasan de huelga en huelga. Son muy narcisistas y demandantes.”
Mirá, mi viejo venía dos veces por año al colegio. Una para autentificar la firma y el 12 de octubre que se hacía un desayuno, se cantaba el himno y el viejo se iba. La vieja nunca lo acompañaba. Las experiencias en el colegio fueron culturales y deportivas, pero las inventábamos nosotros con los maestros, los padres no intervenían.
Esa cantidad de actividades de los padres, adentro del colegio, yo no las veo como grupos de contención, para mí funcionan como grupos de control. No dejarles ningún espacio propio a los chicos, invadirlos, sacarles potencia imaginativa, potencia creativa y espontaneidad.
No dudo de tus buenas intenciones ni tampoco de la de los padres de los compañeros de tu hijo, pero a la larga los pibes necesitan espacios propios con sus propios códigos de su propia creatividad. La presencia de los padres en los colegios se puede volver asfixiante y verlos a ustedes competir en teatro es transformar los afectos alegres de la creación singular de los chicos en afectos tristes y opacos.
¿De qué borrico me hablás, Ernesto? ¡Pedile a tu hijo que te ayude! Inventen juntos y llevalo al fútbol y a acontecimientos culturales que tu familia pueda necesitar.
Invadir la escuela con tantas reuniones es asfixiar la potencia propia escolar. Y si tenés ganas de hacer teatro, Ernesto, hacelo, que es muy lindo, pero no lo hagas en el espacio escolar de tu hijo, buscá tu propio espacio que tendrás que encontrar.
En estas jornadas intercolegiales decile a tu hijo que te ayude a buscar el papel del borrico, seguro que te va a poder ayudar. Mostrale tus dificultades, tus miedos, tus terrores, tu narcisismo, tus ganas de ser borrico. Pero un borrico alegre, imaginativo, que aprenda a no detenerse con los aplausos, eso tu hijo te lo puede enseñar.
Y un consejo, después del campeonato intercolegial dejá el elenco y llevalo a ver a Vélez, tu maravilloso Vélez, y vayan a almorzar juntos antes del partido. No podés cargarlo al pibe con tus problemas actuales...
“¿Lo llevo a la platea o a la popular?”
A la popular, donde van a aprender nuevos vocabularios impensados, no lleves a la psicopedagoga, vayan solos.
Ernesto me miró. Estaba emocionado. Se levantó, me dio un beso mientras me decía “Muchas gracias” y se fue silbando.
* Psicoanalista, autor, director y actor teatral.
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