› Por Juan Gelman
Es lo que tarda EE.UU. en Afganistán, según el parlamentario republicano Walter Jones. Se refería a la promesa de Obama de terminar con el núcleo central de Al Qaida en el país asiático y retirar las tropas en 2014. Aunque no del todo: permanecerá un cantidad no especificada de efectivos a fin de entrenar a las fuerzas de seguridad afganas y para Walter Jones, “se puede entrenar a un mono para que ande en bicicleta en menos tiempo” (//reason.com/archives, 3-1-13). Algunos hechos recientes parecen darle la razón.
Varios miembros de la policía afgana local (ALP, por sus siglas en inglés) entrenados por EE.UU. envenenaron la comida de 17 de sus camaradas antes de ejecutarlos, quitarles las armas, quemar un coche policial y huir (www.nytimes.com, 27-2-13). Los autores eran talibán infiltrados que, a la vez que se entrenaban, esperaron que se fueran todos los del grupo para llevar a cabo la matanza. Un vocero talibán asumió la responsabilidad de la masacre y declaró que era una represalia por “las atrocidades y los crímenes” que las ALP cometen contra los habitantes de la zona. ¿Cómo parar estas infiltraciones? ¿Habrá un entrenamiento adecuado para ello?
La ALP está integrada por milicias armadas que las fuerzas operativas especiales de EE.UU. entrenan y apoyan para combatir al talibán en poblados y zonas alejadas de la capital. Son tan brutales como su enemigo, extorsionan a los habitantes cobrándoles “impuestos” y actúan en función de las lealtades étnicas (www.nytimes.com, 2-9-12). Un informe de Human Rights Watch documenta “abusos graves como asesinatos, violaciones, detenciones arbitrarias, secuestros, apropiaciones de campos y allanamientos ilegales” perpetrados por las ALP (www.hrw.org, 12-9-12). Si ésta es una policía entrenada, cabe preguntarse para qué.
El miércoles pasado los talibán atacaron con misiles la muy fortificada base Camp Bastion, la mayor de los invasores, ubicada en la provincia sureña de Helmand: alberga a 4000 efectivos británicos, estadounidenses, daneses y estonios. Un vocero del Ministerio de Defensa afgano declaró que el ataque no causó bajas ni daños (www.guardian.co.uk, 27-2-13). De todos modos, esto oscurece la visión rosada de la marcha de la guerra que propalaban hasta hace muy poco altos funcionarios como el general Petraeus, ex jefe de las tropas de la coalición en Afganistán y ex director de la CIA, o Leon Panetta, ex jefe del Pentágono, cuando lo era.
Obama mismo convirtió esa presunta marcha hacia la victoria en uno de los ejes de su campaña electoral. “Hemos quebrado el auge talibán”, dijo en mayo en la base aérea Bragram en mayo pasado. “Hemos logrado la declinación del talibán”, dijo en septiembre cuando aceptó su nominación como candidato a presidente del partido demócrata. Pero el martes pasado, miembros del Pentágono reconocieron que los ataques de los insurgentes no han disminuido y mantienen el nivel de 2011 y 2012 (www.foxnews.com, 26-2-13). Todo se debió a “un error de oficina”, declararon, por el cual se estimaba que los embates de los talibán habían disminuido un siete por ciento. Con estos datos falsos, el optimismo imperaba en la Casa Blanca.
La cifra errónea había sido mostrada en el sitio de las fuerzas de la coalición a fines de enero y retirada hace unos días sin mayor explicación. Jaime Graybeal, un vocero de las tropas ocupantes, no explicó con claridad cómo se había producido ese “error de oficina”, pero lo reconoció y dijo que se lo había corregido (//marinecorpstime.com, 26-2-13). Desde luego, no mencionó en qué medida esa equivocación ha influido en la adopción de decisiones políticas y de estrategia militar.
Otros datos de precisión dudosa andan por ahí. La Misión de las Naciones Unidas de Asistencia en Afganistán publicó recientemente su informe anual 2012 en el que afirma que la cifra de muertos civiles ha declinado en Afganistán por primera vez desde el 2007 (//unama.unmission.org, febrero 2013). Es un informe contradictorio: señala que aumentó un 20 por ciento el número de mujeres asesinadas y heridas. 300 fallecieron y 560 sufrieron lesiones de diferente gravedad. Agrega que, en comparación con el 2011, en 2012 se incrementó un 9 por ciento el total de civiles muertos y heridos, la mayoría como consecuencia de operativos talibán, así como los ataques estadounidenses con aviones no tripulados, que pasaron de 243 en el 2009 a 494 en el 2012 y acrecentaron los “daños colaterales”.
Los talibán han perdido buena parte del territorio que controlaban cuando EE.UU. envió más tropas en el 2010, pero siguen atacando. En cuanto a la preparación de las fuerzas de seguridad afganas para combatirlos (que dura hace años), pareciera nomás que se puede entrenar a un mono para que ande en bicicleta en menos tiempo.
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