CONTRATAPA
Dos fiestas
› Por Hugo Soriani
Los campeones del ‘78 volvieron a salir a la cancha el miércoles pasado para festejar los 25 años del triunfo. Las tribunas vacías los vieron salir por el túnel del tiempo. Sólo los recibió el frío de una tarde que era aún más helada en las caras ajadas de los futbolistas envejecidos. Lejos había quedado su hora más gloriosa, con aquellas tribunas repletas, y el palco que albergó a la Junta, gritando los goles con el mismo entusiasmo con el que a pocas cuadras del estadio torturaban y mataban a miles de argentinos.
El país futbolero esta vez no acompañó el festejo. Lamentablemente, la corporación del fútbol, que prohibió la participación de las Abuelas de Plaza de Mayo, tampoco acompañó la reflexión realizada por gran parte de la sociedad sobre lo terrible de aquellos días.
Varios organismos defensores de derechos humanos hicieron gestiones en los días previos para que el evento fuera también una jornada de memoria y reconocimiento. Pero parece que esos términos les resultaron ajenos a ellos y a su técnico, César Menotti. Al confeso admirador del Che y de Neruda, al que lloró el crimen de Salvador Allende, se le acaba la retórica progre cuando se trata de evocar su papel en aquellos días terribles.
Un Menotti tenso contestó reportajes durante la semana previa: “No creo que podamos hablar de política y fútbol al mismo tiempo”, afirmó quien siempre se jactó de lo inseparable de ambos términos. Millones de personas pudieron verlo en un documental excelente, “Historias paralelas”, al ladito de Videla, justo antes de la arenga del genocida alentando a los jugadores, mientras en el mismo documental un Ardiles apesadumbrado mostró la cara autocrítica de una conciencia más tranquila.
Mientras Julio Villa y Claudio Morresi hacían esfuerzos por saldar el pasado festejando el aniversario del título con un desagravio a los que en ese entonces sufrieron cárcel, persecución o muerte, Menotti prefiere seguir tirando la pelota al córner. Villa y Morresi no suelen llenarse la boca con citas de poetas, escritores o músicos comprometidos. Sencillamente trabajan por la memoria y la justicia.
En el ‘78 fueron los jugadores de la selección holandesa los que visitaron la casa de las Madres, mientras El Flaco acuñaba su frase célebre: “Para poder entrar, hay que saber salir”. Hoy Menotti aún no encuentra la manera de salir de su doble discurso.
La gente que no fue a River prefirió estar en otro lado.
Esa fría tarde del nueve de julio hizo calor en Plaza de Mayo, donde dos de los artistas más queridos de la Argentina convocaron a una multitud que festejó la independencia, se solidarizó con los inundados santafesinos y rindió homenaje a las víctimas de la dictadura desde arriba y desde abajo del escenario.
León Gieco y Víctor Heredia brindaron durante más de dos horas un espectáculo conmovedor.
Frente a ellos, padres, hijos y hasta abuelos calentaron manos y gargantas al ritmo de temas que atraviesan la historia argentina de los últimos treinta años y que dejan claro el compromiso ético de quienes los interpretan.
Gieco cantó “La memoria”, de su último disco Bandidos rurales, con el telón de la Casa Rosada como fondo, y en la Plaza se hizo un silencio que permitía escuchar la respiración de los músicos sobre los instrumentos.
De la mano de Víctor y León fueron subiendo los artistas invitados, y todos disfrutaron con versiones impecables de canciones que ya están en la memoria colectiva. La mayoría fueron prohibidos o censurados por la misma dictadura que felicitaba a Menotti y provocaba a los familiares de las víctimas a través del Gordo Muñoz. León, Víctor y muchos de los artistas que los acompañaron tuvieron que exiliarse o recluirse para evitardestinos peores. Pero ellos hoy cantan y celebran de cara a la gente con una Plaza llena que los aplaude y reconoce.
No tienen que explicar, justificarse ni dar cátedra de progresismo. Sus canciones y su trayectoria hablan por sí mismas, y su comunión con la gente es tan sincera que, nunca, nunca, recibirán un homenaje frente a tribunas despobladas o estadios vacíos.